EL
TABLÓN: El artículo de hoy
La
diplomacia británica
Rafael Morales
Washington sabía que Gordon Brown mantendrá la vieja alianza entre Estados Unidos y Gran Bretaña, pero temía que el nuevo primer ministro escenificara una ruptura espectacular con aquella parte de la herencia de Blair rechazada por la opinión pública: la guerra de Irak. Brown evitó roces durante el encuentro con George Walker Bush, marcó distancias en algunos asuntos y resaltó las coincidencias en los principios antiterroristas de la política exterior, pero todo el mundo sabe que Londres piensa replegarse de Irak seguramente en diciembre. Brown se la jugará en las urnas frente a los conservadores y necesita despojarse del lastre iraquí que acabó con Tony Blair. Espera, además, la renovación en la jefatura de la Casa Blanca.
Bush aspiraba a una visita urgente de Brown, cuyo viaje estaba previsto para el mes de octubre. En horas bajísimas para la popularidad del presidente estadounidense, quería escenificar que al menos le quedaba el Reino Unido como aliado firme. Lo consiguió a medias. Brown fue generoso desde el punto de vista retórico. "Nuestra asociación atlántica -escribió- arraiga en algo mucho más fundamental y perdurable que los intereses o una historia común. Está anclada en ideales compartidos que a lo largo de dos siglos han enlazado los destinos de los dos países". Se refirió al terrorismo global como al problema más grueso, aunque también otros merecen atención, como "la proliferación nuclear, la pobreza global y el cambio climático".
Brown, por consiguiente, negoció un temario más amplio que el referido al terrorismo. Para conseguir consensos menos difíciles y regresar al Reino Unido con el respaldo tibio de Washington y sin el estigma de actuar como el ministro de asuntos exteriores del presidente estadounidense. Debe añadirse las conversaciones directas con Bush sobre cómo abordar la crisis de la Organización Mundial de Comercio (OMC), responder de manera conjunta al drama de Darfur, enfrentar el proceso de paz frustrado en Oriente Medio, analizar la situación política de Kosovo, Afganistán, Irak e Irán, país éste último sobre el que parece existir un acercamiento para apretarle las tuercas a los ayatolas de Teherán. Los acuerdos concretos, si los hubo, pertenecen al dominio inabordable de la diplomacia secreta.
El lugar donde el primer ministro británico escenificó su vocación tantas veces confesada por el multilateralismo fue la ONU. Allí olvidó al terrorismo del mundo mundial y dijo que "el analfabetismo, la pobreza y la degradación medioambiental son los grandes demonios de nuestra época". Como si recuperara su perdida alma socialdemócrata, propuso una "coalición por la justicia", una gran alianza internacional para cumplir los Objetivos del Milenio. Aquel acuerdo de la ONU aprobado en el año 2000 consistió en el compromiso de los gobiernos para, entre otros fines, reducir hacia el año 2015 al 50% la cantidad de personas que viven en la pobreza.
Gordon Brown sabe que al ritmo actual, con el aplazamiento constante de las obligaciones asumidas por los gobiernos, los objetivos están muy lejos de cumplirse. Peor, los índices de pobreza aumentan. Levantar ahora la bandera de los Objetivos del Milenio puede servirle al británico políticamente, pero está por demostrar la disposición del Reino Unido a cumplir sus propias obligaciones en este terreno. El británico consiguió lo que le interesaba de este viaje a Estados Unidos: asegurarle a los gringos la permanencia de la alianza estratégica entre los dos países y mostrar una actitud más independiente con respecto a Washington, apartándose de la penosa actitud de Tony Blair. Aunque seguirá mandando la alianza de intereses.
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Nota
de/para los amigos que me escriben:
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De: Tamarant
Asunto: Envío
de Artículo
EL MARXISMO SEGÚN HUGO CHÁVEZ
Dante Castro
El socialismo de Chávez siempre fue una incógnita que recién ahora se empieza a despejar. Acaban de aparecer las últimas declaraciones donde el presidente de Venezuela deslinda con el marxismo-leninismo. Ha dicho: "El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no tomará las banderas del marxismo-leninismo porque es una tesis dogmática que ya pasó y no está acorde con la realidad de hoy". Para hacerlo, improvisa un discurso desprovisto de elaboraciones inteligentes; por eso cae en la misma línea de un memorable señor llamado Kautsky. Dice más: "Soy socialista, bolivariano, revolucionario. Respeto la vía marxista, pero yo no soy marxista. No puedo compartir esa tesis porque esa es una visión determinista del socialismo".
¿Qué determinismo tiene el marxismo? Si hay algo a lo cual se opone el materialismo dialéctico, es al determinismo y al empirismo. Barrunto que "Cuadernos Filosóficos" o "Materialismo y empiriocriticismo" de Lenin no están en su biblioteca particular. Creo que la cosa va por otro lado. Tal vez ésta sea la mejor forma de Chávez para distanciarse de los modelos aliquebrados en Europa del Este. Seguramente debe sentirse impulsado a intentar un socialismo más democrático en Venezuela, pero apunta en la dirección equivocada.
