EL
TABLÓN: El artículo de hoy
La
inestabilidad polaca
Rafael Morales
La derechista coalición gubernamental polaca se ha roto. Anuncian el adelanto de las elecciones generales a la primavera del año próximo, aunque estaban previstas para 2009. Nada de particular. Polonia arrastra una crisis política producto de su acelerado camino hacia el neoliberalismo y las fracturas sociales que lo acompaña, el conservadurismo religioso, el ingreso en la OTAN (1999), en la Unión Europea (2004) y su lealtad hacia Estados Unidos en la guerra de Irak, con quien colabora no sólo con el envío de tropas sino, además, con prisiones clandestinas destinadas a la tortura.
La crisis institucional actual estalló el 9 de julio pasado, cuando el presidente Lech Kaczynski, hermano gemelo del primer ministro Jaroslaw, suspendió a Andrej Lepper (del partido “Autodefensa” y socio de la coalición) acusándolo de corrupción. Se desencadenaron otras dimisiones entre los tres socios, que no voy a detallar, provocando que el partido de los gemelos perdieran la mayoría en el Parlamento. Los Kaczynski no tienen problemas, dicen, si hay que adelantar las elecciones se adelantan. No hay enemigo a la izquierda.
Varsovia se exhibe en el mercado mundial como socio firme del neoliberalismo. Los datos macroeconómicos hablan de crecimiento, aunque olvidan detalles como las movilizaciones de obreros, enfermeros, médicos y maestros por mejoras salariales. O fenómenos espectaculares como la emigración de un millón de polacos a Irlanda, al Reino Unido y otros países occidentales. A pesar de que el índice de desempleo alcanza al 12% de la población activa, faltan trabajadores para la construcción, la agricultura y el comercio. Necesitan mano de obra barata y ahora el Gobierno discute la posibilidad de contratar trabajadores de otros países. ¡Cosas del capitalismo tardío!
Polonia entró a formar parte de los países que, dentro de la UE, apostaron por el nacionalismo conservador y por Estados Unidos. El gobierno de los gemelos trabó las reformas políticas de la UE, lo que por otro lado hacen todos según sus intereses nacionales, pero además consiguieron pasarse por el arco del triunfo la carta europea de Derechos Fundamentales. No tiene por qué asumir el derecho al aborto, los derechos de los homosexuales o modificar el derecho de familia polaco. Lograron su particular excepción en estos temas, aunque fracasaron en la idea particular de José María Aznar, según la cual la Constitución Europea (o su versión breve de Sarkozy) tenía que reconocer “las raíces cristianas” de Europa.
La relación de Varsovia con Estados Unidos sólo cabe caracterizarla como de vasallaje. Según un estudio del Centro de Estudios Europeos, realizado en 2004, tres de cada cuatro polacos (74%) se oponía a la participación de sus soldados en la guerra de Irak. Aunque estos datos permanecen invariables, y a pesar de que bajo su presión Varsovia disminuyó la aportación a la aventura de Bush, los gemelos siguen manteniendo algunos soldados en Irak. Para quedar bien con el presidente de los Estados Unidos. ¡Que lejos quedan aquellos tiempos en que los trabajadores de Solidarnosk luchaban por el socialismo antiburocrático y por el que apostaba Jacek Kuron Bueno, al fin y al cabo, esa señora un tanto casquivana llamada historia no ha dicho la última palabra. Espero.
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Nota
de/para los amigos que me escriben:
->
De: Elvira
Vanella
Asunto: PARA EL DIA SÁBADO 11 DE AGOSTO DEL
2007, DE LAS 19:53 A LAS 20:HORA CANARIA
Ruego
hagan el cálculo los de península y otros países.
gracias
Se propone apagar todas las luces para darle un
respiro al PLANETA!!!. Si la
respuesta es masiva, el ahorro energético puede
ser brutal. Solo 7 minutos, a ver qué pasa.
Por
favor, tomen CONCIENCIA del CALENTAMIENTO GLOBAL
-> De:
ESOPO
Asunto: Para entenderte mejor
Érase una vez un ciego muy hábil para reconocer al tacto cualquier animal al alcance de su mano, diciendo de qué especie era. Le presentaron un día un lobezno, lo palpó y quedó indeciso.
-No acierto - dijo, si es hijo de una loba, de una zorra o de otro animal de su misma cualidad; pero lo que sí sé es que no ha nacido para vivir en un rebaño de corderos.
Moraleja: La naturaleza de la maldad se puede notar en una sola de sus
características
Le envío
un Interesante artículo del cubano Luis Sexto
para que sus lectores comprendan mejor de que va
la cosa en la Cuba que, le pese o no a algunos,
cambia, evoluciona, profundiza y mejora.
LA
(IN) CULTURA DEL DEBATE
Jorge Mañach aseveró –cito de memoria- que la tendencia a reír ante lo que se desconoce o no se alcanza a comprender se relaciona periféricamente con la ignorancia y la falta de cultura o de educación, y más en lo hondo con un complejo de inferioridad que, según el autor de Indagación del choteo, tiende a compensarse, emparejarse con el que “está más alto”, mediante la risa mordaz. Ese comportamiento promedio, a veces minoritario, a veces más generalizado, dependiendo de las épocas, se empalma con la del juicio de Don Quijote que establece que es propia de mentecatos la risa que de poca causa proviene.
