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Las Guerrillas en Aragón-Levante Extractado de las investigaciones de Mercedes Yusta, Fernanda Romeu, Salvador F. Cava, Eduardo Pons Prades y Secundino Serrano, por Alberto Bru.
El haber oficiado como tal, cuando la sublevación de Fermín Galán y García Hernández (diciembre de 1930), fue una de las razones que le obligó a echarse al monte en julio de 1936.
"El Esquinazao" (Antonio Beltrán Casaña) Era natural de Canfranc y jugó un papel de primera
importancia en la ayuda a los implicados en los sucesos de Jaca, en
diciembre de 1930, tras el fracaso de Galán y García Hernández.
Sobre este veterano luchador, que durante la guerra civil fue jefe de
la famosa 43 División republicana, se han escrito las más
inverosímiles fantasías, en torno a su actuación,
fuera de nuestra tierra, a partir de 1939. «El Esquinazao»
no estuvo nunca en Grecia no ya como instructor de guerrillas
sino ni como simple turista ni tampoco pudo organizar escuelas
de guías en la década de los 40 puesto que
entonces residía en Moscú, con su compañera y su
hija, nacida en la capital moscovita. Agrupación de la Peña Montañesa La Agrupación de la Peña Montañesa la formaban varios grupos casi todos ellos procedentes de Francia que pronto se independizaron del alto mando" de allende los Pirineos, por considerar que estaba en la luna por lo que se refería a la verdadera situación en la comarca. Estos grupos actuaron, durante el invierno de 1944-45, por el cuadrilátero Bestué-Boltaña-Campo-San Juan de Plan, con bases en la misma Peña Montañesa (Sierras de Perrera, de Cotillea y de Chía). Después se adentraron hacia el sur del país y se reunieron con otras partidas del Maestrazgo, de la Sierra de Javalambre y de la de Albarracín. Estos grupos se habían infiltrado, en el otoño de 1944, por los puertos de Benasque y de Bielsa. En Francia logramos localizar a uno de los componentes
de esta Agrupación. Es importante saber las razones, las verdaderas
razones que movieron al Partido Comunista a organizar y apadrinar la
invasión del Valle de Aran, cuyas consecuencias colearían
largo tiempo, en el interior y en el exterior de España. He aquí
un testimonio de un guerrillero comunista: Esto es archisabido. Pero la intención iba en dos direcciones: por un lado tantear a los aliados occidentales EE. UU.. Inglaterra y Francia, para ver si éstos estaban dispuestos a intervenir, no al lado de los guerrilleros que a tal grado de estupidez no podíamos llegar. sino apoyando y avalando a los grupos moderados de la oposición y en particular a Don Juan de Borbón, por personas interpuestas: militares o no militares. La última tentativa fue la de Miguel Maura, el cual llegó a tener medio nombrados a gobernadores civiles y a jefes superiores de policía. Por otro lado, el P.C., además de colocar al "país hermano" la U.R.S.S. ante el hecho consumado, como a los demás, trató de ponerlo entre la espada y la pared. Pensaron que viendo a la guerrilla española en mala postura primero y en trance de muerte después, forzarían la mano a los soviéticos, obligándoles a presionar sobre sus aliados occidentales "para liquidar la vergonzosa experiencia nazi-fascista de España, protagonizada por los franquistas". A primera vista esto parece fruto de un infantilismo político de marca mayor. Pero, como el fracaso tiene una dimensión tan descompasada, uno se resiste a creer que el P.C. actuase por su cuenta y riesgo. Seguimos creyendo que nos dejamos manipular por los soviéticos y que éstos nos hicieron bailar al ritmo de su política internacional y nada más.» Poco podía esperar el guerrillero que sus reflexiones fueran tan acertadas y que de acuerdo con los intereses soviéticos toda la política iba a cambiar de rumbo. Al PCE dejó de interesarle el proyecto partisano español. En las alturas Stalin dejó de presionar en favor de España, para que los aliados le dejaran las manos libres en el este europeo. Tampoco le interesaba España, puerta del Mediterráneo y Africa, como un pais libre, y mucho menos integrado en la estructura politico-económica de Europa. Aprovechando la visita que en octubre de 1948 realizaron al Kremlin el Buró Político del PCE, La Pasionaria, Antón y Carrillo, Stalin, acompañado de Molotov y Suslov les indicó la necesidad de abandonar la lucha armada por los sindicatos y el movimiento de masas del régimen de Franco. Les explicó que después de Yalta era de todo punto imposible acceder al poder de forma subversiva. Añadió que resultaba un anacronismo el maquis y se debían tomar otros rumbos en la lucha antifranquista. Según Azcárate, aunque el buró político defendía las guerrillas acabaron convenciéndose de que Stalin tenía razón. Las elecciones sindicales de 1950 acabaron de convencer a los indecisos de que había que volcarse en la nueva estrategia y así la poca ayuda que ya estaba llegando de Francia después de aquella reunión, prácticamente cesó.
