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La Guerrilla en Granada
Extraído de "Apuntes en Vivo" de Eduardo Pons Prades. por Alberto Bru
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Otro rasgo peculiar de estas tierras granadinas: por aquí fue donde se echaron al monte mayor número de hermanos: los cuatro «Queros», los dos «Galindos», los dos «Clares», los dos «Capilorros», los dos «Cantaores», los dos Corralicos, los dos «Chavicos», los tres Matías y los tres Castillillos. Todos ellos huidos al monte entre 1940 y 1944. De hecho, las actividades guerrilleras propiamente dichas comenzaron con la guerra civil.
Propagandas, eso no son más que propagandas no hacía más que repetir uno de ellos. Y otro se atrevió a sugerir que lo mejor sería que nos quedásemos por estas montañas, hasta ver en qué queda todo esto. (Otros grupos fueron exterminados al encontrarse con gente armada dispuesta a todo y muy alterada por lo que, aterrados, habían oido contar de la zona franquista. Los huidos que trataban de alcanzar esta zona eran, casi siempre, guardias civiles vestidos de paisano y su huida fue, sin duda, de las más dramáticas, puesto que no podían acercarse a ningún pueblo o aldea en busca de ayuda.) En el pueblo de Chimeneas no se fue nadie a la sierra, pero en los años 40, pese a la miseria reinante, nunca faltó a los guerrilleros la ayuda de sus habitantes. Les llevaban comida y ropa, que dejaban en cuevas que sólo ellos conocían. Algunas si eran conocidas de la Guardia Civil, pero las fuerzas del orden, prudentemente, no se metían en ellas, ya que ignoraban adonde conducían y qué salidas tenían. Los pastores eran casi todos informadores de "los de la Sierra". Nos contaron el caso de «Frasquito» (llamado también «el Largo»), que iba, como la mayoría de los chicos de su edad había nacido en 19l5, descalzo. Y cuando su madre le compraba unas alpargatas echaba a correr por el pueblo para enseñárselas a la gente. Y su madre corría tras él para detenerle, ya que al final de la carrera las alpargatas ya habían pasado a mejor vida. Pues bien, cuando Frasquito se enteró de que en el maquis daban botas, menudo trabajo tuvieron sus familiares para sujetarlo... Así que, como se va viendo, unos porque no habían bebido leche en su vida, otros porque no tuvieron nunca un par de zapatos, otros para hartarse de miel o poder cazar libremente, saltándose a la torera cotos y vedas, y no pocos para evitar que su familia se muriese de hambre, entre mil motivaciones más, tales eran las razones que empujaron hacia la sierra a mucha gente. Y a veces, sin saberlo, con esta heroica decisión rompían con la injusticia social, latente, humillante, aplastante, disgregadora de la familia, que cribaba de complejos al individuo, acelerando la prostitución moral y material de las muchachas o de las mujeres, cuando no de algún muchacho bien parecido...
Atravesando la Baja y la Alta Alpujarra, y escalando Sierra Nevada, los condujeron hasta las líneas republicanas. Primero a Guadix (Granada) y luego al frente de Jaén. En esta operación, brillante en todos los aspectos, colaboraron pescadores y marineros de Motril, de Calahonda (Granada) y de Adra, libertarios todos, sin cuya ayuda e información previa el rescate hubiese presentado, posiblemente, grandes dificultades.
