Espiritualidad activista

En los últimos años se ha multiplicado el número de personas que muestran interés por la filosofía oriental y la medicina alternativa. También la coyuntura ha incentivado la prolifereción de charlatanes y sectarios.
En cuanto al anarquismo, ocurre un fenómeno similar, cada vez hay más estudios de los textos de Proudhon, Bakunin y otros teóricos anarquistas, los anarquistas salen del armario en grecia y el estado español… pero ambas cosas… ¿qué tienen en común? ¿Hay alguna conexión entre el interés por la espiritualidad no religiosa y el interés por la política sin políticos?
Tanto en la anarquía como en la espiritualidad no religiosa no hay dogmas.  Existe una gran variedad de pensamientos anarquistas o de espiritualidades libres. El gran resumen de la síntesis entre espiritualidad y anarquía la podemos encontrar en la frase de Ghandi “Sé el cambio que quieres para el mundo”
La búsqueda de coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace lleva a que la anarquía se convierta en una forma de vivir y lejos de ser una utopía, se acaba por convertir en realidad.
La espiritualidad oriental es categórica al respecto: Somos creadores de la realidad. De esta manera, pensadores como Eckhart Tolle aseveran que el mundo es como somos nosotros, el mal del mundo es un excedente de la falta de amor que tenemos dentro. Toda actuación sin amor o energéticamente negativa, añade un granito de arena al polo negro del ying yang y viceversa. Cualquier pensamiento positivo o en su coherencia, cualquier acción positiva, suma un granito de arena al cambio mundial.


El imperio de la razón y el imperio del capital al final forman un único ente:


Se trata de una sociedad utilitaria que instrumentaliza a personas, animales y cosas en la denominada organización de los factores de producción (tierra, capital y mano de obra)
La empresa, para sobrevivir, precisa utilizar a las personas  como un medio para sus fines, como un medio para el máximo beneficio. De esta manera las corporaciones tienen su propia clasificación de la realidad, en particular, de las personas: Accionistas, ejecutivos, mano de obra y consumidores. Para conseguir el máximo beneficio se constituye un ritual de desidentificación de la personalidad y de identificación empresarial. A los consumidores mediante creación de nuevas necesidades y sortilegios emotivos (publicidad). A los trabajadores mediante bonificaciones, incentivos y objetivos empresariales. De esta manera se termina con la jornada laboral. De las 8 horas de trabajo se pasa al trabajo por objetivos. O más claramente  “No te puedes ir hasta que no termines” a los ejecutivos, trabajadores ya asimilados, ya tienen seguramente parte de su sueldo pagado con acciones para limar diferencias ente el individuo y la empresa,  se les identifica con la dirección, se les paga con dinero y poder sobre sus subordinados. Por último, a los accionistas, se les tienta con la especulación. Especulación significa obtener lucros fantasma. La ley de la oferta y la demanda hace que las cosas no cuesten lo que valen. Es decir, si  una acción la quieren 100 personas vale 100 y si la quieren 10 vale 10, pero no hay casi nada por detrás que sustente su valor, es decir, si nadie quiere la acción, esta no tiene valor.
La especulación multiplica el dinero. Hace tiempo que la mayor parte de los países capitalistas abandonaron el patrón oro, El valor de un país no es el oro que tiene, sino el precio que tienen la suma de sus empresas. Ojo, no el valor que tienen, sino el precio. Esto hace que sin demanda, tal y como ocurre con las acciones, el dinero no esté avalado por nada. Se trata de matrix. Los bancos son solventes porque creemos que son solventes, pero realmente no pueden pagar a todo el mundo si todo el mundo pide su dinero.  De la misma manera, en el terreno espiritual, se nos formatea en matrix. Sólo existe lo que tocas, el capitalismo es lo menos malo, vota al menos malo, las mujeres tienen que estar  buenas y los hombres tienen que matarse a trabajar… 
Se nos imponen un montón de tonterías. Se cambia el memorizar por el aprender, el participar por el ganar, el crecer por tener popularidad, el ser feliz por tener dinero, el amor por el porno, la paz por la evasión, el valor por el precio… Se llega a un estado de cosas en las que hay que trabajar un montón de horas para comer comida basura, criar a la prole como se pueda, firmar un buen seguro y sumirte en la negrura de la muerte con un sucedáneo de espiritualidad basado en el negocio religioso.
