EL
TABLÓN: El artículo de hoy
De la guerra infinita a la crisis infinita
(I)
Atilio A. Boron • Alai
En las páginas que siguen quisiéramos exponer algunas ideas en torno a la actual
crisis capitalista, sus probables “salidas” y el papel que en ella podría
desempeñar una opción socialista. Dadas las restricciones de tiempo evitaremos
innecesarios tecnicismos y trataremos de plantear las cosas de forma simple,
pero sin caer en simplismos.
1. Comencemos caracterizando a esta crisis por la negativa, diciendo lo que esta
crisis no es. Esto es importante porque el bombardeo mediático al que están
sometidas nuestras sociedades presenta a los economistas y otros publicistas del
establishment hablando de una “crisis financiera” o “crisis bancaria”. Poco
antes, ni siquiera eso: se decía que estábamos en presencia de una crisis de las
hipotecas “sub-prime”. Se pretende, de este modo, minimizar a la crisis,
subestimarla, presentarla ante los ojos de la población como un incidente
relativamente menor en la marcha de los mercados y que para nada pone en
cuestión la salud y viabilidad del capitalismo como supuesta “forma natural” de
organización de la vida económica. El paso del tiempo se encargó de demoler
todas estas falacias.
2. ¿Qué clase de crisis, entonces? Si bien estamos apenas transitando su primera
fase y aún cuando aquélla “no ha tocado fondo” no sería temerario pronosticar
que nos hallamos ante una crisis general del sistema capitalista en su conjunto,
la primera de una magnitud comparable a la que estallara en1929 y a la llamada
“Larga Depresión” de 1873-1896. Una crisis integral, civilizacional,
multidimensional, cuya duración, profundidad y alcances geográficos el tiempo se
encargará de demostrar que será de mayor envergadura que las que le precedieron.
3. La crisis se torna visible, inocultable, por el estallido de la burbuja
creada en torno a las hipotecas “sub-prime” y luego se transmite, rápidamente, a
los bancos e instituciones financieras de Wall Street, y finalmente se extiende
a todos los sectores y a la economía mundial. Pero la burbuja, y su estallido,
es el síntoma; es como la fiebre que denuncia la presencia de una peligrosa
infección. No es tanto la enfermedad (aunque podría argumentarse que la
tendencia permanente en el capitalismo a formar burbujas especulativas también
es un signo de insalubridad) como su manifestación externa, la que por momentos
adquiere contornos ridículos o aberrantes. Ejemplo: la compra que efectúa en
Marzo del 2008 el gigantesco banco JP Morgan del Banco de Inversiones Bear
Stearns, el quinto en importancia en Wall Street, operación que se cierra por la
irrisoria suma de $ 236 millones. Una semana más tarde el precio de esa firma se
multiplicó por cinco. Pocos meses después, en Septiembre, y ante la pasividad de
las autoridades económicas, se produce la bancarrota de Lehman Brothers, uno de
los principales bancos de inversión de Estados Unidos. Merrill Lynch, su
competidor en ese rubro, es vendido de urgencia al Bank of America en 50.000
millones de dólares.
4. Se trata, por lo tanto, de una crisis que trasciende con creces lo financiero
o bancario y afecta a la economía real en todos sus departamentos. Y además es
una crisis que se propaga por la economía global y que desborda las fronteras
estadounidenses. Todos los esfuerzos para ocultarla a los ojos del público
resultaron en vano: era demasiado grande para eso.
5. Sus causas estructurales son bien conocidas: es una crisis de superproducción
y a la vez de subconsumo, el mecanismo periódico de “purificación” de capitales
típico del capitalismo. No por casualidad estalló en EEUU, porque este país hace
más de treinta años que vive artificialmente del ahorro y del crédito externo, y
estas dos cosas no son infinitas ni inagotables: las empresas se endeudaron por
encima de sus posibilidades y se lanzaron a realizar riesgosas operaciones
especulativas; el Estado se endeudó irresponsable y demagógicamente para hacer
frente no a una sino a dos guerras, no sólo sin aumentar los impuestos sino que
reduciéndolos y, además, los particulares han sido sistemáticamente impulsados,
vía la publicidad comercial, a endeudarse para sostener nivel de consumo
desorbitado, irracional y despilfarrador. Era sólo cuestión de tiempo para que
esta espiral de endeudamiento indefinido se detuviera catastróficamente. Y ese
momento ya llegó.