"--Eso es fácil de comprender:
la gente había visto desaparecer muchas partidas y se volcó
en ayuda de las que quedaban para que no desapareciesen del todo. Al teniente coronel Eulogio Limia Pérez cuyo comportamiento en el interrogatorio de varios guerrilleros y enlaces se nos ha asegurado que fue correcto se le atribuye la limpieza de las partidas granadinas, después de haber hecho lo propio por tierras de Toledo y de Ciudad Real. No hemos podido recoger un solo testimonio de que en la Mancha practicara la táctica de la tierra quemada como ocurrió por Granada, de lo que se deduce que las partidas manchegas eran más escurridizas y que sus bases o puntos de apoyo principales eran más difíciles de localizar que las granadinas. Porque ¿cuándo y cómo se puede dictaminar que una guerrilla va a menos? ¿Al disminuir las acciones y los encuentros? Mal barómetro sería éste. ya que durante ese cuarto de siglo de lucha guerrillera (1936-1960), tanto en e! monte como en el llano, esos altibajos se dieron con bastante frecuencia y otras tantas veces se pudo leer que «se había exterminado tal o cual partida importante», para dar a entender que el movimiento armado antirrégimen andaba de capa caída. Esto. para citar un caso concreto, sucedió en Cataluña, respecto del grupo de «Quico Sabaté». al que antes de su muerte real (el 5 de enero de 1960) se dio por muerto y a su partida por aniquilada por lo menos media docena de veces. Se nos puede decir que la guerrilla no podía durar eternamente. Es cierto, pero la verdad es que duró mucho más de lo que nadie podía augurar: hubo muchas partidas que se mantuvieron en activo ocho, diez y doce años. Y tanto tiempo de presencia en las sierras es una realidad que nadie puede tratar a la ligera ni despacharla con cuatro frivolidades, u ofreciendo medias versiones de los hechos, por muy respaldadas que estén en atestados, informes, escritos o reseñas generales. En todo caso, volviendo a las tierras granadinas, una
de las acciones de las fuerzas represivas que mayor resonancia tuvo,
por lo menos sobre el terreno, fue el asalto, a cargo de más
de 300 guardias civiles, a los pueblos de Salar y de Loja (con 93 detenciones
en el primero y 61 en el segundo), donde cabe señalar que tan
sólo ocho militantes clandestinos estaban ausentes de sus domicilios
cuando se realizó la razzia. Pues bien, pretender haber llegado
a concentrar a más de 300 policías uniformados sin que
a nadie llamase la atención la llegada a los citados términos
tenidos, y no sin razón, por auténticas bases guerrilleras
de un número tan importante de miembros de la Benemérita,
es algo que no entendemos muy bien, ya que, despreciando, al enemigo,
las gestas propias... En Modín nos hablaron de 10 o 12 vecinos de Los Olivares que se echaron al monte «aburríos y acorralaos» y que serían cazados a tiros en cosa de 3 o 4 semanas. Andaban por la Sierra de la Hoz, donde estuvo el frente durante la Guerra Civil. Por allí había un grupo de 7 u 8 guerrilleros que eran de Tierra la Baja. Merodearon por aquellas tierras durante un par de años y luego desaparecieron. Según me indicaron, este grupo estaba muy bien organizado y la mejor prueba de ello es que no tuvo ni una sola baja. Casi siempre esas partidas exterminadas en días o en semanas no eran tales, sino pequeños grupos de campesinos a los que, un día sí. y otro también, se les insultaba incluso en plena calle «¡tú, bájate de la acera, que eso es para las personas honradas, que las bestias debéis andar por el arroyo!» o en los cafés «tú, si fueras un hombre, hace ya tiempo que te hubieras marchado con los tuyos a la sierra». Al final, se juntaban media docena de «aburríos y acorralaos» y se echaban al monte, sin llevarse siquiera una mala escopeta ya nos darán armas los maquis, se decían el uno al otro para tranquilizarse. Lo que ocurría muchas veces es que, antes de que se toparan con los maquis, las fuerzas vivas de aquel sector puestas poco menos que en pie de guerra en cuanto se enteraban de que algunos vecinos habían abandonado el pueblo con intención de reunirse con los de la sierra ya los habían exterminado. Así ocurrió, en otros lugares, con vecinos de los pueblos de Zafarraya y Venta de Zafarraya. De Agrón se marcharon a la montaña unos 25 o 26 hombres jóvenes. Había de todo: solteros, casados. Unos lo hicieron movidos por las ideas, los menos, y otros, los más, por miedo. Estuvieron en la Sierra de Albuñuelas un par de años. Sólo se salvaron tres: dos que se entregaron y uno al que hicieron prisionero. En Agrón, como es notorio, los guerrilleros recibieron ayuda de todas clases. Un viejo del lugar me dijo: «Es que cuando la gente tiene ideas es muy difícil sacárselas de la cabeza.» Alli nos hablaron de varios jefes de partida: del «Espartillo» que era de Alhama de Granada, del Cornudo que era de Zafarraya y de uno que era de Alfamate, que tuvo varios apodos, entre ellos el de el Serrano. Por allí exterminaron a un grupo de 7, que formaba parte de una partida importante que tenia sus bases en la Sierra de Loja. En esa partida había guerrilleros oriundos de Alcaucin, Alfamate y Alfarnatejo (Málaga). Estuvimos en el Cortijo de las Ánimas a
unos 12 kilómetros de Alhama de Granada, cuyo dueño
es Adolfo Ramos. Lo secuestraron los guerrilleros en noviembre de 1950
y pidieron un rescate de 500.000pesetas (3.000euros), luego 300.000
y al final lo soltaron por 100.000ptas. Fueron a buscarlo 9 guerrilleros
y se lo llevaron al pinar del Cerro Lucero. "Dos de ellos me
dijo tenían más de 50 años y los demás
rondaban los 30. El más proselitista era uno que hacía
de barbero, que me afeitó dos veces en los cuatro días
que duró la detención. Cambiaron 3 veces de campamento.