De la misma manera que se nos identifica con el capital (casi todos pertenecemos a un banco) se nos identifica con la mente:
Con esa vocecilla interior que te dice que llegas tarde, que tienes que ser esto de mayor, que no te puedes cambiar porque eres producto de tu pasado… En definitiva la mente es futuro y pasado. La mente es la agenda del móvil que te dice qué tienes que hacer y el pasado que por experiencia te hace ser esto o lo otro.
La realidad es totalmente diferente. No somos ni el capital ni la mente. Somos simplemente el aquí y el ahora. Esto es espiritualidad anarquista.
Pero no nos precipitemos, bebamos de los clásicos primero para ver las coincidencias entre un pensamiento pretendidamente occidental como el anarquista y la supuestamente oriental idea de la iluminación.
Tenemos que remontarnos a Aristóteles en su clasificación de la realidad.
El filósofo griego sostenía que hay tres maneras de concebir la realidad:
Las cosas, los instrumentos y los ámbitos.
¿Qué son las cosas?
Las cosas son porciones de materia sin ningún significado. Son la chinita en el zapato que arrojamos lejos de nosotros por no tener valor o cualquier cosa que “no sirve para nada”
¿Los instrumentos?
Son cosas que tienen valor en función de su utilidad. Un coche tiene valor si nos sirve para desplazarnos, pero si no existiese gasolina,el coche perdería su valor. Un martillo vale si tenemos clavos, pero si no, se convierte en una cosa.
¿Los ámbitos?
Las personas y el arte por ejemplo, tienen un valor incalculable. Se puede destruir una cosa, pero matar a una persona es un crimen abominable, de la misma manera que destruir una obra de Leonardo Da Vincci sería algo terrible. El arte y las personas, son indiscutiblemente aclamados por el amor infinito que suscitan en otras personas.
Y volvemos al amor…  Aristóteles decía que se pudeden hacer otras clasificaciones de la realidad. Si amamos una piedra, esta deja de ser una cosa para constituirse en un ámbito o si odiamos a una persona, la podemos llegar a destruir como si de una cosa se tratase.
Aristóteles decía que en última instancia todo podría llegar a ser ámbito porque de todo podemos aprender y todo lo podemos amar. Podemos construir la realidad con esta idea. Esto en filosofía oriental se llama Nirvanna.


El capitalismo y la mente, ¿cómo catalogan la realidad?

La instrumentalizan. El individualismo da valor a las cosas en función de su valor herramienta. Las personas no son un fin en sí mismo, sino un medio para los objetivos empresariales. Si no, ¿cómo se explica hacer trabajar a la gente más de ocho, diez o incluso doce horas diarias por un sueldo de miseria?
De la misma manera sólo se puede entender tener a las vacas encajonadas en dos metros cuadrados, ensondadas, hormonadas y absorvidas por máquinas entendiendo que los animales no son un fin en sí mismo, sino un medio para nuestros fines.
Sólo desde el no amor se puede entender el capitalismo y la mente. La gente estresada corriendo bajo tierra de un lugar a otro, enchufados a móviles y a comida basura para poder consumir y las posibilidades suficientes para poder reproducir esta miseria con normalidad, para mantener la natalidad en límites aceptables y no tener que importar recursos humanos “problemáticos” como los inmigrantes.
Para la filosofía pangeísta somos todo. Somos Dios. De tal guisa, todo es amor. Todo es ámbito. Nada es instrumento, sino fin en sí mismo. No entra dentro de  esta espìritualidad la propiedad, porque la propiedad es un sucedáneo de amor excluyente, excluye a los demás de su amor. De la misma manera funciona el amor libre anarquista. El amor que no es libre, no es amor, sino propiedad. Es cosificación. Es rebajar a un ser humano de ser un fin en sí mismo con aspiraciones propias a una cosa con la que se puede uno casar o contratar para que haga de cajera en un supermercado.
