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La primera guerrilla argentina (II)
Entrevista con Félix Seravalle, comandante de los Uturuncos
JC.: ¿Cómo es el nombre de Chaúd?
Seravalle: Nosotros le decíamos el Negro Chaúd... el que tenía sastrería, hacía
ropa para hombres. El Toto Elías... Díaz Ruiz, un muchacho que desapareció luego
de que fuera intendente en Santiago... muy buen compañero, ese está desaparecido
en Tucumán... y el Negro Uriondo que después fue... (se ríe) diputado
nacional... Se da cuenta... él era el más chico, tendría 16 años... Se
entusiasmaron con la idea. El asunto del operativo de Frías fue así:
A mí me llamó el gobernador Eduardo Miguel, a través del arquitecto Del Vitto,
que era ministro de Obras Públicas... Como sabía que formábamos parte de la
Resistencia de Santiago del Estero, junto con el Negro Ibáñez que fue concejal
por La Banda fuimos a la Casa de Gobierno y nos mostró que había llegado una
cantidad de armamento nuevo... -ahí es cuando aparecieron las primeras
ametralladoras PAM-...
J.C: ¿En la Casa de Gobierno?...
Seravalle: ...en la Casa de Gobierno... donde es ahora la Jefatura de Policía...
ahí él nos hizo subir...
J.C.: Para quién eran esas armas... ¿para la
policía?
Seravalle: Eran para la policía. Se hablaba de un supuesto golpe a Frondizi, y
entonces, como nosotros teníamos un Comando, que nos reuníamos en Tucumán...
J.C.: Eduardo Miguel les sugirió en aquella
oportunidad que si actuaban tendrían apoyo del gobierno...
Seravalle: Sí, justamente. Julito Santillán sabía ser vicegobernador... de aquí
de La Banda, el ingeniero. Bueno, entonces programamos un operativo para tomar
la Policía, la noche del 24. El doctor Carral Tolosa, que vivía en esa época en
la calle Sáenz Peña, nos había preparado una damajuana de vino porque decía "qué
santiagueño no toma vino la noche de Navidad"... con un narcótico... pero saltó
uno y dijo: "¿pero si hay alguno que no toma vino?..." bueno, esa fue una
duda... Sabíamos cuántos eran los policías que estarían en la Casa de Gobierno
esa noche y cuántos seríamos nosotros... nosotros éramos veintidós...
J.C.: ...el vino era para invitarles a los
policías, por cierto...
Seravalle: ...ah!... en nombre del gobernador íbamos a invitarles, diciéndole
que él había ordenado. Ya teníamos apalabrado a René Espeche, que era
sindicalista de Luz y Fuerza, que con sus hombres de Agua y Energía iban a
cortar la luz, y ya habíamos hablado con los compañeros de la telefónica
también, para dejar incomunicada esa zona.
JC.: Iba a ser un operativo grande...
Seravalle: Claro, el bocado iba a ser demasiado grande... Entonces alguien dijo:
"si sacamos esas armas... ¿a quién se las damos después?" Tienes razón, le
dije... entonces, como variante, se me ocurrió que vayamos a Frías (una
comisaría más chica). Y justo. Dio la casualidad que yo había trabajado en Obras
Sanitarias un tiempo y cuando vino la revolución de Aramburu nos dejaron
cesante; ahí había formado una célula peronista. De Obras Sanitarias sacamos el
camión.
Yo le imité la voz del viejo Alejandro Urlengue, que era el jefe del Taller, ahí
en la calle Patagonia y Roca. Y le di la orden al sereno, de que se vaya a su
casa a pasar la Navidad, cosa de no tener que violentar nada. Y el tipo se mandó
a mudar. Aproveché que había trabajado en Obras Sanitarias y saqué un camión, un
Ford 7.000. Ya los compañeros me lo habían dejado cargado con nafta y con sogas,
y en ese camión cargué la gente. Una anécdota un poco risueña: yo tengo un
compadre gitano que vivía en el barrio San Martín... ese se encargó de llevarme
a los muchachos que estaban en Tucumán, a la ruta, cerca de la curva de Luján,
por la ruta 64... y al camión le habíamos hecho una especie de distintivos, así,
le habíamos puesto unas cruces rojas en un faro verde, cosa de que ellos lo
pudieran distinguir cuando se iba aproximando... El asunto es que llegamos a
Frías, como a las cuatro y media. Y en ese momento se producía el relevo de
guardia. Estaban todos los agentes juntos. Estaban por celebrar la Navidad los
que entraban y los que salían. Bueno. Me presenté diciendo que la revolución
había triunfado, que me venía a hacer cargo de la Jefatura...
