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Operación de Fuerte Carchuna (Motril), 1938
Testimonio de Joaquín Fernández Canga
Entrada y fachada norte del Fuerte de Carchuna
"El pasado mes de noviembre me encontraba en la Universidad de Oviedo, en compañía de su rector, Teodoro López Cuesta, tratando de encontrar un folleto publicado en plena guerra civil, titulado "Fuerte de Carchuna". Ese folleto fue publicado por los Servicios de Información y Propaganda del Ejército del Sur, que mandaba el coronel Francisco Meollo y cuya sede se encontraba en Baza (Granada). No pude dar con
él en la biblioteca de la Universidad pero una persona allí
presente me habló del trabajo publicado en el número de
abril de 1981 de la revista "Defensa" con el título
de "Golpe de mano en Carchuna"- Puesto que fui protagonista
destacado de ese hecho deseo facilitarles, sobre el mismo, una información
adicional y de primera mano. A Carchuna habíamos
ido a parar numerosos prisioneros del Ejército Republicano del
Norte a los que nos trasladaron, vía Motril, hasta los Llanos
de Calahonda -Fuerte Carchuna- En los citados llanos debíamos
construir un aeródromo cuyas obras se iniciaron, pero que precisamente
debido a los acontecimientos que tuvieron lugar, luego quedó
sin concluir. Fachada sur, hacia la playa, del Fuerte Carchuna Todo comenzó con una fuga en la que intervinimos quien suscribe, antiguo alumno de la Escuela Popular de Guerra n. 6 de Santoña (Santander) y tres oficiales de Milicias. Yo fui el principal organizador de la fuga, al contar con una cierta libertad de movimientos, en parte por el tipo de trabajo que realizaba (arreglo de las bombas del agua, de la electricidad, etc-) y, también, porque un brigada me había tomado simpatía ya que físicamente me parecía mucho a un hijo suyo, maestro nacional, que había caído corno alférez provisional en el frente de Madrid.
Se organizaron 3
grupos, con un total de 30 hombres, que embarcamos armados hasta los
dientes, con armas automáticas y cajas de bombas- El grupo que
mandaba Muriel tenía la misión de cerrar el camino de
Calahonda por donde con frecuencia venían patrullas de la Guardia
Civil; Secundino y Esteban serían los encargados de neutralizar
a los centi-nelas del campo de prisioneros, y yo, con 5 hombres, debía
garantizar el replie-gue para lo que, llegado el momento, volé
la carretera en varios tramos y cortamos la línea telefónica. La operación,
como ustedes publicaron, fue un éxito, y nos retiramos con los
prisioneros, aunque algunos, tal vez por miedo, prefirieron quedarse.
También se nos añadieron dos sargentos nacionales." Joaquín Fernández Canga (León) (Reproducción de la carta de Joaquín Fernández Canga, publicada en la revista "Defensa", por gentileza de Antonio Rodríguez-Medel) |
Golpe de mano en Carchuna (Juan Antonio de Blas, revista "Defensa", abril de 1981) En el lejano Sur Los presos del Norte, radicados en centros de detención de la que había sido su zona de operaciones, no fueron, pues, liberados, pero sí que tuvieron esa suerte un puñado de compañeros suyos trasladados desde la orilla del Cantábrico a la del Mediterráneo. En esa última, y más concretamente en el antiguo fuerte de Carchuna, situado junto al granadino pueblo de Calahonda, se encontraban algo más de trescientos antiguos soldados de la República, en su mayor parte procedentes de la franja cantábrica, que integraban dos compañías de trabajadores destinadas a construir pistas y caminos para facilitar la logística del Ejército de Andalucía, a las órdenes del genera Queipo de Llano. Les custodiaba media compañía de soldados
al mando de un teniente y dos suboficiales, y aunque al principio la
vigilancia no fue extrema, al averiguarse que alguno de los detenidos,
que habían declarado al ser capturados identidades falsas, eran
individuos considerados como muy peligrosos desde la óptica de