Salvo unas horas de descanso, al filo del mediodía, siempre estaban
andando de una base a otra. Pude comprobar que en muchos cortijos tenían
gente que les informaba de las idas y venidas de los guardias y de las
Contrapartidas.» Después de su liberación, en el
Cortijo de las Animas pernoctaron dos contrapartidas: una formada por
9 hombres y otra por 12. Parecían bien dispuestos y le dijeron
que les daban 1.500 pesetas por maquis muerto... Y que uno de ellos,
tomándoselo a broma, le dijo: «Y
ya sabe usted, compadre, que de noche todos los gatos son pardos-..» Al Jefe de partida que lo secuestró le llamaban Felipe "Clemente"(hnos Jurado Martín), al que matarían más tarde en el Cortijo del Guarda, junto con 5 de sus hombres. Una Contrapartida estuvo esperándolos, escondida, durante dos semanas. Otra partida fue sorprendida por un fuerte destacamento de guardias en el Barranco de las Piletas, donde mataron a 8 guerrilleros, cuyos cuerpos cargaron en un carro y pasearon por todo el pueblo (Alhama de Granada). A mediados de enero de 1947, el cuartel general de los guerrilleros se encontraba en el Pinar de Alhama. Los destacamentos estaban formados por unos 150 hombres. Esta impresionante partida la apercibió un pastor del señor Ramos, por una barranca que conduce a un lugar llamado El Infierno. La actividad guerrillera empezó allí en los primeros meses de 1940. El último guerrillero muerto por aquellos parajes, en la primavera de 1952. fue «el Culito del Salar». Al «Chato del Salar» lo mataron en una refriega, cuando intentaba realizar un secuestro en un cruce de carreteras. El que iban a secuestrar un tal Juan Morales también murió en el tiroteo. Nos contaron que el Espartillo y "el
Cornudo" actuaron de concierto muchas veces y que anduvieron por
aquellas sierras cuatro o cinco años. "El Espartillo,
que era libertario, y por tanto antimilitarista, había desertado
de ambos ejércitos: del republicano y del franquista. A medio camino de Alhama de Granada a Játar, en una huerta tan feraz como bien cuidada, nos presentaron a Paco Aguado y a su mujer, Mariana. A él lo llamaban «Medioquilo» y cuando se echó al monte tenía 39 años. Estaba entonces de mayoral de pastoreo en el Cortijo del Lobo. Se escapó en noviembre de 1947 porque lo denunció para ocupar su puesto otro pastor, acusándolo de ser un enlace de la guerrilla. Aguado me asegura que por aquellas fechas se había tropezado varias veces con los guerrilleros, pero que él no era enlace de nadie. «Ya que con el fusilamiento de mi padre y de mi hermano mayor la familia estaba bien servida, ¿no le parece?» Fue a detenerlo una Contrapartida y él saltó por la parte de atrás de su casa y se metió bosque adentro. «En cambio me dice, el pastor que me denunció sí que había hecho negocios con los guerrilleros y yo lo sabía, porque en el monte se sabe todo.» Los de la contrapartida dispararon contra él; pero no le dieron. Anduvo con la guerrilla por toda la provincia e incluso hizo de práctico con ocasión de la visita de un gran jefe de la guerrilla, al que acompañaron por varias sierras de Granada y de Málaga. El jefe de la partida se llamaba Manuel Pérez Rubio, ex capitán republicano, y era de Motril. También estuvo con «el Polopero», el cual, según Paco Aguado, era un tipo muy poco "echao p'alante" para ser jefe de partida. Aguado se entregó a la policía para que soltasen a su mujer, que llevaba dos años en la cárcel y se estaba quedando ciega. Lo interrogaron en el tristemente célebre Cuartel de las Palmas, de Granada, adonde le condujo el capitán Caballero, en su Land-Rover («la guiñaposa» llamaban al coche los guerrilleros). «Tuve que vérmelas con el teniente coronel don Eulogio Limia y con el comandante Antonio Diaz Carmona, que se portaron conmigo correctamente. Claro que ellos sabían que yo una vez, dando la cara por él, había salvado de manos de los guerrilleros a un guardia civil llamado Franco Ríos, que era de Sevilla, y que estaba en el puesto de La Ventilla, en el pueblo de Talará.» A Medioquilo lo condenaron a 25 años
y un día. Y cumplió diez años y dos meses. De Salar también marchó a la sierra el cupo completo de un reemplazo: el del 47. Con él estuvieron también «Josele», de Gacha de Mosto, y José Molina Cárdenas que estuvo con él en la cárcel y que hoy vende pájaros en su pueblo natal: Salar. Me confirmó que por aquellos pueblos y cortijadas metían a familias enteras en la cárcel para obligar a los de la sierra a rendirse. «Algunos nos puntualizó se habían marchado al monte tan sólo por haber robado habas o patatas, pues eran familias de gañanes que se morían de hambre.»
