El
intervencionismo norteamericano en Cuba
Desvergonzada hipocresía
Andrés Gómez, director de Areítodigital
“…Podéis ir por donde sea, buscar donde queráis, recorrer todas las
monarquías y despotismos del Viejo Mundo, viajar por Sudamérica, documentar
cada abuso, y cuando hayáis encontrado el último, comparad lo encontrado con
las prácticas diarias de esta nación, y acabaréis diciendo conmigo que, en el
terreno de la revulsiva barbarie y la desvergonzada hipocresía, America reina
sin rivales.”
Frederick Douglass, líder abolicionista afroamericano. 4 de julio de 1852.
Acaba de
anunciarse públicamente el más reciente documento intervencionista
norteamericano en su afán histórico de adueñarse de Cuba. Éste se titula II
Informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre; el primero de los
mamotretos de esta comisión fue promulgado en mayo del 2004. Si en algo se
diferencia éste del primero, además de contener un siniestro anexo secreto y
ser mucho menos voluminoso, es que su lenguaje es más mesurado, aunque su
intención sigue siendo tan desvergonzada como la del anterior. Me recuerda la
imagen del Lobo disfrazándose de Abuelita. Aunque al igual que aquel lobo no
engañó a la Caperucita, Roja, estos informes no engañan a nadie, menos aun al
pueblo revolucionario cubano.
La obsesión imperial norteamericana de adueñarse de Cuba no es nada nuevo para
el pueblo cubano, al contrario ha tenido que sufrirla por más de cien años.
Contradiciendo así en sus dos aseveraciones al viejo refrán: el mal ha durando
más de cien años, y ese cuerpo social, el pueblo cubano, no solamente lo ha
resistido sino que lo ha derrotado. Cuba triunfante es libre y soberana.
Este segundo informe, como el primero, así como su inmediato antecesor, la Ley
Helms-Burton de 1996, hipócritamente dice mantener el derecho inalienable del
pueblo cubano para darse el gobierno y el sistema que él determine, para en un
giro dantesco, utilizarlo para justificar su intervención y anular esa soberanía.
Pero esto no comenzó hace diez años con la Ley Helms-Burton. A raíz de la
intervención militar norteamericana en la última de las guerras cubanas por la
independencia de España, Estados Unidos ocupó militarmente la Isla. Intentó
crudamente anexarse a Cuba mas fracasó ante la inquebrantable voluntad
independentista de la gran mayoría del pueblo cubano. Pero Cuba entonces estaba
diezmada y materialmente depauperada después de aquellas terribles guerras
contra el despotismo y la crueldad. Como consecuencia de eso y más Estados
Unidos logró imponerle a Cuba un protectorado a cambio de retirar su ejército
de la Isla y permitir una república mediatizada. También entonces, como
intenta hoy nuevamente, lo hizo en nombre de la autodeterminación, la
independencia, la libertad, la democracia y, claro, el sistema capitalista de
libre empresa.
El primero de estos engendros intervencionistas norteamericanos fue la Enmienda
Platt impuesta a los cubanos en 1901 como Apéndice Constitucional.
Como si no hubiera una flagrante contradicción entre lo que se enuncia y
el concepto de soberanía de un Estado y la libertad, con desenfrenado doblez,
Estados Unidos fuerza como apéndice en aquella constitución cubana los
siguientes artículos. Artículo I: “El Gobierno de Cuba nunca celebrará con
ninguna Potencia o Potencias extranjeras ningún Tratado u otro pacto que
menoscabe o tienda a menoscabar la independencia de Cuba…” Entonces, el Artículo
III exige que “El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueda
ejercer el derecho de intervenir para la preservación de la independencia de
Cuba, y el sostenimiento de un gobierno adecuado, la protección a la vida, la
propiedad y la libertad individual…”
Asombrosamente, los Estados Unidos, actúa hoy, con la misma impudicia. El
Inciso 2, de la Sección 201, del Título II de la Ley Helms-Burton establece:
[Estados Unidos] “Reconoce que la autodeterminación del pueblo cubano es un
derecho soberano y nacional de los ciudadanos de Cuba, que tiene que ser
ejercido libre de interferencia por parte del gobierno de cualquier país.” Y
a reglón seguido continúa estableciendo metódica y detalladamente un nuevo
sistema político, económico, social y cultural para imponerle a Cuba,
consumación de su ambición imperial.
En este II Informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre, además de la
ilegalidad, por que contraviene los fundamentos y las normas pertinentes del
Derecho Internacional y las relaciones entre los Estados, prima la codicia y el
lucro. Para sus criaturas en Miami
y en la Isla el nuevo plan establece un fondo de 80 millones de dólares, a
partir de los años fiscales 2007 y 2008, a ser distribuidos de la siguiente
manera: 31 millones para el mantenimiento, de manera general, de la
contrarrevolución y la subversión en Cuba, además, de otros 24 millones que
serán destinados para enriquecer de igual manera a aquellos mercenarios a ambas
orillas del Estrecho (mucho más los de Miami, que son los encargados de
distribuir el dinerín, que los de la otra orilla) que colaboran con Estados
Unidos en el propósito de “romper
el bloqueo informativo mantenido por el gobierno cubano”.
Entre las disposiciones más insólitas de este plan intervencionista es la
asignación de 10 millones de dólares para garantizar “programas e
intercambios educacionales” con Cuba, cuando, durante los últimos tres años,
la Administración Bush ha eliminado toda posibilidad de intercambios
educacionales, culturales y académicos entre ambos pueblos.
Otros 15 millones de dólares irán a los bolsillos de toda esa inmunda fauna de
personajes, instituciones y gobiernos extranjeros que de manera oportunista se
suman en esta nefanda guerra en contra de los derechos de los cubanos.
Este fondo de 80 millones de dólares –a los que se le sumarían otros 20
millones anuales a partir del 2009- es adicional a los 27 millones de dólares
que se destinan anualmente para Radio y TV Martí -ambas
con sede en Miami-, y los otros 30 millones que se destinan, también
anualmente, con los mismos propósitos criminales.
El propósito de anexarse a Cuba, como escribiera el Secretario de la Guerra de
Estados Unidos, Elihu Root, artífice de la Enmienda Platt, en un Informe sobre
Cuba en febrero de 1901, “ha sido política de este país desde la presidencia
de Thomas Jefferson y continuada bajo las siguientes presidencias de Monroe,
John Quincy Adams, Jackson, Van Buren, Buchanan y Grant.” Y agregaría yo como
también, sino de anexarla, sí de mantenerla bajo su dominio, fue y ha sido
esta la política de los presidentes McKinley, Roosevelt, Taft, Wilson, Coolidge,
el otro Roosevelt, Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Carter, Reagan,
el primer Bush, Clinton y, ahora, este otro Bush…
Contando siempre, por supuesto, con los traidores de
turno. //
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