JC.: ¿Usted tendría unos cuarenta años, en esa
época?
Seravalle: No, treinta...
JC.: ¿Y aparentaba ser un teniente coronel, con
esa edad?
Seravalle: ¡Claro... bien equipado!... ¡además era delgadito, no gordo y panzón
como ahora! bueno, tenía cierta experiencia militar pues en el servicio fui
Subteniente de Artillería, así que las voces de mando siempre me salían bien.
Por eso fue que les dije "vengo a hacerme cargo de la Jefatura, así que todo el
personal se me viene a formar aquí"... Y dirigiéndome a mis hombres: "a ver
sargento, a ver subteniente, ordene la requisa de todas las armas"... Todos se
pusieron ahí en fila... tenían la mesa lista ya para cenar... un lechón que
habían "confiscado"...
JC.: Quién estaba disfrazado de subteniente...
¿recuerda?
Seravalle: Sí, un muchacho de buenos Aires... Alberto Joroma, que lo hice
bajar... y un muchacho que estaba vestido con uniforme de la aviación era Genaro
Carabajal, de Tucumán, alias El Pila. Yo le había puesto las insignias de
sargento a este muchacho, Carabajal. Y el conductor del camión era un compañero
que se llamaba Velárdez. Y bueno, todos estábamos uniformados, los agentes no
ofrecieron ninguna resistencia cuando les dije "bueno, a ver formen, empiecen a
darme los nombres". El Jefe de Policía en ese entonces era el viejo Arias...
jubilado del Ejército... estaba en la planta alta -en Frías la Jefatura tiene
dos plantas, en una esquina (no sé si conoce Frías). Bueno, el viejo había
festejado abundantemente la Navidad y estaba dormido profundamente... entonces
fui, abrí la pieza, vi que estaba durmiendo, y lo encerré con llave. Y ordené
que les requisen las armas a todos. Después que les requisaron las armas, siete
carabinas, seis revólveres, dos o tres machetes, los hicimos desnudar... les
ordenamos que se quitaran los uniformes, y los metimos en el último calabozo...
Y les dije que al día siguiente íbamos a resolver la situación de ellos.
"¡Tarea cumplida, comandante Puma!", me dijo uno, el que iba como subteniente.
Bueno, después fue todo fácil. Cargamos el armamento que había allí, destruimos
la estación de radio. También cargamos un cajón de vino, un lechón asado y
tomamos el camino hacia Catamarca. Fuimos por Las Viñas, Las Cañas, salimos por
Lavalle y entramos al territorio Catamarqueño.
Salimos por Río Huacra. En un destacamento policial que había en la frontera,
porque nos pararon los hice hacer un poco de salto de rana a los milicos que
estaban ahí, porque el camión tenía un cartel que decía "Ejército Argentino", se
lo habíamos puesto nosotros, encima del cartel de obras sanitarias. Les dije que
estábamos en un operativo secreto, y que cómo nos iban a detener si veían que
era un camión del Ejército... así que los hice hacer salto de rana... en La
Merced y Río Huacra, porque los tucumanos son más jodidos, y para mejor
desconfiados. Había una cadena atravesada, así que les hice sacar la cadena, los
hice saltar un rato y después seguimos viaje.
JC.: ¿Por qué le decían comandante Puma?
Seravalle: Ya nos habíamos bautizado adoptando el lenguaje Uturunco por la
leyenda...(1) y PUMA, era una sigla, significaba: "Por Una Mejor Argentina"...
Era una sigla de combate... bueno, y de ahí nos quedó "comandante Puma" y
"Comandante Uturunco", que fuimos los dos que encabezábamos el movimiento...
JC.: Y siguieron viaje...
Seravalle: Entramos por Concepción, Alto Verde, Alpachiri, Arcángel, toda esa
parte, y agarramos el camino de La Banderita... La Banderita -en el Cerro Santa
María- es el límite que divide Catamarca de Tucumán. Y en la punta, hay un
destacamento policial...
JC.: ...qué se proponían ustedes con ese
itinerario hacia los cerros y el monte que habían iniciado...
