Líder
parlamentario mozambicano con familiares de antiterroristas
La Habana, 18 feb (PL) El presidente del parlamento de Mozambique,
Eduardo Mulebwe, se reúne hoy con familiares de los cinco jóvenes
antiterroristas cubanos, presos injustamente en Estados Unidos |
FITCUBA 2009 a las puertas Bermudas
cumple cuatro siglos de existencia
La Habana. FITCUBA 2009, el acontecimiento turístico más importante de
Cuba, tiene como objetivos fundamentales la promoción y reforzamiento de
los atributos del Destino Cuba entre diferentes públicos.
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Cuba
Primeras señales de desacuerdo en
el Pentágono
¿Quién está dirigiendo Guantánamo?
Andy Worthington
CounterPunch
El 20 de enero, la respuesta a esa pregunta
parecía obvia. En su
discurso inaugural,
con George Bush colocado justo detrás de él, el Presidente Obama se comprometió
firmemente a “rechazar, por falsa, la opción entre nuestra seguridad y nuestros
ideales”, una indicación clara de que, como prometió en un
discurso en agosto de 2007,
se disponía a desmantelar las aberraciones extralegales de la “Guerra contra el
Terror” de la administración Bush.
Mientras yo sea Presidente, EEUU rechazará la tortura sin excepción alguna. EEUU
es el país que se levantó contra ese tipo de conductas y volveremos a hacerlo de
nuevo… Como Presidente, cerraré Guantánamo, anularé el Acta de las Comisiones
Militares y me adheriré a las Convenciones de Ginebra… Seremos de nuevo un
ejemplo ante el mundo de que la ley no está sometida al capricho de gobernantes
obcecados y que la justicia no es arbitraria.
Al día siguiente, el Presidente Obama
pidió a los jueces militares
de Guantánamo que durante cuatro meses pusieran fin a todos los procesos en
curso de las Comisiones Militares en Guantánamo (los juicios terroristas ideados
por
Dick Cheney
y sus más cercanos consejeros en noviembre de 2001), para que a la nueva
administración le diera tiempo a revisar el sistema y decidir cuál era la mejor
forma para seguir adelante con las posibles actuaciones judiciales.
Un día después,
firmó sus primeras órdenes
ejecutivas, afirmando que cerraría
Guantánamo en el plazo de un año, confirmando la prohibición absoluta de la
tortura, ordenando a la CIA que cerrara todas las prisiones secretas,
estableciendo una inmediata revisión de los casos de los 242 prisioneros que aún
quedan en Guantánamo, y requiriendo del secretario de defensa Robert Gates que
se asegurara, en el plazo de 30 días, de que las condiciones en Guantánamo se
ajustaban a las Convenciones de Ginebra.
Al principio, todo parecía marchar muy bien. Dos jueces pararon inmediatamente
las vistas previas a juicio en los casos del canadiense
Omar Khadr
y de los
cinco coacusados
de estar implicados en los ataques del 11-S, y el Presidente se aseguró incluso
una victoria extra en el campo de las relaciones públicas cuando
Khalid Sheik Mohammad,
el confeso arquitecto del 11-S, que había estado buscando un
juicio rápido y el martirio
en el desacreditado sistema de las Comisiones,
expresó su insatisfacción
ante el juez. “Deberíamos proseguir, no vayamos entonces hacia atrás, sigamos
hacia delante”, dijo.
La primera señal de desacuerdo
del Pentágono
Sin embargo, el 29 de enero, el
juez principal de las Comisiones recientemente designado, el coronel del
ejército James M. Pohl, presentó el primer desafío a los planes del Presidente
cuando se negó a suspender la comparecencia del prisionero saudí Abdul Rahim al-Nashiri,
fijada para el 9 de febrero, afirmando que “había hallado que los argumentos de
los fiscales, incluida la afirmación de que la administración Obama necesitaba
tiempo para revisar sus opciones, ‘no era una base convincente para retrasar la
comparecencia’”.
De repente, se plantearon
preguntas urgentes acerca de quién estaba gobernando Guantánamo, porque ocurría
que aunque Barack Obama podía pedir lo que quisiera, las Comisiones, como el
coronel Pohl señaló, habían recibido el mandato cuando “el Congreso aprobó el
Acta de Comisiones Militares que sigue en vigor”. Añadiendo: “La Comisión está
vinculada a la ley que actualmente existe, no a la que se pueda cambiar en el
futuro”.
