De:
Rafael
Bautista S.
rafaelcorso@yahoo.com
Asunto: BOLIVIA: RADIOGRAFÍA DEL CONFLICTO (I)
"Para el gobierno el
conflicto era inevitable. Cometió muchos errores,
pero el hecho de haber asumido el conflicto,
constituye su grandeza". Así expresaba Franz
Hinkelammert refiriéndose al gobierno de la Unidad
Popular, cuando el golpe de Estado, orquestado por
la CIA, destruía la democracia y el Estado de
derecho y, en nombre de ellos, instauraba un régimen
de terror (que fue el adoptado en nuestro país para
destruir el Estado e imponer, vía "vuelta a la
democracia", un modelo pensado para "desarrollar"
nuestro subdesarrollo). La "operación quirúrgica":
"cortar de raíz el cáncer del comunismo", consistía
en "extirpar" todo proyecto de liberación, a sangre
y fuego, para reordenar nuestras sociedades en torno
al "american way of life"; de modo que, sin
necesidad de intervenirnos después, seamos nosotros
mismos quienes realicemos los deseos de los gringos,
del modo más eficiente posible. Para Allende y la
Unidad Popular el conflicto era inevitable. Si no lo
asumía, probablemente habría sobrevivido a su
periodo de gobierno, pero al precio de haber
renunciado a transformar su propio país: la
redistribución de la riqueza significaba tocar los
intereses de la burguesía (que ve en eso un atentado
a su vida, cuando en realidad no es más que un
recorte a sus excesivos apetitos). Se habría
esterilizado a sí mismo en el reformismo y habría
quedado en la anécdota como otro gobierno más que
prometió lo que no supo cumplir. Al asumir el
conflicto (que representa cumplir lo prometido),
arriesgó su propia muerte; pero al hacerlo entró en
la historia de liberación de nuestros pueblos y se
quedó como referente inevitable de todo proceso de
liberación. Es decir, no murió. Porque la
experiencia del socialismo democrático de Allende es
lo que vive a través del asesinato de un pueblo
valiente que, en su memoria, resucita la esperanza
de nuestros pueblos de construir una patria más
justa y digna. Una posibilidad que nunca ha
desmayado, porque es una utopía que nunca ha
fracasado. Sino siempre intentaron destruirla; como
ahora intentan en Bolivia.
El caso boliviano pasa por los mismos riesgos.
Recomponer un país destruido por la injerencia
externa, producir relaciones económicas y políticas
más justas y dignas, pasaba necesariamente por
afectar a los beneficiarios de la exclusión y la
miseria crónica de nuestro pueblo. El conflicto se
hizo inevitable y el asumirlo estableció la
diferencia entre quién miente y quién dice la
verdad. Si siempre se promete pan al pueblo pero
nunca se lo cumple, entonces eso demuestra que ese
acto simple no es nada simple; asegurar el pan para
todos es remover toda una forma de vida que se
sujeta no sólo en instituciones objetivas sino hasta
en la propia conciencia social, es decir, en la
subjetividad de esta sociedad. Porque es una forma
de vida que se sostiene precisamente en el "no dar".
Individualismo hecho credo, falsa vinculación que no
une, sino que excluye: Compito ergo existo; o sea:
Yo soy si tú No eres; es decir: Yo vivo si tú No
vives. Entonces se entiende que este individuo (el
individualismo hecho razón de vida de una sociedad
que se mueve en torno al afán de riqueza) vea en los
derechos de los demás un atentado a sus derechos. El
"no dar" constituye su seguridad; es decir, su
desarrollo consiste en el no desarrollo del resto:
excluyendo y sometiendo al resto es como goza de los
beneficios que reclama para ser lo que quiere ser.
Esto es lo que también constituye su condición
colonial. Porque redistribuir los ingresos y las
oportunidades es tanto como destapar la ignorancia y
la incapacidad de las elites oligárquicas; más aun,
es descubrir su postizo y hueco rol dirigencial. Es
desmontar la mentira y descubrir la verdad.
Desde un enfoque más bien ecuánime se podría decir:
este gobierno sólo ha estado cumpliendo todo lo que
los gobiernos anteriores han prometido, pero nunca
tuvieron la voluntad de cumplir (prométele todo al
pueblo, pero guay de que le cumplas algo). Porque
cumplir significa hurgar la mugre, y es mejor no
tocar la mugre porque así se destapa todo. Por eso
la oligarquía ofrece todo, porque así hace política:
tapa bocas con promesas que se lleva el viento (y
con él las riquezas).