Seravalle: ...bueno, ya habíamos hecho una experiencia anterior... en el Cerro
del Calá... queríamos formar una guerrilla rural... y concretar una Zona
Liberada.
JC.: ...yo he leído por ahí que también había la
promesa de que un regimiento de Rosario, creo, se iba a sublevar...
Seravalle: Sí, se iba a sublevar... En una reunión que tuve en buenos Aires, en
la casa de don Arturo Jauretche, estuvo Silenzi de Stagni, un hombre que era
especialista en Petróleo... es un gran nacionalista, que vive todavía... estaba
el hermano de Arturo Frondizi, Silvio, que fue el fundador de PRAXIS... estaba
el doctor Jauretche y otras personalidades más... y estaba el teniente coronel
Iñíguez... Iñíguez me dice: "salgan ustedes, que salimos después nosotros,
porque necesitamos que el pueblo se levante para que el Ejército nos siga..."
JC.: ¿Estaba en actividad Iñíguez en ese momento?
Seravalle: ...Él formaba parte de la Resistencia Peronista. Él decía que
disponía de fuerzas y que una vez iniciada la rebelión el Ejército se iba a
levantar. Pero no se vio nada... tan es así que todavía lo estoy esperando al
general Iñíguez... ¡nunca apareció!... Cuando vino en el año 1964 -ya hacía un
año que yo había salido en libertad- y hubo una reunión en el Hotel Plaza, donde
anduvo Isabel Perón, con el general Iñíguez y la Delia Parodi... me volvieron a
llamar... para preguntarme con qué gente contábamos para poder responder si
venía el general Perón, con qué lo íbamos a proteger... Yo le dije, "bueno,
general, tengo el uno de honda y el dos de afata"... (2) y se rió la gente... y
me dice "¿¡Por qué me dice eso!?" Y le digo: "¡General!... ¡en 1959 usted dijo
que iba a salir con sus fuerzas militares! ¡lo estoy esperando todavía!...
¡Nosotros salimos!¡Y estuvimos tres años y medio en la cárcel de Usuahía y me
paseron por todas las cárceles del país... porque salimos!... bueno, ahora le
toca salir a ustedes"
JC.: ...¿por qué "lo pasearon por todo el
país"?...
Seravalle: Por una contestación... una mala contestación que le di a un coronel
en (la prisión militar de) Magdalena... me dijo: "santiagueño, tenés pinta de no
haber trabajado nunca". Le contesté: "bueno, ¿y usted no se mirado la cara de
nena que tiene?" Por eso me mandaron castigado a Usuhaía. Yo tenía condena de
cuatro años y medio. Así que fui a parar a Usuahía... tres meses. Y de ahí me
trajeron a Rawson, a Trelew, Viedma, de vuelta a Magdalena, de ahí me mandaron a
Caseros y a la cárcel de castigo de Resistencia. Y a Lomitas...
JC.: Volviendo al tema del copamiento de Frías,
¿hasta donde llegaron ustedes en la...
Seravalle: Estuvimos recorriendo la parte sur de Tucumán durante tres meses,
porque la policía nos tenía miedo y nosotros también...
JC.: ¿Ustedes lanzaron alguna proclama?...
Seravalle: Sí, claro, nosotros izamos una bandera nacional... pero la hicimos
estampada con este símbolo (muestra una fotografía): la Estrella Federal. Se da
cuenta. Para que no nos vayan a confundir o querer identificar... porque las
estrellas de cinco puntas son el símbolo del comunismo, y nosotros nada que ver
con el comunismo... Como nuestra gente, éramos realmente nacionalistas... Más
adelante, habíamos hecho esta consigna: "Por Una Mejor Argentina... PUMA"...
como una forma de unirlo al pueblo. Porque el pueblo estuvo y estará desunido,
se da cuenta.
JC.: ¿Por qué medio hicieron la proclama?...
Seravalle: Teníamos un compañero, en LV12, la radio de mayor potencia del
Norte... allí estaba Karam... Él leyó por radio nuestra proclama (en aquel
tiempo la radio era muy escuchada, no había televisión). bueno, eso le costó
bastante a Karam, porque sospecharon que estaba de acuerdo con el movimiento.
