ANARQUÍA Y ANTROPOLOGÍA

 

De Kevin Tucker

 

 

         Como Theresa Kintz apuntó en su entrevista, la antropología (refiriéndose al campo general que incluye antropología física/biológica, antropología cultural, arqueología y lingüística), como todas las ciencias, es una herramienta de la civilización. El antropólogo radical Stanley Diamond escribió: “La civilización se origina en la conquista exterior y la represión en casa”. El rol de la ciencia ha sido siempre el de justificar y perfeccionar esa conquista y represión, y la antropología no es una excepción. No obstante a través del trabajo de los antropólogos (a veces con intención y otras sin ella), llegamos a un gran entendimiento del animal-humano y el estado anarquista en el cual vivimos más del 99% de nuestra existencia. Aquí nos enfrentamos al problema de tener que trabajar con herramientas de los civilizadores, cuando al mismo tiempo, intentamos destruir la totalidad del sistema físico y mental que los originó.

 

INTRUSOS MIRANDO ADENTRO Y AFUERA

 

         Los primeros antropólogos trabajaron en primer lugar teniendo en cuenta los relatos de los conquistadores, misioneros y viajeros que traían noticias de los “salvajes” que habitaban más allá del reino de la civilización. Las dos opciones que concibieron los conquistadores para los “primitivos” fueron destruirlos o asimilarlos, sin embargo, como ya vimos en la historia, los dos llevan a resultados similares.

         La asimilación fue llevada a cabo por misioneros y quienes se dieron cuenta que tenían más valor vivos (como trabajadores) que muertos, pese a que estos dos términos son difíciles de separar. La esperanza de los misioneros sería preparar el camino para una relación “amistosa” y “civilizar” a los “salvajes” a través de su Dios.

         El trabajo del tiempo sería predominantemente servirse a sí mismo relatos del auge de la civilización a partir del “salvajismo” y “barbarismo”. El principal giro sería con Franz Boas, quien se concentró en la necesidad de realizar trabajo de campo, a principio de siglo. Boas, un inmigrante alemán a Estados Unidos, vio a los nativos de este país ser asesinados de una manera rápida. Su preocupación era que todo su conocimiento moriría con ellos y comenzó el cambio del trabajo antropológico por el de grabar todos los conocimientos que estaban siendo destruidos.

         Con Boas se hizo importante el describir y catalogar las características de las personas. Esta clase de acercamiento es trabajo de los científicos. A pesar de las buenas intenciones que Boas y sus seguidores tenían, su trabajo era totalmente subjetivo. Describiendo todo lo que uno ve no se puede lograr “objetividad”. Hay solamente una situación que el filósofo alemán llama “montando la cerca”, esto significa que hay una persona tratando de entender una realidad para traducirla a otros con otra realidad. Esa persona queda luego atascada en la mitad, siempre una parte de una cultura, y por lo tanto solamente puede observar la otra parte de la cultura a través de sus propias percepciones. Lo que Duerr marca, es que no hay ningún tipo de “método científico” que pueda siquiera empezar a lograr lo que su propuesta sea. En este caso, ese es el campo de la antropología, actuando como el estudio de humanos o como Stanley Diamond dice, “el estudio de hombres en crisis a cargo de hombres en crisis”.

         El proceso que comenzó Boas fue ampliado por el antropólogo polaco Bronislaw Malinowski, unas décadas más tarde, después de su trabajo con los Trobrianders de Papua Nueva Guinea. El trabajo inicial de Malinowski allí, terminó durando más a medida que se movía hacia una remota isla para evitar la deportación durante la Primera Guerra Mundial. Durante este período se metió de lleno en la cultura Trobriand, definiendo lo que llamaría “observación participativa”. Duerr recuerda al igual que Malinowski al científico que se empieza a sumergir un poco dentro de esta sociedad “primitiva” para retornar a Europa. Sabiendo que su situación no era permanente, siempre tenía un pie afuera en algunos asuntos.

