Mi tío el Rey Don Jaime, en carta al Marqués de Villores de 16 de abril de 1923, creó la Orden de la Legitimidad Proscrita para que, en tanto durara su destierro, quienes por sus sufrimientos y sus servicios se hicieran dignos, pudieran atestiguar públicamente "los derechos que han adquirido a mi gratitud y a la de España, por el ejemplo de fidelidad que han dado a todos".

Conservada y acrecentada la Orden por mi tío abuelo el Rey Don Alfonso Carlos y por mi padre el Rey Don Javier, mi hermano Carlos Hugo, pese a haber traicionado nuestra Causa, y tras su haberse apartado de toda actividad durante años, ha venido últimamente usurpando también la función de Gran Maestre de la misma, para escarnio de nuestros muertos, sin abjurar de sus errores, antes bien permaneciendo en ellos y aun prolongándolos con actos incalificables como el despojo de parte del archivo de nuestra Familia, que ya no le pertenece ni en derecho ni moralmente, entregado a una dependencia del Gobierno de Madrid.

Por mi parte, desde que por la citada defección de mi hermano recayera en mí la Regencia, con gran cautela, sólo en contadas ocasiones he conferido la distinción. En 1996 al benemérito sacerdote Osvaldo Lira SS.CC., español por chileno, como le gustaba decir, con motivo de su precedente nonagésimo aniversario, en recompensa a una trayectoria inalterada de servicio a la Iglesia, a la Hispanidad y a la Legitimidad proscrita. También, el pasado 2001, al joven carlista argentino Juan Manuel Muskett y –con la categoría de Gran Cruz– a mi lealísimo José Ramón García Llorente, de estirpe de carlistas, que ha prolongado en la suya, consejero y amigo cual ninguno, que perdieron la vida en el accidente ocurrido en los caminos de la Pampa (del cual aún no me he terminado de recuperar en el cuerpo, pues en el alma siempre llevaré conmigo esa aflicción).

Cercano el septuagésimo aniversario de la constitución de la Orden, y en trance de relanzamiento esperanzado de nuestra Comunión, he decidido incrementar el número de sus miembros, otorgando la cruz de Caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita a algunos destacados carlistas que, después de muchos decenios de quehacer abnegado y generoso al servicio de la Causa, y en medio de incontables sacrificios e incomprensiones, aún no disponen de la misma:

  1. A mi actual delegado, el profesor don Rafael Gambra Ciudad, hidalgo siempre leal, quizá el escritor más destacado del pensamiento tradicional en nuestros días.
  2. A don Manuel de Santa Cruz, autor de la magna reconstrucción de nuestra historia posterior a la Cruzada de 1936 y constante propagandista de la tesis de la unidad católica de España.
  3. Al Teniente de Navío don Carlos Etayo Elizondo, navegante de raza, que ha llevado la Cruz de Borgoña por la ruta de Colón, y ha mantenido a lo largo de toda su vida el apostolado de la buena prensa.

En el exilio, a 3 de mayo de 2003

Festividad de la Santa Cruz

Sixto Enrique de Borbón

 


 

Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón

Agencia FARO