El amor no entiende de propiedad, contratos ni dueños. El amor no deforesta, ni explota, ni contrata. El amor no hace guerras, ni fabrica bombas de racimo. El amor no tiene representantes parlamentarios porque considera que cada uno puede representarse a sí mismo mejor que ningún otro y no legisla más allá de lo estrictamente necesario, abandonando el totalitarismo del capital.
Allá donde alcanza nuestra vista en una sociedad capitalista podemos ver un montón de propiedades.
Allá donde alcanza nuestra vista de manera espiritual podemos ver una prolongación de nosotros mismos.  Yo y el universo somos la misma cosa. Yo y los demás, yo y todo. Somos simplemente amor. La misma cosa: Amor libre.

¿Cuál es el sentido de unificar la espiritualidad con el activismo?

La mayor parte de los activistas sociales son seres sensibles que se rebelan ante las injusticias del mundo. Se informan, piensan y actúan en consecuencia.
Como seres sensibles la no-armonía entre lo que quieren y lo que es les atormenta.
Buscan un mundo mejor pero encuentran guerra, precariedad, desempleo, xenofóbia
Esto provoca un gran resentimiento con el mundo. ¿Por qué la gente no se quita la venda de los ojos? ¿Por qué no salimos a la calle y regeneramos este mundo podrido? Tanta pasividad muerde el corazón de las personas sensibles, y produce rabia e impotencia, muchos acaban renunciando o adoptando actitudes violentas.
Eso es lo que ocurre cuando se quiere cambiar el mundo con un sentimiento de rabia y de impotencia.  Y aquí cobra sentido este texto. La espiritualidad activista es lucha con amor.
Hay que ser conscientes de que la consciencia es para muchos, algo que no se pueden permitir. Para tomar conciencia hay que tener tiempo para pensar y un plato de comida asegurada. Por ello no hay que odiar a los que no toman parte o a los que toman la parte contraria. Hay que amarles y ser humilde, sin enjuiciar a nadie.
Activismo consciente, creativo, aceptación del ying yang pero también sintiéndonos creadores de la realidad. Somos guionistas, actores y directores de nosotros mismos y del teatro del que formamos parte.
De esta forma nos convertimos en el cambio que queremos con el mundo y el cambio, lejos de ser una utopía, se realiza en nosotros mismos.

La anarquía es una utopía…
No, se trata de una forma de vida. Sin Dios, ni patria ni amo y guiada por el amor libre y la solidaridad.
Dios no es algo separado de nosotros. Dios es una palabra bana, gastada por siglos y siglos de --Dios es amor y tú un pobre pecador. Dios es esto y te castigará, Dios es lo otro…  Basta decir Yo o Universo para estar diciendo Dios de manera menos confusa que diciendo Dios. La mejor palabra probablemente sea Ser, ya que implica simplemente Ahora, sin pasado ni futuro que nos saquen del ahora… Pero realmente no tiene importancia creer o no creer en Dios. El universo auto consciente, es decir, tú, que eres una parte del universo y eres auto consciente (es decir, eres consciente de ti mismo como parte del universo, ya te lleva a la conclusión de que eres Ser. Eres universo.  Ser ahora se puede aprender mediante la meditación, con el silencio mental. Nos damos cuenta de que no necesitamos nada, si no simplemente Ser. Ser el cambio que queremos para el mundo.
¿Patria? La patria es el amor a un pedazo de tierra con exclusión de los demás. Nada menos espiritual, nada menos amoroso que amar una única cosa.
