«El gobierno de EEUU debería ser juzgado
por un Tribunal Internacional»

 

Entrevista con James Petras

Mateo Grille

-¿Qué piensa de las pruebas que ha presentado Estados Unidos sobre la autoría intelectual de Osama Bin Laden en los atentados de Nueva York y Washington?

-Decir intelectual es decir que es un adversario de Estados Unidos como otros muchos dirigentes de organizaciones populares en todo el mundo. Decir que es autor de los atentados, me parece muy difícil. En primer lugar porque de momento ni Bush ni Blair han presentado ninguna prueba concreta que vincule a los sospechosos con Bin Laden ni con Al Qaeda como organización. Más aún si tomamos en cuenta que el perfil de los acusados es incompatible con lo que entendemos son los seguidores de Al Qaeda y sus cuadros militares. Los sospechosos son gente de clase media, en su mayoría con educación técnica y llevan una vida cotidiana que no tiene ningún nada que ver con las concepciones de un auténtico musulmán: son gente que baila, que bebe alcohol, etc.

Tampoco se han entrenado con los mulah de Afganistán ni mucho menos en la frontera con Pakistán. Creo que en gran parte han recibido otro tipo de entrenamiento. Cinco de los diecinueve han recibido entrenamiento militar en los Estados Unidos, dirigidos por las fuerzas armadas de Estados Unidos. Tres de los cinco viajaron a Chechenia como agentes dobles y fueron entrenados por Estados Unidos para realizar políticas de desestabilización en Rusia y después tenían otra agenda política contra los Estados Unidos. Pero hay otro hecho: uno de los activistas acusados llamó a sus padres para conseguir los dos mil dólares para pagar su pasaje a Boston, donde está acusado de tomar uno de los aviones que realizaron los atentados. El hecho de que no los hayan descubierto antes me parece, más que un error de los servicios de inteligencia, una prueba de que esta gente no tenía vínculos estrechos con grupos extremistas antes del atentado. Además, nadie tiene pruebas de que estuvieran en los campamentos de Al Qaeda. Creo que las pruebas indican que los sospechosos tenían una independencia muy grande. Tenían su propia jefatura, sus propias finanzas, etc. Pero deducir que -a raíz de un encuentro en Malasia con un supuesto dirigente de Al Qaeda- Bin Laden es quién organiza todo esto, me parece absurdo.

La coordinación y precisión de los atentados no se pueden dirigir desde cuevas en Afganistán. Creo que toda esa hipótesis no tiene ninguna base sólida y simplemente es un pretexto para lanzar una guerra y aprovecharla para imponer la hegemonía estadounidense que ya estaba bastante debilitada en los meses antes del ataque. Además sirve para distraer la atención económica de un país que se ha caracterizado, cada vez que tiene una crisis, por desplazar la atención hacia un enemigo externo. Me parece que hay que analizar en profundidad el aprovechamiento de esta guerra para despedir miles de obreros, canalizar recursos hacia sectores militares y subvencionar grandes sectores que ya estaban en crisis.

-¿Se podría decir que a partir de esta guerra se trata de establecer un nuevo orden mundial o esta guerra es producto del orden hasta ahora establecido?

-Creo que debemos entender que el nuevo orden de Bush padre estaba en pleno deterioro. En Medio Oriente, Irak ya tenía relaciones con los países árabes, estaba integrando la OPEP, recibía visitas del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aumentaba su venta de petróleo, tenía apoyo de China, Rusia y creo de Francia. Irán mantenía relaciones con todo el mundo e inversiones grandes de Europa y Japón. Todo el bloqueo y el boicot norteamericano estaba muy deteriorado. Libia tenía relaciones con Italia, el levantamiento palestino continuaba creando tensiones y se puede decir que la derrota de Israel en el Líbano aportaba su granito al desbalance de poder. Por eso hay que entender que el nuevo orden mundial no funcionó.

Estaba el poder de EE.UU., su capacidad militar en Europa atacando Yugoslavia, recolonizando con los terroristas albaneses a Kosovo y Macedonia, estaban bombardeando Belgrado como expresión del poder de los EE.UU. usando en estos casos fundamentalistas musulmanes como punta de lanza. Eso vinculó a los EE.UU. con los que hoy son terroristas en Afganistán. Debemos entender que el imperialismo estadounidense utiliza diferentes metodologías y alianzas en diferentes contextos. Para conquistar y dominar en los Balcanes tomó partido con los fanáticos musulmanes, mientras que en otras regiones como en el sur de Asia o el Medio Oriente apoya a fundamentalistas, y en Irán se opone a estos.

-¿Qué papel juega Bush padre en esta guerra?

-Creo que no mucho. El equipo de Bush hijo tiene su propia fisonomía, aunque algunos son ex funcionarios como Colin Powell, en el ámbito militar, o Dick Cheney y Donald Rumsfeld que antes estuvieron con el padre y ahora con el hijo, pero hay muchos que no estuvieron en aquella administración. De cualquier forma, en este contexto, la agresividad y la guerra total que está lanzando Bush hijo es comparable con la guerra total que supo lanzar el padre contra Irak, donde murieron entre 500.000 y 1.000.000 de iraquíes y están repitiendo la misma política ahora en Afganistán. Es decir que por cada muerto en Nueva York podría haber cientos de miles de muertos o desplazados en Afganistán.