Estaba muy enfermo a causa de los malos tratos. Busqué la ayuda de gente amiga y conseguimos que lo ingresaran en la enfermería y luego que lo trasladaran a un campo de concentración: a La Espartera de Benalúa de Guadix. Siempre ayudados por amigos le facilitamos armamento y con la colaboración de un joven soldado, que ese día estaba de guardia, mi marido consiguió escaparse el 29 de mayo. No puedo darle el nombre de aquel muchacho porque me hizo jurar, por su padre y sus dos hermanos fusilados, que jamás lo nombraría. Por eso sigo callándome a este respecto. Con tres compañeros suyos estuvieron escondidos en el Cortijo de Aguas Blancas, muy cerca de Tocón de Quéntar. Yo vivía con ellos y los ayudaba. En agosto de 1939 caí encinta y nos tuvimos que separar. Temíamos que, a causa de mi estado, acabaran encontrándolo a él. La Guardia Civil empezó a perseguirme, a maltratarme, y como yo decía que a mi marido no lo había vuelto a ver desde la guerra, entonces me trataron de todo. Cuando nació nuestro hijo, a fines de 1939 y hasta 1951 durante doce años casi sólo vi tres veces a mi marido. Su vida en el monte ya la conoce usted. Pasaron mucho frío y hambre y a mi marido lo hirieron dos veces. Hasta que decidieron marcharse a Barcelona, con salvoconductos falsos. Allí gente amiga la familia Coca los tuvo escondidos un mes y pasaron a Francia por la montaña con un guía. Llegaron a tierras francesas en los últimos días del año 1947. Con él se fueron cuatro amigos suyos: "Antonio Hermoso", de Cenes-Vega; "Cabrerico", de Guadix; Ricardo Sario y "el Malagueño". Los tres primeros viven en Francia y este último en Casablanca. Yo seguí en Granada, trabajando y cuidando de nuestros dos hijos. Luego, con la hija de mis señores, que se casó y se fue a vivir a Barcelona, también yo me marché a Cataluña. Como no hubo manera de solucionar lo de mi pasaporte, mi marido resolvió que pasásemos a Francia clandestinamente. Entonces fui a buscar los chicos a Granada y desde Barcelona, siempre ayudados por la familia Coca, nos fuimos a un pueblecito al lado de la frontera de Andorra. Mis hijos pasaron con una muchacha catalana por el Principado y a los pocos días pasé yo, por la montaña, acompañada de un guía. Y después de doce años de intranquilidad pudimos rehacer nuestra vida. Mi marido en todo momento me dijo que estaba contento de vivir en Francia, pero que sufría, a pesar de gozar de libertad, porque mientras tanto otros se pudrían en las celdas franquistas y que España seguía dominada por una dictadura que él odiaba. Se murió lejos de su país con esa pena en el corazón. Yo sigo con sus ideas y moriré como él.
Yo lo negué y entonces me echaron una soga al cuello y me dijeron que si no se lo contaba todo me colgarían de un árbol. Yo creí que me colgaban, pero seguí negando haber visto a nadie. Al cabo Joya, del puesto de Huétor-Santillán, todos le tenían un miedo espantoso por allí, pues mataba a la gente como quien mata chinches. Vaya usted por Quéntar y por el Tocón de Quéntar y le contarán.» (Y fui al pueblo y a la aldea y contaron, en efecto, muchas cosas. Me dijeron que el cabo Joya había ejecutado manu militari, sin preámbulos de ninguna especie, a varias personas (acusándolas de haber ayudado a los "bandoleros" de la sierra...) «El cabo Joya echó más gente a la sierra que toda la guardia civil de Granada junta», sentenció un viejo campesino. Eso sin contar a los que dejó lisiados para toda la vida, como «el Paquillo», al que, desde el día que le pegó el cabo Joya una paliza de miedo, lo llaman «el Jorobao». A este pobre muchacho todo el delito de que se le podía acusar era el de haber sido soldado republicano. Este cabo hizo tantas barbaridades que acabaron expulsándolo de la Guardia Civil. El cabo Joya ejecutó fríamente a personas
que no se sometieron a tratos comerciales, cuyos precios imponían
los tratantes de ganado con los que Joya andaba de negocios,
y entre los que descollaban los hermanos «Bartolos» de Huétor-Santillán.
