Cuba
De: Pedro Campos
perucho1949@yahoo.es
Asunto: “Demoras son derrotas”
José Martí.
77, 76, 75… Comienza el conteo
regresivo de los días hacia la toma de posesión de Obama.
Ya en plena manigua mambí, el 3
mayo de 1895, José Martí escribe al General Antonio Maceo la urgente necesidad
de un encuentro con sus representantes, donde le expresa: “Demoras son
derrotas”, frase que refleja toda la concepción que sobre el tempo
revolucionario tenía el Apóstol para el desarrollo de la guerra. Dos días
después se produce el encuentro entre ambos.
Los cubanos, en toda época de
Revolución, y ésta no es la excepción, debemos tener presente esa idea martiana,
hermana de esa otra de Fidel: “tener sentido del momento histórico”, puesto que
las derrotas, como los triunfos, son consecuencias de acciones y planes hechos o
dejados de hacer oportunamente. Cuando se deja pasar la oportunidad, se pierde
tiempo o se demora la acción, el esfuerzo posterior para el triunfo debe ser
mayor, casi siempre pasa por derrotas que pueden ser tácticas o estratégicas y
algunas, hasta definitivas.
Y hoy el tempo revolucionario y
el momento histórico que vive Cuba están marcados por la intersección entre el
estancamiento en la socialización y la elección de un nuevo gobierno en el
enemigo histórico que ya anunció un cambio de política hacia Cuba -no de
objetivo, que siempre será revertir la revolución-: del “bloqueo y la agresión”
al “acercamiento y la penetración”. Cabe preguntarse ante esa inminente
perspectiva: ¿puede la sociedad cubana seguir funcionando como hasta ahora?
Estas líneas pretenden una respuesta, puede haber otras.
Entre la toma de posesión el 20 de febrero y la ejecución de las nuevas
políticas, no hay tiempos definidos, pues todo depende de la importancia del
tema y las complicaciones internas y externas para su implementación. El asunto
Cuba no parece estar entre los más difíciles para la nueva Administración, dada
la incapacidad demostrada por la política vigente para conseguir sus fines de
destruir la Revolución, su impopularidad en el Congreso y en el pueblo
norteamericanos, creciente y ya mayoritaria entre la Comunidad Cubana y debido a
su aislamiento internacional, recién refrendado en la ONU. Esto sugiere que Cuba
pudiera figurar entre los temas de más fácil consenso y por tanto, entre los de
más rápida ejecución por la nueva Administración, buscando inmediatos triunfos
internacionales que mejoren la imagen de EE.UU. Nuestra situación económica y
política interna obrarían en la misma dirección.
Las políticas de la
“Convergencia” y del “Tendidos de Puentes”, que dejaron atrás la “Guerra Fría” y
el aislamiento de los “países socialistas” mostraron ante éstos las “bondades” y
la superioridad del capitalismo privado sobre el capitalismo de estado estancado
que allá funcionaba bajo el nombre de “socialismo real” y ayudaron a catalizar
el descontento popular en el seno de los mismos, jugando importantes papeles de
zapa en la plena restauración capitalista que pocos años después cristalizó en
Europa Oriental y Asia.
Durante muchos años, Cuba ha
estado sosteniendo una ardua campaña política y diplomática contra el criminal
asedio económico y financiero del imperialismo, que debe levantarse
incondicionalmente, realizando verdaderas cruzadas internacionales y promoviendo
17 sucesivas votaciones de condena en las ONU. El gobierno cubano no ha
escatimado esfuerzos para presentar al bloqueo como la causa fundamental de los
problemas que agobian económica, política y socialmente al pueblo cubano. La
dirección cubana celebraría como un triunfo propio tal eventual levantamiento,
por lo cual le sería muy difícil neutralizar o sustraerse a la política de
penetración económica, ofensiva que vendría detrás.