VILLACAMPA (Joaquín Aransanz) Fue una de las procedentes de Francia. Su primera base la tuvo en la Sierra de Guara y dispuso de bases-etapa en las cuevas de Santa María de Buil (al sur de Boltaña), actuó por la zona de Boltaña (Guaso, Torrecilla, Eripol, Castejón de Sobrarbe. Salinas de Hoz, Mediano, Lecina, Las Almunias, Naval, El Grado, Aínsa, Arro, Bierge, San Esteban de Litera). "Villacampa" formó su partida en e! verano de 1946, pero con anterioridad ya había actuado, como «asesor técnico» de otras partidas: la del "Drôle y la del Tuerto de Fuencalderas, entre otras. Villacampa participó, asimismo, en una importante expedición de luchadores libertarios organizada en Francia exclusivamente con militantes aragoneses con la misión de alcanzar la villa de Teruel, asaltar la cárcel, y liberar a un centenar de presos militantes de la C.N.T., cuyas vidas parecían estar en peligro. La expedición libertaria y libertadora contaba con algo más de medio centenar de guerrilleros. Durante la marcha Pirineos-Teruel tuvieron que sostener,
pese a las precauciones tomadas, frecuentes tiroteos con fuerzas represoras
y perdieron la vida una docena de expedicionarios. Aunque se le condenó a muerte -pena conmutada más tarde- a Villacampa sería el único superviviente de aquella heroica expedición, sin precedentes en la historia de la guerrilla española. DRÔLE (El Chaval) Ésta fue otra de las partidas infiltradas por los Pirineos aragoneses. Sus primeras bases las tuvo en la Sierra del Montsech (Lérida) y la del Mongay (Huesca), desde donde actuó por la zona de Artesa de Segre-Balaguer (Lérida), con acciones por Las Avellanas, Os de Balaguer, Camarasa, Rubio, Menarquens, Bellmunt, Belkaire de Urgel, Agramunt, Tomabous, Ibars de Urgel, y por la zona de Benabarre-Tamarite de Litera (Carnporrells, Baldellou, Fonz, Barbastro, Binéfar, Binaced, Esplús, Alcampel, Azanuy, San Esteban de Litera). A fines de 1947 tras dos años y medio de actuación en la divisoria Huesca-Lérida se traslada a la provincia de Teruel, en la que su partida tomará el nombre de la del Chaval (Drôle. en francés). Su zona de merodeo, con bases en los Montes Universales, se extendería desde Albarracín hasta el Rincón de Ademuz (El Cuervo, Alobras, Canigal, Tonnón, Masegoso, Rubiales, Vallanca). Esta partida mejor dicho, los restos de la partida fue de las primeras que recibieron la orden de disolverse y de replegarse a Francia. Fue durante la marcha hacia el Pirineo cuando "el Chaval fue detenido, en las postrimerías del invierno de 1949-50, en las cercanías de Sallent de Gallego (Huesca). Otra partidas guerrilleras:
La del «Rubio», que era lugarteniente
de «Villacampa» y que se hizo cargo de la partida cuando
éste cayó herido y fue capturado. También procedía
de Francia. Unos meses más tarde, los restos de la partida cruzaban
la frontera de nuevo.
Guerrillas en Zaragoza
No ha de sorprender a nadie que por estas tierras las actividades mayores contra el régimen establecido tras la guerra civil tuvieran un marcado sello anarco-sindicalista. Sin embargo, la nómina de partidas guerrilleras fue en todo momento bastante reducida. Esto tiene su explicación. En primer lugar la tremenda represión que se desencadenó apenas estallada la sublevación militar del 36. facilitada por quienes iban a ser las primeras victimas de ella, al no saber anticiparse, como en Barcelona y otros lugares, a la sublevación. Basta echar un simple vistazo al mapa para ver que Zaragoza como Sevilla era un punto clave en el desarrollo de los planes de los sublevados. Las izquierdas y en especial los libertarios podían y debían haber intuido a tiempo las repercusiones que iban a tener la pérdida de Zaragoza y la de Sevilla- Pero como el general Cabanellas era masón, el gobernador civil Ángel Vega Coronel también, y uno de los más destacados militantes de la C.N.T., un tal Abós, completaba la trilogía. Sólo así se comprende fiándose el segundo de la palabra del primero, y del tercero de las garantías que le daba el segundo que los adictos a la República perdieran una posición estratégica y el potencial humano de la misma tan valiosa como la capital aragonesa. Las armas que en otros lugares fueron entregadas a las organizaciones sindicales y partidos políticos, aquí lo fueron al general Mola para armar a los requetés de Navarra. Represión y clandestinidad Era previsible que, tras el triunfo de los militares
golpistas, estos pusieran en marcha la limpieza de su retaguardia. Se
aplicó, sin más, el dicho francés: «En la