Además, la única funcionaria con
poder para suspender la comparecencia de al-Nashiri era
Susan Crawford,
la Autoridad para la Coordinación de las Comisiones, que conserva su puesto como
alta oficial del Pentágono que supervisa los juicios, aunque sea una protégée
del ex Vicepresidente Dick Cheney y amiga muy próxima del Jefe de Gabinete de
Cheney, David Addington, los dos personajes que, mucho que más que cualquier
otro, establecieron el sistema de “justicia arbitraria” que Barack Obama pidió
se liquidara.
Después de varios días de tensión,
evidentemente se convenció a Crawford para que aplazara la comparecencia, lo
que hizo el 5 de febrero, desestimando las acusaciones sin perjuicio de la cosa
juzgada (lo que significaba que podían restablecerse en una fecha posterior). Se
negó a hacer comentarios sobre su decisión, y de hecho sólo ha hablado
públicamente en una ocasión desde que fue nombrada en febrero de 2007, cuando
admitió, en la semana anterior a la toma de posesión de Obama, que el trato al
que se había sometido al prisionero saudí Mohammed al-Qahtani había
implicado el uso de la tortura. En cambio, un portavoz del Pentágono dio
otro paso adelante más al afirmar: “Fue su decisión, pero refleja el hecho de
que el Presidente ha emitido una orden ejecutiva que manda que se ponga fin a
las Comisiones Militares, en espera de los resultado de supervisar nuestras
operaciones en Guantánamo”.
Esto fue apenas suficiente para
disipar las dudas de por qué una protégée de Cheney seguía a cargo de las
Comisiones, y esas dudas se ampliaron cuando Associated Press anunció que dos
más de los nombramientos políticos de Bush –Sandra Hodgkinson, la ex asistente
adjunta del secretario de defensa para asuntos de los detenidos, y la asistente
especial Tara Jones- habían sido trasladadas a sendos puestos en el servicio
civil del Pentágono. Hodgkinson se había pasado varios años defendiendo las
políticas de detención de la administración Bush, y Jones, como explicó AP,
trabajó en el programa de asuntos públicos del Pentágono “que tenía como
objetivo persuadir a los analistas militares para que generasen una cobertura
favorable a las noticias sobre la guerra en Iraq, las condiciones en Guantánamo
y otros esfuerzos para combatir el terrorismo”, que se “cerró entre feroces
críticas e investigaciones en el Capitolio sobre si eso violaba la ética del
Pentágono y la política de la Comisión Federal de Comunicaciones”.
La huelga masiva de hambre
Sin embargo, mientras el
desacuerdo del coronel Pohl y la continuada presencia de Susan Crawford creaban
serias dudas sobre la capacidad –o voluntad- del Pentágono para abrazar el mundo
post-Bush de Obama, los desarrollos más preocupantes tienen lugar en el mismo
Guantánamo. Aunque Robert Gates, el único alto funcionario de la administración
Bush específicamente retenido por Obama, ha mostrado voluntad de ajustarse a las
nuevas condiciones (que es, posiblemente, lo que animó en un primer omento a
Obama a conservarle), parece improbable que, incluso con la mejor voluntad del
mundo, pueda hacerse cargo de los problemas que actualmente asolan Guantánamo en
los doce días que le quedan del plazo que le han concedido para revisar las
condiciones en la prisión.
Hace un mes –inspirados
especialmente por el
séptimo aniversario de la apertura de la prisión y por el cambio de
administración-, al menos cuarenta y dos prisioneros en Guantánamo se embarcaron
en una huelga de hambre. Según las directrices establecidas por las prácticas
médicas, está prohibido alimentar a la fuerza a los prisioneros mentalmente
competentes que inicien una huelga de hambre, pero en Guantánamo esa prohibición
no ha tenido nunca mucho peso. Alimentar a la fuerza ha sido parte del régimen a
lo largo de toda su historia, aplicado con todo vigor sobre todo en enero de
2006, en respuesta a una intensa huelga masiva de hambre de larga duración,
cuando se llevaron a Guantánamo un número de sillas especiales, que se
utilizaron para “romper” la huelga.
Como
informé la pasada semana, alimentar a la fuerza, que implica amarrar a los
prisioneros a las sillas con correas utilizando para ello dieciséis correas
separadas y metiendo a la fuerza un tubo por la nariz hasta el estómago dos
veces al día, es claramente un mundo muy diferente del trato humano exigido por
las Convenciones de Ginebra, como también “las sacas forzosas de las celdas”
llevándose a los prisioneros para alimentarles por la fuerza.
