Un
inexplicable giro en la política exterior hacia la doctrina
Di Tella
El
envío de tropas a Haití
y las relaciones carnales
Por
Federico Storani (*)
LA
PLATA, 9 JUL (Especial de AIBA)No estamos de acuerdo con el envío
de tropas a Haití. Así de simple y contundente. Y no
porque no estemos de acuerdo con las misiones de Paz, incluso nos
enorgullecemos de muchas de las que ha participado la Argentina en
el devenir de su historia, como la misión argentina en Chipre
que tuvo la particularidad de que un argentino comandara tropas británicas
o la misión militar en los Balcanes, en Bosnia; o la anterior
misión militar en Haití en la que se daban circunstancias
absolutamente diferentes a las de hoy.
En
primer término es preciso aclarar que siempre debe existir
una autorización expresa del Congreso Nacional. Aunque muchas
veces esto tampoco garantiza demasiado porque en 1991 se autorizó
el envío de las dos fragatas al Golfo Pérsico y hoy
nadie niega que las consecuencias de aquella nefasta decisión
fueron los atentados terroristas mas graves que reconoce nuestra historia.
Porque nadie puede dudar de la relación directa que existió
entre aquella determinación y los atentados a la Embajada de
Israel y la sede de la Amia.
Es
por esto que es muy importante que analicemos cada caso en particular
cuando se toma la decisión de enviar tropas al exterior. En
esta oportunidad la Argentina ha decidido por medio de la mayoría
parlamentaria que le responde al presidente Kirchner enviar tropas
al País mas pobre de América y el cuarto en pobreza
en el mundo, donde la expectativa de vida es de 49 años y la
tasa de mortalidad infantil es del 79 por mil, un país que
tiene un 50 % de la población adulta analfabeta y diezmada
por el flagelo de enfermedades endémicas.
En
septiembre de 1991 el jefe del ejército, Raúl Cedrás,
derrocó a un gobierno legítimo por medio de un golpe
de Estado con el indisimulable apoyo de los EE.UU. En aquella oportunidad
una misión de las Naciones Unidas logró estabilizar
y restituir el poder democrático derrocado por un golpe de
estado. Pero esa no es la realidad hoy cuando lo que se intenta es
convalidar un golpe de estado con un gobierno ilegítimo.
No
debe existir confusión alguna de que desde el punto de vista
técnico, jurídico, político y práctico
el 29 de febrero pasado se dio un golpe de Estado en Haití.
Desde sus inicios el gobierno de Aristide fue boicoteado por el gobierno
de los EE.UU, bloqueando cuanto crédito parecía estar
a su disposición. Pero la pregunta hoy es para qué va
la Argentina con las tropas de la ONU a Haití, la respuesta
sería la siguiente: vamos para interactuar y asistir a un gobierno
ilegítimo, apoyado por criminales confesos que están
por ser indultados. Todo ello con el antecedente de que los integrantes
de la misión fueron entrenados por la CIA.
Desde
el análisis de la política internacional ni la Argentina,
ni Brasil, ni Chile pueden ser cómplices de esta situación,
pero actúan con apresuramiento e improvisación solo
buscando tener un gesto con la administración de George Bush
(h) imaginando que no iban a existir grandes costos políticos.
En
el caso de la Argentina el gobierno toma la decisión de participar
de esta misión para intentar salir del descongelamiento de
relaciones impuesto por los EE.UU. a partir del correcto voto que
sostuvo nuestro País sobre la situación de los Derechos
Humanos en Cuba. Pero en el caso de Haití, la Argentina comete
un grave error.
Todo
ocurre además en un marco absolutamente confuso y contradictorio:
hace poco tiempo se participó con efectivos para respaldar
a Bertrand Aristide, depuesto por el golpe encabezado por Cedras,
pero ahora Aristide acusa que el empujón final se lo dieron
comandos norteamericanos y franceses y como si no fuera ya suficiente
confusión los grupos rebeldes que inicialmente respaldaron
el derrocamiento de Aristide ahora se niegan a deponer las armas.
No
es cierto que se trate de una misión multilateral, como tampoco
lo es del Mercosur, participamos de una misión bilateral de
los Estados Unidos y de Francia, para convalidar un golpe de Estado
que depositó en el gobierno a un poder títere. El propio
canciller Rafael Bielsa en el Senado Nacional habló de la existencia
en Haití de un gobierno de transición pero no legítimo
y el ministro José Pampuro señaló que en Haití
había cerca de mil quinientos efectivos de policía precariamente
armados en un claro reconocimiento de que no se trata de una amenaza
para la paz internacional.
Con
esta decisión la Argentina participa de una misión que
quiere sacarle las papas del fuego a un gobierno ilegítimo,
pero también estamos marcando la tendencia de una doctrina.
Y
lo que nuestro País debe hacer es retomar su mejor doctrina
en política internacional: el respeto irrestricto de los principios
de no intervención y de autodeterminación de los Pueblos,
pero para eso será fundamental que nuestro País discuta
en serio el carácter que las Naciones Unidas ha adoptado en
los últimos años y que reformule sus políticas.
Porque
es preciso que otra vez, como decía Hipólito Irigoyen,
"los hombres sean sagrados para los hombres y que los pueblos
sean sagrados para los pueblos". (AIBA)
(*)
Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la
Cámara de Diputados de la Nación