Ese mismo año, el 23 de noviembre, en Cenes-Vega, a muy pocos kilómetros de Granada, la partida es cercada por un destacamento de la Policía Armada. El tiroteo dura varias horas y al anochecer los guerrilleros se abren paso con bombas de mano, infligiendo graves bajas a las fuerzas del orden. Pocos días después caía acribillado el jefe de la partida, que sería sustituido por otro «Clares» su hermano Félix, procedente de la partida del «Polopero», el cual se entregará al poco tiempo a la Guardia Civil. Con Félix Clares y unos cuantos entregados más, las fuerzas del orden constituyen con guerrilleros desertores el llamado Grupo T (Grupo de los Traidores). Parece ser que efectuaron algunos servicios por cuenta de la Guardia Civil, pero por allí nos han asegurado que eso fue una treta de los guerrilleros para organizar una emboscada sonada contra las fuerzas del orden. Quizá esto explique por qué «Clares» (Félix) y su lugarteniente «Espantanubes» se echaron de nuevo al monte por el sur de Guadix (Lugros y Jerez del Marquesado), sin que sus antiguos compañeros los traicionados, en suma les pidiesen cuentas por su esporádica e infructuosa actuación en el "Grupo T". Según el "Censo
de Guerrilleros de Malaga-Granada", un exahustivo estudio
del prof. malagueño José Aurelio Romero Navas,
hubo dos jefes guerrilleros para algunos, para otros no está
tan claro, se llamaban Félix Castillo Clares, nacido en 1914,
hijo de Félix y Antonia. Sus señas personales eran pelo
castaño, frente regular, cejas al pelo, ojos melados, nariz alargada
color sano, barba poblada estatura alta. Era natural de Ocaña
(Almería), casado, del campo y vecino de Güejar Sierra. Fue detenido el 4 de abril de 1939 y condenado, en 1944
a cadena perpetua pero fue puesto en libertad vigilada en 1945 y la
condicional el 1 de abril de 1946, fecha en la que se fue a la sierra.
En noviembre de 1946 se unió a la partida que capitaneaba su
hermano Rafael, en la que permaneció hasta 1948 en que se presentó
a la G. Civil, con la que aparentemente colaboró en la represión
de otras Partidas guerrilleras, para lo cual se integró en una
contrapartida. Pero por motivos que se nos escapan abandonó
ésta volviendo de nuevo a la sierra. Fue reacio a que su Grupo
formara parte de la Agrupación Guerrillera "Malaga-Granada",
prefiriendo ir a su aire. Actuó por la zona de Monachil, Güejar
Sierra, La Zubia y Dílar, extendiéndose hasta Tocón
de Quentar y La Peza, de donde eran naturales algunos de su Grupo. No obstante, Félix Castillo Clares estuvo durante
algún tiempo encuadrado en la Agrupación de "Roberto",
integrado en la Segunda Compañía. Otras informaciones
señalan que se marchó a la sierra en abril de 1946, haciéndose
cargo, a la muerte de su hermano Rafael, de la jefatura de la Partida.
Así como que evitó el trato tanto con Roberto como con
la Guardia Civil. En diciembre de 1948 hizo sondeos para presentarse,
cosa que realizó el 10 de enero de 1949 con toda la Partida ("Patito",
"Espantanubes", "Ponce" , "Lezama", "Cotorra"
y "Chumbo". Félix murió el 2
de noviembre de 1949 en Aguas Blancas (Quentar). Entre otras acciones
se le reconoce la retención, el 23 de de octubre de Torcuato
Contreras, de Guadix por cuyo rescate percibió 75.000 pesetas.
