Demasiadas
preguntas sin respuesta
Por
Carlos R. Capdevila
LA
PLATA, 5 ABR (AIBA). Eduardo Duhalde, desde su posición inteligentemente
alejada (pero no mucho) de coordinador del Mercosur, volvió
a ocupar en estos días un papel fundamental: el de bombero
profesional. Quien fuera en dos períodos gobernador de Buenos
Aires y asumiera la presidencia cuando las llamas amenazaban al país
para transformarse en incendio, debió oficiar como mediador
el pasado fin de semana entre Felipe Solá y Néstor Kirchner.
El
gobernador desafió públicamente al primer magistrado
a ayudar en forma efectiva a la Provincia; y el santacruceño
reaccionó con su estilo y temperamento exageradamente áspero.
Pero la sangre no llegó al río exclusivamente por la
gestión Duhalde.
Solá,
casi impotente, admitió en estos días de crisis superlativa
en cuestiones de seguridad que necesitaba ayuda para enderezar el
barco; el presidente prefirió esconderse casi atemorizado ante
la manifestación popular que convocó Juan Carlos Blumberg,
sin atinar a reaccionar como todo el pueblo esperaba.
Y
mientras Eduardo Duhalde unía los pedazos con parches y lanzaba
a sus coroneles a confirmar "la unidad del peronismo para apoyar
al gobernador y al presidente", el ciudadano común percibió
claramente que existe una inocultable falta de idoneidad en algunos
temas de administración gubernamental. No basta con que se
tiren unos a otros la pelota ni que Luis Patti salga a pedir la intervención
de la Provincia. Se necesita sentido común, sentido de la responsabilidad
histórica que les toca vivir a tirios y troyanos. Nadie cree
ya la trascendencia de los temas mediáticos con que se pretende
desviar la atención de la gente a través de las estupideces
televisivas que nos obligan a mirar.
La
presencia de ciudadanos comunes en la convocatoria del padre del asesinado
Axel tiene que llamar la atención de los Poderes del Estado
pero en forma seria, profunda, porque no hay margen para otras especulaciones
ni para actitudes como las que se presume que se iniciarían
en los próximos días, tras investigar la ficha personal
de Juan Carlos Blumberg para lanzar una campaña de desprestigio.
¿Será posible cometer la indignidad de creer que el
dolor de un padre es una amenaza política directa?
Nadie
puede quedar afuera de los cambios que se reclaman porque todo es
consecuencia de la forma devastadora con que se viene manejando el
país desde hace más de 30 años. Hoy hablamos
de la policía corrupta, de los funcionarios corruptos, de la
connivencia de la justicia con delincuentes, de los medios que "operan",
de los empresarios que miran para otro lado cuando las medidas corresponden
a sus intereses, de las corporaciones profesionales y de los lobbies
sectoriales, porque estos males crecieron robustamente en estos últimos
tiempos.
Todo
anduvo mal. También la reforma judicial fue calamitosa en la
letra y en las designaciones. Hoy, un juez no inspira el mismo respeto
de 30 años atrás. La elección política
de funcionarios judiciales ha sido otro error grueso ya que diariamente
se demuestra que muchos no estaban a la altura ética ni profesional
que exigían tales cargos. Y como para ejemplo basta un botón,
nos viene a la memoria el nombramiento del recordado juez federal
Bernasconi, en Dolores. De allí en más, son demasiados
los casos de personas cuanto menos "preocupantes" para ocupar
fiscalías y juzgados.
Se
cargan las tintas en la policía y es cierto, muchos están
"del otro lado del mostrador", pero no se limita a un sector
el problema. Partiendo de la falta progresiva de educación
(que no es sólo leer y escribir), de trabajo, de salud y de
servicios básicos, todo es posible.
Pero..
¿qué pasará en la Provincia y la Nación?
¿veremos soluciones? ¿el Congreso y las legislaturas
provinciales volverán al maquillaje o trabajarán en
profundidad? ¿se encolumnarán los magistrados y funcionarios
judiciales? ¿qué harán los gobiernos si la próxima
convocatoria congrega a medio millón de personas?
Demasiadas
preguntas para tiempos tan breves. (AIBA)