EL
TABLÓN: El artículo de hoy
¡Destruya ya, muera mañana!
Michel Balivo
(Tiendas, indios y la Venezuela azul)
En un artículo anterior escribí que estábamos de
nuevo en el sin ley, lejano y salvaje oeste de duelos de pistoleros donde cada
cual se las arreglaba como podía, aunque ahora se trate de que las legislaciones
protejan los paraísos fiscales y los especuladores que vacían descaradamente los
ahorros de las mayorías y además reciben ayuda del gobierno, es decir de los
mismos fondos de los contribuyentes estafados.
Mientras que la gente de a pie es dejada totalmente desamparada y a su merced.
Pero ahora me encuentro en las noticias que también están volviendo los indios y
sus carpas o tiendas. El oeste está retornando completo. Nada menos que en los
parques y plazas de Sacramento, California, uno de los estados emblemáticos del
estilo neoliberal moderno de vida.
Indigentes, (¿derivará de indígenas la palabrita?), y desempleados están
acampando con tiendas y todo, porque han perdido sus casas y no tienen donde
vivir. Sin servicios de agua, luz o gas, sin baños ni cloacas. Por lo cual las
autoridades sanitarias previenen ya posibles plagas y enfermedades y proponen
establecer esos servicios. ¡Qué tal! ¿No es maravilloso?
Ahora Hollywood no tendrá que invertir millones de dólares sin respaldo en
extras, y podremos ver muchas más superproducciones. Mientras tanto, en
Venezuela hemos elegido caminos mucho más esforzados y engorrosos, ajenos a esta
liviana atmósfera de la modernidad, la inmediatez, la impunidad por lo que hagas
ya se trate de consecuencias en el reino natural o humano.
En otras palabras somos retrógrados, queremos volver a un pasado que se ha
demostrado inviable, somos trogloditas, “Trucutrus”. Así el gobierno invierte en
carreteras, represas para electricidad, canalización para riego, maquinaria,
tecnología, semilla, capacitación, préstamos a bajísimos intereses con años
muertos y 20 años para pagar.
Produce o genera electricidad, agua, gas, combustible y abonos a muy bajos
precios. Esto ha incidido positivamente en la producción agraria y pecuaria, los
campos abandonados comienzan a ser nuevamente cultivados y culturizados, porque
hasta hoy no conocían los avances de las tecnologías. Ya nos autoabastecemos en
varios rubros y ganamos terreno en otros.
Así que cuando los campesinos sacan hasta la carretera todo lo producido a bajos
costos con su esfuerzo y la ayuda del gobierno, felices los esperan los camiones
de los intermediarios para comprárselos nuevamente a precios irrisorios y
multiplicar sus ganancias al revenderlos, contrabandearlos, acapararlos,
especular.
Y por supuesto sus medios de comunicación informan imparcialmente a los
usuarios, que es el gobierno el que tiene la culpa del desabastecimiento y la
inflación. Los terratenientes con toda razón gritan histéricamente contra la
reforma agraria que expropia y distribuye tierra a los campesinos. Las
corporaciones lo acusan de inconstitucionalidad al intervenir sus procesadoras
de alimentos para asegurar la dieta básica de las mayorías.
Los contrabandistas, delincuentes, los traficantes de droga, órganos y esclavos,
a quienes gobernaciones anteriores entregaron carreteras, puertos y aeropuertos
para administrar, (también construidos por el gobierno), van a acudir a la OEA y
la ONU para dar testimonio de que se están violando flagrantemente sus derechos
humanos, son minorías groseramente discriminadas.
Estamos atentando contra la sacrosanta libre empresa y mercado, contra la divina
propiedad privada, contra el todopoderoso privilegio de que cada cual, siempre y
cuando tenga dinero y poder, o al menos un apellido que le de cierta clase y
estilo, haga con el ecosistema, el ambiente y la gente, lo que le venga en gana.
Violamos el libre albedrío. ¡Vaya osadía!
Y todo para darle de comer a unos menesterosos pata en el suelo, sin ninguna
distinción ni “look de moda” que nada agradecerán, porque creen que son dueños y
merecedores de todo sin haber hecho jamás ningún esfuerzo, como no haya sido el
de hacerlos ricos a ellos.
