AFGANISTÁN Y EL PASO DE GASODUCTOS Y PETRÓLEO DESDE ASIA CENTRAL
La Nueva Guerra de EE UU contra el régimen talibán y el terrorismo islámico tras el atentado del World Trade Center podría tener relación con la paralización de varios proyectos para extender gasoductos por el norte de Afganistán desde Asia Central
Ver Índice / Ir a principal / Autor: Enrique Vázquez Pita / 18 septiembre 2001
El petróleo extraído en el Mar Caspio necesita una salida hacia Occidente que evite el monopolio de la compañía rusa Gazprom. La solución pasa por construir desde Asia Central dos gasoductos con salidas hacia el Mediterráneo (a través de Chechenia, Kurdistán y Kosovo) y el Índico (a través de Afganistán y Pakistán), siempre que eviten el paso por Irán y Rusia. Las compañías occidentales y China contemplaron al norte de Afganistán como la ruta ideal de sus gasoductos desde Asia Central hasta la costa de Pakistán. Sin embargo, la llegada al poder del régimen fundamentalista talibán trastocó los millonarios proyectos de las petroleras occidentales. La estabilidad de Afganistán (miembro del Mercado Común Islámico (OCE)) forma parte del Gran Juego que libran EE.UU., Rusia, China, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán y Pakistán.
Artículo basado en el trabajo de investigación de doctorado sobre El Fracaso de la Integración Regional en Asia Central (el proyecto de tesis fue aprobado en noviembre de 2000 por el tribunal del curso de doctorado en Relaciones Internacionales del departamento de Ciencias Políticas y de la Administración de la UNED)
Autor: Enrique Vázquez Pita (periodista en La Voz de Galicia, licenciado en Ciencias de la Información y Sociología)
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Contacto y consultas: evpita@yahoo.es
INDICE
Introducción

Antecedentes históricos: el Gran Juego del siglo XIX, la invasión de la URSS en Afganistán, la guerra de Tadjikistán y la oposición al régimen talibán