Su hermano Rafael era natural de Benahadux, de 33 años en 1945,
profesión del campo, hijo de Félix y Antonia, y domiciliado
en Güejar Sierra. Entre los hechos imputados a su Partida están:
la acción del 5 de febrero de 1944 contra el vecino de Canales,
Ramón Díaz Cerilla, llevándose 500 pesetas y dos
jamones. Rafael llevó a cabo una
acción contra algunos industriales de Güejar así
com tomó parte en el asalto al polvorín de la Compañía
de Tranvías de la Sierra sito en el pueblo de Maitena llevándose
uos 45 kilos de dinamita, mecha y ulminantes. El 23 de noviembre de 1947 murió en un combate con fuerzas conjuntas de la policia armada y de la guardia civil en Lancha de Cenes, que por su resultado, muestra lo terrible que fue el enfrentamiento pues en el mismo perdió la vida un teniente de la Guardia Civil y resultaron heridos un capitán, un teniente, un sargento, un cabo, tres guardias y dos agentes.
Al saberse burlada cuenta la gente la policía se la juró al mayor de los Quero y, por extensión, a toda la familia, la cual, a partir de aquellas fechas, no conocería, en años, ni un solo instante de tranquilidad. Luego, como para redondear la cosa, el mayor de los Quero se enroló en una Compañía de Servicios Especiales del ejército republicano -los míticos "Hijos de la Noche"- y en varios viajes clandestinos a Granada, se llevó con él a sus más íntimos amigos, y a su hermano José. Al principio de la guerra, a un cuñado suyoel marido de su hermana mayor, Rosario lo mataron en El Fargue, cerca de Granada. Se fue a trabajar, como todos los días, y ya no regresó a su casa. En Granada, el 18 de setiembre de 1976cuarenta años después de aquellos hechos conseguimos localizar al maestro al encargado de la fábrica de pólvora de El Fargue, donde trabajaba el cuñado de los Quero, y éste me confirmó la exterminación sistemática de trabajadores perpetrada allí. El maestro fue avisado a tiempo y logró escapar a la montaña y gracias a ello está hoy en vida... y no se calla nada, cuando tiene que contar lo que pasó en El Fargue, «en los primeros días del Glorioso Alzamiento», me recalcó. Está muy enfermo y cree que no va a tardar mucho en morirse. «Así que si por decir la verdad me pasase algo tampoco se perdería gran cosa. Además, ahora ya me muero tranquilo porque he visto morirse al Gran Matarife».
Pues bien, al colocar a la gentey más aún: a gente poco preparada y con resquemores nacidos de una situación social profundamente injusta en trance de vida o muerte, ¿A quién podría extrañar que las aguas se salieran de sus cauces? ¿A quién se le podría olvidar lo que ocurrió en el Albaicín, tras el último asalto de los sitiadores franquistas y que el mayor de los Quero, y otros, presenciaron, al ser aplastada la resistencia de los obreros? ¿A quiénes van a juzgar las gentes llamadas de orden, las cuales, donde lograron imponerse, no dejaron títere con cabeza? Y precisamente en Granada y su provincia esto es ya notorio desde la aparición del libro de Ian Gibson no se quedaron cortas. Allí, la represión, que alcanzó también a familias ilustres, cultas y desde siempre respetadas por todos, como federico garcía Lorca, se desarrolló ante el silencio, cuando no con la aquiescencia, de gentes con influencia y poder que, de haber querido, hubieran podido detener el desbordante río de sangre que enlutó a todos los granadinos sin excepción.
Por ello su red de informadores será también muy densa y eficaz, lo que les permitirá identificar a algunos confidentes, así como escapar sin daño de varias emboscadas. En 1943 llega a Granada su hermano Paco, evadido de un campo de concentración de la provincia de Córdoba, al que acompañan dos fugados de un Batallón Disciplinario de Trabajadores de Punta Umbría (Huelva). Los tres se reúnen con la partida de «los Quero».
«Los Quero» centran de nuevo sus acciones en la capital de la provincia y el 10 de julio uno de los hermanos es localizado en una cueva de la Fuente Cuti, en el Sacromonte. Al tratar de inspeccionarla, las fuerzas del orden son recibidas a tiros. Conminado a rendirse, Pedro responde: «Vengan a buscarme.» Se dinamita la entrada de la cueva, pero el guerrillero seguía disparando, hasta que, a eso de las seis de la tarde, pidió un cigarrillo a uno de sus familiares, que presenciaba el asedio. Y,... cuando lo consumió se pegó un tiro. En Granada nos han contado que a «los Quero», entre otras cosas, los unía la promesa de no caer vivos en poder de sus enemigos. El 30 de marzo de 1946, en uno de sus refugios granadinos, el de la Plaza de los Lobos, caía acribillado otro de los hermanos: Paco. Y en otro tiroteo, el del 22 de mayo de 1947, en el asedio de un punto de apoyo el del número 7 del Camino de Ronda moría, junto con dos compañeros suyos, Antonio, el último de «los Quero» guerrilleros.