guerra, como en la guerra.» Francia: Redes de apoyo a aliados evadidos y pilotos derribados Haciendo frente a todas las adversidades, los contactos entre libertarios de las dos zonas nunca se rompieron ni entibiaron. Entre los hombres de la C. N. T. que más destacaron en esta labor, y que años más tarde iban a jugar un papel destacadísimo en la Segunda Guerra Mundial, al lado de los aliados, merecen ser destacados Francisco Ponzán Vidal y Agustín Remiro Maneiro. Ponzán, con media docena de guerrilleros y dos
de los más expertos guías del Alto Aragón los
hermanos Noguero, de Parzán, protagonizaron distintos golpes
de mano dados en España de los primeros contra el régimen
franquista «en el primer año de la paz de Franco»:
En uno de los encuentros con fuerzas enemigas, estas ocasionaron al
grupo de Ponzán dos bajas, una de ellas el propio Paco Ponzán
herido de consideración, por lo que tuvieron que regresar a territorio
francés allí una vez recuperado pasó a engrosar
las filas de la Resistencia en la Reseau Pat O´Leary
cuyo objetivo era el de rescatar aviadores ingleses. Fue uno de los
miembros más sobresalientes, hasta que cayó en manos alemanas
y fue muerto el 17 de agosto de 1944. - a) hombres bien dispuestos y conocedores del terreno
y de todo lo que se movía sobre él; Pero por aquellas fechas, los libertarios eran y tenían sobradas razones, en todos los terrenos, para serlo mucho más ambiciosos. Ambición de tan altos proyectos que frustraron los cotidianos que si hubiesen sido de envergadura, sí de suficiente enjundia para el plan guerrillero. También fue frustrante la actuación del gobierno de la República o sus mandos militares, que a partir de mayo de 1937 con respecto a las guerrillas, y sobre todo si estas eran de signo anarquista. Fue notable la falta de asistencia moral y material por parte de los sucesivos gobiernos republicanos. Los puntos principales de fijación de las partidas estaban en la Sierra de Santo Domingo y Sierra Carbonera (al norte de la provincia), la Sierra de Alcubierre, los Montes de Perdiguera y los Montes de Zuera (en el centro). La parte sur era poco frecuentada por la sencilla razón de que los que se echaban al monte por allí lo hacían hacia la parte norte de la provincia de Teruel.
Líderes y partidas guerrilleras de Zaragoza más importantes: Maestro de Agüero (Ángel Fuertes Vidosa "Antonio). Aunque esta importante partida se creó por tierras del Alto Aragón, luego se desplazó hacia Teruel-Castellón-Valencia. Sus actividades están reseñadas en el capítulo consagrado a esta última provincia. Tuerto de Fuencalderas El jefe de esta partida, que se creó en el verano de 1944, era natural de Fuencalderas (Zaragoza). Actuó de concierto a menudo con otras dos partidas de extracción libertaria: la de «Carrasco» y la del «Sos». Sus operaciones menudearon por tierras que conocía bien: El Frago, Ores, Asín, Uncastillo, Biel, Sos del Rey Católico, Urriés, Isuerre, Petilla de Aragón y Undués-Pintano. Sus bases estaban en la Sierra de Santo Domingo. Esta partida, junto con la de "Sos», era una de las que mayor número de prácticos tenía en sus filas. De ahí que, a consecuencia de la frecuencia de sus contactos con partidas no libertarias que solicitaron a menudo su colaboración, algún historiador las haya tildado de «comunistas o anarcosindicalistas según soplaron los aires». Las últimas actividades del «Tuerto» y de sus hombres se sitúan a fines del verano de 1949. Al jefe de partida se le supone huido posteriormente a Francia, de donde había llegado en 1944. Sos. El jefe era natural de Sos del Rey Católico (Zaragoza). Como la del «Tuerto», esta partida también se infiltró por los Pirineos a principios del verano de 1944. Eran destacamentos completamente autónomos, que se formaron por afinidad ideológica y por ser coterráneos sus fundadores- En determinados casos su primer armamento se lo procuraron en escondites preparados en las postrimerías de la guerra civil. En ocasiones estos almacenes clandestinos se encontraban en tierras aragonesas, pero muchas veces estaban en Cataluña, como el de «Sos» que desde sus bases de Aragón, se vió obligado a enviar parte de sus hombres en busca del escondite y el armamento, que no siempre aparecía eso cuando aparecía en buen estado. Pero las dificultades eran casi insuperables, al no conocer directamente el escondite, para encontrar el almacén de las armas o de las bombas de manopues a veces la pauta la daba un croquis, pergeñado en un campo de concentración, trazado al dictado de un compañero... que hablaba de un río cuando se trataba de un arroyo y que recordaba pinos donde sólo había alcornoques. Muchos de estos buscadores de armas escondidas perdieron la vida por tierras catalanas, yendo de un