6. Pero a estas causas estructurales hay que agregar otras que colaboraron en el
desenlace. La acelerada financiarización de la economía, y su correlato, la
irresistible tendencia hacia la incursión en operaciones especulativas cada vez
más riesgosas. El capital creyó haber descubierto la “fuente de Juvencia” en la
especulación financiera: el dinero generando más dinero prescindiendo de la
valorización que le aporta la explotación de la fuerza de trabajo. Además, este
maravilloso descubrimiento tenía la fascinación de la velocidad: fabulosas
ganancias se pueden lograr en cuestión de días, o semanas a lo máximo, gracias a
las oportunidades que la informática ofrece de vencer toda restricción de tiempo
y espacio. Los mercados financieros desregulados a escala planetaria
incentivaron la adicción del capital a dejar de lado cualquier cualquier
escrúpulo o cualquier cálculo. Tal como lo recordara Michel Collon recientemente
tenía razón Karl Marx cuando escribió que "Al capital le horroriza la ausencia
de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se
entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al
300%, no se detiene ante ningún crimen."[1]
7. Otras circunstancias favorecieron el estallido de la crisis. Sin duda, las
políticas neoliberales de desregulación y liberalización hicieron posible que
los actores más poderosos que pululan en los mercados, los grandes oligopolios
transnacionales, impusieran “la ley de la selva,” tal como lo expresara Fidel en
una de sus reflexiones. Mercados descontrolados, o controlados por las pasiones
y los intereses de los oligopolios que lo dominan, tenían que terminar
produciendo una catástrofe como la actual. Tiene razón Samir Amin cuando dice
que estamos en presencia de una crisis que no fue producida por la lucha de
clases sino por la prolongada acumulación de las contradicciones propias del
capital.
8. Primer dato significativo de la crisis actual: una enorme destrucción de
capitales a escala mundial, proceso salvaje que los economistas convencionales
dulcificaron y sublimaron, como lo hiciera Joseph Schumpeter, caracterizándolo
como una “destrucción creadora” de fuerzas productivas. En Wall Street esta
“destrucción creadora” hizo que la desvalorización de las empresas que cotizan
en esa bolsa llegase a casi el 50 %; en Europa, las pérdidas superan levemente
esa marca. Ergo: una empresa que antes cotizaba en bolsa un capital de 100
millones, ¡ahora tiene 50 millones! Las consecuencias recesivas de tamaña
destrucción de capitales son fáciles de identificar: caída de la producción,
desempleo, derrumbe de los precios, de los salarios, del poder de compra. Es
decir, el círculo vicioso de la depresión económica. Veamos el diagnóstico que
realiza un observador sobre el panorama de Wall Street: “el sistema financiero
en su totalidad está a punto de estallar. Ya tenemos más de $ 500.000 millones
en pérdidas bancarias, y hay un billón más que está por llegar. Más de una
docena de bancos están en bancarrota, y hay cientos más esperando correr la
misma suerte. A estas alturas más de un billón de dólares han sido transferidos
desde la FED al cartel bancario, pero un billón y medio más será necesario para
mantener la liquidez de los bancos en los próximos años.” [2] Para Stathis, como
para muchos otros, lo que estamos viviendo es la fase inicial de una larga
depresión, y la palabra recesión, tan utilizada recientemente, no captura en
todo su dramatismo lo que el futuro depara para el capitalismo.
