De: Natalia
Asunto Fw: Debates en Cuba; espacios; cultura del debate; cultivo de espacios - por Hilario Rosete Silva
¿Existen nuevos espacios de debate en Cuba? Sin duda. ¿Tenemos suficiente cultura del debate? Nada de eso. ¿Podemos cultivar esos espacios con tranquilidad? Tampoco. En todo debate hay que asumir riesgos, y deberíamos estar dispuestos a correrlos
«Cultura del debate y esfera pública en Cuba.» «Esfera pública y cultura del debate en el Socialismo.» «Socialismo y cultura del debate, una visión desde las revistas culturales.» Cualquiera de estos titulares reflejaría la esencia del último inning de La Cafetera —postrera entrada del curso académico 2006/2007—, sitio habitual de «controversia» de la Facultad de Comunicación
(FCOM) de la Universidad de La Habana (UH) que antes tuvo eco en Alma Mater a través de su «designada», la joven periodista Ivet González
Lemes, y que esta vez fue conducido por Lázaro Rodríguez, jefe de redacción de la revista Temas.
Recién se marcaron hits que apuntan a sistematizaciones sobre estas temáticas, como son Polémicas culturales de los 60, compilada por Graziella
Pogolotti, y Las causas de las cosas, de Desiderio Navarro. Esta incluye el artículo «In medias res publicas», aporte del autor a la comprensión del papel del intelectual en nuestra esfera pública que había sido publicado en La Gaceta de Cuba y en Ensayo cubano del siglo XX.
El panel cafetero lo integraron los editores Esther Pérez y Gabriel
Caparó, de la revista Caminos —del Centro Memorial Dr. Martin Luther King
Jr.— y La Ventana —portal informativo de la Casa de las Américas—, respectivamente; el propio Lázaro Rodríguez, jefe de redacción de Temas; Aurelio Alonso, subdirector de Casa; y Norberto Codina y Tamara
Roselló, directores, en ese orden, de La Gaceta de Cuba y Alma
Mater.
Terminado el training, así comenzó el juego:
EL MATCH DE LA DIVERSIDAD
Esther Pérez: Si lanzáramos la pregunta de si existe en Cuba una cultura del debate que nos satisfaga, estoy segura de que la respuesta unánime sería, «no». Pero si preguntáramos si el socialismo necesita una mayor cultura del debate que la que exige el capitalismo, de seguro que esa respuesta sería «sí». Estamos pues ante una contradicción flagrante entre necesidad y realidad, y para romper el hielo quisiera comenzar por algunas ideas acerca de las condiciones que requiere un ambiente de debate.
Primero: En Cuba se debate mucho, en múltiples sitios, en las salas de nuestras casas, en la esquina caliente del Parque Central. Mas para que un debate se instale socialmente, necesita de espacios formales, requiere de una visibilidad que le permita trascender el colectivo donde se genera y crear vasos comunicantes entre diferentes sectores.
Segundo: Lo que estamos efectuando aquí quizás no sea un debate, porque tal vez sobre los asuntos básicos todos coincidimos, mientras que un debate supone diversidad; si se debate es porque hay criterios diferentes. Por ende, el debate debe ser capaz de asimilar el conflicto, incluso de darle la bienvenida.
Tercero: Con respecto a la construcción de su agenda u orden del día, en relación con los asuntos que se van a debatir, el espacio de debate debería de ser horizontal y democrático.
Y cuarto: El debate, insisto en esto, no puede ser un ejercicio intelectual, que se agote en sí mismo, sino que tiene que proponerse un objetivo que lo trascienda. Se debate con el fin de construir algo nuevo, que vaya más allá del debate mismo; si no, se convierte en catarsis.
Son varias las influencias que inciden sobre la posibilidad de que el debate se afiance. Cuando hay un corte entre los debates producidos en espacios informales y los «más sociales», como los medios de comunicación, los primeros suelen resultar fragmentarios, o padecer de localismo. En segundo lugar, en ese gran socializador que es la escuela (en un país donde todo el mundo va a la escuela) no se desarrollan suficientemente las capacidades de confrontación de puntos de vista, de debate de ideas. Nuestra educación sigue siendo bastante dirigista. Los medios de comunicación y la escuela deberían ser instrumentos privilegiados de fomento del debate.