         No siento que esto destruya  toda la validez de su trabajo, solamente siento que cuando se miran estos casos, estas son cosas que debemos considerar. Esta clase de “observación” pretende representar la cientificidad de lo objetivo, creyendo que la totalidad de una cultura puede ser observada y entendida desde la neutralidad. El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss reconoció que mientras la ciencia es todavía mito, conlleva la posibilidad de encontrar una “realidad de hecho”. Él mantiene: “La ciencia nunca nos dará todas las respuestas. Lo que podemos intentar hacer es aumentar muy levemente el número y la calidad de las respuestas que podemos dar, y esto, creo que lo podemos hacer sólo a través de la ciencia.”  A través de esta evaluación bastante liberal, nos quedamos con la confianza en “verdades duras”, y mientras Lévi-Strauss negó la cientificidad, él, no obstante, ha llevado sus consecuencias de estar atado a esto.

         A través de esto, todos los resultados positivos de la antropología deben ser entendidos también de una manera que es independiente de las afirmaciones civilizadas. Lo que hemos visto, desde el campo de la antropología, y entendiendo los problemas que encaramos, es que somos fundamentalmente del Pleistoceno, somos recolectores-cazadores. La crítica anarco-primitivista tomó este entendimiento de una manera muy seria, diciendo que la civilización es un invento reciente y que los efectos de domesticación son sólo un signo de nuestra necesidad de volver al modo de vida que ha dado forma a nuestro ser. Con esto, hay pocas razones por las cuales nosotros no deberíamos aceptar esta clase de información, porque habla directamente al recolector-cazador reprimido dentro de nuestras civilizadas personas. De lo que deberíamos siempre tener precaución, es de la seca cientificidad que subyace en la búsqueda específica de la que la antropología se hace cargo.

 

CREANDO LA REALIDAD

 

         En su libro Tierra Roja, Mentiras Blancas, el escolar Sioux Vine Deloria Jr., plantea preguntas sobre el “mito de los hechos científicos”. Lo particular en esto es que debatía la teoría bien establecida de que los americanos nativos llegaron a este continente cruzando el Estrecho de Bering hace 20 000 años (esta es una de las cifras más modestamente estimada). A los ojos de Deloria y de otros nativos americanos (no todos), esta teoría establecida como “hecho” es racista. Estoy enterado de la validez de algunos argumentos, que se podrían basar en cuestiones de “reclamo de tierras”, que han sido una acusación en contra de este libro en particular. Como anarquista, creo que nada hace de una “tierra” la “propiedad” de alguien, a pesar de que entiendo este tipo de declaraciones en contra de los gobiernos. Sin tener en cuenta esta posibilidad, encuentro muchos de los argumentos merecedores de ser tenidos seriamente en cuenta.

         Lo que Deloria muestra en su libro son las formas en que la antropología, como ciencia, recogerá y elegirá qué “evidencias” convertirá en hechos de la realidad (a pesar de que él mismo es culpable de esto también). Este es un problema serio de toda la comprensión científica, una concepción del tipo “verdad absoluta” que sustenta toda la existencia (esta dependencia de la “verdad absoluta”, es la razón por la cual clasificaría toda religión como ciencia). Lo que sucede es que las posibilidades para lo que es “real” están limitadas por aquello que es “sabido como un hecho” para los que observan. Mucha gente la pasa mal comprendiendo que ciencia es simplemente teorizar. De esta forma sólo es posible pensar la llegada de población a este continente a través del Estrecho de Bering. No puedo decir si tomo partido por la ciencia o si soy un hereje, porque ninguno de ellos existe, pero creo que los “hechos”  científicos limitaron nuestra capacidad de buscar otras posibilidades.

         El problema, como yo lo veo, no consiste en tratar de ver qué está “bien” o “mal” sino en darse cuenta que un sistema que contiene tales valores y puede imponerlos a otros es el problema. Yo, como Theresa, tengo poco interés en combatir a los mitos con otras personas, y como voy a indicar después, siento que una mítica, conciencia ecológica es importante para volver a tener una vida salvaje, pero siento que la antropología puede ser vital sólo para destruir los universales e institucionales mitos que fundamentan y mantienen la civilización.