Proyectos para el trazado de gasoductos desde Asia Central: Irán y Afganistán
La real-politik de Estados Unidos y las alianzas estratégicas en la zona
Conclusiones
INTRODUCCIÓN
El petróleo extraído en el Mar Caspio necesita una salida hacia Occidente que evite el monopolio de la compañía rusa Grazpom. La solución pasa por construir desde Asia Central dos gasoductos con salidas hacia el Mediterráneo (a través de Chechenia y Kosovo) y el Índico (a través de Afganistán y Pakistán), siempre que eviten el paso por Irán y Rusia. Las compañías occidentales y China contemplaron a Afganistán como una posible ruta de sus gasoductos desde Asia Central. Sin embargo, la llegada al poder del régimen fundamentalista talibán trastocó los millonarios proyectos de las petroleras occidentales. La pacificación de Afganistán forma parte del Gran Juego en el que participan Estados Unidos, Pakistán, China, Rusia, Irán, Turkmenistán y Tadjikistán.
ANTECENDENTES HISTÓRICOS
El Gran Juego
La invasión de la URSS en Afganistán y la Guerra Civil de Tadjikistán
El régimen fundamentalista talibán
La OCE y las alianzas contra los talibanes
El Gran Juego
La conquista de Transcaucasia, Kazajstán y Turquestán llevó el territorio ruso hasta las fronteras de Persia y Afganistán, lo que inquietó a los británicos. Dos tratados con China, en 1857 t 1860, dieron a Rusia la región de Amur. · En 1828, el Imperio Británico y la Rusia zarista compitieron por buscar un paso hacia China a través de la India, a costa de los territorios otomanos y mongoles. Gran Bretaña ocupó toda la India hasta Afganistán con la intención de cerrar la salida de Rusia al Índico. Fue esta época la denominada El Gran Juego, en la que las potencias occidentales se disputaban diplomáticamente los despojos del imperio mongol y otomano en Asia Central, a los que absorbían como protectorados.
La invasión de la URSS en Afganistán y la Guerra Civil de Tadjikistán
El caso más sangrante de fracaso de la integración política en Asia Central ha sido la guerra civil Tadjikistán. Este montañoso país de ingresos bajos es conocido por sus cultivos de opio y sirvió de base de operaciones para el Ejército Rojo en la guerra de Afganistán (1979-1989). Los combatientes de esta guerra civil (los kulabis -región de Kulab, al sur- y la oposición democrática de los gharmis -valle del Gharm, al este de Dushanbe) hicieron uso de una de las principales tensiones que asolan a la sociedad de este país, la hostilidad existente entre los tajiks y los uzbekos. Todo lo mencionado anteriormente contribuyó entre 1992 y 1997 a la continuidad de hostilidad e inestabilidad en la región, fronteriza con Afganistán, en la que la intervención de 20.000 soldados de Rusia fue determinante. El acuerdo final se tomó en 1997, con el apoyo de Irán, temerosa del avance de los talibanes.
El régimen fundamentalista talibán
El temor de Irán al avance de los talibanes, el movimiento fundamentalista de estudiantes coránicos de etnia pashtún, propició el fin de la guerra civil de Tadjikistán en 1997. Cuatro años antes, en 1993, se produjo una fuerte polarización. En el bando de la oposición, la tendencia islámica, refugiada en Afganistán, creó el Movimiento Islámico que agrupó a las fuerzas de la oposición en conjunto. En mayo de 1996, la oposición se apoderó de Tahwildara, cerca de la frontera afgana, cortando con ello la ruta que une a la capital con el Alto Badajshán., pasando a disponer de un baluarte sólido en una zona donde la población era favorable, pero que no podía llevar a cabo una penetración militar a las demás regiones.
La OCE y las alianzas contra los talibanes
La integración regional de Asia Central también se ha producido a través de la OCE, integrado por estados musulmanes. Pero su desarrollo se ha visto entorpecido por motivos políticos a causa de la guerra talibán de Afganistán y la guerra civil de Tadjikistán, que ha colocado a Irán y Afganistán (destacados miembros de la OCE) en el bando contrario de la laica Asia Central.
EL TRAZADO DE GASODUCTOS
Las repúblicas de Asia Central (ex- repúblicas musulmanas de la URSS) buscan una salida para el petróleo y gas del Mar Caspio. Turkmenistán y Kazajstán son los principales interesados en evitar el monopolio ruso de Grazpom.
El monopolio de Gazprom
Proyectos de gasoductos de Irán y Afganistán
El gasoducto chino
Alianzas estratégicas y petróleo
El monopolio de la compañía rusa Gazprom

La actitud rusa no ha ayudado en nada para atraer a su campo a los turkmenos. La compañía rusa Gazprom, que posee el monopolio de la exportación, se niega a vender a Occidente el gas turkmeno, reservándose el mercado para sí. Las exportaciones de gas han bajado a los 33.000 millones de metros cúbicos en 1995, por debajo del nivel soviético.

La situación ha empeorado porque el gas turkmeno exportado a la CEI, en especial a Ucrania, sólo ha sido abonado en parte, lo cual ha acarreado importantes restricciones presupuestarias que han empobrecido a la población: en Ashjabad se produjeron algaradas esporádicas durante 1995.

Quizás episodios como este expliquen el desinterés de Turkmenistán por los asuntos de la CEI, por lo que ni siquiera acudió en 1996 a la reunión de Alma Ata para enfrentarse a la amenaza en la región de los talibanes afganos. Quizás se entienda mejor el abstencionismo turkmeno si se tiene en cuenta que las autoridades de este país ya habían firmado el acuerdo con los talibanes para tender el gasoducto que atravesará el inestable y conflictivo Norte de Afganistán.

Los proyectos de gasoducto de Turkmenistán : Irán y Afganistán (Unocal)

Un caso ilustrativo es Turkmenistán. Este país ha dado prioridad a exportar sus enormes reservas de hidrocarburos (de 12.000 a 21.000 trillones de metros cúbicos) a precio de mercado, sin pasar por Rusia ni por el monopolio de la exportación. Las autoridades de este país ya habían firmado el acuerdo con los talibanes para tender el gasoducto que atravesará el inestable y conflictivo Norte de Afganistán.

