Ferney Yesyd Rodríguez.
Es indiscutible que la ciencia ha afectado muchos aspectos de la vida humana, no sólo porque hoy contamos con vacunas y antibióticos, sino que además ya no nos vemos como el centro del Universo, sino que nos convertirnos en un planeta más, y dejamos de ser ángeles sin alas, para vernos como primates de andar bípedo. Tan sólo recientemente comprendimos el enigma del origen de la diversidad de la vida. Aún así la Teoría de la Evolución es ampliamente ignorada y mal comprendida, situación que ha sido alentada por muchos dogmatismos. ¿Podríamos afirmar que la mal comprensión de la evolución afecta en algo nuestras vidas? ¿Nos afecta el analfabetismo científico? Y si es así. ¿ De que manera? Las respuestas a estas preguntas son la intencionalidad de este artículo.
Empezaré refiriéndome a un caso a un caso ocurrido en 1984: La Universidad de Loma Linda (California, EEUU) es en muchos aspectos muy diferente a cualquier otra, pues está es financiada por una religión fundamentalista (adventistas del séptimo día), lo que significa que en sus aulas se enseña que el mundo sólo tiene 6 mil años y que fue creado para los seres humanos. En el hospital de su facultad de medicina, se presento el nacimiento de Baby Fae. Una niña que nació con graves malformaciones cardíacas y que requería de un urgente transplante de corazón. El doctor Leonard L. Baley, quien atendió a Baby Fae, decidió realizarle el transplante del corazón de un papión, pero este falló y la niña murió. Tiempo después se le pregunto al doctor adventista, por qué no había utilizado el corazón de un chimpancé en lugar del de un papión, puesto que la mayor proximidad evolutiva entre los humanos y los chimpancés implica una mayor adecuación genética, lo que habría supuesto una probabilidad de éxito algo mayor. La respuesta del médico fue que él no creía en la evolución y no entendía que tenía que ver con la practica de la medicina. Así pues, el tipo de analfabetismo científico generado por los creacionistas impidió un tratamiento más efectivo en un ser humano.
Los humanos compartimos un 99% de nuestro material genético con los chimpancés, lo que indica un antepasado común mucho más reciente que el que podamos compartir con cualquier otra especie actual. ¡Pobre Doctor Baley, sus propios genes llevan la evidencia de los que su dogmática mente niega!
Al llegar a este punto es probable que muchos digan: Bueno, podemos achacarle en parte la muerte de Baby Fae a la ignorancia del doctor Baley con respecto a la evolución ¿ y que tiene que ver eso conmigo? Resulta que sí tiene mucho que ver, pues el conocimiento que tengamos de nuestro pasado determina en mucho lo que hagamos colectivamente hoy como especie.
La concepción del lugar del hombre en la naturaleza dada por la mitología judeocristiana (El mundo recientemente creado en 6 días para los humanos y sin antepasados comunes con los otros seres vivos) afecta profundamente nuestra relación con nuestro ambiente en dos aspectos fundamentales: El primero consiste en ver la Tierra como propiedad del hombre, pues esta fue creada para él ¿Qué hay de malo en usar los recursos del planeta hasta agotarlos? El mismo libro del génesis, menciona que el hombre tiene potestad para "enseñorearse" sobre todas las criaturas de la Tierra. Es más, la Iglesia Católica se niega a la planificación familiar por que Dios le dijo a Adán: "Creced y multiplicaos, henchid la Tierra" Entonces, ¿cuál es el problema con la sobrepoblación?
Desde el punto de vista científico, todas las especies, esto incluye a los humanos, crecen poblacionalmente hasta el punto en que el ambiente pueda sostenerlo. Los humanos debemos cuidar nuestro crecimiento poblacional desmedido, pues las consecuencias serán el hambre y la guerra por acceder a los recursos (¿no lo estamos viviendo ya?)
El segundo aspecto es que el creacionismo muestra al hombre como la criatura más importante de todas. Los humanos (o mejor los míticos Adán y Eva) fueron la obra cumbre de la creación. Todos los días anteriores de labor del Creador fueron destinados a preparar el paraíso para nuestros "primeros padres", así pues todas las demás especies fueron concebidas para una sola: Los humanos.
En realidad no somos la cumbre, el mundo no fue hecho exclusivamente pensado en nosotros. El registro fósil nos muestra que la vida apareció hace 3600 millones de años, pero hubo mamíferos tan sólo hace 220, los primeros primates deambulaban por los árboles hace 70 m. a. Pero no fue sino hasta tan sólo 300 mil años (nada en tiempo geológico) que los primeros humanos con apariencia moderna debutaron en el mundo.
La ciencia ya se dio cuenta de esto y como consecuencia hemos
tenido que replantearnos nuestro lugar en la naturaleza. Nuestro sistema
de valores con respecto a la naturaleza, necesita un transplante de corazón,
como una vez lo requirió Baby Fae, solo que esta vez es necesario
que aceptemos los descubrimientos hechos por la ciencia y que a diferencia
del doctor fundamentalista de nuestra historia, comprendamos el humilde
lugar que ocupamos en la naturaleza. El investigador español,
Juan Luis Arsuaga, descubridor de los restos de la especie Homo antecessor,
nos dice al respecto: "Sólo a partir de Darwin se ha comprendido
que no somos la especie elegida, sino como dice Robert Foley, una especie
única entre otras muchas especies únicas, aunque eso sí,
maravillosamente inteligente. Y no deja de ser paradójico
que tantos siglos de ciencia nos hayan llevado a saber algo que cualquier
bosquimano del Kalahari, cualquier aborigen australiano, o cualquiera de
nuestros antepasados que pintaron los bisontes de Altamira conocía
de sobra: que la Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece
a la Tierra"