Tónicos
venenosos
Por
Juan Alberto Yaría (*)
"La
imagen social es estimulada por ese tónico de omnipotencia
que son las drogas". G. Maci, psicoanalista
LA
PLATA, 11 MAR (Especial de AIBA). La sociedad prestigia la química
de las drogas para estimular al ego. Lo infla. Le hace creer algo
que no es. Intenta obturar el vacío con un "pleno"
(como en la ruleta) totalmente vacuo. Pero ilusiona, hace creer que
se es. Además hace hacer. La hiperkinesia aunque desordenada
queda iluminada por la creencia de que por fin se consiguieron los
"paraísos artificiales", como diría Baudelaire.
La
sociedad prestigia estos tónicos que intoxican la mente y a
las estructuras neuroquímicas y biológicas del Sistema
Nervioso Central. Los antiguos eran más sabios, llamaban "toxon"
(tóxico) a lo venenoso. Era lo que se colocaba en las flechas
para matar al adversario. Por eso en el mundo científico algunos
hablan de toxicodependencia en lugar de drogadependencia.
El
prestigio de los tónicos venenosos que son las drogas (la contradicción
entre lo que tonifica y lo que envenena es la paradoja cruel de las
drogas en la post-modernidad) debe tener un sentido. Muchas explicaciones
se pueden dar. La experiencia de atender durante muchos años
adictos me dice que debemos enterrar ilusiones reduccionistas: se
drogan sólo los pobres. Hay otras pobrezas que delata la post-modernidad,
que no son sólo económicas.
Vivimos
a mil, no hay tiempo para educar. El hombre, para ser, necesita tiempo.
La persona es maduración. Espera. Frustración. Horizonte.
Proyecto. ¿Hay padres que siembran con paciencia en el árbol
de la vida del futuro hijo? Vemos muchos chicos solos y también
muchos padres abandonados a su suerte. Unos quedan girando en el vacío
(los hijos), pero necesitan vivir y creen que vivir es tener algo
que colme precisamente el vacío. Las drogas le proporcionan
una existencia imaginaria, ilusoria. Ahí pueden tener (hasta
que se acabe la dosis). Pero viven escindidos entre lo que sufren
y lo que quieren poseer vanamente eludiendo el sufrimiento. Por momentos
aparece la nada y de ahí al salto al vacío hay un solo
paso. Vacío interior contra vacío en el espacio. Es
el suicidio. Es que hubo pocos contenidos en esa vida y contenido,
como diría V. Frankl , es sentido, proyecto de vida, direccionalidad,
futuro. Lo explicitó muy bien el actor y productor Adrián
Suar: "somos de la generación del aquí y ahora,
pasa todo muy rápido y un minuto después ya fue"
(refiriéndose a sucesos como los de Juan Castro).
Además,
si hablo de mi dolor, ¿quién me va a escuchar? y el
tónico prestigiado me brinda un grupo, alimenta mi transgresión,
me permite una cierta venganza contra los que no me dieron aquel alimento
no material que necesité. Pero me voy de mí mismo, huyo
de mi ser verdadero. Me pongo máscaras, una tras otra. Me disocio,
me divido entre el que soy (un sufriente vacío) y un falso
yo adaptado, transgresor, alegre, excitado. Pero por lo menos tengo
una apariencia.
Además
empiezo a amar a ese tónico venenoso (un paciente me decía:
"la cocaína es mi novia"). Ya mi sistema neuroquímico
necesita de esos venenos sociales. ¿Dónde quedó
mi voluntad? En realidad cuando alguien me habla de tratamientos me
defiendo con todas mis armas porque las drogas son la auto-medicación
engañosa que logré para evitar el sufrimiento. Quizás
sea tarde cuando me dé cuenta que en realidad el tónico
me multiplica los sufrimientos. Cuando me llegue a dar cuenta necesitaré
muchos meses para recuperarme. No son 15 días y un cóctel
de antidepresivos. Son distintas etapas que me llevarán a desintoxicarme,
deshabituarme, motivarme para un cambio de vida, cambiar amistades,
lugares. Aceptarme y, fundamentalmente, confiar en un equipo médico.
Aceptar límites, y el principal: dejar de mirarme el ombligo,
posición ésta que fue un refugio ante la nada que me
circundó.
Las
drogas serían el bálsamo suicida de esta sociedad post-moderna.
Es la "ruleta rusa" que hemos sacralizado. (AIBA)
(*) Director del Instituto de Prevención de la Drogadependencia
de la Universidad del Salvador. e-mail: uds-drog@salvador.edu.ar