Sin embargo ahora, la teniente
coronel Yvonne Bradley, fiscal de la defensa militar del residente británico
Binyam Mohamed (cuya
“entrega extraordinaria” y tortura hizo que
estallara un escándalo trasatlántico la pasada semana), ha informado que las
condiciones dentro de la prisión se han deteriorado aún más. En un artículo del
Observer del domingo, la teniente coronel Bradley, que indicó que su cliente
estaba “muriéndose en su celda de Guantánamo”, informó de una visita a la
prisión la pasada semana y afirmó:
Hay al menos cincuenta
personas en huelga de hambre, veinte de ellas en situación crítica, según
Binyam. El Grupo de Trabajo Conjunto no está comentando nada porque no
quieren que la gente sepa lo que está pasando. Binyam ha presenciado cómo se
sacaba a la fuerza de sus celdas a algunos prisioneros. Grupos de
operaciones especiales de la policía se preparan para entrar y llevarse a
las personas; si se resisten, son alimentados a la fuerza y después se les
golpea. Binyam no había visto ni presenciado esto antes. En Guantánamo Bay
hay una huelga masiva de hambre y las cifras están creciendo; las cosas
están empeorando.
Es tan grave que no hay
suficientes sillas donde amarrarles y obligarles a tomar alimento durante un
período de dos o tres horas para que lo digieran a través de un tubo. Como
no hay suficientes sillas, los guardias están teniendo que alimentarles
ellos mismos a la fuerza por turnos. Binyam se sintió aterrado tras
contemplar cómo golpeaban a un prisionero cercano a él y decidió que no iba
a resistirse. Pensó: “No quiero que me golpeen, me hieran o me maten”. Dada
la situación de su salud, un mal golpe hubiera resultado fatal.
La teniente coronel Bradley añadió que el relato de Mohamed sobre la
“salvaje paliza” soportada por un compañero fue el “primer relato que había
recibido personalmente de un detenido físicamente atacado en Guantánamo”.
En efecto, aunque el relato de la
teniente coronel Bradley indica que la crisis en Guantánamo es de tal gravedad
que las discusiones en curso sobre el cumplimiento de las Convenciones de
Ginebra debería sustituirse por una intervención urgente para atender las quejas
de los prisioneros (empezando por aliviar el aislamiento crónico en que se
mantiene a la mayor parte de los prisioneros), la situación en Guantánamo se ha
encontrado un decidido silencio por parte del Pentágono y la Casa Blanca.
¿Será realmente necesario que se produzca otra muerte en Guantánamo –la sexta-
para que haya una inmediata respuesta?
Andy Worthington es un historiador británico y autor de “The
Guantánamo Files: The Stories of the 774 Detainees in America’s Illegal Prison”,
(publicado por Pluto Press). Su página en Internet es:
www.andyworthington.co.uk .
Puede contactarse con él en:
andy@andyworthington.co.uk
http://www.guardian.so.uk/world/2009/feb/08/binyam-mohamed-torture-guantanamo-bay
Mensajes desde Cuba
De: Rodolfo S. Natalia R. Miguel A y otros
amigos
Asunto: Obama derriba el muro con Cuba
El proyecto de ley que acabará con las restricciones de los viajes a la isla ya
está en el Congreso
Latinoamérica - 15/02/2009 14:36 - Autor: Lissette Bustamante - Fuente:
Público
Obama no pierde tiempo. Quizá por eso, Cuba ha dejado de ser un tabú para el Tío
Sam. Y en la Casa Blanca se "ha impuesto una dosis de realismo en el asunto
cubano", según afirmó a Público Frank Sánchez, asesor de Obama de asuntos
hemisféricos.
La propuesta de nueve congresistas en la Comisión de Asuntos Exteriores del
Congreso para liberalizar completamente el turismo de EEUU a la perla del Caribe
resume perfectamente los nuevos aires de la Administración de Obama. En el
documento, The Freedom to Travel to Cuba Act, al que tuvo acceso Público,
presentado en el Congreso el pasado 4 de febrero, se explica que "no sólo podrán
viajar los cubanos residentes en EEUU por razones familiares, sino también
cualquier turista estadounidense". El presidente, según el acta, "no controlará
estos viajes a menos que surja un conflicto armado". Y los norteamericanos
podrían visitar la isla libremente por primera vez desde 1963.
Tras la legalización del turismo podría llegar la cooperación académica
El demócrata William Delahunt, impulsor de la iniciativa y un histórico opositor
al embargo, ha puesto toda la carne en el asador. El proyecto de ley pasará por
el Senado. Y en marzo se votará en el Congreso.
La situación nunca había sido tan favorable como ahora. Los demócratas controlan
ambas cámaras y el presidente Obama ha manifestado su intención de modificar la
política de viajes hacia la isla. Los asesores de Obama consultados por Público
dan por hecha su aprobación.