“Quien dice unión económica,
dice unión política”, expresó el apóstol. A eso iría la alternativa imperialista
al bloqueo, para desmantelar la Revolución. Una consecuente nueva política de
acercamiento y penetración, caminaría hacia el levantamiento del asedio, sin
condiciones, e implicaría una avalancha de turistas, comunitarios, remesas,
créditos, negocios e intercambios de todo tipo, con el dólar imperial de por
medio tratando de comprar almas, villas y castillas y derribar a golpe de
billetes verdes cuantas barreras encuentre a su paso. Ni el muro de Berlín, ni
la Gran Muralla china fueron derribados a cañonazos, “poderoso caballero” los
atravesó.
El éxito o fracaso de la nueva
táctica imperial, dependerá de la política económica y social de contención y
desarrollo propio que la Revolución sea capaz de estructurar, no de deseos o
tácticas dilatorias. El VI Congreso del PCC está previsto para fines del año
próximo, cuando Obama lleve ya varios meses haciendo política. El Partido
debería, cuanto antes, hacer un análisis de la situación creada y oír los
pareceres de obreros, campesinos, estudiantes, combatientes, profesionales y
científicos sociales de la base. ¿No hace falta? ¿Cuentan solo para cumplir
orientaciones, trabajar y poner el pecho ante las balas?
Cuba lleva ya casi 50 años
tratando de construir el socialismo desde sus antípodas: el trabajo asalariado,
el estado, la concentración de la propiedad y la centralización de las
decisiones, la acumulación y su gasto. Por mucho que cueste aceptarlo, el haber
mantenido el trabajo asalariado como la forma de organizar la producción ha
significado -en esencia- continuar con el mismo modo de producción capitalista,
aún cuando se haya intentando un tipo de distribución igualitaria. Los logros
alcanzados a costa de muchos sacrificios del pueblo y de subsidios extranjeros,
no pueden ocultar los fracasos y deficiencias de ese modelo neo-estalinista.
El análisis de la experiencia
del fracaso del “socialismo real” demuestra que de nada sirvieron ejércitos,
tanques, aviones, submarinos y cohetes nucleares, cuando los corazones dejaron
de latir por aquel sistema, y que el estancamiento en la socialización, por no
avanzar en las nuevas relaciones socialistas de producción, fue la causa
principal de aquel desastre -y no, como algunos pretenden, las reformas de
última hora que nunca fueron al fondo de los problemas. Los trabajadores no se
sintieron comprometidos con aquella noción de socialismo que no satisfizo sus
expectativas de bienestar, participación, democracia, libertad y justicia social
y no les permitió ser los responsables directos de su porvenir, porque no cambió
el modo de producción asalariado, ni, por tanto, las esencias burocráticas y
corruptas del estado y la superestructura correspondientes al capitalismo.
Aquel, del estado, era un capitalismo más ineficiente, menos democrático y más
explotador y, por consiguiente, destinado al fracaso en la competencia con el
capitalismo privado, si no avanzaba a una sociedad superior. Se vio: estatizar
no es socializar.
Mantener en Cuba la misma
concepción esencial de “socialismo de estado”, solo puede conducir a repetir el
desastre, pero si de sabios es reconocer errores, quizás haya tiempo de
evitarlo. Haber sobrevivido a la hecatombe de los 90, es el gran logro; poder
valorar científicamente lo que pasó, la ventaja; identificar las salidas
adecuadas, el reto. De hoy a la toma de posesión de Obama, hay 77 días para, al
menos, empezar a avanzar una estrategia correcta de contención y desarrollo,
luego, no se sabe cuanto tiempo más habrá.
¿Cómo enfrentar con éxito la
ofensiva combinada del capital interno y externo, que empujará con fuerza para
intentar restituir la propiedad -no socializada y más concentrada- a los dueños
de antaño o concederla a los nuevos ricos? ¿Se entiende que darle participación
al capital norteamericano en la explotación de nuestros recursos naturales y
fuerza de trabajo y aumentar la dependencia del intercambio comercial con EE.UU.
y de los millones que se recauden por su turismo, los viajes de la comunidad y
las remesas, estaría creando las condiciones para la vuelta al viejo esquema de
sometimiento existente antes de la revolución? ¿Bastarán los deseos y voluntades
para enfrentar sus consecuencias objetivas? ¿Se permitirá el crecimiento de la
penetración de los capitales privados externos en nuestra economía y haremos lo
que quiera el imperialismo una vez levantado el bloqueo? ¿O tiene la dirección
otra estrategia socialista de bases científicas, con respaldo efectivo
mayoritario entre los trabajadores y la población? ¿Cuál es? Se necesita con
urgencia.