Ahora el gobierno central o nacional, ha decidido recuperar la administración y
mantenimiento de esas carreteras, puertos y aeropuertos totalmente deteriorados.
Y por supuesto los gobernadores que reciben su tajada de ese pastel se sienten
molestos. Porque eso siempre se ha considerado parte de la “cartera” y era el
objetivo de la descentralización.
En otras palabras, ¿qué sentido tiene toda una esforzada trayectoria política,
si cuando finalmente te ganas democráticamente un puestito no puedes meter la
mano en la cartera y resolverte de por vida? No se trata de que sean
gobernadores de oposición y se quejen de todo lo que haga el tiránico y
totalitario gobierno central, no,
Es solo que todos tenemos nuestro corazoncito y nuestras justas aspiraciones
humanas. Y si cuando luego de la esforzada carrera, cuando estás llegando a la
meta y crees que lo has logrado, te alejan la señal de llegada por varios
kilómetros, ¿cómo esperan que uno se sienta? Por otra parte, cuando el
presupuesto es limitado y no te permite hacer todo lo que deseas con tanto afán
por tu pueblo, ¿no es hasta heroico que entregues la administración de las obras
y servicios públicos al mejor postor, para hacer que esos dividendos se
conviertan en circulante y lleguen por goteo hasta a las más alejadas aldeas y
caseríos?
Que los que puedan hacer mejores ofertas sean los narcotraficantes para lavar su
dinero, es un detalle secundario cuando se sopesa con el noble principio que los
guía. Además ni siquiera lo sabías, fuiste vilmente engañado como todos. O tal
vez fueron deslumbrados por el sonido de las tintineantes monedas deslizadas
subrepticiamente en sus bolsillos. Un pecadillo menor.
A fin de cuentas, ¿somos humanos no? ¿Y a quien no le gusta recibir dinerillo
rápido y fácil? Vivimos en una época donde hemos superado las estúpidas,
arbitrarias y discriminatorias limitaciones que nos imponía la naturaleza, (¿o
es que acaso nos consultó democráticamente si deseábamos sufrir hambre y sed y
trabajar para satisfacerlas?). Ahora nuestros héroes son los Madoff y Stanford,
que nos han mostrado el camino para vivir sin esfuerzo especulando con papeles e
hipotecas sin respaldo, comprando en cualquier supermercado lo necesario.
¿No resulta retrógrado y obsoleto querer volver al campo a producir alimentos,
expropiando y estropeando además para ello las magníficas haciendas de miles de
hectáreas improductivas? ¿Qué importa que mientras declamamos acuerdos para
combatir el narcotráfico este nos infiltre crecientemente y se convierta en
paraestado? ¿Qué importa que cualquier día de estos nuestros hijos tengan que
prostituirse y drogarse para poder comer? ¿Qué importa que irreflexivamente se
destruya al ambiente y al ser humano para ganar más dólares?
Lo único relevante es aliviar el esfuerzo aquí y ahora, aunque miles de millones
de seres humanos, sin perder el tiempo en mencionar el agotamiento creciente de
todas las especies de los demás reinos, estén enfermando y muriendo por
contaminación e inanición.
En esta atmósfera de liviandad moderna, que ya supera la densa y molesta
gravedad a que están sujetos nuestros cuerpos, cada vez más cercanos a
ingrávidos paraísos, ¿no es acaso retrógrado el gobierno Venezolano y otros
cuantos que apuntalan la misma dirección de esfuerzo, contra la cual ha luchado
la especie humana durante todo su historia?
¿Cómo es que se atreven a querer naturalizarnos, zoologizarnos otra vez? ¿Cómo
osan poner irritantes despertadores que nos sobresalten en medio de nuestro
hermoso sueño? Imagínense no más. En el último Aló Presidente festejaban con la
anuencia y complacencia de la FAO, el ser el primer país que eliminaba la pesca
de arrastre. ¿Y ahora qué? ¿Otra vez a pescar?
Comentaban que junto con el gobierno de Noruega, están experimentando jaulas
marinas en las que cultivan peces con una producción de 80.000 kilos anuales,
mientras un pescador artesanal solo recoge 25.000 al año. Decían que así,
intermediando inteligentemente con la naturaleza se aliviaba al hombre, al mar y
sus especies en vías de extinsión. ¿De qué inteligencia nos hablan, cuando hasta
ahora todo lo que teníamos que pensar y hacer era ir al supermercado por
pescados?