a. Un ejemplo entre los muchos será suficiente para ilustrar esta cuestión: La
acción ordinaria de Citigroup perdió el 90 % de su valor en 2008. ¡La última
semana de febrero cotizaba en Wall Street a $ 1.95 por acción! Un informe
elaborado por una consultora financiera de la India señala que diez años atrás
una acción del Citigroup le permitía a una persona ofrecer una cena para su
familia en un buen restaurant indio de Nueva York. En ese entonces, el 19 de
Febrero de 1999, la acción de Citigroup cotizaba a $ 54.19; diez años más tarde,
el 21 de Febrero del 2009, esa misma acción valía apenas $1.95 (¡de un dólar
devaluado!) y no alcanzaba siquiera para ordenar un plato de maníes. Sobran
ejemplos de este tipo.[3]
9. Este proceso de destrucción de capitales no es neutro pues favorecerá a los
mayores y mejor organizados oligopolios, que desplazarán a sus rivales de los
mercados. La “selección darwiniana de los más aptos” despejará el camino para
nuevas fusiones y alianzas empresariales, enviando a los más débiles a la
quiebra y aumentando la centralización y concentración de los capitales.
10. Segundo dato significativo: acelerado aumento del desempleo. En un reciente
artículo Ignacio Ramonet aportó los grandes números sobre el tema. Allí nos
informa que la OIT estima que el número de desempleados en el mundo (unos 190
millones en 2008) podría incrementarse en 51 millones más a lo largo de 2009. Y
recuerda que los trabajadores pobres (que ganan apenas dos euros diarios) serán
1.400 millones, o sea el 45% de la población económicamente activa del planeta.
En esa misma nota Ramonet afirma que en Estados Unidos la recesión ya destruyó
3,6 millones de puestos de trabajo, a un ritmo nunca visto. La mitad durante los
últimos tres meses. El total de desempleados ya asciende a 11,6 millones. Y
firmas gigantes como Microsoft, Boeing, Caterpilar, Kodak, Pfizer, Macy's,
Starbucks, Home Depot, SprintNextel o Ford Motor planean desprenderse de 250.000
asalariados en 2009. En la UE, el número de desempleados es de 17,5 millones,
1,6 millones más que hace un año. Y para 2009, se prevé la pérdida de 3,5
millones de empleos. En 2010, la desocupación escalará hasta el 10% de la
población activa. En Sudamérica, también según la OIT, en 2009, se registrará un
aumento de 2,4 millones de desempleados. Si bien los países del Mercosur
(Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay), así como Venezuela, Bolivia y Ecuador,
podrían capear el temporal, varios Estados centroamericanos así como México y
Perú, por sus estrechos lazos con la economía estadounidense, serán fuertemente
golpeados por la crisis. [4]
11. Por lo tanto, estamos ante una crisis que afecta a todos los sectores de la
economía: la banca, la industria, los seguros, la construcción, la agricultura,
la minería, etcétera y que se disemina por todo el conjunto del sistema
capitalista internacional. El “contagio” se produjo de inmediato en los
capitalismos desarrollados y luego pasó a diseminarse rápidamente por la
periferia. Cuánto más vinculados con la dinámica de los capitalismos centrales
se encuentren estos países -como por ejemplo México u otros por su condición de
signatarios de TLCs con Estados Unidos- más rápida será la propagación de la
crisis y más profundos y perjudiciales serán sus efectos.
12. Mecanismos principales de transmisión de la crisis son los ajustes en los
planes de producción de las grandes transnacionales, que dominan casi sin
contrapeso las economías latinoamericanas. Decisiones que se toman en los
centros mundiales y que afectan a las subsidiarias de la periferia generando
despidos masivos, interrupciones en las cadenas de pagos, caída en la demanda de
insumos, etcétera. En el artículo ya citado Ignacio Ramonet observa que “Grecia
ha prohibido a sus bancos que socorran a las sucursales en otros países
balcánicos. EEUU ha decidido apoyar a las Big Three (Chrysler, Ford, General
Motors) de Detroit, pero sólo para que salven sus plantas en el país. No ayuda a
las multinacionales extranjeras (Toyota, Kia, Volkswagen, Volvo) instaladas en
su territorio. Francia y Suecia han anunciado que condicionarán las ayudas a sus
industrias automotoras: sólo podrán beneficiarse los centros ubicados en sus
respectivos países. La ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, declaró
que el proteccionismo podía ser "un mal necesario en tiempos de crisis". El
ministro español de Industria, Miguel Sebastián, insta a "consumir productos
españoles".” Y Barack Obama, agregamos nosotros, promueve el “buy American! ”
13. Otras fuentes de propagación de la crisis, en la periferia, son:
a. La caída en los precios de las commodities que exportan los países
latinoamericanos y caribeños, con su secuelas recesivas y el aumento de la
desocupación.
