MEXICO-FERIA
LIBRO
La
muerte, una presencia constante en la literatura de la frontera entre
México y EEUU
Agencia
EFE
Martes,
29 de noviembre 2005
La
frontera norte de México, que separa al país de EEUU, se
ha convertido en lugar habitado por la muerte, señalaron anoche
cinco autores que han ambientado algunos de sus trabajos en esa zona.
El español Arturo Pérez-Reverte y los mexicanos Eduardo
Antonio Parra, Daniel Sada, David Toscana y Elmer Mendoza coincidieron
en la omnipresencia de la muerte durante la "Mesa de escritores de
la frontera", actividad organizada dentro de la Feria Internacional
del Libro (FIL) de Guadalajara (oeste de México).
Los
cinco autores coincidieron en que, cien kilómetros hacia adentro
del lado mexicano de la frontera, hay una cultura muy particular y han
surgido multitud de pueblos "rulfescos", como los lugares sombríos
y cargados de tristeza que se inventó Juan Rulfo, y que en ellos
se vive una literatura no escrita.
"Sabemos
que en la frontera y en el desierto hay que irse antes de convertirse
en parte de esas ruinas, de ser parte de esos pueblos rulfescos",
subrayó Pérez Reverte.
"En
esta zona norte la soledad de los que se quedaron (en sus pueblos) se
conjuga con la violencia, el narcotráfico y la muerte de los que
no logran pasar al gringo", añadió el autor de "La
Reina del Sur" (2002), novela ambientada en esa región fronteriza.
Para
el sinaloense Elmer Mendoza, autor de "Efecto Tequila" (2004),
"los escritores que hablan sobre la frontera se deben al medio ambiente,
la frontera como medio que determina la escritura".
"En
Europa los escritores aprenden a matar en el cine, pero aquí, los
escritores aprenden a matar y a morir en la vida real", aseguró
Mendoza, que estos días presentó en la FIL su última
novela, "Cóbraselo todo" (2005).
Recordó
que en esa zona de México ya "no se ponen altares de muertos
el día de los Santos Difuntos", debido a que "allá
la muerte es natural".
Para
el escritor guanajuatense Eduardo Antonio Parra, autor de "Tierra
de nadie" (1999), el símbolo literario más importante
de la frontera norte de México es sin duda el río Bravo,
que en buena parte de la franja separa a ambos países.
"Uno,
desde niño, porque yo crecí en un pueblito de Monterrey,
veía con naturalidad cómo a diario sacaban migrantes que
iban sólo a morir ahogados en el río, el mismo río
en el que familias que habitan en la frontera pasan días de campo
o van incluso a bañarse", declaró.
El
novelista David Toscana, autor de "El último lector"
(2004), detalló la multitud de significados y la especial relación
que en el norte del país ha adquirido la gente en relación
con el verbo matar.
"Desde
niño era común tratar con la muerte, conocerla, saberla,
en la casa mi familia tenía animales y se mataba al que nos íbamos
a comer, lo escogíamos", declaró.
"Luego
en la calle, si dejábamos de ver a alguien y al preguntar, la respuesta
muchas veces era, "lo mataron", por eso no se ponen altares.
No significa lo mismo la muerte", dijo Toscana.
Para
el escritor Daniel Sada, autor de "Porque parece mentira la verdad
nunca se sabe" (1999), dijo que en su estado, Baja California, que
acoge a ciudades de frontera como Mexicali y Tijuana, "hay pueblos
tan pequeños, casi fantasmas, que hay más tumbas en el panteón
que gente habitando el poblado en el que casi todos mueren, los que no,
se van".
Los
cinco autores coincidieron en que en esa zona de México se convive
con una duda continua, un sentimiento común, "me quedo o me
voy", debido a que, más que un elemento literario, la violencia
es algo con lo que se convive y experimenta.
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Arturo
Pérez-Reverte |
El
mexicano Tomás Segovia, otro escritor reñido con el fútbol
El
poeta mexicano de origen español Tomás Segovia deslumbró
a cientos de jóvenes al contarles que, más que una virtud,
fue un defecto el que le llevó a la literatura: no ser tan habilidoso
para el fútbol como sus compañeros de escuela.
En la sesión "Mil jóvenes con Tomás Segovia",
este poeta, que recibió el XV Premio Juan Rulfo de Literatura Iberoamericana
y del Caribe en la decimonovena edición de la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara (FIL), confesó anoche que hasta los 15
años soñó con dedicarse al fútbol, pero las
letras ganaron la batalla.
"El
mundo perdió al peor futbolista (...), yo estaba en el banquillo
siempre, era reserva del reserva. Sólo me vestía pero siempre
me quedaba en la banca con mi uniforme de portero. Yo solo quería
ser futbolista", confesó.
A
los 15 años todo cambió gracias a uno de sus maestros, que
les dejó como tarea un texto sobre Federico García Lorca
que él escribió imaginándose cómo sería
el pueblo donde vivía el poeta granadino.
"El
maestro recibió los trabajos, vio el mío e interrumpió
las revisiones y dijo a toda la clase: "Aquí tenemos a un
escritor".
Entonces
yo dejé mis pasiones, fui a comprar una pipa y dije: yo soy escritor",
asegura.
Segovia
(Valencia, 1927) salió de España por culpa de la guerra
civil a los diez años, llegó a México en 1940 y allí
se formó y pasó buena parte de su vida.
El
escritor, que ha tocado constantemente el tema del desarraigo en su obra,
que abarca también los ensayos, se siente orgulloso de ser feminista
desde antiguo, posición que ha plasmado en su poesía.
"En
esos tiempos, cuando era un jovencito, no se usaba ni la palabra feminismo.
Soy un heterosexual que ha envidiado a la mujer, incluso hay un poema
donde yo pido: afemíname", mencionó al recitar un soneto
del poema "Anagnórisis" (1967).
Segovia
desmitificó el proceso de creación de la poesía,
al afirmar que escribir versos es algo así como jugar un partido
de tenis.
"Hasta
(el suizo Roger) Federer pierde un partido por no estar inspirado el día
del juego", señaló Segovia, enemigo de recurrir a la
poesía para desahogarse y tranquilizarse.
Antes
de concluir la charla, el escritor destacó que nunca archiva lo
que escribe, todo lo publica.
"Tengo
tres tomos de cuadernos de notas inéditos que iré publicando",
explicó poco antes de dar por cerrada la charla con jóvenes
en la FIL, una feria que ha convertido en una de sus banderas la promoción
de la lectura.
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