lado para otro tras de los almacenes clandestinos, que a veces sólo existieron en la mente de veteranos luchadores que, al no resignarse a la inactividad ni querer caer en la desesperanza, soñaban con el momento en que «volverían a España, desenterrarían las armas y reemprenderían la lucha». Carrasco (Rufino Carrasco). Era compadre del "Manco de Riglos" con el que actuó desde 1944 a fines de 1945 y creó su partida en Francia, en el invierno 1945-46. Regresó de nuevo a España, pero no solo, como la primera vez, sino con su partida. en mayo de 1946. Parece ser que, pese a su filiación libertaria (Carrasco había militado en los Grupos de Acción Anarquista), la segunda vez que entró en España estaba controlado por la Agrupación Guerrillera. Hizo una breve aparición por la zona de la Sierra
de Santo Domingo y Sierra Carbonera y más tarde por la de Boltaña,
desde bases que conocía bien: las de la Sierra de Guara y las
de la Peña Montañesa. «Carrasco» llevaba con
él aguerridos militantes y eso explica la intensa actividad desarrollada
por los pueblos del Alto Aragón (en el triángulo Broto-Bielsa-Boltaña,
primero, y en el de Boltaña-Sierra de Guara-Graus, más
tarde). Sin embargo, otras fuentes niegan esa sumisión a la Agrupación
Guerrillera y aseguran que «Carrasco» y sus hombres actuaron
siempre conectados con los Grupos de Acción Anarquista (G.A.A.). Esta partida fue seguramente la más popular de aquella región, y por ello disponía de una cantidad increíble de puntos de apoyo, así como de la colaboración de la inmensa mayoría de los pastores. Y no pocos guardas forestales, muchos de los cuales habían colaborado ya en los años 1939-1944 con las cadenas de evasión aliadas. Y en particular con la de «Pat O´Leary», cuyo jefe del último eslabón el de Toulouse era Paco Ponzán Vidal, que ya hemos citado anteriormente. Los Maños. Estaba compuesta por jóvenes aragoneses pertenecientes a las Juventudes Libertarias. Fue creada en Francia y sus primeras acciones las realizaron en Cataluña. Su actividad por tierras aragonesas y castellanas en particular dos proyectos para atentar contra la vida del general Franco no tuvieron gran trascendencia. Esta es la razón por la que esta partida figurará en el capitulo dedicado a Cataluña-Barcelona. Las Guerrillas en Teruel, Cuenca y Levante
Tácticas encontradas en la lucha guerrillera Esta provincia fue, sin lugar a dudas, una de las más
guerrilleras de España. Tanto por la existencia de bases principales
en todas sus zonas montañosas .sin excepción como por
la importancia de sus partidas y también por la duración
del enfrentamiento guerrillas-fuerzas del orden. Era asimismo la provincia
cruzada por el mayor número de itinerarios guerrilleros, puesto
que a través de la Sierra de Javalambre y de los Montes Universales,
con el Maestrazgo y las Sierras de la Costera y Ejulve (en la cuenca
minera de Utrillas) como bases de tránsito, las expediciones
guerrilleras desembocaban en zonas de tanta importancia como la levantina,
la del centro, la extremeña, la manchega y la andaluza. Sus tierras
vieron celebrarse también el mayor número de reuniones
de jefes de partidas en pleno monte: en el Maestrazgo, en las montañas
de Utrillas, en la Sierra de Javalambre o en los Montes Universales.
Otro ejemplo notable es el de los catalanes. Era rara la zona guerrillera donde no se encontraban uno o varios el Catalán o el Cataluña. Esto se debía al gran número de hijos del Principado hechos prisioneros al final de la guerra civil. Número equivalente, claro está, a su importancia en las filas del Ejercito Popular Regular republicano. Es preciso puntualizar, asimismo, que muchas veces se llamó catalanes a personas oriundas de otras regiones, pero que estaban residenciadas en Cataluña, lo cual aumentaría aún más el eco catalán por tierras no catalanas.
Con su actitud, Petrel vulneraba unos acuerdos tomados en el seno de su destacamento que se supone debían violentar a más de uno, puesto que todos eran oriundos de aquella zona, por lo cual echaban a suertes la realización de servicios, digamos, ...espinosos -y no las decisiones de un mando superior determinado. Y esto es lo que, alguna que otra vez, se nos ha querido presentar como ajustes de cuentas ordenados por la superioridad. Lo cierto es que, en torno a los "maquis"
se han escrito muchas cosas con cierta ligereza. Tanto en lo que se
refiere a su estructuración orgánica -que nunca pasó
de mero esbozo- como a su funcionamiento. Y esto sólo demuestra,
repetimos, una gran ignorancia sobre las guerrillas de nuestra guerra
civil y de la posguerra. A menos que, siguiendo tales razonamientos.