Aurelio Alonso: Ayer (18 de abril) fue un día de debate excepcional para toda la Isla. En la esquina de mi casa se debatió hasta las dos de la madrugada; alguien debió de llamar a un patrullero para que no se debatiera más sobre el resultado del primer juego (de la final de la 46 Serie Nacional de Béisbol) entre Santiago de Cuba e Industriales. Pero hay debates y debates. La cultura del debate se vincula a la diversidad, y en el deporte es fácil hallarla, pues, como todos los juegos, está asociado a una diferencia, al corte existencial con lo cotidiano —les recomiendo esa pequeña joya que es la Teoría de los juegos, del sociólogo francés Roger Caillois (1913-1978).
DOBLE PLAY
Aurelio Alonso: El debate se complica cuando se relaciona con la superestructura de la sociedad y las definiciones del poder, o cuando roza las proyecciones políticas, culturales o intelectuales, objeto de las Polémicas culturales de los 60, el libro que compilara Graziella Pogolotti y que acaba de salir a la luz.
Es bueno volver a los sesenta para conocer qué hacíamos. Aquella fue la década del debate: sobre el socialismo, acerca del modelo político y económico sobre el que basaríamos la hacienda socialista; sobre el manualismo, acerca del tipo de sistematización recogida en los manuales por los que se enseñaba el marxismo; y sobre las políticas culturales.
Las generaciones actuales viven en otra época, aunque también extraordinaria. Es preciso afrontar la realidad con valentía intelectual y total libertad; no la libertad que le pedimos a nadie que nos dé; sino la que nace de adentro. No podríamos pregonar que construimos una sociedad donde lo más importante ha sido enseñar a la gente a pensar, para que después le exijamos que use esa facultad levantando la mano y asintiendo automáticamente.
El pensamiento de los jóvenes deberá enfocarse, desde todas las perspectivas posibles, a ejercer aquella capacidad de pensar por sí mismos, a practicar las libertades nacidas de la seguridad en lo que se piensa y de la disposición de defender lo que se cree, buscando el «perfeccionamiento».
¿Existen nuevos espacios de debate? Sin duda. ¿Tenemos suficiente cultura del debate? Nada de eso. ¿Podemos cultivar esos espacios con tranquilidad? Tampoco. En todo debate hay que asumir riesgos, y deberíamos estar dispuestos a correrlos, bien entendido que la del debate no equivale a cultura de oposición, y que aquí reside su dimensión ética: la cultura del debate debe conducirnos a la profundización de nuestras miradas, al estudio cierto, seguro, riguroso, responsable, de la materia de debate.
Esto se vincula a conceptos tan universales como el de la democracia. Igual que se habla de reinventar el socialismo del siglo XXI, habrá que reinventar la democracia del siglo XXI.
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De: Arencibia
Asunto: Excelente artículo de Guillermo Lamela,
publicado en Kaoesenlared
La Batalla de Ideas en Cuba
y la publicación en la Red
Debemos lograr que LA BATALLA DE IDEAS que desarrolla el Partido Comunista de Cuba, incluya entre sus direcciones principales el Análisis del Socialismo que estamos construyendo y del que queremos lograr.
Guillermo Lamela Elias [25.08.2007 20:31] - Artículo/noticia publicado/a en Kaosenlared.net
Estimado compañero Isa Conde, asumo esta vía para opinar sobre su artículo “El discurso de Raúl en Camagüey y las perspectivas del socialismo en Cuba”, porque como referí en el comentario, era demasiado extenso lo que escribí y me lo eliminó.
Su artículo es una sabia y oportuna contribución a la construcción de la nueva sociedad a la que todos los revolucionarios aspiramos. Son temas complejos y en el que no existe persona alguna que pueda demostrar que posee la verdad, que tiene la solución exacta a los problemas y que de fe de que las alternativas que proponen, garantizarían la exitosa construcción del socialismo. Por tanto, la solución no
está en la opinión de uno o varios esclarecidos, sino en el aporte colectivo de muchas inteligencias y en la confrontación ideológica en el plano practico y teórico, incluyendo el enfrentamiento consecuente con la labor ideológica y agresividad permanente del enemigo de clase, en particular el imperio norteamericano.
