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- Hiciste bien en venir a casa, amor, si estabas tan cansado.
- There’s not a place like home - dijo Oliveira.
- Toma otro matecito, está recién cebado.
- Con los ojos cerrados parece todavía más amargo, es una maravilla. Si me dejaras dormir un rato mientras lees alguna revista.
- Sí, querido - dijo Gekrepten secándose las lágrimas y buscando Idilio por pura obediencia, aunque hubiera sido incapaz de leer nada.
- Gekrepten.
- Sí, amor.
- No te preocupes por esto, vieja.
- Claro que no, monono. Esperá que te pongo otra compresa fría.
- Dentro de un rato me levanto y nos vamos a dar una vuelta por Almagro. A lo mejor dan alguna musical en colores.
- Mañana, amor, ahora mejor descansá. Viniste con una cara...
- Es la profesión, qué le vas a hacer. No te tenés que preocupar. Oí cómo canta Cien Pesos ahí abajo.
- Le estarán cambiando la sepia, animalito de Dios - dijo Gekrepten-. Es más agradecido...
- Agradecido -repitió Oliveira-. Mirá que agradecerle al que lo tiene enjaulado.
- Los animales no se dan cuenta.
- Los animales - repitió Oliveira.
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