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Sólo
un sueño
Estás
de nuevo aquí, junto a mí acariciando
con suma ternura mi
rostro pálido por la emoción,
sosteniendo
mi mano helada y temblorosa
al
saberte presente. Acariciando
con delicadeza mi frágil corazón que
en este momento late en forma tan
apresurada que
se me hace imposible contenerlo en su
lugar. Mientras
tanto, pretendo descifrar el mensaje
profundo que
transmiten tus ojos y
parecen adentrarse en mi interior descubriendo
lo que se oculta en mi alma. Percibes
el amor que florece en mí, y no he
sabido expresar, el
cual se torna fuerte con cada
latido. Muy
hermoso resulta contemplar tu semblante, tal
como lo ví la última vez. Sentir
la ternura de tus besos y
la seguridad albergada en tus abrazos. Demasiado
amor emerge de tus palabras y
me invitas a contemplar el resplandor de
la luna y
escoger la más espléndida de las
estrellas. En
un instante desaparece tu olor, el
calor de tu presencia y al tornar hacia
tí me
asombro de que no estés. Comprendo
que sólo ha sido un sueño, maravilloso
y fugaz como
la estrella que dejé escapar y
ya nunca brillará para mí.
Lydia E. Martínez Santiago 22
de octubre de 2001
 
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