 

CATALOGANDO  LA CONQUISTA

 

         El pasado de la arqueología no es muy diferente del del resto de la antropología. El tipo de observación que Malinowski trajo al trabajo de campo de la antropología podría decirse que es la base de las excavaciones arqueológicas. No fue hasta después de la La descendencia del hombre de Darwin (1859) que los arqueólogos siquiera reconocieron el pasado como existente más allá de los 6000 años que la Iglesia admitía para la “creación”. En el nuevo mundo, no se reformó la forma en que las excavaciones se hacían hasta que las críticas de Boas surgieron. Las excavaciones arqueológicas, como las conocemos hoy, no adquirieron su forma actual hasta 1960, a través del trabajo de Lewis Binford luego de 1947, que creó la forma de datar basada en el carbono – 14, uso explícito de la teoría de la evolución, uso de conceptos culturales y ecológicos, y el uso de teorías de sistemas.

         La arqueología es esencialmente el estudio del pasado a partir de los restos materiales. El trabajo de los arqueólogos puede ser útil solamente cuando se relaciona con cómo ciertos restos son usados por gente observada más recientemente o el uso común de materiales similares. Con lo que la arqueología tiene que trabajar es con la localización del lugar exacto de las cosas en la tierra. Su trabajo es literalmente cavar el pasado y teorizar las implicaciones de sus descubrimientos. En muchos aspectos, este es un trabajo con muchas desventajas y un montón de especulaciones, pero, como dijo Theresa, hay muchas cosas que pueden aprenderse a pesar de las desventajas. Algunos han tomado estos descubrimientos y los han agregado a la crítica de la civilización, como John Zerzan, Jared Diamond, y Clive Panting, para nombrar sólo algunos.

         Lo que acá veo como problemático, es la efectividad de todo esto. Mientras no veoo razón en desacreditar los resultados de toda la información recolectada que señala los problemas inherentes de la civilización, sí creo que haya razón cuando esto se convierte en autoperpetuante. No estoy interesado en decir que deberíamos parar de buscar, pero me preocupa que esta búsqueda haya sobrepasado las posibilidades que están siendo abiertas. Cuando estaba escribiendo estas preguntas a Theresa, algo estaba constantemente viniendo a mi mente: sabemos que la civilización está jodida, y que no es el modo de vida en el que los humanos se han involucrado ecológicamente, pero ¿cuánto más tenemos que volver a asegurarlo antes de que hagamos algo? No estoy acusando a estos muchachos de no intentar hacer algo, pero estoy preocupado en general.

         Mirando en el campo de la antropología, constantemente veo a gente como Boas, que están constantemente preocupados en grabar y catalogar todos los problemas de la civilización. Lo que viene a mi mente es una foto de la guerra de Vietnam, en la cual tres soldados americanos, están violando a una mujer Vietnamita. El fotógrafo de guerra (al igual que los fotógrafos y periodistas en general) han convertido su trabajo en grabar constantemente la destrucción que está ocurriendo, probablemente con la esperanza de que lo que hayan grabado pueda dar coraje a otros para pasar a la acción. ¿Cuánto más debemos esperar para que dejemos de grabar solamente, esperando que otros pasen a la acción? En muchos aspectos, el antropólogo es ese fotógrafo de guerra, mirando la destrucción que tiene lugar justo delante de sus ojos, y grabándola. Tal vez este es el triunfo de la domesticación, desautorizando a los individuos para que sientan que no pueden hacer nada, pero mis intereses se mantienen puramente revolucionarios. Estoy forzado a preguntar nuevamente qué tiene que pasar antes de que dejemos de ser meros observadores, mientras nuestra casa y toda nuestra vida está siendo destruida, y pasemos a la acción. Creo que la antropología puede servir como un arma en contra de la civilizada “realidad”, pero creo que mientras sea solamente entendimiento científico, va a llevarnos a que seamos todos participantes-observadores de la destrucción.