¿Amo? ¿Si todos son yo, cómo podría alguien ser superior a yo? Los amos instrumentalizan, cuando nuestro objetivo es que todos sean un ámbito. Que todos sean amor. Sobre el liderazgo hay grandes discusiones en el seno del anarquismo. La jefatura es por descontado, algo a eliminar, puesto que la jerarquía no es respeto sino miedo, no es mérito sino herencia o arbitrariedad, no es amor sino poder. El liderazgo es otra cosa, desde mi punto de vista, se trata simplemente de respeto. Las ideas o personas que más se hacen respetar, da igual que estemos en contra de ellas o a favor. Simplemente son líderes. El liderazgo aparece, como apareció con Durruti, el legendario anarquista que fue aclamado como líder aunque a él le diese náuseas sólo de pensar en dar una orden.
Activismo y espiritualidad…  ¿qué aporta el activismo a la espiritualidad y viceversa?
La espiritualidad aporta seguridad y aniquila el miedo. No son ningún ejemplo a seguir, pero los hassasin o los kamikazes por ejemplo, eran capaces de inmolarse en nombre de una causa. El miedo se puede vencer. Hoy en día en nuestras comisarías se tortura a los activistas. Si estos tuviesen formación espiritual serían capaces de vencer el miedo y el dolor.  La cualidad heroica no es más que la falta de miedo a la muerte. La espiritualidad muestra que La Muerte no existe. Existen pequeñas muertes, que se pueden hacer perdiendo el cuerpo físico o conservándolo. Eckhard Tolle dice que el secreto de la vida es morir antes de morir para darse cuenta de que la muerte no existe. Cualquiera que haya experimentado esto sabe de lo que estamos hablando. Se puede experimentar la muerte sin morir.  Para ello existe el Dayme, por ejemplo. Mediante el cántico, la marihuana y la ayahuasca se puede experimentar la muerte sin morir, aunque realmente, no es necesario ningún ingrediente exógeno a nuestro cuerpo para experimentarlo y con el ejercicio de parar y observar el pensamiento, es decir, observando nuestro flujo de pensamiento como un observador externo, neutral, sin juzgarlo, se consigue parar el pensamiento. Entonces entramos en meditación. Estar en la naturaleza es también una forma de meditación. De esta manera dejamos de ser esclavos de nuestra mente, del pasado y del futuro, del ego. Si aprendemos a parar la mente, utilizamos la mente para lo que queramos y no al revés.  Dejamos de ser marionetas atormentadas de la mente. Ahorramos energías sin pensamientos repetitivos. La mente ha de callar cuando no es necesaria. Callar como cuando calla cuando ves un amanecer y te quedas sin palabras. Callar como callan los niños cuando juegan con las olas. La mente ha de callar y volver cuando es llamada. Para esto por lo general, hay un gran trabajo de meditación. Igual que cuando te pones a tocar  un instrumento, el primer año, seguramente, tus amigos te pedirán que por favor, pares de perforarles los oídos, pero con la práctica, acabamos haciendo música, o aprendiendo a parar la mente.
Los druidas, los chamanes europeos, son el ejemplo perfecto de espiritualidad activista. Hay miles de druidas hoy en día, no se trata sólo de una práctica realizada en tiempos remotos.
Ellos, comprometidos con la madre tierra, son ecologistas. Piensan que la vida es un compromiso con el mundo, con la comunidad natural y por consiguiente, comprometidos con la humanidad. Hay druidas en  diversas organizaciones, pero a la mayoría no les gusta ninguna organización y menos, jerarquizada. Se trata de un camino espiritual libre, sin sacramentos, que tiene como base primordial el amor por la tierra y la humanidad, así como la creatividad  y llevar una forma de vida armoniosa con el medio ambiente.
Suelen ser vegetarianos, gustan de crear canciones, poesía, son curanderos y conocen los secretos de las plantas.
Esto les permite independizarse en gran parte de Babilonia, de la ciudad. Se acercan a un modo de vida autogestionado, boikoteando los productos modificados genéticamente, el consumismo, la industria de los animales, los químicos de la medicina innecesaria…
Se trata de una revolución interior. La revolución no puede ser sólo a nivel externo, basta mirar la unión soviética para darse cuenta de ello. La jerarquía, la falta de libertad, déficit democrático,  sin participación popular en las decisiones del partido… aniquilaron cualquier atisbo revolucionario a un proceso necesario. Reeditaron lo que quisieron destruir: el zaarismo y la burocracia. Su experiencia nos enseña que el Estado y el poder siempre serán algo a derribar, no a suplantar.
