La guerra sin final
Editorial del Periódico "La
Opinión"
Los Ángeles, California
La congresista Hilda Solís resumía muy bien lo que ocurrió esta pasada semana en el Congreso, cuando los republicanos forzaron el voto sobre una resolución de guerra que rechazaba todo debate sobre la necesidad de evaluar estrategias de salida para las fuerzas militares estadounidenses y ni siquiera consideraba remotamente el establecimiento de un tiempo límite para la retirada de las tropas.
"La resolución que vino al piso de la Cámara de Representantes el jueves no fue más que una farsa destinada a contrarrestar la baja popularidad de la guerra en Irak", dijo Solís tras la discusión.
Las bajas militares estadounidenses en la guerra de Irak acaban de sobrepasar las 2,500. Este fin de semana, dos soldados fueron secuestrados tras un enfrentamiento con insurgentes en Yusufiyah, al sur de Bagdad, y su paradero es desconocido. La cuenta de la guerra va por los 320,000 millones de dólares, alimentando el creciente déficit presupuestario y más de 18,490 soldados, hombres y mujeres estadounidenses han sido heridos en el conflicto, más de 8,500 de gravedad.
El costo para los iraquíes también ha sido alto: más de 3,200 han muerto entre marzo y mayo de este año y su país está sumido en una guerra de guerrillas con facciones que arrastran conflictos ancestrales y que luchan por el poder. Esta guerra ha costado mucho y sus logros, aparte del derrocamiento de Sadam Husein, aún están por comprobarse.
Es hora de comenzar a discutir hasta cuándo y bajo qué condiciones las fuerzas estadounidenses deben permanecer en Irak.
Esta semana, la senadora Dianne Feinstein y otros demócratas intentarán, por su parte, forzar una discusión sobre la necesidad de una retirada por fases, argumentando que el presupuesto de defensa firmado por el presidente George W. Bush el año pasado anticipaba precisamente eso. Textualmente, el documento presupuestario decía que el año 2006 sería un "periodo de transición significativa hacia la completa soberanía iraquí, en que las fuerzas de seguridad iraquíes tomarían el control de un Irak libre y soberano".
Lo mínimo que debería ocurrir en el Congreso es un debate abierto y franco sobre las opciones y las posibles fechas de una retirada en etapas. Pero este es un año electoral y se presenta aún más difícil de lo normal que el Congreso actúe con una lógica que vaya más allá de la manipulación política.
Es difícil, pero es necesario. El dolor de las familias, estadounidenses e iraquíes, que pierden a sus seres queridos, exige respeto. Hay otras cosas que merecen atención urgente, más allá de una guerra que está consumiendo las vidas y la capacidad de las Fuerzas Armadas, aparte de enormes presupuestos.
Lo mínimo que merecen los estadounidenses de su gobierno es que sea honesto en las realidades de Irak y la necesidad de cambiar la misión, ya que no lo fue acerca de las razones para la guerra.
¿Está
el gobierno de George W. Bush en crisis?
Eduardo Dimas
Carlos Marx dijo en alguna ocasión que
los acontecimientos históricos ocurren unas veces como tragedia y otras como
farsa. En realidad, no se que pensar, pues el momento histórico que nos ha
tocado vivir, si bien tiene mucho de farsa, también resulta una gran tragedia,
por los millones y millones de seres humanos, especialmente niños, que mueren
cada año de hambre o enfermedades perfectamente curables.
O por las víctimas de las guerras imperiales, como es el caso de Irak o
Afganistán, o por los que son torturados y han sido despojados de todo derecho
humano en nombre de la “guerra contra el terrorismo”. O por los que sufren
las consecuencias de un mundo regido por un sistema injusto, que ha convertido a
la sociedad a escala planetaria en el peor de los mundos posibles. Todo eso no
puede ser una farsa. Es una verdadera tragedia, aunque sea un elemento común en
la mayor parte de la historia de la humanidad.