En los últimos tiempos son muchas las personas que intentan abordar estos temas con enfoques teóricos o realizan determinadas criticas o sugerencias, la mayoría de las publicaciones se producen en la red de Internet, entre ellos hay bastantes cubanos, incluso, se han desarrollado interesantes debates sobre temas de la cultura o de la economía. Pero hoy el tema que más incide esta relacionado con el Socialismo que estamos construyendo y si debe o no ser modificado desde el punto de vista teórico y práctico. Se aborda el papel del estado en Cuba, el papel del Partido, así como el tema de la propiedad como base esencial del sistema.
Muy importante debate a escala internacional sobre Cuba y el Socialismo, que nos llega por diferentes vía, en particular en sitios de la Red de Internet. Leemos opiniones, artículos teóricos y otros documentos de amigos extranjeros y también de enemigos. En esos intercambios en la red también están presente cubanos, revolucionarios y no revolucionarios.
En Cuba, también existe el debate. El más importante no esta en la red. Es un debate sumergido, pero no clandestino, desarrollado por cientos de miles de cubanos, en los barrios, en los centros de trabajo, en el seno de nuestras familias, donde exponemos nuestras preocupaciones, nuestras esperanza, apreciamos éxitos y errores, pensamos en Fidel y en su salud y en Raúl y en los cambios que puede introducir, pensamos sobre el futuro, pero luchando por el día a día del presente, que es mejor que el de la mayoría del 3er mundo capitalista, pero no esta exento de dificultades, necesidades no satisfechas e insuficiencias. Analizamos a los jóvenes dirigentes y tratamos de determinar en cuales depositar nuestra confianza, pues ninguno tiene la trayectoria y la autoridad ganada por los dirigentes históricos. Es un debate que muchas veces no tiene la sabiduría de la formulación teórica, pero si la sabiduría de la inteligencia del pueblo, que sabe que esta bien y que esta mal. Dentro de esa masa de pueblo revolucionario hay una gran experiencia acumulada, con alto nivel cultural, político e ideológico, con experiencia práctica en dirección de empresas, en las esferas de gobierno, en las organizaciones de sociales. Es mucho lo que pueden aportar si se canaliza de forma adecuada esa riqueza de conocimientos y experiencias. A ese debate, yo lo llamo nuestra Verdadera Batalla de Ideas.
Si embargo, los cubanos que más llaman la atención son los que están exponiendo sus ideas en la Red de Internet. Considero que es una posibilidad que esta abierta para todos y no debemos auto excluirnos de ella, pero para el revolucionario cubano la red de Internet debe ser un complemento y no el escenario principal de la lucha. Esta no debe sustituir el combate ideológico que debe desarrollar dentro de nuestras filas.
Sabemos que el problema radica en que oficialmente estos tema no esta en la agenda de discusión en el Partido Comunista de Cuba, ni en la de los órganos de gobierno u organizaciones sociales o de masa. Tampoco existe un espacio oficial interno que permita un debate al respecto. Cuando analizamos las direcciones de trabajo de la Batalla de Ideas, no aparecen estos temas, pues no esta expuesto en ninguna parte la necesidad de revalorar nuestros Socialismo.
Ese inconveniente tiene una solución, que es interna, que nos atañe a todos los revolucionarios. Es necesario que trabajemos en aras de lograr que LA BATALLA DE IDEAS que desarrolla el Partido Comunista de Cuba, incluya entre sus direcciones principales el Análisis del Socialismo que estamos construyendo y del que queremos lograr. Atraer al seno del partido los debates que ahora se desarrollan fuera del mismo a los dos niveles que me referí, el que existe a nivel de pueblo y el otro que es más visible por ser a través de Internet. No con el prepósito de que sean solo los militantes comunistas los que puedan abordar el tema, sino para garantizar que se extienda a todas las esferas de la sociedad.
