Déjanos tu mensaje en el Libro de Visitas
Pulsa con el ratón la zona que te interese:
Andalucia Aragón Asturias - Cantabria Castilla-La Mancha Cataluña Extremadura Galicia Levante León Navarra Pais Vasco
Vida y Muerte del guerrilleiro "Foucellas"
Benigno entró a trabajar luego en el depósito de maderas de Torres, siendo entonces cuando simpatizó con la célula comunista de Curtis, que dirigía el doctor Calvelo y su esposa Isabel Ríos, funcionaria de Hacienda. La Guerra Civil Guerrillero
En enero de 1947 ya estaba en la lucha de nuevo. En
la parroquia de Olos, intervino en unos hechos en los que resultaron
muertos Antonio Mosquera y Manuel Sánchez. Sin embargo, pronto
cambió la zona geográfica de sus actuaciones debido a
las discrepancias con sus compañeros de partida Gómez
Gayoso y Seoane. La muerte de Manuel Ponte, en abril del 47, hizo que
Benigno marchase a Pontevedra como jefe de la Quinta Agrupación.
Los tiempos se tornaron dificiles para la guerrilla y el 6 de noviembre de 1948 fueron agarrotados en A Coruña Seoane y Gayoso. El olfato de Benigno se demostraría cuando se libró, en octubre del 49, de la encerrona que la Guardia Civil le tendió a Riqueche, jefe del destacamento Cortizas, y en el que cayeron numerosos guerrilleros, Requeche incluido. Mínima actividad 2. Una tortura refinada: La
tortura de mover un hueso roto En medio de severos dolores, el guerrillero empezó a «cantar». A pesar de que Isabel Ríos quiere presentarlo como inasequible a la delación, lo cierto es que poco tiempo después de su captura fueron detenidos varios alcaldes de la provincia de A Coruña, así como personas de derechas, acusadas de proporcionar ayuda al guerrillero capturado. Foucellas no creía que le fuesen a condenar a muerte o, caso de hacerlo, no pensó que lo ejecutasen, pues ya se estaba en los años cincuenta y España quería dar la impresión de normalidad interior. El 26 de junio de 1952 tuvo lugar en la Agrupación de Sanidad Militar de A Coruña la vista en consejo de guerra de la causa 53/52. Presidió el tribunal el coronel de Ingenieros Gaspar Herraiz; siendo vocal ponente el capitán auditor Narciso Alonso; fiscal el teniente Balbino Teijeiro y defensor el capitán de Artillería Benito Rivas Pichel. Benigno entró en la sala apoyado en un bastón y una muleta debido a la cojera de su pierna derecha. Los periodistas que cubrieron la información para los diarios locales le presentaron como «hombre de 43 años de edad, bajo de estatura, delgado, vistiendo discreto traje azul, zapatos oscuros y camisa blanca, mostrándose tranquilo y animado conversador». Recordará Orestes Vara, redactor de La Voz: «Antes de empezar el juicio y cuando Foucellas, custodiado por la Guardia Civil, estaba esperando, pedí permiso para hacerle unas preguntas. Le encendí un pitillo y, con permiso de los guardias, se lo ofrecí. ¿Cómo están los ánimos,
Benigno? le dije. Por su parte Emilio Merino, redactor de El Ideal Gallego (posteriormente fue redactor jefe de La Voz), también asistió al juicio señalaría: «frente a aquel aldeano que antes de la guerra conoció en Curtis mi mujer, se presentaba Benigno como una persona madura, despierta, cultivada, cualidades que demostraría en el juicio». El Juicio
Añadirá el redactor de La Voz: «Foucellas
contestaba con voz segura, expresándose con facilidad, si bien
con modismos de típica fonética rural». Concluyó pidiendo para el procesado dos penas de muerte, aparte una indemnización para los herederos de las víctimas y las cantidades sustraídas. Seguidamente intervino el defensor, que dijo que no podía juzgarse basándose en suposiciones sino en hechos, remarcando finalmente: «Benigno Andrade no ha cometido personalmente ningún delito de sangre. Pasó además un año alejado de toda actividad terrorista tras ser operado en A Coruña. Su único delito es haber formado una partida de bandoleros. Es un ladrón vulgar al que hicieron ingresar entre los bandoleros y lo hicieron testigo de sus fechorías. La fama que ha adquirido no está justificada por los hechos».
Un valioso testimonio lo aporta el guerrillero Couto Sanjurjo, que posteriormente sería condenado a muerte en consejo de guerra, aunque la pena le fue conmutada, y que entonces ocupaba una celda de la prisión coruñesa próxima a la de Benigno Andrade.
4. Josefa y Sergio
recuerdan a su padre.
