Argentinos
en el exterior: emigrar después de la crisis
Pese a la recuperación económica de los últimos
años, la cifra de argentinos que decidieron dejar el país
para buscar mejores oportunidades en otros mercados laborales
sigue en franco crecimiento: según las estimaciones oficiales,
el total de expatriados habría pasado de unos 960.000 en
2002 a cerca de 1.350.000 en la actualidad, al tiempo que aumentan
también los envíos de dinero a sus familiares en
el país
Las
larguísimas colas que en lo peor de la crisis se formaban
a diario frente a los consulados extranjeros pueden ser cosa del
pasado, pero la recuperación económica de los últimos
años no parece ser suficiente para evitar que miles de
argentinos sigan buscando su proyecto de vida fuera del país.
De
hecho, estimaciones de la Cancillería que el Gobierno aún
no ha hecho oficiales ubican en torno a 1.350.000 el número
de argentinos que en la actualidad residen en el exterior, cuando
en 2002 esta cifra ascendía a unos 960.000. Es decir, los
cálculos muestran que continúa sin pausa el crecimiento
de la diáspora argentina, un fenómeno que despierta
un interés cada vez mayor en ciertas instituciones del
Estado, embarcadas algunas de ellas en el desafío de obtener
este año cifras más precisas de la cantidad de argentinos
en el exterior, dato que hoy no se conoce con exactitud.
La
Dirección Nacional de Migraciones (DNM) registra las salidas
y entradas de personas por el aeropuerto internacional de Ezeiza.
El saldo constituye el indicador que se usa hoy por hoy para analizar
el flujo migratorio. Así, el saldo del año 1999
muestra que 1313 argentinos se fueron del país ese año.
La última crisis catapultó esa cifra a 74.810 en
2000 y 87.212 en 2002. Esos dos años marcaron el pico de
nuestro primer éxodo masivo en democracia.
En
los años 2003 y 2004 estas cantidades disminuyeron a 20.586
y 29.821 personas respectivamente, lo que sugirió que tocaba
a su fin aquella ola emigratoria. Hoy sabemos que se trató
de una desaceleración y no de un freno definitivo. De hecho,
en 2005 se produjo un nuevo récord cuando el saldo negativo
escaló hasta un nuevo pico de 159.695 emigrados, cifra
muy superior a la de 2002. ¿Cuál es la explicación?
"Hay
muchas razones por las cuales la decisión de emigrar puede
concretarse con demora", señala Enrique Oteiza, profesor
titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la universidad
de Buenos Aires (UBA) e investigador del Instituto Gino Germani.
Y añade: "En el caso de una migración legal
que requiera visa o permiso como inmigrante, la obtención
del documento correspondiente puede llevar un tiempo, y este factor
explica el alto número de emigraciones diferidas dos o
tres años después de una crisis".
Así,
el año récord en la historia de los registros de
la DNM se produce ya no bajo una dictadura ni en plena crisis
económica, sino en un año de fuerte crecimiento
de los indicadores macroeconómicos.
Un
año después, en 2006, si bien cae fuertemente el
flujo de emigrantes a 13.227 personas, no deja de ser un dato
significativo que este número supere en diez veces el registro,
previo a la crisis, de 1313 emigrados en 1999.
2005,
año récord
El
llamativo crecimiento de las salidas sin regreso vía Ezeiza
encuentra correlación directa en otro dato ligado al fenómeno
de la emigración: el dinero que los expatriados envían
al país. El Banco Interamericano de desarrollo (BID) realiza
anualmente un informe donde analiza el flujo de remesas de individuos
-no de empresas- hacia América latina. El crecimiento es
resultado de la mayor cantidad de residentes que logran ahorrar
y envían dinero a sus familiares y amigos. En 2001 llegaron
por esta vía 100 millones de dólares al país,
al año siguiente esa cifra trepó a 184 y a 225 en
2003. También hubo un crecimiento en 2004, cuando los envíos
alcanzaron a 270 millones de dólares. Pero si en 2002 se
había producido el salto más pronunciado hasta la
fecha, nuevamente ese récord es batido ampliamente en 2005,
cuando llegaron al país 780 millones de dólares.