También debemos tener presente, lo mismo para los que escribimos en Internet, que para los que opinamos internamente, que cuando se exponen criterios, en la esfera político ideológica, debemos asumir el riesgo de ser mal interpretado, incluso de probable manipulación maliciosa por algunas personas, tratando de afectar el prestigio del ponente. Pero eso también es parte de la lucha. Nuestro deber es de consagración en el combate ideológico, unido a la ejecutoria en la construcción práctica de nuestra obra en el terreno o esfera que nos toque. El ejemplo personal debe ser nuestra mejor carta de presentación, porque estas tareas no admiten el cansancio ni aceptan desilusiones. Debemos estar preparados para enfrentar la incomprensión de algunos, incluso de quedar en minoría, porque en muchas ocasiones lo nuevo genera resistencia.
Compañero Isa Conde, muchas gracias por haberme motivado estas reflexiones.
Saludos revolucionarios
Guillermo Lamela ELias
25 de agosto 2007
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OUT POR REGLA
Aurelio Alonso: Uno de los párrafos del Llamamiento de Bamaco [hecho en dicha ciudad capital de
Mali, en enero de 2006, la víspera de la inauguración del Policéntrico (repartido en tres sedes) Foro Social Mundial], exhorta a recrear el socialismo desde la democracia. («Objetivo no. 4: Construir la socialización a través de la democracia.») Yo le comentaba a François
Houtart, secretario ejecutivo del Foro Mundial de Alternativas, y él coincidía conmigo, que esa era una de las fuerzas del par, que era preciso recrear el socialismo desde la democracia, pero que también era ineludible recrear la democracia desde el socialismo.
Ese es el desafío del presente siglo. El capitalismo ha demostrado que puede subsistir con o sin democracia; sus esquemas se pueden desarrollar con Pinochet (Augusto, el dictador que derrocó al gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973) o con Bachelet (Michelle, actual presidenta de Chile para el lapso 2006-2010); mas lo primero que probó el socialismo fue que sin democracia no podía vivir: fue tan frágil que se derrumbó.
Lázaro Rodríguez: Al relacionar cultura del debate y esfera pública, sería bueno que nos refiriésemos al modo en que las revistas culturales contribuyen tanto a la creación de una cultura del debate, como al posicionamiento de una agenda para el fomento de esa cultura.
Norberto Codina: Coincido con que hoy tenemos más eventos de debate; incluso pienso que quizás sean más de lo que creemos, pero con poca visibilidad y nivel de confrontación. No obstante, considero que no existen los espacios que la sociedad y la Revolución cubana necesitan, y que nuestra cultura del debate padece indigencia: una cosa son los sucesos de debate, y otra, la cultura del debate... No olvido la época de Pensamiento Crítico, nuestra revista de Ciencias Sociales. En ella podía leerse una «Crítica al marxismo de
Trotski» y una nota: «Vea en el próximo número, “Anticrítica a la Crítica al marxismo de
Trotski”.»
Más de la mitad de los escritos de las Polémicas culturales..., la compilación de Graziella
Pogolotti, aparecieron en La Gaceta de los sesenta. Uno de los debates, sobre el grupo El Puente, fue retomado hace dos años (La Gaceta de Cuba, no. 4 de 2005) a través de un dossier. La polémica original, entre Jesús Díaz y Ana María
Simo, transcurrió hace cuatro décadas (La Gaceta de Cuba, nos. 50 y 51 de 1966).
El dossier, preparado por Roberto Zurbano, abrió con un trabajo suyo («Re-Pasar El Puente»), cerró con un artículo de Norge Espinosa («Para cruzar sobre las aguas turbulentas») e incluyó otras voces (Gerardo Fulleda León, Josefina Suárez). Todo se hizo con tacto, cuidando de que no pareciera un oportunismo: Jesús Díaz había muerto en Madrid, luego de dirigir la revista Encuentro (de la Cultura Cubana), y cualquiera pensaría que hacíamos leña de él. Lo cierto es que la idea del dossier era antigua. Abel Prieto era presidente de la UNEAC cuando le pedimos a Norge que lo preparara, empresa que al final acometió
Zurbano.