b. Drástica disminución de las remesas de los emigrantes latinoamericanos y
caribeños residentes en los países desarrollados. Hay que recordar que en
algunos casos las remesas son el ítem más importante en el ingreso internacional
de divisas, por encima de lo obtenido por las exportaciones.
c. Retorno de los emigrantes, deprimiendo aún más el mercado de trabajo,
aumentando el desempleo, reduciendo los salarios y comprimiendo el nivel de
consumo.
14. Pero la crisis actual muestra facetas más preocupantes que las dos grandes
depresiones del siglo diecinueve y el siglo veinte:
a. En primer lugar porque la que estalló en la segunda mitad del año pasado se
conjuga con una profunda crisis del paradigma energético predominante basado en
el uso irracional y predatorio del combustible fósil, un recurso finito y no
renovable, lo que requiere imperativamente su reemplazo. La superposición de
esta crisis con la crisis general del capitalismo agrava las cosas al tornar
impostergable el inicio de una costosa y difícil transición hacia un paradigma
energético alternativo basado en fuentes no fósiles y renovables. Tarea
enormemente costosa y de por sí, en condiciones normales, nada sencilla para
realizar; mucho menos ahora, cuando urge hacerla bajo condiciones tan
desfavorables como las de la crisis de nuestros días. [5]
b. En segundo lugar porque esta crisis coincide con la creciente toma de
conciencia de los catastróficos alcances del cambio climático. Enfrentar esta
amenaza, que pone en juego el destino mismo de toda forma de vida en el planeta
tierra, supone significativos ajustes en la estructura económica que decretarán
la obsolescencia de algunas gigantescas empresas y facilitarán el surgimiento de
nuevas unidades productivas. En otras palabras: se acelerará y profundizará la
pugna inter-burguesa en el seno de las clases dominantes del sistema
imperialista y las autoridades estatales tendrán que demostrar una firmeza
extraordinaria para lograr imponer una solución al desafío ecológico.
c. Agréguese a lo anterior la crisis alimentaria, agudizada por la pretensión
del capitalismo de mantener un irracional patrón de consumo que ha llevado a
reconvertir tierras aptas para la producción de alimentos en campos destinados a
la elaboración de agrocombustibles. El efecto de esta política ya ha sido puesto
de manifiesto en los grandes aumentos experimentados por algunos items básicos
de la canasta alimentaria de América Latina como el maíz, provocando una
descontrolada alza de precios de la tortilla en México y otros países.
15. Pero la crisis recién comienza: Obama reconoció que no hemos tocado fondo
todavía, y que “tal vez los EEUU deban elegir un nuevo presidente…” Un agudo
comentarista de esta crisis, Michael Klare, escribió días pasados que “si el
actual desastre económico se convierte en lo que el presidente Obama ha
denominado ‘década perdida’, el resultado podría consistir en un paisaje global
lleno de convulsiones motivadas por la economía.” [6]
16. No deja de ser sumamente significativo que frente al optimismo de varios
gobernantes latinoamericanos que hablan de que sus economías están “blindadas”
para resistir a pie firme a la crisis, el ocupante de la Casa Blanca piense que
es muy posible que un verdadero desastre económico se precipite sobre el corazón
del imperio ocasionando la pérdida de una década de crecimiento.
a. Los antecedentes históricos avalan ese pesimismo: en 1929 la desocupación en
EEUU llegó al 25 %, al paso que caían los precios agrícolas y de las materias
primas. Pero 10 años después, y pese a las radicales políticas puestas en marcha
por Franklin D. Roosevelt (el New Deal), la desocupación seguía siendo muy
elevada (17 %) y la economía no lograba salir de la depresión. Sólo la Segunda
Guerra Mundial puso fin a esa etapa. Y ahora, ¿por qué habría de ser más breve?
