La Guardia Civil 

                         

             Fue la institución  elegida para combatir la resistencia armada. Desde un primer momento, se trato de evitar vincular al ejercito en esta lucha. Ello habría significado el reconocimiento expreso, de la existencia de una auténtica fuerza armada (guerrilla), lo que no interesaba a la propaganda del nuevo régimen establecido, que aseguraba dominar el país y no existir elementos combatientes en el estado.

             No debe vincularse la imagen del cuerpo, con la existencia en aquella época de sujetos dentro de sus filas, que cometían amparados en su uniforme, auténticos estragos y desmanes. Ese tipo de generalizaciones nos llevaría también irremediablemente a extrapolar a la guerrilla los violentos comportamientos y fechorías, propios de vulgares delincuentes llevados a cabo por  algunos miembros de la misma.

             En las "zonas calientes" con presencia guerrillera, solían destinar lógicamente, a los miembros más "enérgicos y combativos". Algunos de los cuales llevaron a cabo una dura represión entre los pobladores del lugar. Salíamos de una guerra y mil rencores afloraban a la menor oportunidad.

             Un punto y aparte eran las temidas contrapartidas, formadas en su mayoría por guardias y excombatientes, que con indumentaria similar a los del monte, consiguieron eliminar en toda España un buen número de insurgentes. 

             El origen social de la mayoría de los miembros del cuerpo no era muy diferente del de los perseguidos. Con  sueldos de miseria (13 pesetas diarias) y unas duras condiciones de vida, sus mandos en ocasiones "se las veían", para motivar a sus hombres en la dura lucha contra la guerrilla. En nuestra región, más de una treintena de guardias fueron expulsados  del cuerpo, por no mostrar "demasiada diligencia" en combatir a los del monte.

            Hablando con personas que padecieron cárcel y la dura represión de aquellos años, señalan que en la guardia civil, como en el resto de las instituciones, había de todo. Desde los que se vanagloriaban y enorgullecían con el número de personas abatidas,  hasta los que sencillamente evitaban encontrarse a los del monte, pensando que algún día pasarían a Francia o todo llegaría a su fin.  Pasando por los que sencillamente cumplían con su deber.

            Un guardia retirado me comentaba, como cuando andaban por algún lugar donde presumían se encontraban los emboscados, silbaban o encendían un cigarro (en el monte se puede percibir su olor a distancia), para anunciar su presencia. Los huidos por su parte también evitaban el encuentro con ellos.

            Durante la contienda, hubo  guardias civiles combatiendo en ambos bandos. Alguno, incluyendo oficiales, llegaron a colaborar con la guerrilla en la postguerra. Incluso hubo quien como el "Comandante Abril",  llegó a ser  guerrillero en la zona de Cádiz . Resulto muerto en diciembre de 1949 en un enfrentamiento armado contra sus antiguos compañeros.

            El General de la Guardia Civil Don Manuel Prieto, en el documental "España, Historia Inmediata" (1983), refiriéndose al fenómeno de la guerrilla de la postguerra española declaraba: 

                         "Ellos, los bandoleros, han matado muchos guardias civiles. Concretamente donde yo me he desenvuelto en este tema, provincia de Málaga y Granada. Hay una lápida en la comandancia de Granada que recoge el nombre de tres compañeros míos, 3 tenientes muertos, varios suboficiales y guardias hasta un total de 60. También ha habido muchos muertos de los bandoleros, pero todos han sido en enfrentamientos. Nunca ha sido el actual sistema terrorista de asesinar por la espalda. Ante esto, les tengo un cierto respeto y un cierto recuerdo de agradecimiento a los guerrilleros." 

 

 

 

        

     

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