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Sin palabras
¿Cómo expresar mi gratitud
por la inmensidad de tu amor?
¿Qué podría hacer yo
para compensarte
tanta devoción y misericordia
para conmigo?
Pues el gozo reina en mi corazón,
mi Dios, por la vida
que me has otorgado.
Porque puedo decir que soy feliz
pues he decidido seguirte,
amarte y honrarte,
tal vez no como Tú mereces,
pero con el anhelo más inmenso
de agradarte.
Soy dichosa porque tengo una familia
que aún en los tiempos de prueba
sabe extenderse la mano
viendo crecer el amor y la unidad cada día.
Gracias porque aún en la tribulación
nos haces sentir tu presencia.
Te agradezco por cada persona
que ha dejado una huella en mi camino
por la vida.
Gracias por darme la bendición
de conocer amigos de verdad.
Soy afortunada porque me dotaste
de la capacidad de soñar
y luchar para que esos sueños
se tornen en una bella realidad.
Gracias por la oportunidad
de desnudar mi alma
a través de mis letras y alabarte
por medio de ellas.
Gracias por permitirme
desempeñar aquello que me satisface
y con lo que crezco
en la medida en que vivo
cada experiencia.
Y quiero escribir tantas cosas,
mi Señor, mas la emoción me embarga
pues es tan profundo mi agradecimiento,
que me siento hasta indigna
de merecer tales bendiciones.
¿Qué podría yo darte?
¿Qué podría decirte?
si nada es comparable
con lo que has hecho por mí,
por la ternura con que me has cuidado,
por la diligencia con que has guiado mis pasos;
por la delicadeza con que has reparado
mi corazón.
Lydia E. Martínez Santiago (eve)
11 de abril de 2002
 
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