STRIKE CANTADO
Norberto Codina: De los 10 textos de Las causas de las cosas, de Desiderio Navarro, ocho ya habían sido publicados en Cuba, siete de ellos en La Gaceta de los últimos veinte años. El artículo líder, «In medias res publicas», apareció en La Gaceta y en Ensayo cubano del siglo XX. Sin duda, el libro de Desiderio sirve de guía para el estudio de nuestra cultura del debate.
En los años 90, núcleo duro del período especial, eufemismo de la crisis económica, La Gaceta, por propia iniciativa, y con el apoyo de personas como el mismo Abel Prieto, se concienció de la necesidad de impulsar el debate, y publicó un trabajo de Rafael Hernández que luego dio lugar a su libro Mirar a Cuba. Ensayos sobre cultura y sociedad civil. Rafael ha reconocido que esta es la génesis de la actual revista Temas.
La última edición de La Gaceta (no. 2 de 2007) contiene varias esquinas de debate. El llamado en portada “Un artículo salido del closet”, advierte sobre un ensayo de Reinaldo González («La cultura cubana con sabor a fresa y chocolate»). Cuando nos lo entregó, en 1994, le dijimos: «Reinaldo, no tiene sentido publicar esto, es un tema superado.» Y la vida demostró, 13 años después, que guarda plena vigencia; tal parece que fue escrito ayer. Son gajes del oficio: así como en pelota los juegos o los pierden los managers o los ganan los peloteros, así en los medios de comunicación los malos trabajos los publican los editores, y los buenos, los autores.
También se incluye una entrevista de Rafael Acosta al italiano Gianni Vattimo, figura emblemática entre los filósofos europeos, un hombre tan contradictorio que de pronto, por sus declaraciones en otros sitios, parece que está justificando a Joseph
Stalin, y, por otra parte, en la gran mayoría de sus textos y declaraciones representa un pensamiento de vanguardia.
Por si fuera poco, esta última edición de La Gaceta, contiene un dossier (preparado por Zaida Capote), sobre novelistas cubanas de hoy, como son Lourdes González, Ana Lidia Vega, Gleyvis Coro, Gina
Picart, Margarita Mateo, Aida Bahar, Ena Lucía Portela y Maylene Fernández. Suman unas 17 entre encuestadas y representadas con fragmentos de novelas. ¿Acaso son tantas? Sí lo son, y algunas más que se quedaron fuera por diversas causas, y solo estamos hablando en esta ocasión de las que viven en la Isla.
Estamos a favor del auge del debate, y lamentamos que no siempre sepamos apreciar, limar e integrar sus esquinas. El mal de fondo sería uno: la escasa cultura del debate.
FAULT A LA MALLA
Gabriel Caparó: Hay consenso en que es poca nuestra cultura del debate. Pero como toda cultura es un proceso, sería valioso compartir ideas sobre el curso que venimos siguiendo, si ganamos o perdemos terreno. Hay espacios estudiantiles espontáneos, interesantes, que expresan la avidez juvenil por pensar el país; se reúnen periódicamente, fijan un tema, invitan a personalidades, circulan sus intervenciones, pero son mal mirados y por eso se les hace difícil mantenerse. Esto sucede a varios niveles, con espacios casi desconocidos y con otros más visibles; recordemos, por ejemplo, la desaparición de La columna (espacio de crítica y apreciación del audiovisual que condujo Rufo Caballero en la TV Cubana).
La Ventana es un sitio de contrainformación y, por consiguiente, acude a la reflexión y a la crítica, fue concebida así, aunque por ello no siempre es bien vista. Es usual que se les reste visibilidad a los espacios que despliegan un discurso crítico, revolucionario, pero diferente del tono oficial. Quien se decida a trabajar por extender la cultura del debate, deberá ser honesto, y tener un mismo rasero tanto para la crítica, como para la autocrítica.
La Ventana se ha hecho y se hace con trabajo duro y con análisis a fondo de la realidad. Ojalá sean los universitarios los que puedan decir si encuentran o no encuentran debate, no solo en nuestro sitio, sino en otras publicaciones. Todo, para saber qué curso sigue la cultura del debate como proceso, si está cada vez más cerca o cada vez más lejos.