Las Propuestas Programáticas
para un Socialismo Participativo y Democrático, que no pertenecen a nadie en
particular y son un proyecto susceptible de ser enriquecido, de un colectivo de
comunistas, sacado de la práctica y compartido por muchos revolucionarios,
adelantándose a la situación actual señalan: “La gravedad se acrecienta cuando
se advierte un peligroso cambio de política de EE.UU. hacia Cuba para el que no
estamos preparados económica ni políticamente” y aportan fundamentos para una
estrategia pensada, precisamente, en función de evitar la reversión y garantizar
la continuidad, un camino posible, necesario, y acorde con las leyes generales
del desarrollo económico-social descubiertas por Marx, para avanzar en la
socialización y democratización de la economía, la política, la sociedad y el
poder.
Algunos dogmáticos que desdeñan
todo pensamiento socialista moderno de hondas raíces marxistas y que cuelgan ya
los guantes ante el capital, se extravían en los laberintos de las ideologías
para naufragar en las turbias orillas de cuanta pacotilla “best-seller” producen
los teóricos modernos del capitalismo, desestimando por arcaicos los postulados
de las Propuestas Programáticas. Otros, más “prudentes”, argumentan que llevaría
mucho tiempo implementarlos. No saben que unos pocos días concentran años de
historia, como señaló Lenin y que los cambios en la propiedad suelen ser
vertiginosos. Las empresas norteamericanas fueron estatizadas en Cuba en menos
de 24 horas ¿alguien está pensando negociarlas? Cuando se tiene el poder
político todo es posible. Lo uno y lo inverso.
Al amparo del artículo No.1
constitucional que precisa: “Cuba es un Estado socialista de trabajadores”, una
oleada voluntaria de los trabajadores, o impulsada por su vanguardia, bastarían
para que en menos de 72 horas, se organicen los Consejos Obreros en todos los
centros de producción y servicios y, manteniendo la propiedad de los medios
fundamentales en manos del estado, tomen posesión en usufructo de los locales,
activos y medios de producción, elijan o ratifiquen a la dirección del centro
por un año, organicen las milicias y la defensa de los centros y controlen los
planes de producción, inversión y gasto y distribuyan las utilidades según
establezca la ley (entre la reproducción de la empresa, impuestos para a gastos
sociales y la restante para distribuir equitativamente entre los trabajadores).
¿La oposición de algunos burócratas, será por temor a perder cargos, prebendas y
la facultad de designar y ser designados? ¿Cuántos están dispuestos a someterse
al escrutinio de los trabajadores?
Los otros aspectos de las
Propuestas se irían discutiendo y aplicando paulatinamente, pero ya con eso
estaría garantizado el avance en la socialización de la propiedad y las
decisiones productivas, el control obrero directo sobre los medios de producción
y su defensa ante cualquier intento restaurador y se eliminarían las bases
fundamentales de la corrupción y el burocratismo.
El levantamiento del bloqueo
podría ser un proceso lento, pero también podría ser acelerado, una vez
convencido el imperio de su efectividad. ¿Han pensado los partidarios de
mantener el status quo, que en caso de un levantamiento rápido del bloqueo, las
expectativas que ellos mismos han creado en el pueblo sobre la supuesta solución
de nuestros problemas, no podrán ser satisfechas con la misma celeridad, ni de
ninguna manera si no se producen primero los cambios necesarios en nuestras
estructuras económicas y sociales? El simple anuncio del levantamiento del
bloqueo pudiera complicar la situación interna, ante el inmovilismo actual. ¿Qué
pasaría si EE.UU. levanta los cercados fronterizos militares de la Base de
Guantánamo?
