Circo
criollo Impuntual por buenas razones
En cambio, de un primer mandatario, por ejemplo, se supone que si llega tarde a algún lado o si no llega sólo puede ser por urgentes razones de Estado: una reunión de gabinete porque los bonistas pretenden embargar la fragata Sarmiento, o una llamada de George W. Bush advirtiendo que sus asesores le han recomendado bombardear la triple frontera para asegurarse el triunfo frente a John Kerry. Sin embargo, la razón por la que la noche del pasado sábado K llegó mucho más tarde de lo previsto al avión que debía trasladarlo a los Estados Unidos indica que sus célebres retrasos tienen más que ver con debilidades propias que con sus obligaciones de jefe de Estado. Porque lo que demoró a la pareja presidencial fue su pasión futbolera. El es hincha de la Academia, y ella, tripera de corazón, y como el encuentro entre sus equipos lo transmitían esa noche por TV, no se movieron de Olivos hasta que el referí dio el pitazo final. Este blanqueo puede dar lugar a que se revisen las causas de otros notorios faltazos presidenciales. Por ejemplo, cuando dejó plantada a una célebre empresaria norteamericana algunos medios apuntaron a que el desaire podría haber obedecido a un brote setentista. ¿Pero no habrá sido, tal vez, porque, enzarzado en un truco de cuatro con los Fernández y el cafetero de la Rosada, se olvidó por completo de la cita? Y cuando no asistió a la apertura de la Rural ¿fue para no mezclarse con los oligarcas, como insinuaron algunos, o porque se olvidó de ir por estar muy entretenido hablando de las viejas glorias de la Academia con un ordenanza que es de su mismo palo? Los
parroquianos del Margot coincidieron en que K está en su más
perfecto derecho, llegando tarde a un vuelo, a una cita protocolar
o a lo que fuese, si de por medio se halla un partido de fútbol
del club de sus amores. Cualquiera de ellos hubiera hecho lo mismo
de haber estado en su lugar. Sólo al reo de la cortada de San
Ignacio se lo vio dudoso, moviendo la cabeza. “No sé
–dijo–; es que este hombre se la pasa firmando decretos
de necesidad y urgencia y ahora pide también superpoderes para
su jefe de Gabinete.” “¿Y?”, le preguntaron.
“¿Y qué le parece? ¿Usted le firmaría
un cheque en blanco a Don Fulgencio o al Capitán Piluso?”
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