Ahora ya no están conformes con llamarle Venezuela bolivariana, agregarle
estrellas a las banderas y cambiar la dirección de los caballos en los escudos,
se inventaron una “Venezuela Azul”. Dicen que dos tercios de la superficie
planetaria son aguas, más del 50% de sus especies están diezmadas, y 99% de
nuestros alimentos los obtenemos de una tierra agotada. En otras palabras,
¡ahora a trabajar en el mar, el doble de superficie y de esfuerzo! ¡No mejora
nada el enfermo!
Casi al mismo tiempo una fundación alemana sin fines de lucro, que hiede a
pescado descompuesto y comunismo le da un premio a Chávez porque supuestamente
democratizó la música. Ese premio se llama nada menos que Planeta Azul. Díganme
uds. si no es demasiada casualidad. Es que repartiendo petrodólares todo es
posible.
¡Y para colmo se dan el lujo de hablar del nuevo hombre y la nueva tierra! Se
apropian de Jesús bajándolo del Cielo y convirtiéndolo en un barbudo
revolucionario. Cuando lo que han hecho es dividir al país en dos. Los dueños de
todo y todos, sus medios de producción y comunicación, gracias a los cuales
podemos trabajar, comer y enterarnos de sus marramucias.
Y las grandes mayorías engañadas y puestas en contra de sus benefactores, como
hicieron hace doscientos años con Bolívar que terminó solo, expatriado,
abandonado, enfermo. Y el resultado son estos diez años de creciente conflicto,
en lugar del tranquilo país en el que vivíamos como hermanos sin importar
clases, razas ni religiones.
¿Qué motivación o sentido tiene ahora cualquier iniciativa y esfuerzo, si todo
te lo quitan para dárselo a los ignorantes e improductivos que tendrán lo mismo
que tú? ¿Cuándo y cómo entonces terminará o se mitigará al menos nuestro
esfuerzo y sufrimiento?
¿O es que ahora todo pasará a manos de un ineficiente y torpe Estado y nos
impondrán un nuevo mito y culto, por el cual tendremos que aspirar a “su
realización” en lugar de la nuestra y adorarlo en lugar de los dioses? Y para
peor, parece que aún con la desinteresada ayuda de nuestros amigos usamericanos,
esta irracionalidad no solo no termina sino que crece y crece.
Acaba de ganar otro candidato en el Salvador que aparenta, (Dios quiera me
equivoque), seguir esos mismos locos caminos, financiado por Chávez que será
quien gobierne también allá. ¡Si hasta la Corte Electoral del Salvador decía
públicamente que Chávez era el tercer candidato! La locura nos está rodeando
crecientemente sin que nada podamos hacer. Tal vez como los dioses indígenas en
la época del salvaje oeste, nuestros dioses se han vuelto ciegos y sordos
también, dejándonos desamparados y por nuestra cuenta.
Tendremos que echar mano al alcohol, las drogas, la pornografía, el nihilismo,
el epicureismo, el estoicismo, los palos de fuego, para aliviar este
insoportable estrés, asesinando y suicidándonos, ya que somos impotentes
víctimas de este manicomio que se lleva por delante hasta a los más poderosos.
No mi hermano, la historia no se terminó, se volvió loca. Está de remate. Y
nosotros somos sus prisioneros. Justo cuando teníamos al alcance de las manos la
eternidad. ¿Por qué a nosotros? ¿Qué pecado hemos cometido? ¿Cómo es que de
repente sucedió, irrumpió todo esto? Si vivíamos tan pacíficamente como los
primeros grupos humanos y todo parecía ir de maravilla. ¿De dónde salió esta
pesadilla que como una oscura atmósfera de tormenta nos rodea, persigue y
penetra como la misma respiración al aire? ¡Pellízcame, dame una bofetada,
lastímame por favor!, a ver si la intensidad del dolor supera el sopor de este
mal sueño y me despierta.
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Así más o menos corren los acelerados tiempos presentes en la confundida y
divagante conciencia colectiva. Los argumentos dramáticos van cambiando como los
vestidos de cada época, pero el guión esencial es siempre el mismo. En algún
momento, de algún modo la conciencia humana despertó de su niñez sintiéndose
atrapada en un cuerpo, en un mundo natural. “Como semidioses caídos de su patria
original con un planeta por prisión”.