         Como Theresa mencionó, el trabajo de los arqueólogos es el negocio anterior a las máquinas razadoras. Esto puede ser una situación dura. Sabiendo que los progresistas, van a destruir completamente la tierra sin cuidado, ¿se estaría haciendo algo positivo en intentar sacar las piezas del pasado humano que serán devastadas? ¿Podría servir como una clase de disuasor en contra de los progresistas o es la excavación solamente otro método de limpiar la tierra, en el que los progresistas podrán seguir o no? Más importante que esto, estoy interesado en encontrar una forma para intentar parar la destrucción desde el inicio, y no tratar de lograr lo mejor de una situación de mierda.

 

POTENCIAL REVOLUCIONARIO

 

         El trabajo de antropólogos radicales como Theresa, Pierre Clastres, Marshall Sahlins, Richard B. Lee, y Stanley Diamond (para nombrar solamente a algunos) es vital para esparcir la crítica y acción anarquista. Lo que está siendo descubierto por la antropología es demasiado valioso como para ser descartado, y es inspirador ver gente de estos campos dándose cuenta de la potencial influencia de sus trabajos. A pesar de esto, es   igualmente importante, no usar esa evidencia, solamente como “descubrimientos” y “evidencias”. Para ir más allá de la civilización necesitaremos usar esta clase de conocimientos para despertar el salvajismo que duerme dentro nuestro. La antropología se va a mantener vital solo mientras nos hable a nosotros y podamos usarla sin llegar a convertirnos en eso.

         Lo mismo es aplicable a la historia y otras ciencias. Personalmente creo que el trabajo de los teóricos evolucionistas fue vital para desechar la científica mitología de los conquistadores religiosos. A pesar de esto, como hombre salvaje, estoy forzador a cuestionar el potencial de este descubrimiento. ¿En qué grado es importante que “sepamos” las especificaciones de todo nuestro pasado? Lo que es importante es una conciencia (anti-institucionalizada) mitológica que conecte quiénes somos con el contexto de la comunidad de vida de la que somos parte. El éxito de la civilización consiste en reducir nuestra realidad a un telón de fondo de cosas de las que existimos aparte de ellas.

         A lo que me refiero arriba no es una clase de ignorancia intencional o a poner la otra cara del conocimiento, sino a cuestionar lo que es parte del animal humano. Desde lo que yo entiendo, un punto de vista mítico y no explícito es aquel que puede flotar en el mundo y puede lograr lo que esperaríamos encontrar en la historia y la ciencia sin implicaciones subjetivas sobre el mundo que estamos teorizando. El problema que se abre acá es llegar a eso desde acá. Me interesa despertar el estado de conciencia primario que fue reprimido por la domesticación civilizada para justificar y continuar la conquista y la explotación. Estamos siempre en guardia para responder las preguntas sobre cómo podemos usar las cosas del mundo civilizado para destruirlo. Con respecto a esto sólo puedo señalar lo que creo es problemático, en este caso, tener fe ciega en las ciencias como la antropología y usar lo que afecta mi ser sin despreciar lo que no me interesa.

         El objetivo de extendernos en esta discusión es encontrar una forma de usar este tipo de descubrimientos sin usar el sistema que los ha producido. Siento que una revuelta contra la civilización va a necesitar una revuelta contra la “cientifización” del a civilización (la razón). Lo que Theresa ha desplegado es un punto de vista desde dentro del campo sobre lo que está pasando. No estoy completamente de acuerdo con su punto de vista, pero puedo respetar sus intentos de dar un giro desde adentro sin preocuparse o desilusionarse de la antropología como la “ciencia mágica” (como lo Lévi-Strauss seguramente lo vería). El camino de la anarquía va requerir cuestionar a todas las “vacas sagradas” que abrieron el camino para el disenso racional para que podamos retornar a nuestro ser original.

 

 

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