b. La depresión de 1873-1896, duró ¡23 años! Los factores que
la precipitaron fue el colapso de la Bolsa de Valores de Viena, producido
también por una burbuja especulativa ligada al precio de la tierra en París y
las grandes construcciones que comenzaron en esa ciudad luego de la derrota
francesa en la guerra Franco-Prusiana. Las reparaciones de guerra exigidas a los
franceses y los grandes pagos que debían efectuar a favor de Alemania
contribuyeron a crear las condiciones de la crisis, así como la especulación de
tierras que se inició en Estados Unidos una vez finalizada la Guerra Civil
relacionada con la construcción de grandes emprendimientos ferroviarios que
originó otra burbuja que estalló en 1873.
c. Dados estos antecedentes, ¿por qué ahora saldríamos de la actual crisis en
cuestión de meses, como vaticinan algunos publicistas y “gurúes” de Wall Street
y sus “repetidores” en la periferia del sistema.
17. No se saldrá de esta crisis con un par de reuniones del G-20, o del G-7.
Tampoco apelando a los inmensos rescates dispuestos por los gobiernos de los
capitalismos metropolitanos. Si una prueba hay de su radical incapacidad para
resolver la crisis es la respuesta de las principales bolsas de valores del
mundo luego de cada anuncio o cada sanción de una ley aprobatoria de un nuevo
rescate: invariablemente la respuesta de “los mercados”, en realidad, de los
oligopolios que los controlan a su antojo, es negativa, y las bolsas vuelven a
caer. No es suficiente, dicen. Necesitamos más y más. Si fuera preciso,
socializar toda la riqueza producida por el planeta y destinarla a preservar la
integridad de nuestros intereses y la santidad de nuestro patrimonio.
a. Según atestigua George Soros “la economía real sufrirá los efectos
secundarios, que ahora están cobrando brío. A estas alturas, la reparación del
sistema financiero no impedirá una recesión mundial grave. Puesto que en estas
circunstancias el consumidor estadounidense ya no puede servir de locomotora de
la economía mundial, el Gobierno estadounidense debe estimular la demanda. Dado
que nos enfrentamos a los retos amenazadores del calentamiento del planeta y de
la dependencia energética, el próximo Gobierno debería dirigir cualquier plan de
estímulo al ahorro energético, al desarrollo de fuentes de energía alternativas
y a la construcción de infraestructuras ecológicas. Este estímulo podría
convertirse en la nueva locomotora de la economía mundial.” [7] Bonitas palabras
pero, ¿que grados de viabilidad tiene una propuesta como ésta, que ataca al
consumismo norteamericano, al poder de los grandes lobbies vinculados a las
industrias del petróleo y automovilística, y que implica ampliar
extraordinariamente las capacidades de intervención y gestión directa del
estado?
18. Se abre por lo tanto un largo período de tironeos y negociaciones para
definir de qué forma se saldrá de la crisis, quienes serán los beneficiados y
quienes deberán pagar sus costos.
a. Conviene recordar que en1929, el armado de Bretton Woods, el diseño de la
arquitectura económica y financiera internacional que resultó fundamental para
la recuperación de la posguerra, llevó casi un año de arduas negociaciones, que
culminaron con la Conferencia que tuvo lugar en esa ciudad de New Hampshire
entre el 1 y el 22 de Julio de 1944.
b. Que tales acuerdos, concebidos en el marco de la fase keynesiana del
capitalismo, coincidieron con la estabilización de un nuevo modelo de hegemonía
burguesa que, producto de las consecuencias de la guerra y la lucha anti-fascista
tenía como nuevo e inesperado telón de fondo el fortalecimiento de la
gravitación de los sindicatos obreros, los partidos de izquierda y las
capacidades reguladoras e interventoras de los estados.