Desde entonces la vida se ha ido convirtiendo progresivamente en un peso, del
que cada intento de alivio nos atrapa en nuevas, más amplias, engorrosas y
pesadas redes de opresión. Esa arcaica pero siempre nueva sensación de esfuerzo,
alienación, soledad, encerramiento, es la que estimula toda nuestra historia,
sueños y luchas liberadoras contra todo tipo de opresión.
Todo pensamiento, por abstracto o elevado que sea ha de tener su correlato
sensual, intracorporal, porque de otro modo las respuestas al mundo no tendrían
la menor coherencia ni aliviarían los sistemas de tensión, el dolor que el
hambre genera de no ser satisfecha por ejemplo. A medida que las respuestas se
acumulan, se hacen más complejas, y se van organizando superestructuras
intelectuales, teologías, filosofías, ideologías.
Estas visiones que dan dirección al humano accionar en y hacia el mundo, operan
como nuevas resistencias a la expresión de la vitalidad, como mayor peso que
exige más esfuerzo, que genera mayor cansancio. Esto es así, porque en una
organización mental que posibilita la libertad de elegir, necesariamente opera
la duda, desorientación, incertidumbre.
La vida, las actividades humanas oscilan entre las polaridades de este
pensamiento ingenuo que intenta encontrar direcciones válidas, de alivio a su
creciente tensión, en medio de la desorientación y confusión, pero que en la
mayoría de los casos no logra sino traducir desapercibidamente a imágenes del
paisaje, sus propios estados de ánimo y sensualidad exacerbada.
En un extremo tenemos al dogmatismo, correlato de la parálisis del pensamiento y
la actividad, que se expresa como que Dios, un ser externo creó al mundo
completo y para siempre. Por tanto hay o ha de haber una autoridad y leyes
estrictas que obedecer, de no hacerlo sobrevienen los castigos, el dolor, el
sufrimiento, la angustia mental, lo inesperado, la interrupción de los hábitos y
creencias, de la “normalidad”.
En el otro extremo tenemos al anarquismo, expresión ingenua del deseo de
liberarnos de esos estados de temor, depresión, ensimismamiento, separación,
esfuerzo; intentos de dinamizar esa inercia resistente a la movilidad vital de
la intimidad. Y en los hechos todo esto se expresa y puede estudiarse en las
religiones, en las ideologías, en las organizaciones sociales, en los sentidos o
direcciones temporales de vida. En el sueño y los ensueños diurnos.
Y por supuesto puede comprobarse como trasfondo operante y desapercibido, de las
confrontaciones entre diferentes visiones de como podemos liberarnos de esas
opresiones, esfuerzos, y los mundos que conciben o sueñan. Ya sea que hablemos
de guerras entre pueblos o naciones, como de luchas entre clases, géneros,
generaciones, razas, religiones.
En última instancia ambos extremos del pensamiento solo son ideales
irrealizables, porque conciben y tratan de operar sobre una imagen externa y
estática del mundo. No hemos logrado aún reconocer que todas esas visiones o
modelos directrices de nuestro accionar colectivo, son traducciones
intelectuales de nuestra sensaciones, íntimas, vegetativas, corporales.
En otras palabras, manejamos toda la información como proveniente de sentidos
externos, sin comprender que tienen su correlato íntimo, sentido, visceral y
sensual, es decir su información de sentidos internos también. En consecuencia
intentamos cambiar nuestras sensaciones de esfuerzo, cansancio, soledad, temor,
escepticismo, nuestros crecientes sistemas de tensiones manipulando
intermediadamente al mundo.
Un ejemplo de ello es la resultante acumulativa de explotación de crecientes
grupos humanos, que no es sino una transferencia de las sensaciones de esfuerzo,
de estrés creciente del que deseamos desembarazarnos. De ese modo concebimos
complejos modos de organizar las actividades sociales y ponerles precios a su
productos para poder controlar los flujos de dinero.
Obviamente el sistema de tensiones íntimas no se procesa ni termina de ese modo,
solo se reproduce como continuas y crecientes luchas o dialéctica histórica,
como incertidumbre sin fin a futuro. Y si alguna duda podemos tener, basta con
observar como esa violencia nos estalla ahora en la cara, pero también dentro de
nuestros cuerpos como somatización en su clímax.