EL SOCIALISMO QUE NO QUEREMOS.-
La teoría de Marx y de Lenin no indica que la sociedad socialista deba degenerar en el modelo autoritarista piramidal, en cuya cúspide están cómodamente instalados los únicos dueños de la verdad: los funcionarios. Ni Marx ni Lenin fueron los autores de sociedades y partidos en los cuales los marxistas se sentían pésimamente mal. Bien decíamos en los años ochenta, después de leer a Rudolph Bähro: el peor lugar para un comunista en Europa del Este es el partido comunista. Por lo tanto, mal harían los venezolanos en juzgar al marxismo-leninismo mediante una de sus manifestaciones, interpretando una sola fórmula de su aplicación.
El marxismo-leninismo postula la necesidad del poder popular sustentado por la democracia directa de masas. No puede hablarse de marxismo-leninismo si los trabajadores no tienen el derecho de expresarse plenamente acerca de la sociedad que les corresponde. Bien dicen los principios leninistas que la dictadura del proletariado se aplica a los enemigos de la revolución, a las clases antagónicas al proletariado, a la penetración ideológica del imperialismo, etc. Pero en ningún lado dice que se deba aplicar el rasero ideológico para nivelar a todas las cabezas.
No hay nada más incómodo en el socialismo real que un comisario político, lo que es igual a un inquisidor o funcionario del Santo Oficio en el siglo XVII. Un comisario político jamás estará a la altura de un intelectual revolucionario, de un obrero pensante, de un combatiente o de un estudiante que se considera socialista crítico. Se necesita muy poco ingenio para ser comisario albacea de la verdad oficial. Y si hay algo menos incómodo que eso, pero que produce idéntica urticaria, es un burócrata. Con esas rémoras del "socialismo realmente existente" tenemos que diferenciarnos.
Personalmente jamás estaré de acuerdo con un socialismo en el cual no tengamos el derecho de llamar a la m... por su nombre. No hables, no opines, no juzgues, no investigues, no denuncies: le haces el juego al imperialismo, nos dicen. Que continúen las deficiencias, los errores, las corruptelas, las desigualdades, las hipocresías, para no hacerle la campaña al enemigo. La mejor forma de sepultar el legado de Marx y de Lenin es censurando la capacidad de crítica del pueblo, de los luchadores sociales, de los revolucionarios. ¿A ese socialismo renuncia Chávez?
Marx nos plantea una teoría del estado: el estado tipo comuna. Por eso nos llamamos comunistas. Lenin recoge ese legado y lo desarrolla mediante una revolución que cambió la historia de la humanidad. En las lecciones de Marx y de Lenin sobre el estado comuna, aprendimos que los funcionarios no pueden ser eternos ni permanecer en sus puestos vitaliciamente contra el sentir de las masas. Un funcionario de cultura que envejece en su puesto puede condenar al silencio a varias generaciones de creadores, por ejemplo. La gerontocracia en el poder niega la innovación generacional dentro del socialismo. ¿Con ese socialismo deslinda Chávez?
LAS CONSECUENCIAS DE UN DISCURSO.-
Tal vez por esas manifestaciones del socialismo burocrático que no queremos, el presidente bolivariano Hugo Chávez se atreve a deslindar equívocamente con el marxismo-leninismo. Otra vez decimos: equivoca el blanco. Pero Hugo Chávez no es propiamente un ideólogo. Con todo el respeto que se merece el líder de un proceso de masas, yo lo veo como un iletrado en marxismo. He leído sus últimos discursos, sus últimas entrevistas, y confirmo mi primera sospecha. Concretemos: ¿Quién es Hugo Chávez para decir que el marxismo es obsoleto?
Cada revolución tiene sus propios líderes. Cada proceso social tiene su derrotero ideológico, sus conquistas teóricas, sus intelectuales orgánicos. Bien decía Mariátegui, que el socialismo en el Perú no será ni calco ni copia, sino creación heroica. Los revolucionarios en el Perú tienen derecho a desarrollar la línea del Amauta Mariátegui, a proseguir estudiando el marxismo-leninismo, sin el acoso ideológico del buen vecino. Y a nosotros nos viene el programa de la independencia desde antes que a Bolívar: somos tupacamaristas, no lo olvidemos nunca.
Las consecuencias del último dislate chavista, la veremos aquí en nuestro querido Perú. Ya las huestes de Ollanta Humala venían criticándonos acremente. Ya en sus "escuelas" se venía predicando el antimarxismo y el anticomunismo. En los centros etnocaceristas del otro Humala la campaña era más feroz: según ellos somos la amenaza imperialista judeo-comunista. Ahora, con la definición ideológica del PSUV, por analogía o imitación simiesca asistiremos aquí al clímax de una nueva soberbia discriminatoria, muy parecida a la del anticomunismo aprista en sus años aurorales. En estos nuestros santos lugares tenemos mandriles, orangutanes, chimpancés y gorilas, primates platirrinos y catarrinos, dispuestos a imitar la moda que viene de fuera. Lo más peligroso será el enfrentamiento ideológico entre quienes se pretenden antiimperialistas.
Si Chávez afirma que el marxismo-leninismo "es una tesis dogmática no acorde con la realidad de hoy", antes debería hacer un balance y valorar el apoyo de todos los marxistas-leninistas del mundo a la Venezuela bolivariana. Por un poco de diplomacia, debía referirse a nuestra línea empleando otros términos. Gracias a su franqueza, ya sabemos qué nos espera.
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