¿Cómo explicar que la gente joven, a la que se encierra en esos lugares, cuando sale lo hace, por lo regular, con peor talante que al ingresar en la cárcel o en el reformatorio? Sencillamente: porque ninguno de esos establecimientos cumple, ni mínimamente, la misión para la que fueron creados. Pues bien, en líneas generales, en el asunto de los maquis recuerda las cosas que sucediedieron en la guerrilla de Francia, en la que, dicho sea de paso, los destacamentos más moderados fueron precisamente los nuestros, los españoles ocurrió tres cuartos de lo mismo: La gente se echa al monte, o pasa a la clandestinidad, lo mismo da, y se ve obligada a vivir completamente marginada, con su vida pendiente, a cada minuto, de un hilo. Toda su existencia está a merced de los demás: de los suyos y de sus enemigos. De los primeros, porque pueden cometer un error o dar pie a cualquier indiscreción de personas allegadas e incluso, por lo que sea, a ser delatado. De los segundos, porque deberán luchar con ellos en cualquier terreno, y tendrán que plegarse a la clase de lucha a que se les somete ora en la sombra, ora en campo descubierto, ya que en los recursos de que echan mano sus enemigos para combatirlos, no respetan siempre, como se dice, las reglas del juego. Por ejemplo: en muy contados casos la guerrilla ejerció represalias contra las familias de las fuerzas del orden. Y en poquísimos casos lo hizo contra familiares de caciques o terratenientes que, de una forma u otra, participan en la lucha antiguerrillera. En cambio, familias enteras de guerrilleros, cientos de ellas, cuando no simples amigos o vecinos, fueron a parar a la cárcel después de haberlos marcado para siempre en los interrogatorios. Y luego o antes incluso las fuerzas vivas del lugar las sometieron al pacto del hambre más refinado que imaginarse puede no sólo no se les daban jornales, sino que se prohibía terminantemente a panaderos ó tenderos que les fiasen nada, obligándoles a emigrar a la otra punta de la península, o a echarse a su vez al monte. Esto, mi querido amigo, es como cuando se acusa al pueblo de haber quemado o destruido tal o cual obra de arte. Fíjate que la acusación brota siempre de los bienpensantes, que son los mismos que privaron, y privan, al pueblo de la cultura y de los conocimientos más elementales que bastarían para impedir no ya la destrucción de cualquier obra humana, sino incluso que se eche mano de la violencia como único medio para reparar injusticias y arbitrariedades.» Otras Partidas: Análisis del investigador Secundino Serrano: Según el profesor Secundino Serrano, mientras la Agrupación de Córdoba iniciaba un proceso de liquidación, en la baja Andalucía se estaban poniendo las bases de una poderosa organización guerrillera, la Agrupación Granada-Málaga, que fue el resultado de una triple confluencia: los grupos de fugitivos de posguerra, la llegada de maquis procedentes tanto de Francia como, sobre todo, del norte de África y la personalidad carismática de José Muñoz Lozano «Roberto». Este último, un político al que las circunstancias transformaron en jefe de guerrillas, impulsó la unidad administrativa de la resistencia granadino-malagueña, e incluso intentó extender su influencia a la provincia de Almería.
