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Texto por Amenofhis III |
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Al contrario de lo que sucede con la religión cristiana, que no acepta ni comprende ninguna variante al origen de la creación que tomó forma en el seno de su creencia, en el Antiguo Egipto comulgaban los distintos puntos de origen, y lo hicieron sin diferencias, con un respeto y comunicación absolutos, porque en todas ellas, el resultado era siempre el mismo: Egipto. Aún así, hay un elemento absolutamente común en todas ellas, que es ese principio primigenio, ese caos líquido llamado Nun, de donde surgió la vida. Los texos son de difícil comprensión, puesto que nos han llegado en pequeñas partes, pero en Jemenu la vida tuvo lugar en un montículo llamado "La Isla de los Dos Cuchillos" ó "La Isla de las Llamas". En esta isla residían el principio masculino, encarnado por cuatro ranas; y el principio femenino encarnado por cuatro serpientes. Nun y Naunet formaban la pareja que surgió de esa agua primordial, mientras que Kek y Hetek daban forma al caos tenebroso. Kek y Hetek formaron al infinito. Niau y Niaunet qeu eran la encarnación del principio oculto, todo lo que estaba rodeado del misterio. Con estos ocho personajes se forma la cosmogonía de Jemenu, que significa precisamente "La ciudad de los Ocho". Al igual que en la Enéada de Iunu los egipcios de Jemenu adoptaron las formas de la naturaleza para representar el misterio de la vida. El Nilo toma un papel fundamental, pues con su inundación volvía a formar esa agua primordial, y tras retirarse la crecida, asomaban nuevamente los pequeños islotes de donde surgió la vida, la Isla de los Dos Cuchillos. En esta creación, el Sol nació de un huevo que fue fecundado por las cuatro ranas y las cuatro serpientes. Del huevo nació una ave, que no se ha podido identificar, puesto que no se menciona su nombre, pero es muy posible que se trate de un ganso. El Libro de los Muertos ya narra las condiciones de este huevo. Fórmula 54, fórmula para dar aliento en el Más Allá: Oh, Atum, dame el dulce aliento que tienes en tu nariz. Soy el Huevo que estaba en el vientre del Gran Graznador y realizo la guarda de ese poderoso objeto que Geb separó de la tierra. Cuando se escribe esta fórmula, la unión entre la Enéada y la Ogdóada ya estaba consolidada. Así, Atum y Geb custodian al mayor tesoro de Jemenu, el Huevo del Gran Graznador, que por su nombre debiera ser un ganso. Fórmula 56, fórmula para respirar el aliento en el Más Allá: Oh, Atum, que el dulce aliento que tienes en tu nariz llegue a mi. Soy el que ocupa el lugar (1) qeu está en el centro de Jemenu vigilando al Huevo del Gran Graznador. Si él es poderoso, yo soy poderoso... 1- Hace alusión al que ocupa el puesto en el Santuario de Thot, posiblemente el alto sacerdote. El huevo ya fue un objeto importante durante el predinástico e incluso anteriores, como la cultura Naqqada II. La Ogdóada de Jemenu, al igual que la Enéada, posee alternativas a su historia. En Edfú y Déndera vemos un caos líquido, Nun, con serpientes y ranas. En otras versiones, vemos vacas y toros. Pero en todas , tanto los machos como las hembras se unen formando uno solo de su condición. Así, cuando el macho depositó su semen sobre una flor de loto, ésta cerró sus pétalos y gestó un ser en su interior. Al amanecer, del loto surge Nefertum, un niño con el dedo en la boca y el uraeus sobre su cabeza. Al ponerse en pie, Nefertum iluminó toda la tierra, como Ra. Vosotros, que habéis depositado vuestro semen en forma de germen, habéis procreado con vuestra simiente que habéis depositado en el caos, en forma única, y vuestro heredero apareció con forma de un niño. Es famoso el busto del faraón de la XVIII Dinastía Tutankhamón, en el que se ve como emerge de una flor de loto. Sin embargo, jugando con las variantes, aquí vemos que no tiene ni el dedo en su boca ni posee el uraeus sobre su cabeza. Así mismo, podemos ver al príncipe Ramsés II con esa imagen de Nefertum, con sus dedos en la boca y el uraeus, no obstante no emerge de una flor de loto. Este hecho incluía un ritual llamado "El Loto de Oro", donde se ofrendaba a una flor de loto, generalmente la clase denominada Loto Azul. El propio Faraón asistía personalmente al ritual del Loto Azul, el cual cierra sus pétalos al anochecer y los abría con los rayos del sol. Era todo un simbolismo al eterno ciclo de regeneración de la iluminaria diurna, que día tras día regenera con su aliento la vida existente sobre la tierra. En otra versión, según la Ogdóada, el nacimiento del sol acontecía en el interior de una flor de loto. El sol acabó por fundirse con Nefertum, el cual terminó por llevar sobre su cabeza un gran disco solar. Finalmente, no se asoció solo a Ra, sino también a Atum, y en Menfis se le unió a la tríada, convirtiéndose en hijo de Ptah. Con la llegada del Imperio Nuevo, Nun y Naunet fueron sustituidos por Amón y Amaunet, y de aquí toma Amón su nombre de "El Oculto", al desempeñar su función como señor de los misterioso y de todo aquello que está escondido.
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