¿A qué conllevaría la gran
ofensiva económica del imperio, apurado en dar salida a sus mercaderías, sobre
quienes, “atrincherados” en el capitalismo de estado, están urgidos de créditos
e inversiones extranjeras para poder continuar sus políticas paternalistas e
igualitaristas subsidiadas? Muy probablemente a un mayor endeudamiento de la
nación, a una hipoteca del futuro, al aumento de la dependencia norteamericana y
al fortalecimiento de las relaciones capitalistas de producción asalariadas
actuales que, lógicamente, como ocurrió en todas partes donde se practicó el
“socialismo de estado”, tenderá a la plena restauración del capitalismo.
La dialéctica del desarrollo de
los organismos vivos, y la sociedad lo es, implica que las mutaciones
principales para sobrevivir o adaptarse al medio externo, cuando no provienen de
la evolución interna, las impone el medio desde fuera de acuerdo con sus propias
dinámicas y obliga al ser a aceptarlas o a perecer. Cuando las condiciones
externas cambian bruscamente y el ser no ha podido desarrollar las nuevas
capacidades que le permitan adaptarse al nuevo medio, el ser perece. Es lo que
le pasa a muchas especies en la naturaleza cuando se producen cambios bruscos en
su habitad. El levantamiento del bloqueo, sea por pasos o más rápidamente,
creará un entorno completamente distinto al que ha rodeado a la Revolución hasta
ahora. La única forma de no perecer es desarrollar interna y previamente los
mecanismos que permitan a la revolución socialista aprovecharse del nuevo
entorno para continuar su desarrollo.
Si la Revolución no logra avanzar en el nuevo modo de producción, antes del
eventual levantamiento del bloqueo, corre el grave peligro de no consolidar la
fase socialista, quedar inconclusa y ser arrastrada, absorbida, por la invasión
del capital extranjero. La restauración plena del capitalismo ocurrió en la URSS
por implosión y en China por evolución. En Cuba sería por anexión, real o
virtual, al quedar atada su economía a la norteamericana.
El socialismo no es “más
economía”, sino “otra economía”. No es más medios técnicos y recursos
financieros, más capital; es otra forma de organizar la producción, la
distribución y el consumo, que nada tiene que ver con la esclavización moderna
asalariada, es otra sociedad sustentada en otros relaciones de producción y en
valores distantes del consumismo, el mercantilismo capitalista y la corrupción
que genera ese sistema.
Hacer depender el desarrollo de
nuestro socialismo no de la socialización, sino de las inversiones de capital,
préstamos y comercio con el enemigo, sería algo así como la tropicalización de
la llamada “vía china” hacia el capitalismo desde luego, que descansó el avance
económico de ese país en el desarrollo del capitalismo extranjero y de los
chinos de ultramar, antiguos emigrados, manteniendo el estado el control sobre
algunos renglones estratégicos como la energía, la minería y las comunicaciones,
sustentado todo en la explotación del trabajo asalariado, bajo un férreo control
de una casta político-militar que dirige y administra el gobierno y el partido
“comunista”.
Esa pudiera ser la intención de
algunos pocos en la burocracia y el camino previsto por algún que otro “teórico
capitalista” del socialismo, pero los que han estado pensando en ese “modelo”,
quizás deslumbrados por el oro fácil del imperio, han perdido de vista algunas
cosas, entre ellas:
1- Cuba no es China. Somos pueblos de tradiciones distintas. Las nuestras son
anti-autoritarias, ultra democráticas y siempre negadas a la explotación
nacional o extranjera, al esclavismo y la servidumbre. Venimos de aventureros
europeos y anti esclavistas africanos, sangres libertarias.
2- Cuba está en las fauces del más grande imperio económico de todos los
tiempos. Las eventuales estrechas relaciones económicas y de dependencia “con un
vecino tan poderoso”, que tanto “nos ha deseado” y que tal modelo supondría, nos
llevarían inevitablemente a una anexión real o virtual a EE.UU., contra la cual
el pueblo de Cuba lleva luchando ya siglo y medio y luchará los que sean
necesarios.