Es que no solo tú o un grupo, desean liberarse de la opresión y esfuerzo que les
imponen sus cuerpos y sociedades. Ese anhelo vive, palpita en todo ser humano.
Por lo cual la formación de bandos sociales y su confrontación creciente es
inevitable a medida que aumenta la opresión y el sufrimiento, los sistemas de
tensión, la violencia interna. El desmoronamiento del modelo, la desorganización
social y la desintegración orgánica son entonces su correlato inevitable
Solo cuando reconozcamos que la violencia que sentimos, vemos y sufrimos en el
mundo, es el correlato intelectual y conductual de la que sentimos en la
intimidad, comenzaremos a rechazar todo tipo de violencia visceralmente,
corporalmente. Porque comprenderemos que la reproducimos, la contagiamos en
nuestras visiones y conductas.
Entonces finalmente dejaremos de buscar autoridades y responsables externos,
castigadores y premiadores. Estaremos ya en capacidad de comenzar a intentar
organizar visiones del mundo y sociedades más justas, pacíficas, solidarias. La
oscura y tormentosa noche de la atmósfera que respiramos ahora, comenzará a
descargarse y amanecerán días más calmos, relajados.
Si alguien me dice que ese proceso será sumamente conflictivo y que la humanidad
y el planeta completo puede perecer en el intento. Le recordaré que todo
pensamiento, visión y conducta, tiene su correlato sentido y sensual. Es en la
traducción ingenua de esas sensaciones internas a imagen que dispara y
direcciona conductas, que se produce y multiplica el error o el acierto.
Por lo tanto es en la actividad despierta e intensificada de la conciencia, que
esta puede apercibir su actividad, sus operaciones, puede hacerse conciente de
sí y ganar el manejo de su energía, de sus imágenes. Por tanto el conflicto, el
elevado nivel de tensiones puede convertirse en el combustible apropiado para
una visión del mundo que impulse con fe las nuevas conductas solidarias.
Las visiones esenciales de estas dos direcciones, la del error y la del acierto,
son sencillas. ¿Adónde puede conducir una dirección de vida evasiva de nuestra
violencia íntima, donde lo único que importa es acumular dinero como si nos
comprara el pasaje al paraíso y sin importar los medios para conseguirlo? La
respuesta la tienes enfrente de ti, está sucediendo.
¿Donde alternativamente puede conducirnos una visión de solidaridad donde todos
compartamos generosamente nuestros dones o habilidades y sus frutos, donde todos
nos ocupemos de todos, y por tanto no haya temor al futuro desamparo ni
necesidad de ponerle precio a cada cosa, salvo para facilitar los intercambios?
Simplemente experimenta lo que cada dirección de la imaginación desencadena en
tu intimidad y decide cual es la libre elección más apropiada para ti. Pero no
la dejes a nivel de ideas y palabras, ni siquiera a nivel de voto por opciones
políticas dadas. Practícala en tu accionar cotidiano, descubre las resistencias
que ello moviliza y aprende a superarlas renunciando a opciones violentas,
impositivas.
La vida es aquí ahora en dinámica relación, acción tras acción, elección tras
elección. No hay personas ni mundos estáticos, hechos para siempre, iguales a sí
mismos eternamente. Sino consecuencias conductuales o reacciones a cada una de
tus acciones, gracias a las cuales, si te mantienes atento y sensible, puedes
reconocer errores y corregirlos, así como aciertos y entonces afirmarlos. Así es
como abres o cierras caminos a tus intenciones y acciones.
Un pequeño detalle como epílogo para los que aún ensoñamos mundos salvajes, sin
ley. Las leyes del ecosistema universal no son resultantes de la experiencia y
conocimiento humano, sino la condición de su existencia. Por lo cual el único
modo de que esas leyes dejaran de limitarnos, sería que las interiorizáramos
haciéndolas concientes,
En otras palabras que fuésemos en pensamiento y conducta esas leyes. Si
existiera la posibilidad de anularlas sin interiorizarlas, no sobrevendría un
mundo liberal, sino el caos y la desintegración. La libertad es como un colibrí,
como un pez que nada río arriba. La conciencia ha de aletear a suficiente
velocidad o intensidad , para permanecer en una dirección o lugar. |