Ha intentado la salida por un gasoducto con Irán (cuyo coste está valorado en 6.000 millones de dólares), pero la oposición de Estados Unidos ha obligado a Turkmenistán a adherirse a otro proyecto, el de Unocal, fomentado por Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudí mediante un oleoducto que enlace los pozos petrolíferos de Asia Central, a través del oeste de Afganistán, con la costa pakistaní. La sociedad norteamericana Unocal, apoyada por el grupo saudí Delta Oil, tiene un proyecto valorado en 2.000 millones de dólares para tender un oleoducto que pase por el oeste de Afganistán y que enlazará los campos petrolíferos de Asia Central con la costa pakistaní.

De todos modos, el proyecto iraní continúa, ya que este país ha financiado a su cargo el primer tramo.

Turkmenistán parece haber obtenido éxito con la doble salida: el paso por Irán y por Afganistán, ambos abiertamente hostiles a Estados Unidos. No sorprendió a nadie que en 1998, la compañía americana Unocal abandonase su proyecto para construir un gaseoducto por Afganistán debido a razones políticas (las tensiones indo-pakistaníes tras los ensayos nucleares de ambos países, el conflicto entre los talibanes afganos e Irán, y la presencia de terroristas internacionales en Afganistán).

Los planes se trastocan continuamente. En 1999, se reanudaron las negociaciones con Afganistán. Mientras, Turkmenistán parece alejarse de Irán. En 1995 se habían cerrado acuerdos con Teherán, referentes al tendido de un gasoducto (de una capacidad de 8.000 millones de metros cúbicos y cuya inauguración se preveía para 1997). Pero en febrero de 1999, Turkmenistán firmó un acuerdo con Israel y Turquía para la construcción de un gaseoducto transcaspiano que rodea a Irán. Asimismo, el 13 de mayo de 1996 se inauguró la línea de ferrocarril Teyén-Sarajs-Mashhad, que une la red turkmena con el puerto iraní de Bandar Abbas. Pero su primer año de funcionamiento, entre 1997 y 1998, reveló una escasa actividad de transporte de mercancías. La americana Mobil también está estudiando llevar el petróleo que extrae de Turkmenistán a través de Rusia, transportándolo en tanques por el río Volga. Tanto rodeo se debe al bloqueo y sanciones económicas que mantiene Estados Unidos con el régimen de Teherán.

El mismo problema se planteó Unocal, una firma de California, que intentaba establecer desde Turkmenistán un oleoducto que llegase al Golfo Pérsico sin pasar por Irán, a través del norte de Afganistán y Pakistán, y que en 1998 desechó por la inestabilidad de la región.

El gasoducto chino
Mientras tanto, China intenta encontrar petróleo en la frontera del desierto de Xinguiang, en Tarin Basin, una provincia de cultura persa y turca, y con la etnia uiugur levantada en armas que se refugia en los países limítrofes de Asia Central y que se teme que llegue a realizar todo tipo de sabotajes. La CNPC quiere invertir 1.000 millones de dólares en el desarrollo del campo de Ubez (Kazajstán) y extender un oleoducto de 3.000 kilómetros que atraviese el norte de Irán hacia Xinguiang. Pero el principal obstáculo va a ser los ataques de los separatistas uiugures. Y por su parte, Pakistán también trata de encontrar una solución para pacificar Afganistán y poder tender un oleoducto hasta el Mar Caspio a través del territorio norte de Kabul.
Alianzas estratégicas y petróleo

Por otra parte, de cara al exterior, Asia Central, junto con Azerbaiyán, ha acudido a la OCE como un bloque conjunto y es probable que forme un bloque propio dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Pero, en general, cada país ha seguido su propio criterio, aunque hay acuerdo político para combatir el fundamentalismo islámico y a los talibanes de Afganistán.

Quizás el aliciente para este acercamiento a las repúblicas musulmanas fundamentalistas sean los 16.000 millones de dólares que se invertirán en tres proyectos de gasoductos de gas natural que unirán Turkmenistán con Europa, China y Pakistán, atravesando territorio de Irán o Afganistán, pese al abandono de algunos proyectos iniciales.

Quizás se explique así que Turkmenistán, la república más hermética y autocrática de Asia Central, se haya automarginado en el proceso de integración político, militar y económico de la CEI. Una decisión que busca distanciarse de Rusia, un país que le ha boicoteado económicamente desde 1991. En tales condiciones, la república turkmena se hunde mientras sus vecinos comienzan a recuperar los niveles de PIB y comercio exterior que habían alcanzado antes de la independencia de 1991.