Lázaro Rodríguez: Va quedando claro que cultura del debate es algo más que espacios de debate, y quizás no tengamos más cultura del debate, entre otras cosas, por falta de orden, de sistematización, de continuidad, de conciencia de que se está participando de un debate, y de que, como debate, necesita, más allá de posicionamiento, de decir «aquí está mi opinión», de
«problematizar» los otros criterios.
Pareciera que estamos en presencia de un «archipiélago de debates», donde las polémicas que impulsa Temas, por ejemplo, no dialogan debida y necesariamente con las propugnadas por La Gaceta, ni las de La Gaceta dialogan con las de Alma
Mater, ni las de Alma Mater conversan con las de Caminos, ni las de Caminos con las de La Ventana, ni las de La Ventana lo hacen siquiera con las de Casa, perteneciendo ambas a una misma institución, ni las de Casa dialogan con aquellas impulsadas por Temas. Quizás sea que nuestra diversidad de objetos, de «misiones» sociales, nos aleje, pese a que cualquier acercamiento a los problemas de la cultura cae en un ámbito sobre el que podemos opinar desde cualquier escenario editorial.
Tal estado de cosas contribuye no con la cultura del debate, sino con la «cultura del desgano»... Luego viene el tema de la socialización, es decir, esos debates que se producen en Temas, Caminos, La Gaceta, La Ventana, Casa, y Alma
Mater, ¿dónde se reproducen? Me refiero al alcance: más allá de nuestros públicos tradicionales —que muchas veces sí son los mismos—, faltan mayores espacios de inserción pública, de incidencia en otros medios, ya no en los propios.
Consecuentemente, me pregunto si el espacio de debate de Temas incumbe a la esfera pública o a otra «medio privada», muy a pesar de que la promoción la hacemos por todos los canales posibles, incluso en espacios de la TV Cubana. Lo mismo parece suceder con los de otras revistas; se habla de «los socios de Temas», «la gente de La Gaceta», «los amigos del Alma
Mater»… Son como ghettos de público, y esto complica el intento de socializar la producción de las ideas surgidas en los debates, nos lleva a una dinámica de Sísifos donde somos los mismos los que recogemos y lanzamos las piedras del debate.
HIT AL CAMPO CORTO
Tamara Roselló: La universidad es el sitio donde más espacios de debate coexisten, donde más se comenta la realidad del estudiante y su entorno social. Pero a veces esos debates no llegan a espacios institucionalizados —independientemente de que la universidad por sí misma lo sea—, ni a medios de comunicación donde puedan socializarse. Pese al esfuerzo o al intento, de publicaciones que suelen caracterizarse por el limitado alcance de sus tiradas, permanecen aislados, y se producen zonas de silencio sobre determinados temas.
El hecho de que el impacto que provocarían esas «miradas», se quede por debajo de su potencialidad, y de que las polémicas lleguen solo a un reducido grupo de lectores —futuros problematizadores de la propuesta de la revista, el periódico, el medio de comunicación—, sería causa suficiente para seguir pensando, desde las publicaciones, que tenemos menos cultura del debate de la que en verdad puede haber.
Alma Mater acaba de sostener un taller con alumnos de primer año de Periodismo dentro de la Jornada Científica de
FCOM. Al ser esta una revista de y para universitarios, estamos replanteándonos el espacio de debate que siempre se le atribuyó a la publicación.
Muchos temas tratados proceden justamente de la práctica de los propios estudiantes en asignaturas como Periodismo investigativo. Ellos incluyen en nuestra agenda los asuntos que les interesan («Astrofísica, chocolate y otros pretextos para hablar de la felicidad», «Prensa non grata», «De la recreación, unos retazos»). Sostuvimos polémicas en esta y otras facultades, con paneles de invitados similares a este, que también grabamos, transcribimos, redactamos y publicamos («Líder estudiantil: un humilde servicio»,
«Psicología sin eslóganes ni clichés», «Yo quiero ser periodista»).