la España azul, se puso más atención en controlarles. Pese a todo, varios hombres consiguieron escapar, llegando a las líneas gubernamentales, y como quiera que ese frente lo cubría la 71a División y su jefe era Luis Bárzana, un veterano de las campañas de Vizcaya, Santander y Asturias, fue inevitable que desarrollase un interés muy vivo por la situación en Carchuna. Con los informes de los evadidos y los del XIV Cuerpo de Guerrilleros Republicanos, que actuaban en el campo enemigo a las órdenes del teniente coronel Ungría, Bárzana preparó un plan de ataque que, para que tuviera éxito, debía realizarse simultáneamente contra el fuerte y contra el cercano pueblo de Calahonda, en donde había un puesto de la Guardia Civil con quince números y un sargento. La operación sería llevada a cabo por
treinta hombres, divididos en cuatro grupos, uno de ellos dirigido por
el teniente José Fernández, otro veterano de Vizcaya,
y la cubrirían, con un ataque de diversión, la 55a Brigada
Mixta, de la que era jefe el mayor Pedrosa, así como toda la
artillería divisionaria. En los primeros minutos del 23 de mayo de 1938, dos
lanchas desembarcaron a sus ocupantes en una playa desde la que, aprovechando
la oscuridad y el factor sorpresa, se dirigieron sobre sus objetivos,
que coronaron rápidamente y sin que hubiera que lamentar más
que cuatro bajas, todas entre los nacionales. Acto seguido, recuperadas
las armas de los guardianes, el grupo emprendió la marcha hacia
las líneas propias, contactando al cabo de dos horas con los
guerrilleros encargados de guiarles hasta ellas. En el camino fue preciso
vencer la resistencia de una posición ocupada por guardias civiles
y mal lo hubieran pasado -sobre todo debido a que el tiempo se les echaba
encima- de no ser porque una bomba bien colocada hizo estallar el polvorín,
allanándoseles así el paso. El sector escogido para efectuar el cruce era muy apropiado,
y quienes lo guarecían, al verse atacados por la espalda, apenas
si ofrecieron resistencia, desbandándose, aunque algunos fueron
capturados. La acción les supuso a los mayores Bárzana
y Pedrosa la Medalla del Deber, y la libertad a una serie de prisioneros,
entre ellos varios vascos, de los que, por desgracia, no se conservan
los nombres (4). Digamos, para redondear este apunte, que Luis Bárzana
Campomanes había nacido en Castropol y, al igual que sus padres,
al estallar la guerra era, como se decía entonces, maestro de
escuela. En octubre de 1934 había tomado parte en los sucesos
revolucionarios y hecho prisionero sufrió cárcel, primero
en Mieres y más tarde en San Sebastián. Inició
su participación en la guerra civil tomando parte en el asalto
a los cuarteles de Gijón. Pronto fue nombrado jefe del Batallón
Muñiz 1, responsabilizándose luego de la jefatura de una
brigada del Cuerpo de Ejército de Asturias. Con esta unidad apareció
en el frente de Vizcaya a mediados de junio de 1937, es decir, en los
momentos más críticos de su defensa. Logró escapar
de la ratonera cantábrica e incorporarse a la zona gubernamental,
donde le entregaron el mando de una división. Según el
historiador Juan Antonio de Blas era, sin duda, el más capacitado
para la profesión militar de todos los mandos que surgieron en
las milicias de Asturias.
(Los Vascos en la Segunda Guerra Mundial. Memoria de la guerra en Euzkadi n†4. Editorial Defensa.) (4) Esta información procede del artículo Golpe de mano en Carchuna, de Juan Antonio de Blas, publicado en DEFENSA, en abril de 1981. Ramón Salas Larrazábal dice que la operación fue llevada a cabo por tropas guerrilleras de la 48 División (Brigadas 163 y 230), corriendo la responsabilidad del conjunto por cuenta de la 55 Brigada Mixta de la 71 División. La Brigada 163 llevó a cabo la liberación de los presos y la 230 el ataque a la cota 1.242. De Blas ofrece indicaciones muy precisas sobre la composición de los grupos de ataque y da otros datos de gran interés. |
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