Un caso de cooperación es la OCE, conocida como el Mercado Común Islámico, fue creada en 1985 por Turquía, Irán y Pakistán. Desde 1992, agrupa también a Afganistán y a las seis repúblicas musulmanas de la ex-URSS (incluye a Azerbaijan). Estos acuerdos y el alto grado de actividad diplomática aunque representan importantes oportunidades comerciales para los empresarios turcos, iraníes, paquistaníes y chinos, no implicaron ningún tipo de compromiso político para sus gobiernos. A esto se suma el fracaso de varias iniciativas para resolver los conflictos regionales surgidos entorno al suministro de los gasoductos o los recursos del Mar Caspio y que ha provocado disputas con Rusia, Afganistán o Ucrania. no se alíen contra su enemigo

LA REAL-POLITIK DE EE.UU. Y LAS ALIANZAS ESTRATÉGICAS
Región de Asia Central dividida en tres bloques
La real-politik de Estados Unidos
La paradoja de la Ley D'Amatto y del apoyo a los talibanes
Conflictos étnicos, democracia y dictaduras y choque de civilizaciones
 
Alianzas estratégicas en Asia Central

Boris Rumer afirmaba que uno de los sucesos más importantes de la década de 1990-2000 era la creación de cinco repúblicas independientes en Asia Central . Cabe preguntarse ahora si realmente son independientes. La región se ha dividido políticamente en tres bloques:

· el pro-ruso (Kazajstán, Kirguizistán y Tadjikistán)

· el pro-occidental (Uzbekistán)

· el pro-islámico (Turkmenistán y Tadjikistán).

Estas alianzas son determinantes para que, por ejemplo, un oleoducto atraviese determinado territorio “amigo” o evite otro “enemigo”. La paralización económica de Turkmenistán se debe en parte a la negativa de Estados Unidos para que un gasoducto atraviese el norte de Irán y Afganistán, ambas teocracias fundamentalistas islámicas. Con semejante lucha de intereses, será difícil la integración política de Asia Central.

La postura contracorriente de Uzbekistán también se debe a su acercamiento a Estados Unidos, con quien ha firmado un acuerdo de cooperación militar. Incluso Tashken fue visitado en 1996 por el embajador estadounidense ante la OTAN, lo que inquietó a Irán. Estados Unidos también fue uno de los que más animó a Kazajstán a evacuar las ojivas rusas y la destrucción del último explosivo nuclear, con lo que el país quedó oficialmente desnuclearizado en 1995.

Bloque pro-ruso. Algunos autores también advierten que Rusia persigue prolongar su ex-imperio a través de la CEI, lo que ha chocado con los intereses de Estados Unidos y el fundamentalismo islámico, encabezado por Irán y los talibanes de Afganistán. Un nuevo Gran Juego enfrenta ahora a Rusia con sus tradicionales enemigos: Occidente y los países musulmanes. Al menos, Rusia ha apostado por integrar a Asia Central como una región militar. Porque en palabras de Hunttington , Rusia encuentra muchas ventajas en considerar a Asia Central (dotada hasta hace poco de armas nucleares) como una región-tampón, como un colchón de 4 millones de kilómetros cuadrados que le protege de virtuales conflictos con China y los estados musulmanes, en el supuesto de que ambas civilizaciones no se alíen contra su enemigo común occidental. Para Rusia, Asia Central y Mongolia son dos vastos territorios que frenan el hipotético expansionismo del Islam en el Sur y el confucianismo en el Este.

De hecho, la URSS consideró en 1978 a Asia Central como la plataforma ideal para expandir sus territorios a Afganistán con el fin de controlar la salida al mar próxima al estrecho de Ormuz y el Golfo Pérsico. En la década de los 90, Rusia ha logrado el éxito al promover una política militar conjunta para luchar contra el fundamentalismo islámico en Tadjikistán. Su otro objetivo es contrarrestar la creciente influencia occidental en la región.

Como señala Dezcallar , Asia Central se ha convertido en objeto de disputa entre Estados Unidos y Rusia, principalmente en el caso de Uzbekistán. Sin embargo, desde con el punta de vista diplomático, Asia Central no es un bloque homogéneo sino un conjunto de alianzas. Por ejemplo, Kazajstán, Kirguiztán y Tadjikistán son pro-rusos, fieles aliados de las directrices de Moscú.

