Mi
amiga...
Mi punto de alegría
cuando
compartimos las risas
reviviendo
experiencias pasadas,
o
narrando lo que nos ha
sucedido
en
días recientes.
Mi
hermana,
por
albergarme un espacio en
tu vida
al
intercambiar sueños,
y al
hacerlo, unimos nuestros
corazones.
Mi
cupido, al querer enlazar
un
corazón que sea
compatible con el mío.
Mi
consejera cuando estoy
caída
y
el desánimo parece reinar
en mi ser.
Por
escucharme en silencio
cuando
tengo tanto que contar;
cuando
quiero desahogar las penas
que
me oprimen.
Mi
apoyo al momento de
emprender
un
proyecto o fijarme una
meta
y
darme un golpecito en la
espalda,
si
creo no poder llegar.
Mi
compañera
por
aceptarme como soy,
y
respetar mis ideas.
Mi inspiración al
definir
la verdadera
amistad.
Aunque
el tiempo y la vida misma,
han
acortado las ocasiones
que
podemos compartir;
siempre
procuramos reservar
instantes
para
disfrutar como en aquellos
días.
Pues
no importa el rumbo que
tomemos,
siempre
pensarás en mí y yo en
tí.
Siempre
sentiremos la calidez
del
afecto
y
la pureza de una amistad
sin condiciones.
Mi
amiga sincera,
mi
amiga querida
gracias
por desear lo mejor para
mí
en
toda ocasión,
así
anhelo que la vida te
colme
de
gracia, bendiciones
y
largos años de dicha.
Gracias
por ser y estar...
Gracias
por ser mi amiga.
*Gracias
Señor por el regalo de la
Amistad,
por
los que creen en ella
y
la fomentan.
Gracias
por las amigas de verdad
que
me has permitido conocer
y
por alguna razón, ya no
veo
con
frecuencia.
Gracias
por Tahoné,
Lissette,
Eva
y
mis cyber amigas
Eugenia
y Kathy.*
Lydia
E. Martínez Santiago
(eve)
23
de enero de 2002
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