Sin embargo, es bueno decirlo, todavía puede volverse peor, en caso de que
triunfen -para utilizar el lenguaje bushiano- las “fuerzas del mal”: los que
quieren dominar al mundo e imponer sus intereses a cualquier precio, incluso
invocando a un Dios hecho a la medida. Un Dios que justifica los crímenes, las
guerras “preventivas”, los bombardeos masivos sobre poblaciones indefensas,
que luego pasan a engrosar los llamados “daños colaterales”, uno de los
conceptos más cínicos e inhumanos del arsenal propagandístico imperial,
estrenado en Yugoslavia cuando la agresión de 1999 contra Serbia.
El pasado sábado 27 de mayo, según agencias internacionales de prensa, el
presidente W. Bush anunció que Estados Unidos llevará la guerra contra el
terrorismo a todas partes del mundo en busca de enemigos “como nunca antes lo
ha hecho”. Cito sus palabras, pronunciadas en la graduación de 861 cadetes de
West Point: “Estados Unidos combatirá a los terroristas en todos los frentes
de batalla. Y no descansaremos hasta que esta amenaza a nuestro país haya
desaparecido”. Y agregó: “Frente a esos enemigos, sólo hay una respuesta
efectiva: nunca daremos marcha atrás, nunca nos daremos por vencidos y nunca
aceptaremos nada menos que una victoria total”.
'Estamos sentando las bases de la victoria'
Luego de comparar lo que fue la Guerra Fría y el triunfo norteamericano con la
situación actual, W. Bush puntualizó: “Actualmente, al comienzo de un nuevo
siglo, estamos nuevamente en una guerra como la que ningún otro país ha
combatido antes. Y al igual que los estadounidenses de la época de Truman,
estamos sentando las bases de la victoria… los enemigos a los que nos
enfrentamos hoy son diferentes a los que enfrentamos en la Guerra Fría. Los
terroristas no tienen fronteras para proteger, ni una capital que defender. No
pueden ser disuadidos, pero serán derrotados”.
Hasta aquí algunos fragmentos del discurso belicista de W. Bush, en los que
anuncia nuevas acciones de Estados Unidos contra el país que se le ocurra. Irán
parece ser la próxima víctima, pero hay otras naciones que podrían ser
posibles objetivos de la agresión de la actual administración norteamericana,
como Siria, Corea del Norte, Cuba, Zimbabwe, entre otras. Cabe señalar que el
discurso imperial fue dicho en una graduación de militares, a los que es
necesario elevar su moral combativa, en los momentos en que las cosas no le van
muy bien a W. en ninguno de los aspectos de su política. Incluso algunos
observadores prevén la posibilidad de que sea impugnado.
Un 'canto de cisne' o un nuevo 11 de septiembre
Para algunos es una especie de “canto de cisne” moribundo. Para otros es el
aviso de que el grupo neoconservador que ha secuestrado el poder en Washington
va a enfrentar sus problemas por medio de la fuerza, tal vez mediante la creación
de nuevos focos de tensión, a los efectos de lograr otra vez el apoyo del
pueblo estadounidense. Hay quien no descarta un nuevo 11 de septiembre, o sea,
un nuevo atentado terrorista que “justifique” las medidas que tomarán a
continuación. Y puede parecer algo loco, pero recordemos que si algo
caracteriza a los neoconservadores es la creencia de que ellos son capaces de
hacer la realidad, no importa que los hechos les digan exactamente lo contrario.
No obstante, son muchos los obstáculos que se ha creado la actual Administración
para poder continuar con sus planes de dominación mundial. El fracaso de la
guerra en Irak, la situación en Afganistán, las mentiras dichas, el escándalo
que afecta a importantes figuras del gobierno -como Lewis Libby (en proceso de
enjuiciamiento), Carl Rove y al propio vicepresidente Richard Cheney por filtrar
la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame-, unidos a otros por soborno
de representantes y senadores tanto republicanos como demócratas. En fin, todo
eso ha provocado que el índice de aceptación popular de W. Bush haya
descendido a un porcentaje que oscila entre el 29 y el 33%, según las encuestas
y que el escaso prestigio internacional que le quedaba al gobierno de los
Estados Unidos haya desaparecido.