Bloque pro-islámico. Por su parte, Turkmenistán ha entablado relaciones económicas con Irán, e incluso ha construido un ferrocarril con salida al mar.

Bloque pro-EE.UU.Uzbekistán, el país más próspero, se ha alejado de Rusia y se ha convertido en un valioso aliado de Estados Unidos. Además, China ha abierto una línea de comunicación con su fronteriza Kirguizistán mientras que la occidentalizada y laica Turquía, la madre patria de Asia Central, prosigue su invasión cultural a través de sus emisiones televisivas y se perfila como el modelo político y económico al que tenderían a evolucionar las ex-repúblicas soviéticas del Caspio.

El mensaje es captado por estos países, cuyos regímenes son laicos y la religión musulmana no sólo no está integrada en el Estado sino que es reprimida. Todo este cóctel de intereses, fundamentalmente vinculados a intereses estratégicos y petrolíferos, hacen difícil conjugar actuaciones regionales conjuntas, salvo en acciones militares contra el enemigo común del fundamentalismo islámico.

Realismo político de EE.UU y fundamentalismo islámico

Un caso de realismo polìtico ha sido Turkmenistán, gobernado por el presidente autocrático. Éste es visto con desconfianza por Occidente a causa de sus buenas relaciones con Irán. Esto no impide que el gobierno turkmeno haya firmado un jugoso contrato con la sociedad norteamericana Unocal para llevar un gasoducto por Afganistán (antes del triunfo de los talibanes) y que haya promovido con Irán la línea de ferrocarril hasta el puerto. En términos de teoría política, las multinacionales obligan a ejercer a sus gobiernos lo que se denominaría “realismo político”.

Como recomendaba Kissinguer, los estados, como es el caso estadounidense, deben perder los escrúpulos y negociar acuerdos comerciales con cualquier gobierno que sostenga el poder, sin distinción de régimen. En el caso de Estados Unidos, la doble moral de su diplomacia exterior ha llegado al punto de permitir que las compañías petrolíferas norteamericanas participen en proyectos que pretenden trazar gasoductos y oleoductos por territorio de Irán, cuyo régimen fundamentalista sigue siendo satanizado oficialmente. Los intereses económicos han pesado más que la política occidental contraria a mantener relaciones con el estado fundamentalista de Irán, clave para transportar el gas y el petróleo de Turkmenistán al puerto libre de Dubai y a China. Las compañías petrolíferas han resuelto el problema lo mejor que han podido, mediante pactos con los fundamentalistas talibanes de Afganistán para permitir el paso del gasoducto hacia Pakistán e India.

Paradojas de la ley D'Amatto
En otros casos, Estados Unidos ha cerrado los ojos a las propias directivas de su Departamento de Comercio (la ley extraterritorial D’Amatto que penaliza las inversiones en Irán) y ha permitido que la compañía anglo-holandesa Shell (ahora USA) trace un gasoducto que pase por territorio iraní. Estos movimientos se pueden interpretar como un indicio de que el gobierno estadounidense ha concedido prioridad a los intereses económicos y las presiones de las compañías petrolíferas frente a la geopolítica internacional. Y ello no hace más que reforzar la idea de que el negocio del petróleo orienta la política exterior de Estados Unidos, como cuando movilizó en 1990 a un medio millón de marines en el Golfo Pérsico, después de que Irak intentase controlar el 20% de la producción mundial de crudo al invadir Kuwait.
La paradoja del apoyo de EE.UU. a los rebeldes talibanes

Por otra parte, el apoyo coyuntural de los Estados Unidos a los rebeldes talibanes (frente al gobierno títere de la URSS) propició que estos lograran derrocar al régimen de Kabul e implantar... un gobierno fundamentalista en Afganistán.

Ahora, Estados Unidos y Rusia se ha encontrado con que Asia Central está rodeada de estados fundamentalistas y que Tadjikistán estuvo a punto se sumarse. Y en las repúblicas, la oposición democrática es liderada por islamistas. No es extraño que las inversiones extranjeras se ralenticen a la espera de ver cómo se ordena esta espacio geopolítico. No obstante, la política de distensión con Irán y el desnuclearización de Kazajstán, que cobijaba en su subsuelo la mayoría del arsenal soviético, animan a las compañías petroleras a realizar inversiones a largo plazo. Es más que probable, que estas multinacionales prefiriesen que estos estados estuviesen despolitizados. Lo único en común en toda la región (incluida Irán) es la oposición a los talibanes, el movimiento fundamentalista de estudiantes coránicos de etnia pashtún, que se han hecho con el poder en Afganistán.