3- Existen en EE.UU. y en otros países, cerca de dos millones de emigrados, una
buena parte de los cuales posee capitales que desearía invertir en Cuba para
beneficio de ellos y sus familiares. Sería contraproducente abrir las puertas al
gran capital norteamericano y no hacerlo al cubano.
4- El pueblo de Cuba no ha hecho tres guerras, 1868, 1895 y 1956 para que una
casta burocrática político-militar se alíe al capital imperialista, como en
China, se apropie de la patria y usurpe el poder de la Revolución, de los
trabajadores y del pueblo. Los militares cubanos están educados en el
antiimperialismo y el pensamiento de Martí que advirtió contra tal despotismo.
5- ¿Sabrán los que esperan el levantamiento del bloqueo sin que haber avanzado
en la socialización -sin que la gente se sienta dueña o usufructuaria de medios
de producción, seres verdaderamente libres- que tal cruce podría conducir a una
explosión incontrolable pues, como se preguntan ya muchos: qué excusa habría
para seguir con el actual estado de cosas? ¿Cómo justificar y sostener leyes,
regulaciones escritas o verbalmente acuñadas y mentalidad correspondientes a una
ciudadela sitiada?
Más de una vez ha advertido el
autor de este artículo (1) y otros compañeros como Armando Hart (2), sobre las
complicaciones en que podría verse envuelta la Revolución por este cambio de
táctica en Washington, dada nuestra situación económica y política interna,
ahora agravadas por los efectos de los recientes huracanes, la crisis en la
economía internacional y la caída de los precios del petróleo, pero sobre todo,
cuando muchas expectativas se levantaron con el nuevo gobierno de Raúl y poco se
ha hecho para cubrirlas en lo que va de año, lo que ha aumentado la desesperanza
que venía creciendo en la población cubana.
Emilio Roig de Leuschering
escribió (3): “…no es de extrañar que no haya un solo documento ni trabajo de
Martí en que aparezca, ni siquiera insinuado, que contara con el apoyo material
de los Estados Unidos para la realización de su ideal liberador”. Los cubanos,
somos fieles a ese legado martiano, o corremos los riesgos anexionistas que él
siempre quiso evitar.
Los que creen que el
Imperialismo Norteamericano va a permitir que el socialismo se construya en Cuba
con su dinero ¿se percatan de que estarían propiciando la penetración profunda
del capital norteamericano y el “american way of life” y con ello la
privatización de la economía cubana como hicieron ayer burócratas y dirigentes
del PCUS, hoy capitalistas rusos? No serían entonces los partidarios del
socialismo participativo y democrático, los émulos de la Perestroika, los
Gorbachov y los Yeltsin, aunque sí, al igual que en la ex URSS, los inmovilistas
desde el poder se obstinen en obstaculizar los cambios necesarios y trabajen,
conciente o inconcientemente, en la creación de las condiciones para la
transición planificada en el Norte.
Las alternativas son claras:
Cuba avanza, tan rápido como sea posible, en la socialización de la propiedad,
las decisiones y el poder -el socialismo participativo, democrático,
autogestionario y libertario- o pronto podremos estar confrontando la
restauración plena del capitalismo, con la “ayuda” del levantamiento del
bloqueo. No olvidar la ley pendular.
El bloqueo imperialista es
criminal y debe ser levantado totalmente y sin condiciones y Cuba y EE.UU.
deberán normalizar sus relaciones en el marco del respeto mutuo; pero para
garantizar que una eventual relación económica y de todo tipo con EE.UU., que
parece inevitable, no derive a la restauración-anexión, además de la
diversificación de nuestro intercambio externo, será necesario primero haber
avanzado en la socialización. Quiénes, desde la burocracia, la sigan frenando,
estarán sirviendo a esos fines y pasarán a la historia como los enterradores del
socialismo en Cuba y de la patria de Martí.
La Habana, 4 de Noviembre de
2008. Obama es electo Presidente.
1- Alerta Cuba: EE.UU. puede cambiar su táctica política, no sus fines
estratégicos.