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El
pecado consistía en cumplir las promesas. Es lo que
la oligarquía boliviana (sobre todo la cruceña, la
más beneficiada, después de las transnacionales, del
robo de nuestras riquezas, en el periodo neoliberal)
no le perdona a Evo Morales. Porque eso demuestra
que las promesas sí pueden cumplirse. Entonces se
destapa la mugre: el mentiroso se descubre en su
mentira y el asesino aparece como lo que es.
Descubierto, trata de ocultarse, siempre, en la
mentira, por eso manda a sus esbirros a acabar con
la verdad.
El error necesita de la verdad, por eso parte de
ella. Pero la mentira no puede convivir con la
verdad: la mentira es la negación absoluta de la
verdad. Por eso la lógica del asesino (cuando se
hace con el poder) consiste en encubrir
constantemente la verdad, por eso acude a la ley,
porque esta santifica su proceder y le permite hacer
lo que quiere. El esclavo nunca pudo acudir a la
ley, porque la ley no lo protegía. Por eso produce
revoluciones, para transformar la ley. Pero el
asesino se ampara en la ley. Porque la ley lo
protege, porque ha sido hecha por él. Por eso es
idólatra de la ley: tocarle la ley es tocar a su
ídolo. Por eso opta por la Matonomía (autonomía),
para que su costumbre siga siendo ley. La soberbia
proviene del idólatra: al poner la ley por sobre la
vida de los demás, se pone a sí mismo como dios. Por
eso, aunque es minoría, no se somete; aunque la
mayoría sean todos, sólo le interesa sus deseos; él
se vuelve juez de sí mismo, así pierde sentido de
realidad: si no reconoce autoridad alguna entonces
no reconoce culpa alguna; para asegurar sus derechos
es capaz de acabar con todos; pero al hacerlo, acaba
consigo mismo, porque acaba con la misma sociedad
que dice defender. Pero eso no le preocupa, porque
su afán de poseerlo todo le nubla la posibilidad de
estimar las consecuencias de todo aquello. Por eso
escupe altanería y soberbia: exige perdón el
asesino, disculpas el agresor. Por eso los prefectos
fascistas quieren ver al Evo de rodillas, porque
cada palabra del indio les desenmascara. Por eso el
asesino y el agresor se amparan en la mentira y,
desde allí, persiguen la verdad para asesinarla.
El conflicto proviene de su resistencia a cambiar,
de su resistencia a reconocer la humanidad del Otro:
yo soy si Tú eres; yo vivo si Tú vives. Pero el
egoísmo del individualismo piensa todo lo contrario;
concibe la vida de los demás como amenaza a su vida,
por eso busca a sus iguales y forma con ellos
comparsas y logias, enjaulando su libertad con el
dinero que posee. El dinero le hace libre y es la
marca que tiene en la frente para reconocer a sus
semejantes; pero ni entre sus semejantes se siente
seguro, porque su afán competitivo (acaparador) le
hace desconfiar de todos, menos de aquello ante lo
cual es todo un devoto y muestra la piedad
fetichista que, en el fondo, sostiene su forma de
vida: no confía en la humanidad, confía en el
dinero. Si se pone él mismo como dios, no cree en
Dios, entonces, ¿cómo va a creer en el ser humano?;
por eso prefiere creer en las cosas, en el dinero
que compra las cosas que se le antoja, por eso es
fetichista, porque pone a la cosa, el dinero, en
lugar de Dios. Por eso su desprecio a la vida de los
demás es coherente con la lógica que le mueve en su
vida diaria: ganar no tiene límites y todos se
convierten en un medio para que él gane siempre más,
por eso no tiene conmiseración al explotar a los
demás, sobre todo si son indios. Pero el fin que
persigue no es ni siquiera él mismo sino la
ganancia. Toda relación humana se convierte en
relación mercantil, de modo que todo se mide de
acuerdo al beneficio lucrativo; hasta la amistad, la
paternidad o el amor se convierten en inversión de
capital, de satisfacción y consumo; lo que es peor,
todo este desbarajuste aparece como lo "racional en
sí", porque todo acto "racional" ha sido,
previamente, reducido a la eficiencia y a la
utilidad. Si es eficiente matar gente para que viva
este individuo, entonces, es un acto "racional" que
este individuo persiga, patee, escupa y acabe con
aquellos que se oponen a su "libre" acción de hacer
lo que le de la gana.
(continúa)...... |