Es decir que en el mismo año en que se da el saldo más
abultado de emigrantes según los datos surgidos de las
salidas y entradas vía Ezeiza se produce también
el mayor crecimiento en los envíos de remesas.
En
2006 se retorna a la senda del crecimiento suave de las remesas,
que llegaron a 850 millones dólares, un aporte nada despreciable
para la economía local. Más aún, se estima
que la cifra real es mayor, ya que muchos expatriados traen dinero
cuando vienen al país y, además, sacan extensiones
de sus tarjetas bancarias, para que sus familiares retiren aquí
por cajeros automáticos y evitar así el porcentaje
que cobran las empresas de envío de dinero.
Según
las estimaciones oficiales sobre el número de argentinos
residentes en el exterior, en Estados Unidos y España habitan
las colectividades argentinas más grandes, con unas 347.800
y 267.500 personas respectivamente. Italia y Brasil siguen en
la lista, y relegan a Israel al lugar de quinto país receptor.
Israel fue uno de los países que abrió sus puertas
a miles de argentinos durante la crisis y es, junto con Venezuela
y Francia, uno de los pocos países donde ha disminuido
la colectividad de expatriados durante los últimos cuatro
años.
La
reciente aprobación por parte del gobierno español
de una ley que habilita a los nietos de españoles a obtener
la ciudadanía, sumada a la decisión del consulado
italiano de abrir nuevamente sus puertas en Buenos Aires para
recibir solicitudes de ciudadanía, confirman que la Unión
Europea -pese a haber sellado sus fronteras a los inmigrantes
no calificados- seguirá permeable para una nueva generación
de argentinos descendientes de inmigrantes del viejo mundo.
Cabe
destacar que la emigración no obedece sólo al deseo
de buscar otros horizontes: también influye la creciente
búsqueda de talentos que realizan los países desarrollados.
Por ejemplo, Australia, Canadá y Nueva Zelanda buscan en
economías en desarrollo profesionales que necesitan en
su país. La Argentina es una de sus canteras. Además,
en los últimos años países limítrofes
como Brasil y Chile, e incluso otros más alejados, como
México, se sumaron como destinos atractivos para muchos
argentinos.
Es,
uno entre miles, el caso de Gabriel Catalano, ingeniero industrial
de 38 años, quien tres meses atrás decidió
apostar a un futuro fuera del país y se instaló
con su mujer y sus cuatro hijos en Ciudad de México. "Trabajo
en una compañía multinacional desde hace 4 años
y me hicieron una muy buena propuesta de crecimiento profesional.
Y si bien me costó tomar la decisión, no veía
en el corto plazo en la Argentina una posibilidad similar",
relató a LA NACION. Añadió que si bien es
cierto que la Argentina crece y ofrece más oportunidades
que algunos años atrás, también la inflación
entró en sus cálculos: "Nos estaba comiendo",
dijo.
Ahora
bien, ¿fue la emigración récord de 2005 un
fenómeno silencioso? Sin dudas esa nueva ola emigratoria
fue menos visible que las anteriores. Las colas frente a las embajadas
para iniciar los trámites en busca de la documentación
necesaria para viajar fue la punta del iceberg del primer éxodo
masivo en democracia, que comenzó en 2001. La continuación
administrativa del trámite es menos visible que el comienzo
de aquel proceso.
Pero
sorprende el hecho de que el crecimiento económico del
país no haya logrado frenar la emigración. En este
sentido, un estudio realizado entre 2004 y 2007 por la Universidad
Católica Argentina (UCA) muestra que esta correlación
entre recuperación y percepción de bienestar no
es directa. Según el realizado en 2500 hogares por el Observatorio
de Deuda Social de la UCA, cinco de cada diez argentinos sienten
que aún no pueden tener proyectos ni sentir que controlan
el entorno ni superar el estrés que todo esto les produce.