¿Cómo derribarlo? La revolución interior ha de ser llevada a las escuelas. La educación libertaria es la clave de todo este proceso. Hay que llevarla a las escuelas… pero en casa también es posible y muy efectiva.
La educación libre no es sólo para niños y se basa en el auto aprendizaje:
En experimentar, en pensar, en leer, crear (escribir, pintar…) Se basa en fomentar los talentos e inquietudes individuales, en analizar el mundo que nos rodea, mostrando el porqué de las cosas, fomentando el espíritu crítico, sin adoctrinar, sin decir qué hay que pensar, sino en qué hay que pensar. Tenemos que pensar en el mundo que nos rodea, en como se organiza, el cómo y el porqué. En qué es la felicidad, cómo se produce y porqué , así como la infelicidad, el amor, el odio… ¡La vida! ¡Se trata de una iniciación a la vida! 
La educación libertaria valora no sólo las matemáticas o la literatura sino también la solidaridad, el compañerismo, el pensamiento creativo, la iniciativa…
Se premia, pero no se castiga, el educador trabaja su respeto, no su miedo. Se aparca la disciplina estúpida en que tanto incapié hace la educación “normal” que convierte en rebaños sumisos las masas infantiles que tienen la triste fortuna de la educación “normal” pública o privada. Existe una buena bibliografía al respecto de la educación libertaria que podrá explicar la materia mucho mejor que yo. Recomiendo especialmente “Paideia, 20 años de educación libertaria”
Los niños nacen revolucionarios. Son ese ideal de Nietzsche, creativos, sin frontera entre el cuerpo y la mente, se permiten experimentar, burlan la autoridad siempre que pueden. Los  mayores para ellos son (y por lo general tienen toda la razón) aburridos y no juegan. Siempre tienen mil cosas que hacer y no disfrutan del ahora.
Este sistema termina con la inocencia de cualquiera. Se establece un sistema competitivo en el que los diferentes son torturados hasta su uniformización y asimilación en la masa.
La educación libertaria valora muchísimo la solidaridad y el respeto. Tampoco está prohibido el amor, que roban a los niños al hacerse mayores.
Los mayores no ríen, no lloran, no se abrazan, no gritan ni cantan, ni silban, ni saltan. Son grises y van al trabajo todas las mañanas a las ocho después de tomarse un café con dos cucharaditas de azúcar.
Los mayores hacen la declaración de la renta y no saben que pueden hacer abstención fiscal y pagar la parte correspondiente a ejércitos a una ONG o a cualquier organización que prefieran sin que sea algo ilegal (es alegal y se puede poner abstención fiscal en google para recibir información).
Los mayores usan windows, fuman tabaco industrial, comida precocinada, se ponen hasta arriba de bebidas alcoholicas mezcladas con refrescos insalubres, hablan del tiempo, compran todos los días varios productos diferentes, hace tiempo que no ven el mar, o  que no ven la montaña, o que no ven atardecer, eso sí, todos los días ven muchos coches, la mayor parte los conduce con regularidad. Compran gasolina que viene de Irak, cigarrillos americanos y apagan el cerebro al ver la tele, exhaustos tras una jornada laboral de tres mil horas.
La mayor parte de los mayores, son un coñazo. Los niños tienen toda la razón del mundo y a cambio, los metemos en colegios prisiones en los que la deserción puede ser castigada con expulsión, hombres del saco, fracasos terribles… les dicen que medigarán por las calles si no aprueban el exámen… Nos inculcan el miedo.
Nos dan de comer vacas aterrorizadas que saben que van a morir y tienen miedo y el miedo está en la carne que comemos y en la leche que bebemos. 