La predicción de una crisis económica de grandes proporciones
A ello habría que agregar la situación de la economía norteamericana,
afectada por los altos déficit presupuestario y en cuenta corriente, que ha
provocado la pérdida generalizada de confianza en el dólar, el aumento de los
precios de los metales preciosos como el oro y el platino, de los industriales
como el zinc, el cobre y el níquel y es una de las razones del aumento
inusitado de los precios del petróleo que, como todos sabemos, se cotiza en la
moneda estadounidense.
En nuestros días, son muchos los analistas que predicen una crisis económica
de grandes proporciones, a partir de una devaluación del dólar que pudiera
oscilar entre un 25 y un 50%. De hecho, para muchos, el dólar ha sufrido ya una
fuerte devaluación, si tenemos en cuenta que el oro ha llegado a cotizarse en
822 dólares la onza troy, luego de permanecer durante años (hasta enero del
2006) con un valor algo superior a los 350 dólares. Un dato a tener en cuenta
es que, desde 1945 hasta 1971, la onza de oro se cotizaba a 35 dólares, según
los acuerdos de Bretton Woods, que fueron rotos por el presidente Richard Nixon
en ese año, con motivo de la llamada crisis de los eurodólares.
La suspensión de la cláusula M3
Otro elemento a tener en cuenta, y que ha sembrado todavía más desconfianza
entre los tenedores de dólares, es la suspensión por parte de la Reserva
Federal de los Estados Unidos de la llamada cláusula M3, que obligaba a esa
entidad a divulgar la masa de dólares que existía en el mercado mundial. Este
paso pudiera ser el indicio de que la actual Administración está produciendo
papel moneda sin ningún tipo de respaldo, a los efectos de cumplir con sus
obligaciones internacionales. En la práctica, está provocando una devaluación
de la moneda norteamericana.
Los países con grandes reservas en dólares, como China, Japón, la Unión
Europea, Corea del Sur y Rusia, se ven impedidos de cambiar grandes masas de dólares
en el mercado internacional, porque cualquiera de ellos que se atreva a hacerlo,
provocaría el pánico y el estallido de la crisis, que sería mundial, y que
los afectaría directamente. Por tanto, no es difícil llegar a la conclusión
de que, a partir de esta situación, el gobierno norteamericano chantajea al
resto del mundo y lo obliga a subvencionar sus déficit y sus guerras. Lo único
que, como todo en la vida, ese chantaje tiene su límite.
La crisis artificial creada y la venta de petróleo en euros
Un último elemento a tener en cuenta es el de la crisis artificial creada en
torno al desarrollo nuclear iraní, el cuarto exportador mundial de
hidrocarburos. El gobierno de los Estados Unidos y sus aliados europeos saben
que Irán no podrá tener el arma nuclear -el pretexto esgrimido- hasta dentro
de 6 u 8 años, debido al largo proceso de enriquecimiento del uranio. Una
información de última hora anuncia que los 5 miembros permanentes del Consejo
de Seguridad más Alemania, llegaron a un acuerdo para negociar el cese del
enriquecimiento de uranio por parte de Irán. Es un plan de incentivos y
sanciones (la zanahoria y el garrote), que no creo vaya a ser aceptado por el
gobierno iraní, aunque Estados Unidos se siente en la mesa de negociaciones.
Para la mayoría de los observadores, la verdadera razón de esta crisis es el
anuncio del gobierno iraní de que abrirá una oficina de venta de petróleo en
euros en la isla de Kish. Dicha oficina debió ser abierta en marzo, pero las
autoridades iraníes decidieron postergar su puesta en marcha.
Ahora, Rusia anunció que, a partir del mes de junio, comenzará a vender su
petróleo en euros y que abrirá una oficina en Moscú para su cotización. Una
de las razones nunca reconocidas por el gobierno norteamericano o el británico
para la agresión a Irak, fue la decisión de Saddam Hussein de cotizar y vender
el petróleo en euros, pues rompía con el monopolio de los precios y la
cotización que, hasta ese momento había mantenido Estados Unidos y su aliada
incondicional Gran Bretaña. Ese monopolio le permite reciclar los dólares
producto de la venta de los hidrocarburos y paliar sus déficit. ¿Amenazará
también el gobierno de los Estados Unidos a Rusia por su decisión? No me lo
parece. Está por ver qué sucede durante la reunión anual del Grupo de los 7 más
Rusia, que tendrá lugar en San Petesburgo en este mes de junio.