Partida
planificada
"Este
aumento de la emigración en 2005 representa a un grupo
que ya no huye de la crisis, como el anterior, sino que ha venido
planificando su partida, y finalmente lo logra", observa
Susana Novick, directora del equipo de migraciones del Instituto
Gino Germani, de la UBA. Para esta experta en migraciones, "el
sentido común indica que, cuando la economía mejora,
la emigración se detiene, pero este fenómeno es
mucho mas complejo que eso. La conducta ya está instalada.
Y no se erradica tan fácilmente". Añadió
que también en otros países latinoamericanos se
observa que el flujo de emigrados no disminuye a pesar de que
las condiciones económicas del país mejoran.
Si
bien los datos disponibles son los que se utilizan habitualmente
para medir las tendencias migratorias, no hay aún instrumentos
en nuestro país diseñados específicamente
para seguir este fenómeno con precisión metodológica,
lo que puede dar lugar a diversas interpretaciones.
"A
nuestro entender, no hay emigración neta en este momento",
señaló el embajador Félix Córdova
Moyano, director general de Asuntos Consulares de la Cancillería.
"Estamos trabajando para poder hacer mediciones serias en
tres áreas: la propensión a emigrar, el flujo anual
y la cantidad de expatriados. Y también trabajaremos en
políticas de retorno".
-La
cifra de 1.350.000 argentinos en el exterior en 2007, que ustedes
dan, no es exacta?- preguntó LA NACION.
-Es
una estimación que se utiliza para trabajar. El objetivo
de la Cancillería es hacer una gestión más
eficiente en la atención en el exterior y, en función
de eso, necesitamos algún dato aproximado para asignar
recursos humanos y materiales en los lugares donde se ubica la
mayor cantidad de argentinos. Pero no son cifras exactas y definitivas.
Para solucionarlo, estamos trabajando en un plan integral-, explicó
el funcionario.
Desde
esta perspectiva, no resulta raro ver los primeros indicios que
señalan que el Estado argentino va a ocuparse cada vez
más de este tema, y que uno de los desafíos principales
en esta materia es transformar en datos precisos las actuales
estimaciones. Además del plan de tres áreas que
diseña Córdova Moyano, el Indec incluirá
en el Censo de Hogares 2010, por primera vez, preguntas sobre
familiares que viven en el exterior.
También
se intentará comprender el fenómeno y acercarse
a sus protagonistas: el Ministerio del Interior organizará
hacia finales de este año -probablemente en noviembre-
el primer Congreso Nacional de Argentinos en el Exterior, en el
marco de su programa Provincia 25.
Fabio
Larocca vive desde hace once años en Nueva York y participó
en la reunión preparatoria para el encuentro que se realizará
este año. "La expectativa es inmensa, ya que se van
a discutir temas que pueden beneficiar al país -dijo Larocca
a LA NACION-. Imaginen qué pasaría si sólo
el 10 por ciento de los que estamos afuera compráramos
propiedades en la Argentina ¿Cuánto dinero invertiríamos?
Quiero invertir, donar, que mi hija sea ciudadana automáticamente,
que pueda votar", añadió entusiasmado. Y lanzó,
desde Queens, un comentario con destino de polémica: "No
quiero ser un ciudadano de segunda".
Precisamente,
la idea del Gobierno es invitar a los expatriados a que participen
más en la vida nacional, por ejemplo, mediante el ejercicio
del voto. Como hoy sucede en otros países, quizás
en el futuro sea necesario esperar los votos del exterior a la
hora de definir una elección reñida. Lo cierto es
que el crecimiento de la diáspora argentina incluye desafíos
tan importantes como la capacidad potencial de este grupo de influir
en el país.
Por
Diego Melamed, La Nacion, Domingo 13 de enero de 2008