En la habitual sección de las páginas centrales, mediante reportajes y entrevistas, repasamos múltiples materias [«El Hombre Natural» (José Martí), «Vivir sin ellas los caminos» (drogas), «Violencia una grieta en el muro», «Ir o irse; va o se va» (emigración)]. Varios de nuestros trabajos rebotaron en los cables de prensa extranjera [«Homosexualidad en Cuba: el precio de la diferencia», «Un universitario no necesita andaderas» (entrevista a Carlos Lage Dávila)].
Alma Mater es el órgano de la FEU. El consejo de redacción de la revista mantiene un intercambio con su Secretariado Nacional. Ellos han sido los primeros en expresar la intención de que al menos en sus espacios formales se produzca un debate diferente. Esa fue la cuerda con la que se propulsó su último, VII, Congreso. Luego en el
postcongreso, han querido retomar ciertos temas, no solo de funcionamiento. La idea es que el estudiante vea en la FEU un espacio más que de catarsis, de búsqueda de soluciones para los problemas que le afectan, incluso aquellos que rebasan los límites de la Federación.
HOME RUN POR EL CENTRO
Tamara Roselló: Podríamos hallar instituciones, estructuras, que, por estar atentas a sus ejes de movilización, y no levantar una agenda más afín con la realidad de sus miembros, con lo que más les duele, con lo que quieren ver reflejado en la vida de la organización, terminen «durmiéndose».
La FEU hace el intento, pero, ciertamente, también ya hay entre los jóvenes una cultura de desgano, autocensura o acomodamiento, en la que reconoceríamos múltiples influencias (véase «Estudiantes universitarios: ¡Ingenio y voluntad!», Alma
Mater, no. 440, sep/2006), y que no puede desvincularse de las experiencias vitales, de los esquemas de formación que antes mediaron en otras organizaciones.
¿Qué podemos esperar de la persona a la que con frecuencia le recortaron las alas, poniéndole peros en el auge de su iniciativa? Solo que haya aprendido a
autocercenárselas, y que cuando llegue a la universidad apenas tenga fuerza para volar. Entonces difícilmente creerá en la seriedad de los debates. Cuando se le diga que en tal sitio va a discutirse un tema caliente, candente, pensará que el tal debate no pasará de ser un formalismo, olvidado de la puerta para afuera.
¡Con este ejemplo comprendemos cómo nosotros mismos negamos la posibilidad de que el debate deje de ser catarsis, se formalice y alcance mayor trascendencia! He ahí un peligro, sobre todo para aquellos a los que, ahora mismo, nos toca repensar la realidad cubana con ánimo de modificarla para mejor. «Cambiar todo lo que deba ser cambiado». Desde nuestra perspectiva y experiencia, ¿qué es lo que queremos y debemos cambiar? A veces resulta más sencillo dejarlo todo como está y no «complicarnos».
Hablábamos del taller con los alumnos de primer año. Allí comentábamos cómo los futuros periodistas, a la hora de colaborar, de escribir un trabajo con vistas a publicarlo en un órgano de prensa, se habitúan a inclinarse hacia «temas felices», un hecho cultural, una competencia deportiva, con los que apenas se buscarían problemas.
Y mientras, al margen, queda pendiente otra agenda, peliaguda, conocida por el «redactor feliz», que polemiza, debate y toma partido, como cualquiera, en otros sitios informales, pero que no se atreve a abordarla en espacios más visibles, por temor al regaño, al freno, a la complicación, y también por prejuicios y aprensiones. Sobreviene la enajenación, la pérdida del sentido de la responsabilidad, la incapacidad para comprender la importancia de que nos impliquemos y generemos estos otros espacios de debate.
WILD PITCH... JUEGO GANADO
Tamara Roselló: Alma Mater tiene apenas 16 páginas. No puede permitirse el lujo que se da La Gaceta, ¡qué envidia!, de convocar a varias voces y establecer un debate: con armar el dossier ya se nos acabaría la revista. Sin embargo, nos esforzamos por reflejar los temas que interesan a los universitarios y, tanto o más que eso, porque sean ellos, con su crédito, quienes mejoren nuestra agenda y se expresen aquí con la misma agudeza y desenfado con que lo hacen en otros ámbitos más informales.