lo que se haya intentado probar es que los hombres que las orientaban
y las dirigían estaban empeñados en hacer funcionar la
guerrilla al revés de como ha actuado siempre por todas partes...;
es decir, con cuadros naturales, generalmente aceptados o elegidos por
mayoria por los miembros de la unidad, una disciplina auto-impuesta
y el mayor grado de autonomía posible. En todo caso, por el cúmulo de información recogida en España y en el extranjero, podemos afirmar que las partidas que mayor longevidad alcanzaron, que más acciones espectaculares realizaron, que mayores riesgos supieron correr y que mejor clima interior conocieron, fueron aquellas que respetaron esas reglas elementales de la guerrilla. Así pasó con la partida del Manco de La Pesquera (Cuenca), la de el Fortuna (Guadalajara), la de Severo Eubel de la Paz (Avila), la de Cencerro (Jaén), la de Manuel Ponte (La Coruña), la del Yatero (Granada) o la de los hermanos Jurado Martín (Málaga), por no citar sino algunas de las doscientas y pico de partidas guerrilleras mandadas por nativos. Por guerrilleros nativos debe entenderse aquellos que no salieron de España a raíz de nuestra guerra civil. Otro aspecto de la cuestión que ha desviado, cuando no desnaturalizado, el correcto entendimiento de la guerrilla española del siglo xx, y en particular la de nuestra posguerra, es el haber tomado demasiado al pie de la letra lo que rezaba en la documentación, o en la prensa. incautada a los guerrilleros. En España no hubo nunca una Escuela Guerrillera, a la que se enviasen, por ejemplo, hombres que luchaban o militaban en regiones distintas a la que servía de sede a la Escuela. En Francia, en tiempos de la ocupación alemana, la guerrilla española tuvo dos zonas separadas por medio millar de kilómetros: la de Roullens, en el Aude, al sur del país, y ]a de Montaignac, en la Dordoña, en la región Centro. Y, a partir del otoño de 1944, lo que mejor podía asimilarse a una Escuela de Guerrillas fue el Centro de Instrucción Guerrillera de Montréjeau, organizado y mandado por el Coronel Vicente López Tovar. En este Centro se formaban, o más bien se aclimataban a lo que sería la lucha al sur de los Pirineos, quienes iban a conducir destacamentos o grupos hacia el interior de España. López Tovar también dirigía los campos de entrenamiento diseminados por los Pirineos Centrales (vertiente francesa). Lo demás corría a cuenta de los instructores militares o políticos de que cada unidad guerrillera podía disponer. Y lo que suplió en España a los Centros de Instrucción o a los instructores de unidad o de base fueron los instructores itinerantes, los cuales tampoco fueron siempre, como se ha afirmado, de procedencia francesa. Se dieron muchos casos, tanto en los medios comunistas como en los libertarios, de muchachos salidos del interior, a veces como simples huidos y en algunos casos como desertores del Ejército franquista, que regresaron a España como instructores itinerantes o, por decirlo con la definición usada en los medios guerrilleros: en plan de palomas mensajeras". La estructura orgánica de las Agrupaciones
Guerrilleras Sobre el terreno no existe la menor prueba -o por lo menos nosotros todavía no la hemos encontrado- de una mayor planificación de las acciones, ni tampoco de un trasvase de unidades guerrilleras, a partir de una reestructuración sobre el papel. Si acaso alguna vez, y tan sólo accidentalmente, hubo grupos que se mudaron a provincias vecinas y formaron equipo con las más afines, para regresar más tarde a su campo de acción habitual. O cuando por razones muy específicas los restos de una partida eran absorbidos por otra. Y esto, también nos consta, se realizaba por lo regular cuando unos y otros ya habían participado, de consuno, en una o varias acciones. No sabemos de un solo caso en que una partida se mudara de zona por orden superior o que, por idéntica decisión, se fundiera con otra. Ésta es una de tantas afirmaciones gratuitas e incoherentes que se han puesto en letra impresa; ya que, de la misma forma que no se pueden imponer jefes o acciones si se quiere que un núcleo guerrillero funcione medianamente bien, tampoco puede obligarse a una partida o a los restos de ella a integrarse en otra si antes no se ha evidenciado cierta afinidad, ya sea ideológica, estratégica o de simple apego al terruño común. La reunión de mandos guerrilleros convocada en 1948 bajo la presidencia de Pedro en el Cerro Moreno, de Santa Cruz de Moya (Cuenca), para organizar la ofensiva de primavera, confirma lo que venimos diciendo: que, tanto para acciones conjuntas (simultáneas o aisladas, en determinada zona, con vistas a producir un impacto psicológico en la población civil) como para hacer el balance de las mismas, en la mayor parte de los casos -aun a sabiendas de los riesgos que tales concentraciones hacían correr a los mejores elementos de las partidas-, se tenía muy en cuenta el informe o el criterio personal de cada grupo guerrillero. De ahí la frecuencia de sus encuentros. Los repetidos viajes de Pedro a Francia no tenían nada que ver con los cargos que se le atribuyen. El contacto periódico con el exilio fue siempre y más en aquellos años que se presentían decisivos una condición síne qua non de supervivencia, tanto en el plano moral como en el material. Hasta los guerrilleros menos politizados, que no escaseaban, estaban persuadidos de que la solución definitiva debía venir de fuera, si bien también se tenía por cierto y por eso estaban en el monte muchos de ellos que desde dentro se podía influir mucho en la marcha de los acontecimientos. Que algunos hicieran lo increíble, como fue mantenerse
en la lucha clandestina durante años y años, demuestra
que no subestimaron en momento alguno la importancia del papel que les
había correspondido jugar. En el caso de Pedro, fue,
simplemente, la buena prensa que tenía, a un lado y a otro del
Pirineo, lo que hizo de él un guerrillero tan viajero.