El primer hombre decisivo de la resistencia malagueña fue Ramón Vías Fernández quien, según el estudio de José Aurelio Romero Navas, arribó con nueve compañeros a la playa granadina de La Herradura. Entre los resistentes que acompañaban a Vías destacaban Joaquín Centurión Centurión "Juanico", de Nerja, que hacía de práctico, y Alfonso Armenia, que había sido suboficial antes de la guerra civil. Ayudado por algunos guerrilleros autóctonos fieles al PCE, Vías Fernández creó el 6° Batallón y editó el boletín "Por la República". Pero apenas pudo iniciar la tarea de reconstrucción de la guerrilla, ya que fue arrestado el 15 de noviembre de 1945 y posteriormente fusilado después de dos intentos de fuga. Provisionalmente, lo reemplazó Juanito al frente del maquis, aunque el dirigente más relevante, desde el punto de vista administrativo, era Alfredo Cabello Gómez-Acebo, que había llegado a la capital el 7 de septiembre, dos meses antes de la detención de Vías, para hacerse cargo del aparato político del PCE. En Granada existían bolsas de huidos desde 1937. Finalizada la guerra civil, las partidas más representativas eran las dirigidas por Juan Francisco Medina García Yatero, Salcedo y "Los Quero". Comunistas los dos primeros y anarquistas los segundos, trataron sobre todo de evitar que los huidos derivaran hacia posiciones próximas al bandolerismo y se mantuvieran en los esquemas de una lucha política. A principios de 1946 se despejó la provisionalidad y comenzó a funcionar la guerrilla organizada, y entre los dirigentes más representativos de esta primera fase se encuentran Ramiro Fuente Ochoa dedicado más a las actividades políticas que a las armadas, Francisco Rodríguez "Sevilla" como comisario político y, sobre todo, José Luis Merediz Víctores «Tarbes», jefe del Estado Mayor y hombre fuerte de la resistencia granadina. La llegada de este último, procedente de la Resistencia francesa, señaló la fecha inicial de la Agrupación de Granada. Las directrices políticas las recibían de Rafael Armada Ruz, responsable del aparato político en Granada, y de Ricardo Beneyto Sapena "Ramiro", responsable regional del partido y residente en Sevilla. En un principio, funcionaron con dos compañías. La primera estaba integrada por las partidas de "Yatero» y Rafael Castillo "Clares", y la segunda, por la de Francisco López Pérez "Polopero" y Juan Rodríguez López «Rabaneo». La Agrupación de Granada, además de tardía, tuvo siempre un carácter provisional, y desapareció a principios de 1947. Mientras tanto, en Málaga había ocurrido un episodio de consecuencias trascendentales de cara al porvenir de la resistencia: la evasión de Ramón Vías Fernández el 1 de mayo de 1946 de la Prisión Provincial de Málaga en compañía de otros 25 detenidos. Excavaron un túnel de medio metro de diámetro y salieron a unos 35 metros de una de las garitas. Por el número de evadidos y también por la dificultad de burlar una vigilancia tan rígida, algunos testimonios sostienen la hipótesis de que se trataba de un intento de aplicar la ley de fugas a un guerrillero tan importante e incómodo como Vías. Pero lo cierto es que lograron escapar de la prisión e internarse en la ciudad de Málaga. Ramón Vías permaneció escondido durante un mes y sus compañeros se mostraron incapaces de sacarlo de la ciudad y conducirlo a la sierra, pese a las órdenes del Partido Comunista. Esta negligencia por parte de los encargados de llevar a cabo la operación, básicamente Alfredo Cabello Gómez-Acebo y José Muñoz Lozano "Roberto", responsables del partido en la provincia, permitió que el 25 de mayo, y después de la correspondiente confidencia, cayera abatido por las balas policiales. Según el informe oficial, tras el tiroteo "fueron recogidos y con la premura posible, trasladados al hospital donde, después de ingresados, fueron reconocidos por el médico de guardia que diagnosticó el fallecimiento de los cuatro individuos. En realidad, todo induce a pensar en una aplicación encubierta de la «ley de fugas». Los muertos fueron Vías, los guerrilleros Antonio Daza López y Antonio Gutiérrez Rojas, además del dueño de la casa, Salvador Bermúdez Luque. «Roberto» fue responsabilizado por el partido de esa caída y castigado por ello a integrarse en la resistencia armada malagueña, pese a que adujo una cojera para eludir ese mandato. Las secuelas también se ampliaron a la red de enlaces. La detención de Alfredo Cabello Gómez-Acebo, que había pertenecido al órgano nacional de dirección de las JSU y era, al menos nominalmente, jefe del Estado Mayor de la guerrilla malagueña, provocó el arresto de 69 personas, debido a la importante documentación incautada cuando fue arrestado. Alfredo Cabello, proveniente de una familia de clase acomodada y que decía tener las carreras de Periodismo (¿existía académicamente tal carrera? ) y Derecho, fue condenado a muerte junto con Juan Aparicio Jiménez y Francisco Moreno Morillas. A pesar de los recursos, la confirmación de la condena por parte del capitán general y el enterado siguieron su curso. Los tres fueron fusilados el 5 de marzo de 1946 en el cementerio de San Rafael de la capital malagueña.
La opinión de Manolo
el Rubio sobre López Calle no era especialmente elogiosa: * Extraído de "Apuntes en Vivo" de Eduardo Pons Prades. por Alberto Blanes |
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