Trenes
y Fumatas
"El
drogado no sufre su mal, lo disfruta". S. Rado (psicoanalista)
Por
Juan Alberto Yaría (*)
LA
PLATA, 9 JUL (Especial de AIBA). El Sr. Marcelo De La Rosa (DNI 17.613.126)
publicó en carta de lectores de un matutino un mensaje que
se refería al consumo de drogas en un vagón del Ferrocarril
Sarmiento (es aquél en donde el público deja las bicicletas
y otros rodados y en donde viajan parados alrededor de 40 personas
junto a sus pertenencias). Este último dato me parece clave
ya que el que posee una bicicleta por ejemplo, no puede elegir otro
vagón; está obligado a estar en ese lugar. El Sr. De
La Rosa dice, entre otras cosas: "decidí y decido no drogarme,
nadie tiene derecho a obligarme a hacerlo…diariamente hay personas
que me obligan a fumar marihuana…sí estoy obligado a
hacerlo por estar en un lugar cerrado: un lugar del que no puedo salir
ni cambiarme: el furgón del tren Sarmiento".
El
primer comentario que quiero realizar es que el Sr. De La Rosa no
acepta como un hecho trivial al consumo de drogas. El máximo
éxito del consumo es la tolerancia social y la aceptación
también social del mismo. Tomar el consumo de estupefacientes
como un hecho común que nada tiene que ver con la salud pública
es un criterio de que la epidemia va a aumentar. La apatía,
la indiferencia o la ceguera en nuestra sociedad de estos hechos es
un índice negativo. Por lo que pude averiguar además,
en ese furgón viajan estudiantes con sus rodados que están
inhalando estupefacientes sin desearlo.
Además,
como lo denuncia el autor de la carta de lectores, nadie quiere intervenir:
" podría bajar del tren para abordar otro; no, en el siguiente
pasará lo mismo; podría pedir amablemente a quienes
fuman esa sustancia que no lo hagan… recibí insultos
o invitaciones a bajarme del tren".
No
entra al mismo por temor ningún guarda de tren; la Gendarmería
y la Policía del Ferrocarril no actúan, la empresa no
se interesa más que por cuidar molinetes y boleterías
y la "policía sólo vigila las boleterías".
El protagonista de esta novela de la psicopatología de la vida
cotidiana hizo denuncias, fue a la televisión. Todo fue en
vano.
De
La Rosa es un ejemplo social, no sólo por su actitud típica
de un buen ciudadano (ciudadano- decían los griegos- era aquél
que se ocupaba de los problemas de la ciudad, de sus complicaciones
y de sus "locuras"), sino que nos da un mensaje de salud.
La
respuesta de todos los actores sociales que intervienen en este hecho
es de hipocresía y de negación del problema. Hipocresía
porque ese vagón parecería ser de nadie, no le pertenece
a nadie: nadie puede actuar porque ese furgón no es de nadie
ya que es "tierra de nadie". Negación porque aún
observando un hecho ( todos los actores que deberían estar
comprometidos saben lo que está sucediendo) se lo minimiza
o "se mira para otro lado". La hipocresía es una
actitud perversa y la negación es un "escupitajo"
a la realidad y, tanto desmentir la realidad o no verla, la podemos
justificar en pacientes psiquiátricos pero es intolerable en
actores sociales de la vida cotidiana que tienen responsabilidades.
¿Cuáles
son los valores que se están atacando? A) la salud pública:
por ejemplo, el tetrahidrocannabinol (THC) que es la sustancia específica
de la marihuana es altamente cancerígena, especialmente para
cáncer de riñón y vejiga. Los gases que inhala
la marihuana son altamente carcinogénicos, además los
plaguicidas con que son tratadas estas drogas en su producción
y elaboración también lo son. El joven o el pasajero
común que viaja inhala sustancias que dañan la salud,
y máxime cuando lo hace en forma permanente durante semanas
y semanas del año. b) la seguridad ciudadana: nadie puede saber
el efecto que un alucinógeno como la marihuana genera en todas
las personas. A todos los daña, a algunos los exalta e incluso
cuando se toma con alcohol ( en los vagones también se vende
cerveza) y esto puede traer consecuencias en el orden, rotura de objetos,
violencia ciudadana, etc. Sabemos que muchos pasajeros no consumidores
terminan mareados, confusos y con una sensación de emborrachamiento.
Recomiendo
tomar "el toro por las astas": ayudar a los consumidores
y pensar también en los derechos de los no usuarios de drogas
(habitualmente esto está olvidado). Cada Empresa Ferroviaria
en la actual epidemia de adicciones debiera (como ya se hizo alguna
vez en el país) generar un programa de información y
prevención además de tomar decisiones no sólo
para que la gente no consuma cigarrillos comunes (que no lo hace ya
por costumbre social) sino que también no consuma marihuana.
(AIBA)
(*)
Director del Instituto de Prevención de la Drogadependencia
- Universidad del Salvador