Vino a España en 1946, vía Yugoslavia-Italia-Francia. Era temperamentalmente hablando, el antiguerrillero ibérico por excelencia, tanto por su gran sentido de la disciplina como por su obsesión de la eficacia, que él relacionaba siempre con el mínimo de bajas propias y la menor cantidad de sacrificios para el pueblo que se pretendía representar y defender.
Además de los pasillos hacia Francia por tierra, dicha región disponía de un par de entradas y salidas por vía marítima, por las que, dicho sea de paso, las expediciones no sufrieron nunca el menor percance. Ricardo tenía la costumbre de desplazarse solo, por lo que nunca se supo en qué circunstancias sucumbió, en un combate con la Fuerza, a fines de 1949, cerca de Alcañiz, en cuyo cementerio está enterrado.
Para evitar que los matasen en una saca salvaje (ejecuciones a bulto en plena noche), Rabos y Petrel se deslizaron una noche por el desagüe del retrete y se escaparon. De allí arrancó su marginación, que no era total, por lo menos al principio, ya que prácticamente todo Aguaviva conocía su paradero. Y en lo que a Rabos se refiere, éste dormía muchas veces en su propia casa. En varias ocasiones la Guardia Civil hizo irrupción en ella sin dar con él, ya que Rabos se había preparado un escondite en el cendrer (depósito de la ceniza) del ancho hogar de la chimenea de su casa. Sus actividades se centraron, en particular, alrededor de la Sierra Molinera, en el triángulo Ráfales-Monroyo-La Cerollera. De Petrel se ha dicho que era un hombre sanguinario, lo cual es una afirmación no fundamentada, puesto que, como ya se señaló, fue ejecutado por sus propios hombres por negarse varias veces a molestar a familias ricas en cuyas fincas él había sido bien tratado cuando trabajó en ellas. Petrol fue muerto por sus propios hombres en las postrimerías de 1944. Rabos fue detenido el 6 de mayo de 1946, en el Mas de Bayot término de La Cerollera, por culpa de una imprudencia de su mujer, al decir de la gente, y del celo de un guarda jurado de Aguaviva, apodado el Ros (el Rubio), el cual pacientemente le siguió la pista hasta que descubrió el lugar en que acostumbraba pasar la noche, cuando su mujer se reunía con él, yendo a denunciarlo a la Guardia Civil. El Rabos, atado a un nogal cerca del río Bergantes, en el Barranco de la Moreneta, fue muerto a palos por los guardias. A los pocos días, la partida del Rabós ejecutaba al guarda jurado como represalia. Tanto el Rabós -que poseía tierras y ganado como Petrol, del Centro Republicano el primero, y de la C. N. T. el segundo-, eran el prototipo de los hombres a los que no se les había perdido nada en el monte, pero que se vieron obligados a abandonar sus casas -y en primer lugar escapar a una muerte segura en el pueblo de Mas de las Matas- por temor a la venganza que por su condición de vencidos se cernía a toda hora sobre sus cabezas.
Manso, quizá por tener un espíritu congregador, se ganó fama de arreglapleitos y cuando asistía a una reunión de jefes de partidas se caracterizó siempre por su habilidad en limar asperezas y atenuar discrepancias. En mayo de 1948, al ser abatido Antonio (Antonio Fuertes Vidosa el Maestro de Agüero), se hizo cargo de la coordinación del sector comprendido entre las Sierras de Gúdar, el Pico Tarayuela (Teruel) y Peña Golosa (Castellón). Se marchó a Francia en la primavera de 1951.
Después se marchó a Francia y a principios de 1946 regresó a España con Vitini y otros destacados guerrilleros procedentes de las Fuerzas Francesas del Interior (F. F. I.), enviado a los Montes Universales (Cuenca-Teruel) como enlace regional. Más tarde formó su propia partida y pasó a actuar por el sur de la provincia de Teruel (Rincón de Ademuz) y por la parte suroeste de la de Cuenca, donde colaboró con el Manco de La Pesquera, particularmente en golpes económicos. A raíz de uno de ellos, el último para él, cayó acribillado, el 21 de diciembre de 1946, no lejos de la base guerrillera del Barranco Chorrilbo, en la divisoria Cuenca-Valencia, por la zona del Puerto de Contreras.
El centro neurálgico de sus operaciones se encontraba en la cuenca minera de Utrillas, donde actuaban, desde la primavera de 1938, varias partidas de neta influencia libertaria. Estas partidas sobre todo en lo que se refiere a la ayuda aportada por sus guías, si bien nunca se negaron a colaborar con otros grupos guerrilleros, cualesquiera que fuera su ideología (con tal de que lucharan contra el régimen franquista), eran muy reacias, en cambio, a dejarse encuadrar en dispositivos de ningún tipo. Eran de la opinón de colaborar, pero no querían ser confundidos. Porque cada cual en su terreno sabe mejor que nadie a qué asuntos hay que atender primero y cuales pueden esperar. Desde sus bases de la Sierra de Ejulve y del Maestrazgo, en las postrimerías del invierno de 1945-46, su campo de acción se vuelve a desplazar hacia el sur. Tras haber actuado, a mediados de 1946, como coordinador de zona en Valencia, en la primavera de 1947 vuelve a mandar una importante unidad, que actuará por la punta sur de la provincia de Teruel (Rincón de Ademuz) y por las vecinas tierras de Cuenca. La desaparición de Delicado es bastante controvertida: se le da por muerto en combate a fines de 1947... otras fuentes le dan por huido a Francia en 1948, e incluso trasladado del monte a la ciudad, en 1950, destino bastante corriente cuando se trataba de militantes serios y consecuentes que, además, poseían una gran capacidad de adaptación a los rigores de la lucha clandestina en las urbes.