2- Armando Hart. Hacia un nuevo saber.
3- Emilio Roig de Leuschering, El Americanismo de Martí. Valoración Múltiple.
Tomo I. Fondo Editorial Casa de las Américas 2007.
Artículos y ensayos relacionados en:
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml http://analitica.com/va/internacionales/opinion/8777149.asp.
http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/index.html
Mensajes
desde Cuba:
De: Natalia R.
Asunto:
Página 12. 2008 11 06. Ojalá. Por Eduardo Galeano
¿Obama probará, desde el gobierno, que sus amenazas guerreras contra Irán y
Pakistán fueron no más que palabras, proclamadas para seducir oídos difíciles
durante la campaña electoral?
Ojalá. Y ojalá no caiga ni por un momento en la tentación de repetir las hazañas
de George W. Bush. Al fin y al cabo, Obama tuvo la dignidad de votar contra la
guerra de Irak, mientras el Partido Demócrata y el Partido Republicano
ovacionaban el anuncio de esa carnicería.
Durante su campaña, la palabra leadership fue la más repetida en los discursos
de Obama. Durante su gobierno, ¿continuará creyendo que su país ha sido elegido
para salvar el mundo, tóxica idea que comparte con casi todos sus colegas?
¿Seguirá insistiendo en el liderazgo mundial de los Estados Unidos y su
mesiánica misión de mando?
Ojalá esta crisis actual, que está sacudiendo los cimientos imperiales, sirva al
menos para dar un baño de realismo y de humildad a este gobierno que comienza.
¿Obama aceptará que el racismo sea normal cuando se ejerce contra los países que
su país invade? ¿No es racismo contar uno por uno los muertos invasores en Irak
y olímpicamente ignorar los muchísimos muertos en la población invadida? ¿No es
racista este mundo donde hay ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría,
y muertos de primera, segunda y tercera?
La victoria de Obama fue universalmente celebrada como una batalla ganada contra
el racismo. Ojalá él asuma, desde sus actos de gobierno, esa hermosa
responsabilidad.
¿El gobierno de Obama confirmará, una vez más, que el Partido Demócrata y el
Partido Republicano son dos nombres de un mismo partido?
Ojalá la voluntad de cambio, que estas elecciones han consagrado, sea más que
una promesa y más que una esperanza. Ojalá el nuevo gobierno tenga el coraje de
romper con esa tradición del partido único, disfrazado de dos que a la hora de
la verdad hacen más o menos lo mismo aunque simulen que se pelean.
¿Obama cumplirá su promesa de cerrar la siniestra cárcel de Guantánamo?
Ojalá, y ojalá acabe con el siniestro bloqueo de Cuba.
¿Obama seguirá creyendo que está muy bien que un muro evite que los mexicanos
atraviesen la frontera, mientras el dinero pasa sin que nadie le pida pasaporte?
Durante la campaña electoral, Obama nunca enfrentó con franqueza el tema de la
inmigración. Ojalá a partir de ahora, cuando ya no corre el peligro de espantar
votos, pueda y quiera acabar con ese muro, mucho más largo y bochornoso que el
Muro de Berlín, y con todos los muros que violan el derecho a la libre
circulación de las personas.
¿Obama, que con tanto entusiasmo apoyó el reciente regalito de setecientos
cincuenta mil millones de dólares a los banqueros, gobernará, como es costumbre,
para socializar las pérdidas y para privatizar las ganancias?
Me temo que sí, pero ojalá que no.
¿Obama firmará y cumplirá el compromiso de Kyoto, o seguirá otorgando el
privilegio de la impunidad a la nación más envenenadora del planeta? ¿Gobernará
para los autos o para la gente? ¿Podrá cambiar el rumbo asesino de un modo de
vida de pocos que se rifan el destino de todos?
Me temo que no, pero ojalá que sí.
¿Obama, primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, llevará a
la práctica el sueño de Martin Luther King, o la pesadilla de Condoleezza Rice?
Esta Casa Blanca, que ahora es su casa, fue construida por esclavos negros.
Ojalá no lo olvide, nunca.
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