Conflictos étnicos, democracia y dictaduras y choque de civilizaciones

No hay ninguna duda de que la situación inestable en Asia Central es una constante amenaza para el logro de la paz en toda la región. Esta situación es la consecuencia de una serie de problemas que han ido acechando a estas repúblicas.

1) Se trata de estados que no se construyen a partir de un proceso histórico propiamente dicho , sino que se han establecido en su mayoría de forma fortuita.

2) Por otro lado, tenemos las fronteras de estos estados pobladas por gente de diversas etnias.

3) Un tercer problema es el de la pobre situación económica que atraviesan estos países, con la excepción de Uzbekistán y sin olvidar las expectativas económicas.

La continua Guerra Civil en Tadjikistán recrudeció el marco de seguridad interregional. Inicialmente fue el resultado del radicalismo fundamentalista islámico, pero Dianne L. Smith supone que la Guerra Civil es menos de religión o ideología y más de economía, idioma, etnia, clan y rivalidades regionales para acceder a riquezas económicas. Desde esta perspectiva, se trataría de una lucha por la supervivencia entre repúblicas expelidas de la ex-URSS.

La política de alianzas podría ser afectada por las continuas disputas fronterizas y conflictos étnicos. Pero nadie descarta que la desintegración del poder estatal ocurrido en Afganistán podría provocar un nuevo sistema de alianzas.

De todos modos, algunos autores acusan a los líderes de Asia Central de haber exagerado la incursión del radicalismo islámico para reprimir a los disidentes internos.

Los conflictos étnicos se pueden ver agravados por la escasa tradición democrática del islamismo. Se pueden citar el caso de las oligarquías y monarquías petroleras del Golfo Pérsico, el régimen fundamentalista de Afganistán e Irán o la dictadura indonesia derrocada recientemente. Estos modelos contrastan con la democracia de Turquía vigilada por el ejército o la inestabilidad de Egipto, Argelia o Pakistán, todos ellos estados laicos. Desde este punto de vista, la ausencia de una garantía de total libertad política en Asia Central no se saldría de la pauta que parece imperar en la sociedad islámica.

A ello se suma una cultura basada en el nomadismo y las numerosos choques interétnicos y nacionalistas en este área. Hunttington, en El choque de Civilizaciones, cataloga Asia Central como una zona de alto riesgo para los conflictos interétnicos.

Sin duda, los rebotes nacionalistas y la tensión étnica no es el mejor caldo de cultivo para la estabilidad política y el desarrollo económico. La libertad política y las garantías democráticas podrían favorecer un clima más estable, donde las minorías serían respetadas. Sin embargo, la guerra civil de Tadjikistán y el éxodo ruso, principalmente por motivos económicos, no son precisamente un buen referente.

CONCLUSIONES

El autor de este artículo sostiene que una pacificación y caída del regimen talibán de Afganistán, tras el atentado de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, podría tener relación con el trazado de gasoductos de petróleo de Asia Central. La inestabilidad de la zona impide exportar el petróleo y gas extraído en Turkmenistán y Kazajstán, que no pueden evitar el monopolio ruso. Un paso seguro por el norte de Afganistán hasta la costa de Pakistán evitaría a las compañías petrolíferas depender de un paso a través de Irán, Rusia o las inestables repúblicas del Cáucaso. Por otra parte, el gasoducto que unirá el Mediterráneo con el Mar Caspio obliga a pacificar Chechenia, el Kurdistán o Kosovo, todas ellas zonas en las que operan grupos guerrilleros o terroristas, y en los que ha obligado a intervenir militarmente a Rusia, la OTAN o Turquía para proteger sus intereses económicos y asegurar el trasvase de recursos energéticos a Europa.

Todo esto lleva a pensar que detrás de la amenaza de guerra contra Afganistán, acusada de proteger a terroristas islámicos como Bin Landeb, subyacen intereses económicos vinculados a la explotación y transporte de los recursos petrolíferos de Asia Central.