Parece ser que aquella casita la utilizaron durante bastante tiempo como depósito de víveres y refugio, sin que ni el posadero ni su mujer denunciasen nunca el hecho a las autoridades. Francisco Serrano murió en un intento de secuestro en el chalet «Nomen», del término de Regués (Tarragona), y su compañera fue capturada en el verano de 1960 y condenada a muerte en febrero de 1961. Se benefició de una conmutación de pena.
Jalisco. Los hombres de esta partida procedían casi todos del maquis francés. Eran, por tanto, combatientes experimentados de la Resistencia francesa en Francia. Con bases en la Sierra del Toro-en la cruz de tres provincias, la de Castellón, la de Valencia y la de Teruel-, la partida merodeó activamente por Albentosa, Manzanera, Los Cerezos, Torrijas y San Agustín (Teruel); por Barracas, Jérica, Torás, Begis (Castellón), y por Canales, La Pobleta, Alcofas y Ahíllas (Valencia), con incursiones en Loriguilla y en Domeño, cuando la partida bajó hacia el Puerto de Contreras. Por allí actuó de concierto con el Manco de La Pesquera. En 1947, a Jalisco y sus hombres se les señala por la Sierra de Albarracín y en el verano de 1948 su zona de actuación es la divisoria Teruel-Rincón de Ademuz. Esta partida será disuelta en el otoño de 1948, cuando Jalisco regresa a Francia con algunos de sus hombres. El resto se integrará en otras partidas.
Esta partida era más numerosa que la otra, ya que tenia varios grupos agregados mandados por "el Soriano" -socialista de Soria- y otro por el Zagal un joven libertario de Escucha (Teruel), que se echó al monte con 18 años recién cumplidos. Éste tenía a sus dos hermanos mayores exiliados en Francia. Otros dos grupos los mandaban Macho (Justiniano García) y Chaval (Pedro Acosta), ambos naturales de Utrillas (Teruel). Los efectivos de ambas partidas eran bastante fluctuantes debido al gran movimiento de personal en la cuenca minera procedente de destacamentos penales o de otras unidades disciplinarias. Otro grupo agregado a la partida de Durruti fue el de Antolín, cuyo jefe era de Alcañiz. El nombre de este grupo se escogió en honor a Paco Antolín, de Alcañiz. que fue delegado político de la Centuria Malatesta durante la guerra civil y organizador de un reputado grupo de dinamiteros de la Columna Carod-Ferrer. Antolín fue también uno de los creadores los otros fueron Batista, de Valderrobles, y Mañero, de Beceite, ambos libertarios también del Servicio de Investigación y Enlace de la citada columna. Estas dos partidas -la de Durruti y la de Espartaco- actuaron desde mediados de 1944 hasta fines de 1949 en el sector comprendido entre Albalate del Arzobispo-Alcañiz-Aliaga-Caminreal. Pero en especial por la zona minera de Utrillas-Escucha-Armillas-Fuentes Calientes y Palomar de Arroyo. Pinchol (Florencio
Guillén). Era natural de Gúdar (Teruel)
y la razón principal de la creación de esta partida fue
la misma que propició y provocó la marcha o huida
desesperada al monte de muchos hombres: la inseguridad en sus
pueblos natales en la posguerra, el pacto del hambre a que se les sometía,
y no ya tan sólo por haber defendido a la República, sino
también porque algunos eran gente a la que, derrotada y todo,
resultaba difícil hacerles inclinar la cerviz. A los que antes
se llamó revolucionarios, rebeldes, indeseables,
anarquistas, después de la guerra todos tendrían
un denominador común: el de rojos. LOS SUCESOS DE GÚDAR (Eduardo
Pons Prades) En la segunda quincena de abril de 1976 mi planning preveía la visita de la zona costera y sur de la provincia de Castellón y de dos sierras y de sus contornos: la de Javalambre y la del Toro, Debo señalar que tanto por tierras de Castellón, y concretamente en Lucerna del Cid, como por las de Teruel y muy especialmente en Mora de Rubielos y Alcalá de la Selva oí hablar de lo que pasó en Gúdar y en seguida me di cuenta hasta qué punto las incontrovertibles versiones oficiales habían hecho su camino. Esta vez, como en dos de mis viajes anteriores, pude comprobar en las versiones oídas procedentes todas de las mismas fuentes que algo fallaba. Así que decidimos subir a Gúdar. Esta
visita me había sido desaconsejada, en la primavera y en el verano
de 1975, por amigos de aquella región, asegurándome que
el pueblo estaba partido en dos y que, yendo a lo que saliese,
corría el riesgo de caer en manos de gente castigada por aquellos