La apertura de los viajes de estadounidenses significaría toda una bomba de
relojería para el engranaje de los Castro. Un estudio del Fondo Monetario
Internacional (FMI) indica que entre 3 y 3,5 millones de estadounidenses
visitarían anualmente Cuba. La entrada masiva de dólares, según muchos
analistas, podría ser el principio del fin del régimen comunista.
La Casa Blanca se dispone a retirar a Cuba de la lista de países terroristas
El demócrata Joe García reconoce que "todo dependerá de cómo sea aceptada la
liberación de los viajes y las remesas". "Después de tres meses" afirma
"llegarán los intercambios académicos.
La apertura turística podría ser la punta del iceberg del cambio. El sociólogo
Ted D. Henken, autor de Cuba: a Global Studies Handbook (Cuba: un manual de
estudios globales), pronostica, por ejemplo, que Obama echará abajo las
restricciones de 2004 en los primeros cien días de su mandato.
De lo que no hay duda es de que el Washington de la nueva Administración es un
hervidero. Y el asunto cubano no está siendo una excepción: se trabaja ya
intensamente para sacar a Cuba de la lista de países acusados por EEUU de
patrocinar el terrorismo (una patata caliente que ha caído en las manos de
Hillary Clinton). A pesar de que el Gobierno de Obama no está dispuesto a
derogar el embargo, "animará a sus aliados en el Congreso para comenzar el
proceso de desmantelamiento", afirma la periodista Louise Bardach, autora del
libro Cuba Confidencial.
Más medidas
Desde Texas, el secretario de Agricultura, Todd Grapas anunció que ha pedido
"avanzar rápidamente hacia la normalización de relaciones, lo que permitirá la
libre circulación y la apertura del comercio con nuestros vecinos".
Sarah Stephens, directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las
Américas (CDA), considera que es "necesario dar pasos firmes en el desarrollo de
una agenda común de cooperación militar, seguridad, asuntos migratorios y medio
ambiente".
Desde Cuba, Carlos Alzugaray, profesor del Centro de Estudios Hemisféricos de la
Universidad de La Habana, señaló hace unos días que "la estrategia de Obama no
es la que siguió Clinton (endurecimiento del bloqueo), sino la de la
Administración Carter (instalación de la Oficina de Intereses Estadounidenses).
Philip Peters, subdirector del Instituto Lexington de Virginia y asesor de
asuntos cubanos, asegura a este diario que "la agenda de Obama con la isla se
actualiza rápidamente".
Este consejero destaca que el presidente norteamericano presionará a la
Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) para que modere su postura. Por otro
lado, la programación de la disidente Radio y Televisión Martí "se someterá a
revisión". El proyecto televisivo de esta emisora podría ser incluso cancelado.
Peters se atreve a afirmar que Obama podría devolver a los cinco espías cubanos
presos en Estados Unidos. Y que es posible que el terrorista Luis Posadas
Carriles, acusado de varios atentados contra intereses cubanos, sea extraditado
a Venezuela, una reivindicación histórica de La Habana.
Un enfoque diferente
Otras iniciativas en el aire son los contactos científicos, culturales y
deportivos. También la colaboración técnica y empresarial, así como los
intercambios académicos a través del programa Fulbright.
El punto de inflexión de la relación entre Cuba y Estados Unidos podría ser la
Cumbre de las Américas, que se celebrará del 17 al 19 del próximo abril en
Trinidad y Tobago. Obama, en principio, acudirá. "Muchos países
latino-americanos y caribeños aprovecharán para exigir un enfoque más positivo
hacia Cuba", afirma Carlos Alzugaray.
Por otro lado, el Foro Económico Mundial de Davos ha invitado a Raúl Castro a su
sesión sobre América Latina, en Río de Janeiro, prevista entre el 14 y el 16 de
abril. "Esperamos que Cuba participe", señaló Emilio Lozoya, director para
Latinoamérica del Foro.
¿Hablará Obama con Raúl Castro a lo largo de 2009?
Puede ser. Todos los caminos, en los EEUU de Obama, llevan a La Habana. Hasta en
Florida, el feudo del exilio más radical, por primera vez, un sondeo de Brooking
Institution reveló que el 55% de los cubano-americanos desea un cambio de
política con la isla.
En este mismo sentido se han pronunciado organizaciones y entidades como el
Business Roundtable, American Farm Bureau Federation o la Cámara de Comercio de
EEUU.
Los nuevos aires que se respiran en Washington han resucitado el moderado Plan
de Transición hacia una Cuba Libre, enterrado por el Departamento de Estado
desde la etapa de Collin Powell.
El primer presidente negro de EEUU sabe que cambiar de golpe una política de 50
años es una quimera, pero desmantelarla poco a poco, no. Sólo falta que Obama,
con su firma comience a derribar el muro.
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