19. ¿Es razonable esperar un desenlace similar a la crisis actual? Cualquier
pronóstico en una situación tan volátil como ésta es sumamente arriesgado, pero
de partida nomás hay que tener en cuenta que existen varias significativas
diferencias entre los respectivos contextos globales de la crisis.
a. En primer lugar, ya no está la URSS, cuya sola presencia y la amenaza de la
extensión hacia Occidente de su ejemplo inclinaba la balanza de la negociación a
favor de la izquierda, sectores populares, sindicatos, etc. Si la burguesía
europea se avino a negociar y aceptar algunas conquistas de los trabajadores no
fue sólo por el empeño y la fuerza por éstos demostradas a lo largo de muchos
años de lucha. También jugó un papel muy importante la sombra que la URSS
proyectaba sobre todas esas negociaciones y esos compromisos.
b. En la actualidad China ocupa un papel incomparablemente más importante en la
economía mundial que el que en su tiempo tuviera la URSS, pero sin una
importancia paralela reflejada en la política mundial. La URSS, en cambio, pese
a su debilidad económica era una formidable potencia militar y política. Gracias
a ello era un “jugador” de primer orden en los principales terrenos de la
política mundial. China es una potencia económica, pero con escasa presencia
militar y política en los asuntos mundiales, si bien está comenzando un muy
cauteloso y paulatino proceso de reafirmación de sus intereses en la política
mundial.
c. Pese a estas salvedades China puede llegar a jugar un papel positivo para la
estrategia de recomposición económica de los países de la periferia. Golpeada
también por la crisis, Beijing está gradualmente reorientando sus enormes
energías nacionales hacia el mercado interno. Por múltiples razones que sería
imposible discutir aquí es un país que necesita que su economía crezca al 8 %
anual, sea como respuesta a los estímulos de los mercados mundiales o a los que
se originen en su inmenso –y sólo parcialmente explotado- mercado interno. De
confirmarse ese viraje es posible predecir que China seguirá necesitando muchos
productos originarios de los países del Tercer Mundo, como níquel, cobre, acero,
petróleo, soja y otras materias primas y alimentos.
d. En la Gran Depresión de los años 30, en cambio, la URSS tenía una muy débil
inserción en los mercados mundiales. Se puede decir que era prácticamente
autárquica y que, por lo tanto, no podía jugar ningún rol significativo en la
crisis, sobre todo en materia económica. Podía movilizar, no sin dificultades,
los partidos comunistas articulados en la Tercera Internacional. No era poco,
pero tampoco era suficiente. Hoy con la China es distinto: podrá seguir jugando
un papel muy importante y, al igual que Rusia e India (aunque éstas en menor
medida) comprar en el exterior las materias primas y alimentos que necesite, a
diferencia de lo que ocurría con la URSS en los tiempos de la Gran Depresión.
e. En los 30s la “solución” de la crisis se encontró en el proteccionismo y la
guerra mundial. Hoy, aunque se quisiera, el proteccionismo tropezará con muchos
obstáculos debido a la interpenetración de los grandes oligopolios nacionales en
los distintos espacios del capitalismo mundial. La conformación de una burguesía
mundial, arraigada en gigantescas empresas que, pese a su base nacional, operan
en un sinnúmero de países, hace que la opción proteccionista en el mundo
desarrollado sea de escasa efectividad en el comercio Norte/Norte y las
políticas tenderán -al menos por ahora y no sin tensiones- a respetar aunque sea
a regañadientes los parámetros establecidos por la OMC. La carta proteccionista
aparece como mucho más probable cuando se la aplique, como seguramente se hará,
en contra del Sur global. Bajo estas condiciones, una guerra mundial motorizada
por “burguesías nacionales” del mundo desarrollado dispuestas a luchar entre sí
por la supremacía en los mercados es prácticamente imposible porque tales
“burguesías” han sido desplazadas por el ascenso y consolidación de una
“burguesía imperial” dueña de un proyecto de dominación mundial, que
periódicamente se reúne en Davos para coordinar estrategias y técticas y para la
cual la opción de un enfrentamiento militar constituiría un fenomenal
despropósito. Pero eso no quiere decir que esa “burguesía imperial” no apoye,
como lo ha hecho hasta ahora con las aventuras militares de Estados Unidos en
Irak y Afganistán, la realización de otras operaciones militares en la periferia
del sistema, necesarias para preservación de la rentabilidad del complejo
militar-industrial norteamericano e, indirectamente, para los grandes
oligopolios de los demás países.
(continúa)..... |