Ya recuperada, Pepiña sirvió en casa de un militar francés, casado con una aristócrata, que la trataron con gran cariño. Después conoció a un joven de Alicante, con el que se casó. Su primera hija la tuvieron en Francia, volviendo más tarde a España, instalándose en la ciudad natal de su marido, donde vive actualmente con sus hijos. Sergio Andrade, el otro hijo de Benigno, nunca ha querido hacer declaraciones sobre su padre y los difíciles momentos que vivieron él, su hermana y su familia. Sin embargo, hemos podido hablar con él con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de su padre. Casado, vive en A Coruña y el año pasado se jubiló en una empresa relacionada con la pesca. «Yo nací -nos dice- dieciocho días antes del comienzo de la guerra civil del 36». «A mi padre añade le acusaron de muchas muertes y atracos que él no hizo y así se dijo en el juicio. El abogado que le defendió ya nos advirtió que estaba condenado de antemano. Cuando él se encontraba hospitalizado en A Coruña, muchas muertes que se producían se las seguían atribuyendo a él». Sergio también estuvo con su hermana visitando a su padre poco antes de que le ejecutasen: «Fueron a buscarnos a Curtis de noche los guardias civiles y estuvimos en la cárcel con él hasta las cinco y media de la mañana. Era una sala que estaba llena de gente entrando y saliendo. Antes, mi padre había hecho testamento. Le vimos muy sereno y su única preocupación era que no nos hiciesen nada a nosotros». «A mi padre le habían prometido que no nos molestarían y que podríamos ir donde quisiéramos, pero bastante después de su muerte, mi hermana quiso ir a París a ver a una prima y se le negó el pasaporte, aunque posteriormente se lo dieron». Sergio, igual que Josefa, reconoce que sufrieron mucho, dolor que aumenta cuando se tienen pocos años y se encuentra uno solo, o con pocas ayudas, frente a un mundo hostil. «Fueron tiempos difíciles añade. Es mejor olvidarlos, aunque a veces sea difícil hacerlo». * Extractado de La
Voz de Galicia. |
Una fosa en Teo acoge los restos de 4 guerrilleros Fernando Franjo (Santiago de Compostela) |
El prisma de la historia convirtió en fechorías o hazañas sus acciones que, en cualquier caso, aún hoy, medio siglo después, se cuentan en voz baja. Las crónicas hablan indistintamente de maquis o guerrilleros, que sobrevivieron entre el año 37 y el 52 en un número que se calcula entre 5.000 y 6.000 con el monte como medio natural. Algunos estudiosos les han bautizado como "los hombres de monte".Los datos apuntan que sólo 500 huyeron de España, y, evidentemente, ni Galicia ni por supuesto la comarca de Santiago fue ajena a esta actividad de la lucha guerrillera que a veces se confundió con la huida para la supervivencia. Sin duda, el nombre propio fundamental de la lucha guerrillera en Galicia es Benigno Andrade García, más conocido como "Foucellas", el escapado más famoso de que pervive en el elenco popular por su trayectoria clandestina marcada por su evasión de la Guardia Civil. Foucellas tuvo las características que lo convirtieron en mito: astucia, valentía e intuición para sobrevivir con una dosis añadida de temor popular pese a lo cual creó poco a poco una infraestructura clandestina de ideologías diversas. El grupo conocido como Os Foucellas fue cercado en diversas ocasiones. Las crónicas constatan que el 9 de abril de 1948, el grupo sufrió una emboscada en el Pazo de Oca de la que sólo se salvaron Foucellas y Ricardito, uno de sus lugartenientes. Los otros seis murieron. Existen testimonios que recuerdan como a los pocos días, el grupo huyó hacia el municipio de Teo. Se sabe que rondaban la aldea de Mallos, en Lampay, y hay constancia de que visitaron la casa de Manuel Rial y de Maximino García para pedir comida y ropa. Fueron sorprendidos bajo un alpendre en Loureiro por la Guardia Civil y tras un enfrentamiento con la muerte de un agente fueron abatidos a tiros.
Los nombres de los forasteros bajo este apelativo figuran en el libro parroquial de la época son Ricardo Fernández Carlés, de Pontecesures, que era conocido con el nombre de guerra de Barba Roxa; Vicente López Novo, de Ribeira; Manuel Agrasar Cajaraville, de Padrón; y Constantino Menéndez, asturiano de nacimiento y cuyas características responden a uno de los lugartenientes de confianza de Foucellas, que salió ileso de la emboscada. El resto ya forma parte de la historia. Benigno Andrade siguió con su actividad guerrillera hasta que fue detenido y posteriormente condenado a morir a garrote vil el 26 de julio de 1952.
Mujeres en la Guerrilla Francisca Nieto Blanco "Se ha especulado mucho: algunos han dicho que mi padre fue un bandolero, un vividor''. Pepita recuerda a Foucellas como un hombre justo que contó con apoyos de militares, altos cargos del ejército, guardias civiles e incluso de sacerdotes "fue a ver alguna vez al Deportivo vestido de cura. Mucha gente de derechas le apoyó, muchos se sorprenderían si supiesen quienes han estado en mi casa''.
*El
Correo Gallego - Fernando
Franjo (Santiago de Compostela) |
Andalucia Aragón Asturias - Cantabria Castilla-La Mancha Cataluña Extremadura Galicia Levante León Navarra Pais Vasco
¿Conoces un lugar? ¿Conoces una historia? ¡Envianos tus comentarios!
VER Libro Visita FIRMAR Libro Visita