sucesos y salir mal parado. Pero esta vez iba un poco sobre seguro: en Mora de Rubielos se nos había facilitado un contacto y de entrada me alegró comprobar que se trataba de un hombre joven, el cual cuando los hechos del 47 todavía era un niño. Me consta, como ya señalé, que de mayorcito se ha interesado por lo ocurrido y que al filo de los años, hablando con unos y con otros, ha sacado en claro bastantes cosas. Aquí y ahora no ha lugar a transcribir cuanto me contó -pese a que su joven esposa no hacía más que repetirle que no se metiese en líos-, pero sí a subrayar que las versiones dadas hasta la fecha no reflejan más que una parte de la verdad. No son sino medias verdades o medias mentiras, como se quiera. Y mientras unos hacen gala de una sospechosa discreción, los otros pecan de un sensacionalismo morboso. Ya que: - 1.° Cuando los dos hijos mayores del «Pinchol» (al que se atribuye la responsabilidad directa de la matanza del 26 de setiembre de 1947) se disponían a echarse al monte, a reunirse con la partida de su padre, hablaron con el alcalde y le dijeron que dejaban a su madre y a sus hermanitos en el pueblo y que lo hacían responsable, a él, de lo que pudiese sucederles. A las pocas semanas, Felisa, la mujer de«Pinchol», era detenida y encarcelada en el castillo de Mora de Rubielos, donde una mañana -la del 29 de setiembre de 1946- apareció ahorcada. La versión oficial fue: suicidio con la ayuda de un pañuelo de cabeza. - 2.° Un año después del suicidio ocurrían los lamentables y trágicos hechos de Gúdar. Si era en represalia a la muerte de la mujer de "Pinchol" (así lo proclamaba la nube de octavillas que inundó el pueblo), ¿por qué haber esperado un año? Además, los hijos del Pinchol hicieron responsable al alcalde, no a sus familiares y, en todo caso, las represalias podían haberse ejercido, por añadidura, contra otras fuerzas vivas del pueblo, y no contra sus familiares y menos aún contra indefensas criaturas. A menos que los supuestos guerrilleros -- porque hasta hoy nada demuestra que aquella matanza la perpetraran auténticos guerrilleros-- buscasen enemistarse definitivamente con las gentes de Gúdar y de los pueblos de aquella comarca. - 3.° Por otra parte, es del dominio público que, al ocupar los asaltantes el pueblo, el que parecía ser el jefe de los guerrilleros preguntó a un viejo campesino dónde se encontraba la casa del alcalde, y se hizo acompañar por él. Fue este campesino el que llamó a la primera autoridad de Gúdar, pidiéndole que saliera que quería hablar con él. La mayoría de los cuarenta y tantos atacantes eran gente joven, de menos de 25 años -en esto los testimonios recogidos, tanto en Gúdar, como en Barcelona o en Francia, coinciden plenamente-, y de todos es sabido que la gente de Pinchol, salvo sus dos hijos, eran hombres maduros, huidos al monte por parecidas razones a las del jefe de la partida: unos por miedo, otros por no encontrar trabajo y algunos para evitar que su familia se muriese de hambre. Y algunos, los menos, entre ellos Pinchol, también por motivos ideológicos. Aunque aquí cabe puntualizar, una vez más, que las raíces principales del problema eran el miedo y el hambre manejadas de mano maestra por quienes, desde siempre -con una postura política conservadora a ultranza-, habían impuesto su ley en sus dominios. - 4.° Entre los supuestos guerrilleros nadie vio, aquella inolvidable noche, ni al Pinchol ni a ninguno de sus dos hijos, cuando lo lógico es que, de haberse querido tomar la justicia por su mano, los atacantes hubiesen ocupado el pueblo cosa muy factible por aquellas fechas, sobre todo después de haber dinamitado la Casa-Cuartel de la Guardia Civil, la casa del juez y la del cura, que es lo que hicieron en Gúdar, como preámbulo bélico, aquella noche, que hubieran detenido al alcalde, sentenciándolo y ejecutándolo -como en otros lugares se hizo- en plena plaza, tras informar al pueblo de los motivos de aquel ajusticiamiento. Y lo que hicieron fue llevárselos a una era y asesinarlos fríamente allí. Porque, quienes quiera que fuesen sus autores, aquello fue un vil y monstruoso asesinato. - 5.° Estos hechos acabaron de dividir al pueblo, ya que propiciaron, al día siguiente, otra represalia: esta vez contra diez cabezas de familia, señaladas sobre la marcha como personas de izquierda, pero tan moderadas que ello les había permitido escapar a la primera represión la de la primavera de 1938; la que siguió, como ya era costumbre, a la entrada de las tropas franquistas en Gúdar.
*Extractado de las investigaciones de Eduardo Pons Prades y Secundino Serrano |
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