Por esa misma radio, también recibíamos los mensajes, a través de un programa
muy popular de pedidos musicales. Las mujeres, compañeras de Tucumán de las
distintas células, tenían una red de información... así que cuando había peligro
para nosotros, nos decían por ejemplo "para los chicos que están en vacaciones,
en los cerros... la Polca del espiante"... (se ríe a carcajadas) ...Y cuando no
había problemas... Fumando espero... (vuelve a reír). Así eran más o menos
nuestras claves. Después, a través del tiempo, nos perdimos... y nos fuimos
desperdigando. Porque habíamos pedido parte del transmisor, se cayó parte de un
transformador en una quebrada y no lo pudimos recuperar. Y como estábamos
desconectados del grueso de la gente, yo empecé a despachar a la gente. Primero
al Negro Uriondo, que no se sentía bien, después otro y otro... así que al final
quedamos siete. El mexicano, un chico al que le decíamos "Anguila" Fernández, el
"Loco" Perón... el "Colorado" Martínez, que después lo encontré de comisario en
Montesieri, provincia de Santa Fé...
JC.: ¿Cómo era el nombre de Martínez?
Seravalle: no recuerdo... lo encontré de comisario... cuando salí en libertad me
costó mucho volver a conseguir trabajo, porque en esa época el que estaba
preso... fui el último preso del Plan CONINTES en salir en libertad, por la Ley
de Amnistía que se dictó el 12 de Octubre, cuando asumió el Dr. Illia... estaba
el Dr. Zavalía... y había prometido que no iba a haber revanchismos, pero a mí
no me reincorporaron a mi puesto... entonces, por diez años tuve que trabajar en
carpintería metálica y herrería artística, un poco recomponer la economía,
porque mis hijos eran chiquitos cuando me fui, yo tenía tres chicos...
JC.: ...ah, ya tenía su familia cuando se fue...
Seravalle: Ya... y tenía tres chicos: el varón y dos mujeres. El mayor está
ahora en San Pedro de Jujuy, es licenciado en Química y trabaja en el ingenio La
Esperanza; la segunda hija es la María Lidia que es farmacéutica, y en la época
del proceso me le secuestró el "amigo" Musa Azar... y me la empezaron a
perseguir en la universidad, estaba estudiando Ingeniería Forestal, tenía cuarto
año... cuando la secuestraron a mucha gente la detenían y la hacían desaparecer.
Tuve que irme a la calle Alsina (la cárcel de Santiago) y decirle a Musa Azar:
"si le tocas un pelo a mi hija es lo último que haces en tu vida", porque los
milicos son así... cuando salen en patota son bravos, cuando están solos no
sirven para nada... se da cuenta... y más cuando se encuentran con un tipo
dispuesto a todo, menos que menos... así que me la soltaron. Entonces me la
persiguieron en la universidad y tuvo que ir... rindió las equivalencias y se
hizo farmacéutica. En buena hora. Y la más chica, que voy a visitar ahora, está
en Comodoro Rivadavia... ¡Y tengo doce nietos! (3)
JC.: ¿Ustedes habían hecho algunas operaciones
militares mientras estuvieron en el monte?
Seravalle: Sí... una vez llegó hasta muy cerca una patrulla policial, en un
Jeep... les hicimos unos cuantos tiros, usted sabe que los tiros de carabina,
entre los cerros retumban como cañonazos... dejaron el Jeep allí y se fueron...
nosotros entonces agarramos en sentido contrario... hicimos 60 kilómetros a pie,
en una jornada... Había una policía rural, pagada por los grandes capitalistas
azucareros, "La Volanta", le llamaban... hicimos varias operaciones con ellos.
Ellos trataban muy mal a la gente del lugar, los obreros de la zafra, se
abusaban de ellos. Nosotros los poníamos en ridículo ante la gente. Los
buscábamos por los caminos, entre los cerros, y cada vez que encontrábamos
algunos de ellos los desnudábamos y los paseábamos por todo el pueblo, para que
vean que no eran nada...
JC.: Con los alimentos, cómo se manejaban...
Seravalle: Habíamos llevado charqui... y comíamos lo que cazábamos. Había mucha
hacienda baguala en los cerros. Y pescados. Ahí, encima del Cochuna, estaba la
estación de piscicultura... las truchas... Nosotros hacíamos los fuegos a la par
de los árboles, para que el mismo tronco sirva de chimenea, y el follaje desarme
las columna de humo, que no veían, se mezclaban con las nubes... entonces no nos
podían detectar... Hacíamos de noche las comidas. Y caminábamos.
JC.: Y cómo fue que lo detuvieron...