No es mi propósito insistir repitiendo las aproximaciones del clásico ensayo de Mañach. Lo he tomado como pretexto para lamentar –al menos hasta dónde he leído su obra- que él, que tan duraderamente registró en nuestra “almario” nacional, no nos hubiese entregado el ensayo sobre nuestra “cultura del debate”, o, mejor, sobre la incultura polémica que nos inhabilita para debatir razonable y respetuosamente. El propio Mañach, polemista inclaudicable, sufrió en su momento los golpes de esa deficiente altura, aunque tuvo rivales condignos: Martínez Villena, Raúl Roa, Juan Marinello, Lezama Lima. Pero, salvo esos contendientes de pareja tamaño conceptual y estilístico, el resto de los litigios que afrontó, con más o menor grado se deslizan desde la otra esquina por el declive del insulto y, sobre todo, la anulación de los probables valores del contrincante.
Una polémica intelectual, como un juego de béisbol, no se resuelve como si se manipularan tazas de porcelana. Es decir, ha de campear la pasión, la rudeza. Pero, en el medio, predominando, regulando con el índice de la ética, el juego limpio. La decencia, palabra que, al parecer, se ha arrinconado en el glosario más frecuente, tiene su punto nodal en el respeto al semejante, aunque el otro se pare en el lado opuesto a donde estoy yo. De lo contrario ocurre, como habitualmente, que resolvemos cualquier polémica confundiendo ironía con sarcasmo, humor con choteo, dureza con irrespeto. Y el mayor argumento que alzamos, como una maza, se liga con estos tópicos: no tienes la razón, porque la tengo yo, o tus opiniones no son válidas porque antes opinabas distinto. Una anécdota reciente me clarifica. Tras el último campeonato nacional de béisbol –horno y termómetro a la par de nuestra insuficiencia polémica- un periodista de la TV en Guantánamo le adujo a un colega de la TV nacional –estaban encadenados en un diálogo- que desde la capital daban más calor al segundo lugar de Industriales que el primero del equipo de Santiago. Seamos cuerdos, quiso decir. Y el comentarista, acomodado en la banqueta de los estudios en La Habana, ripostó diciendo que le parecía raro que él dijera eso, porque cuando vivías aquí, ibas al estadio del Cerro no precisamente a aplaudir a los orientales. A algunos les pudo resultar ingeniosa la respuesta para las inteligencias equilibradas, en cambio, el habanero descendió unos peldaños en su profesionalidad y en sus valores humanos, al utilizar en el debate referencias personales; trapos aparentemente sucios. Tal vez esa conducta la muevan los mismos resortes que a la risa ante aquello que no se conoce o no se entiende: destripar con el ridículo a quien nos coloca en aprietos.
En la complicada trama de fibras y nervios de la psicología social del cubano, parecen mezclarse como síntomas de los mismos defectos reacciones diversas. Fernando Ortiz, en uno de sus trabajos juveniles, que por ello no disminuyen su valor, habla de nuestra intolerancia a la crítica. Reaccionamos, ante cualquier opinión que evidencia nuestros errores o actitudes, de modo histérico. Femeninamente, creo que escribió el sabio en sus Ensayos de psicología tropical. Entonces discurrían los primeros años del siglo XX. Cien años después, continuamos padeciendo de alergia a la crítica. Los que están en las posiciones de gobierno y también cuantos se detienen en una esquina a mirar los celajes o se sientan en los pasillos de las instituciones culturales a mirar el mundo pasar, asumen la posición del que anuncia en un cartel, como en un libreto cómico: Que nadie me toque; yo solo puedo tocar.
Observando bien el fenómeno lo más recomendable, para impedir la neurosis, es adoptar una actitud de apacible filosofía que comprenda evangélicamente esas manifestaciones como generadas por una impericia innata, una incapacidad irreversible -en particular de nuestros actores pensantes- para un hecho primordial: la convivencia. La cultura y el conocimiento influyen muy poco en la corrección de ese nuestro común vivir desvivido, desocializado. Seguimos pensando que la cultura es saber muchas lenguas extranjeras, mucha historia, mucha estética. Y permanecemos vacíos de la otra cultura, a la que aludía Chesterton cuando evaluó de muy cultos a los analfabetos campesinos españoles de su tiempo. Eran cordiales, respetuosos. Poseían la letra del corazón y les bastaba para comportarse, con notas sobresalientes, en la ciencia del convivir.
La generalidad de nuestros cultos son, por lo común enemigos de la intolerancia. Cuando se sienten intolerados son afanosos zapadores que tienden, en muy justa operación, a resquebrajar la armazón de lo sectario y divisor. Pero, resuelto el problema, nadie más intolerante que el intolerado de ayer. Pasa la cuenta con la misma carpintería. Y así todo ello se mezcla, se confunde en la batidora de las imperfecciones colectivas y personales. Falta, desde luego, humildad. Sobra soberbia. Y no existe el apego a la verdad. ¿Buscar la verdad en el debate? No qué va. Ese que ahora dice lo que yo no pude decir cuando quise, y que entonces decía lo contrario, no está apto para decirlo. Carece de credibilidad. Ha de tener su biografía manchada…. Si yo no lo digo, él tampoco.
Y así la evolución de las ideas; el acercamiento de una posición a otra luego de la práctica, que a tantos depura, y del paso del tiempo, que tanto modifica, son anuladas por la tabla rasa de un simple breve pontificio.
¿Cultura del debate? Ni lo uno, ni lo otro. El choteo, la intolerancia, y la soberbia son ramas del mismo tronco. Ah, si viviera Mañach.
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