Invitamos a los estudiantes, a «soñar Alma
Mater». Es un llamado que hemos hecho varias veces, y al que los universitarios no responden como imaginábamos. Al abrirles las puertas una cree que la demanda será grande, que estos muchachos nuevos, ¡sangre fresca!, harán algo distinto, pero pronto vemos que no necesariamente sucede así. Los estudiantes prefieren, por ejemplo, una noticia breve. Optan por repetir, en la práctica, los viejos esquemas. No se atreven a ir a contracorriente, a enfrentar una opinión generalizada, se acomodan, son ganados por la rutina...
Lo triste es que la rutina quita hasta los deseos de pensar, y ahí es donde sobreviene el mal empleo de los espacios de debate, de los que ya existen, pero quizás no son bien aprovechados. «¿Para qué voy a hablar —podría reflexionar alguno—, si no se va a resolver nada?, ¿qué gano con destapar mi Caja de Pandora?». Así limitamos la posibilidad de aprovechar y darle utilidad a los espacios de encuentro que ofrecen nuestras organizaciones, reducimos las facultades de las instituciones para que un problema trascienda determinados marcos y, por lo mismo, encuentre solución.
Este ha sido un panel con muchos invitados, pero quizás lo más importante no sea lo que hayamos podido decirles nosotros, sino lo que ustedes mismos, con su mirada de lectores, podrían decirnos a nosotros.
Los invitamos a buscar y leer nuestras publicaciones, a estar al tanto de los temas que abordamos, incluyendo este sobre la cultura del debate; a enrolarse en polémicas, como las de La Cafetera, y, sobre todo, a que nos comuniquen sus criterios.
El contexto actual nos demanda salir del adormecimiento y «arriesgarse» en todo el buen sentido de la palabra. El propio Comandante, en su discurso del 17 de noviembre (2005) en el Aula Magna por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, señaló que los principales enemigos de la Revolución son nuestras propias debilidades. No pospongamos el cambio de actitud, porque perderíamos la oportunidad, y a diferencia de estas generaciones que nos precedieron, no podríamos hablar de «nuestros años sesenta», es decir, de nuestra década del debate. Este es el momento. ¿O no?
Notas
1. Ediciones El Puente: casa editora surgida en el primer lustro de los 60 del siglo pasado, gracias a los nuevos aires insuflados por la Revolución en las letras cubanas. Reunió a un grupo de escritores jóvenes que, sin acceso a las grandes editoriales del momento, encontraron aquí un espacio plural. Con dicho sello publicaron más de 20 autores y se editaron 36 libros de diversos géneros —cuento, teatro y poesía—, entre ellos el primer tomo de la antología Novísima poesía cubana.
2. Jesús Díaz (La Habana, 1941-Madrid, 2002): director de cine, escritor y dramaturgo. En 1966 obtuvo el Premio Casa de las Américas, con su libro Los años duros, obra iniciadora de una nueva etapa en la narrativa de la Revolución cubana. Fue fundador y director de El Caimán Barbudo e integró el consejo de redacción de Pensamiento crítico. Entre sus filmes sobresalen el documental Cincuenta y cinco hermanos (1978) y el largometraje Lejanía (1985). Radicado en España desde 1991, presidía, en el momento de su muerte (mayo de 2002) la llamada Asociación Encuentro de la Cultura Cubana, entidad que congregó a un grupo de intelectuales contrarios a nuestro proyecto social. Dirigía desde 1996, en la propia ciudad de Madrid, la revista Encuentro de la Cultura Cubana.
3. La revista Encuentro de la Cultura Cubana surgió en Madrid, en 1996. En su primera nota editorial declaró su intención de establecer un debate sobre «el presente, el pasado y el futuro de Cuba», con el aparente fin de unir a los cubanos que viven dentro y fuera de la Isla. La versión digital, Encuentro en la Red, nacida en el 2000, reforzó una postura ultraderechista. Su línea editorial y ciertos de sus vínculos financieros la relacionan con la política hostil de los gobiernos estadounidenses hacia la Revolución. |