El sufrimiento está en los cerdos, en los pollos, el miedo está en la carne de gallina y en los huevos fritos con bacon. Y nos comemos porciones de miedo envasadas al vacío, previamente desinfectadas y hormonadas, espolvoreadas con E-321, gasificantes, acidulantes, E-365, grasas parcialmente hidrogenadas, grasas saturadas, grasas vegetales, animales…
En cualquier camino espiritual se comprueba la estrecha relación que hay entre la comida y los estados de ánimo. Somos lo que comemos y cuando te conectas a tu cuerpo y lo escuchas, te das cuenta.
Tu cuerpo te habla y te pide que no lo maltrates con tanta mierda industrial. Que en vez de comprar precariedad en el super te recorras un par de tiendecitas más  pequeñas y naturales, donde el tendero se sabe hasta tu nombre.
El cuerpo nos pide que lo llevemos a la naturaleza, que no hagamos tanto caso al despertador, al móvil, al ordenador, a la tele, a la play station y al mp3.
El cuerpo sabe que somos felices al abrazar a alguien o  al tener una buena conversación. Pero ¿cómo tener una buena conversación si matamos la vida con rutinas insoportables en las que sólo cambia el número del calendario?
¿Cómo perder el miedo al extranjero si no salimos de nuestra ciudad sino es para ir a la playa atestada de turistas, que toman  sol con efecto invernadero y se dan cremas químicas para evitar el agujero de ozono?
Rebelémonos contra esta miseria. Sin rabia, con amor, comprendamos a nuestros hermanos explotados sumidos en la ignorancia, sin tiempo para pensar en otra cosa que el final de mes o la evasión necesaria del fin de semana.
Cultivémonos. Informémonos, meditemos, hagámonos mejores. No nos demos por sentados. Seamos el cambio que queremos para el mundo. Equivocarse no es tal si aprendemos de nuestros errores. Matemos nuestro orgullo admitiéndolo. Seamos humildes, no condescendientes. Reconozcamos que tenemos cien mil contradicciones. Somos humanos, como todos los demás, compañeros de un camino hacia ser mejores. Hacia un mundo más justo. Destruyamos las instituciones, no las personas que las representan, sin odio. Como un hecho irrevocable. La falta de legitimidad de un sistema que no nos pregunta qué opinamos sobre él es motivo suficiente. Volvamos atrás y pongamos los cimientos de una sociedad verdaderamente democrática. Eduquemos a nuestros hijos para que creen de las cenizas de Babilonia un mundo mejor. Nosotros viviremos la crisis. La crisis nos identificará con el sistema y nos dirá que hay que apretarse el cinturón. Colectivicemos las oficinas, las granjas, las industrias, ¡resistencia pasiva, acción directa! 
Si tienes que ser explotado para pagar tu hipoteca, okupa una casa. No ahorres, gasta tu dinero o se lo quedará el banco cuando haya crisis. Gástalo en aquello que nunca perderás. Gástalo en ti mismo, en cultivarte a ti y a los tuyos.
Hagamos la revolución, hagamos el amor, sin celos, sin posesiones, sin rencores. Más adelante, ejercerán la violencia contra nosotros, contra la revolución. Estemos preparados. Matemos el miedo. Conozcamos a quienes van a estar en frente de las barricadas. También somos nosotros, pero en un estado aún más inconsciente y precario. Los policías somos nosotros cuando nos han formateado. Los fiscales somos nosotros presa del ego y la mente, los yuppies de Wall Street somos nosotros víctimas de la codicia. Se les puede matar sin hacerles perder el cuerpo físico, se trata de  decidir que no existen. Entre todos podemos. Desde ya, no existen. No tienen legitimidad. Quizás haya un momento en el que tengamos que utilizar la fuerza. Si llega, estemos preparados. No seamos sólo activistas,  tengamos una formación espiritual que nos guíe para el mejor de los caminos.
Nadie dijo que fuera fácil, pero es posible. Haz yoga, haz reiki, haz artes marciales orientales, ve a las asambleas, a las manis, pero sobre todo (y teniendo en cuenta que nuestra libertad termina donde empieza la de los demás) en fin…  por encima de todo… Haz lo que te de la gana
 ¡Somos libres! ¡El estado ha muerto!

Luis Carmona Horta

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