Seravalle: A mí me detuvieron... por subestimar al enemigo. Ese día estábamos
preparando el asalto a la cárcel de Concepción, para poner en libertad a algunos
compañeros que estaban ahí. El acento de la voz me delató. Venían dos capitanes
del Ejército del Servicio de Informaciones -en el colectivo- y como les llamó la
atención mi acento me detuvieron en Monteros. Me preguntaron qué andaba
haciendo. Entonces les dije que estaba por poner un kiosco de venta de Coca
Cola, en la terminal de ómnibus de Concepción... se rieron los dos y me dijeron:
"muy bien Seravalle, mire: ahí está su foto..." tenían un papel impreso con mi
foto.
JC.: ¿El gobernador Eduardo Miguel le dio algún
tipo de apoyo, cuando usted cayó preso?
Seravalle: No, nunca, nadie... ni el peronismo tampoco.
JC.: Así que se arregló solo...
Seravalle: Nunca nadie me dio ningún tipo de apoyo... quedé librado a mis
propios recursos... directamente. Nunca renegué de nada porque cuando salí a
luchar, salí dispuesto a perder la vida. Y recibir alguna cosa me hubiera
convertido en mercenario. Y yo creo que un hombre que se vende por un precio no
puede representar a nadie.
JC.: Pero usted sería un referente de importancia
para el peronismo, luego...
Seravalle: Sí... yo lo envié al que fue nuestro primer diputado hachero, a
China, a un congreso internacional organizado por Mao Tse Tung... de España nos
mandó la plata Perón, y cuando regresó, Chazarreta lo fue a visitar a Perón...
Incluso yo tuve una entrevista con el Ché Guevara, cuando pasó por Santiago del
Estero...
JC.: ¿En qué año fue eso?
Seravalle: En el año 1965. Y le dije al Ché Guevara que no se fuera a luchar
allí... como él estaba decidido, le dí el nombre de alguna gente que yo tenía en
Bolivia... el Coco y el Inti Peredo...
JC.: ¿Y qué le dijo el Ché Guevara?
Seravalle: Que me estaba perdiendo una gran oportunidad -porque yo no quería ir
a Bolivia-. Vea, le dije, yo vengo del movimiento mayoritario en la Argentina...
cuando nos levantamos tendríamos que haber sido miles porque la gente gritaba
"La vida por Perón"... y cuántos salieron a dar la vida por Perón... los locos
como nosotros... los románticos, los que creíamos en algo. Después descubrimos
la verdad. Perón no quiso volver a la Argentina. Incluso le dijo a John William
Cooke: "cuidamelos a los muchachos, que no se me vayan a la izquierda". Él
estaba en Panamá. Nosotros desde la cárcel de Resistencia le hicimos llegar una
autocrítica y le dijimos que nos había restado el apoyo y nunca nos reconoció...
Mi mujer no corrió la liebre con mis hijos gracias a mis suegros y a mis padres.
Y algún apoyo de la gente de base. Pero de la dirigencia, nadie.
JC.: ¿Perón sabía que ustedes iban a intentar el
alzamiento?
Seravalle: ¡Claro!... él me regaló después una pistola Parabellum. Yo tenía ya
una pistola que fue del general, una Browning... cuando fue el remate de sus
cosas, la había comprado. Esa la perdí, era la que tenía en el monte; cuando
dejé el refugio, me detuvieron, me dieron unos cuantos garrotazos, para que
dijera algo, dónde estaban los otros, porque ellos eran gente de ciudad y no
conocían los lugares, pero no consiguieron nada, detrás de mí no cayó nadie...
(1) Runa Uturunco. Leyenda santiagueña del periodo cultural aborigen. Se
trata de un hombre capaz de transformarse en puma (león americano), durante las
noches.
(2) Afata. Hierba silvestre santiagueña, con frutos pequeños y duros, semejantes
a municiones. Es usada por los niños para lanzar disparos a través de un tubo de
caña fina, como cerbatana.
(3) Esta última casada con un oficial superior del Ejército. Tal vez para no
comprometer a su yerno, el Puma Serravalle eludió este detalle durante la
entrevista. En una visita que el autor de esta nota hizo recientemente a la
viuda, esta mostró las fotografías de su hija, su esposo militar y sus nietos
–también oficiales del ejército- de quienes se muestra orgullosa.
Publicada en la revista Lezama. Director: Eduardo Blaustein. Nº 12,
Buenos Aires, marzo de 2005.
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