Y mientras la situación económica norteamericana se hace cada vez más difícil,
crece proporcionalmente la agresividad de la actual administración
neoconservadora. Cabría preguntarse la lógica que subyace detrás de esa
actitud, puesto que dada la dependencia económica de Estados Unidos, era de
esperar exactamente lo contrario, y la búsqueda de mecanismos económicos que
recortaran los déficit y crearan una mayor confianza en el dólar.
El gobierno norteamericano: Dando pasos para concentrar la mayor cantidad de
poder
Pero ocurre algo que llama todavía más la atención por su peligrosidad. Poco
a poco, y en medio de la discreción casi total de los medios oficiales del
imperio, que se limitan a dar la noticia pero sin analizarla, la Casa Blanca va
dando pasos que conducen a la concentración de una enorme cantidad de poder en
sus manos, ya sea con el pretexto de la guerra contra el terrorismo, ya sea
porque Estados Unidos “es un país en guerra” y W. Bush su comandante en
jefe.
En los medios alternativos de prensa comienzan a aparecer artículos que alertan
sobre el poder cada vez mayor que detentan W. Bush, Cheney, Donald Rumsfeld y
John Negroponte, el zar de la inteligencia. Figuras emblemáticas del
conservadurismo tradicional norteamericano, como Henry Kissinger, Brent
Scowcroft (íntimo de la familia Bush) o Zbigniev Brzessinski (del lado demócrata),
han denunciado las consecuencias funestas para los Estados Unidos de la actual
política de los neoconservadores. Otros, como Patrick Buchanan y Paul Craig
Roberts (conservadores realistas), no cesan de criticar la política de la Casa
Blanca y señalan con mucha razón que el actual camino conduce a la destrucción
de la llamada democracia norteamericana.
La pregunta que cabe hacerse, pues, es si realmente el gobierno de W. Bush
atraviesa por una crisis irreversible o nos hallamos ante una política
racionalmente dirigida a provocar una situación que permita la instauración
del fascismo. Es evidente que la élite de poder estadounidense está sumamente
dividida y que cada día son más los círculos económicos que repudian la
actuación de los neoconservadores y de su cabeza visible (no la pensante) W.
Bush.
El Proyecto para el Nuevo Siglo Americano
Sin embargo, los sectores que la apoyan son todavía muy poderosos. El proyecto
para el Nuevo Siglo Americano, plataforma programática de este grupo,
contemplaba el control total de los Estados Unidos. Es decir, un país
controlado por los neocoservadores republicanos y unos Estados Unidos
controlando al mundo. Lo primero, casi, casi lo han logrado, aunque está por
ver lo que ocurre en las elecciones intermedias de noviembre del presente año.
Lo segundo, ha provocado la reacción de un número cada vez mayor de naciones
que se oponen a semejantes objetivos, como es el caso de China y Rusia, que están
haciendo todo lo posible por impedir que se adueñe de la región asiática,
mientras que en América Latina, Europa y Africa surgen focos de resistencia al
dominio imperial.
Como vemos, el panorama es bien complicado y de difícil pronóstico. Lo que está
por ver es qué reacción va a tener la actual Administración norteamericana en
caso de que, como muchos analistas auguran y consideran inevitable, el dólar
deje de ser la moneda de cambio de todas las demás y se produzca una gran
crisis económica a escala mundial. Ya algunos hablan de una Tercera Guerra
Mundial. Otros del fin del imperio estadounidense. Esperemos que se imponga la
razón y que de ese gran conflicto surja la solución a los graves problemas que
afectan a la humanidad. De lo contrario, podría sobrevenir el caos y con él la
implantación del fascismo. Como siempre, los invito a que mediten.
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