-¿Cuál es el verdadero conflicto? Usted sostuvo hace algunos días que era entre el imperio en crisis y los movimientos insurgentes de protesta en el mundo.

-El conflicto se produce entre un imperio que está proyectado para dominar y las fuerzas populares en todas sus variantes, que pueden ser de izquierda o de la derecha fundamentalista. No hay una oposición homogénea, sino que existen oposiciones de movimientos muy diferentes que están en contra de la dominación de EE.UU. y del neoliberalismo. Algunos para imponer una teocracia y otros para buscar un proyecto socialista o socializante. Eso se puede ver, por ejemplo, cuando EE.UU. anuncia que el primer enemigo en las Américas son las FARC de Colombia y que van a fortalecer el Plan Colombia con misiones de fuerzas estadounidenses cumpliendo un papel operacional. Además de los 1.000 millones de dólares ya invertidos, van a aumentar el apoyo económico y militar en Colombia contra las FARC.

Me parece pues bastante claro que la guerra en Afganistán -como dice Bush- es una parte de una guerra mucho más prolongada y extensiva. Y la definición de terrorismo es tan elástica que puede perfectamente encuadrar a cualquier guerrillero en América Latina y más adelante a cualquier disidente o revolucionario en cualquier parte del mundo. En este momento es bastante claro que quieren ganar Afganistán, tomar el control y lanzarse a otras regiones o bien con una actividad militar o a partir de amenazas de guerra. También han mostrado una posición muy amenazante hacia el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela.

-¿Lo del 11 de setiembre pudo haber sido un autoatentado para, precisamente, avalar posteriormente la intervención en cualquier país donde haya movimientos sociales insurgentes o, justificar de alguna forma este tipo de movimientos que se están dando con lo de el Plan Colombia y lo que usted señala de Venezuela?

-Esa hipótesis es bastante exagerada. De todas formas hay algunas preguntas importantes que debemos formularnos y que son bastante raras. En primer lugar, el hecho de que muchos de los llamados terroristas, incluido Bin Laden estuvieran en Albania cuando los EE.UU. preparaban su asalto contra los yugoslavos es extraño.

EE.UU. ayudaba la entrada de musulmanes de Irán y Afganistán en Bosnia, después colaboraba y entrenaba a los que venían durante la ocupación de Kosovo. La idea de que la relación de Estados Unidos con los fundamentalistas data de hace pocos años y sólo se remonta a la guerra entre los rusos y Afganistán, es totalmente falsa. Durante todos los años de la década del 90, EE.UU. tuvo relaciones íntimas, materiales y políticas, con los fundamentalistas que integran la red de apoyo de Bin Laden. El segundo punto que debemos considerar es que cinco de los sospechosos fueron entrenados en EE.UU. durante la década del 90, después de Afganistán. Y como tercer punto podemos ver que algunos de los sospechosos tenían vínculos con Chechenia. Estos temas desaparecen de la prensa. Apareció un día en el The Washington Post y nunca más, silencio total. Y cuando preguntamos al Departamento de Defensa sobre este hecho, decían que eran nombres equivocados y que era información mal elaborada pero sin comentarios mayores. Decían que sería una coincidencia de nombres entre los que entrenaban en las bases y los que viajaban en el avión del atentado. Argumentos bastante tendenciosos y que no convencen a nadie. Yo me pregunto cómo explicamos las operaciones de entrenamiento militar de varios de los sospechosos y luego los atentados. Es algo que, al menos, debemos pensar sin caer en hipótesis demasiado especulativas.

-En estos días se ha señalado que esta guerra es simplemente por petróleo y que no hay que posicionarse ni por unos ni por otros porque, en definitiva, el principal acusado hasta hace algún tiempo era entrenado por la CIA.

-No creo que sea una guerra solamente por petróleo y tampoco creo que esto se pueda simplificar diciendo que Bin Laden puede ser de la CIA o era de la CIA. Eso, se me ocurre, simplifica mucho la situación. Creo que EE.UU. utiliza Afganistán como un ejemplo de castigo y un aviso a los países que no se alineen tras EE.UU. Los que no estén con él, pueden sufrir las consecuencias. Más aún, creo que esto es una proyección del poder para subordinar los países a su dominio, sumando cuestiones político-militares frente a la crisis económica y el deterioro de su influencia. Creo, además, que debemos entender algunas cosas más allá de la crítica al atentado por la pérdida de vidas humanas. Los EE.UU. están matando a miles personas en Irak cada año, y hay miles de personas que están sufriendo bajo el dominio de EE.UU. en Asia, África y América Latina. Y no es posible creer que alguien no puede tomar posiciones frente a esta guerra genocida independientemente de lo que uno piensa frente a su gobierno. Es inmoral, me parece, posicionarse en la teoría nada nueva de los dos demonios. Porque del lado de Afganistán hay un pueblo de millones de personas que sufren los bombardeos y es obligatorio para nosotros decir que esto es un genocidio. Creo en la necesidad de montar un Tribunal Internacional para juzgar un genocidio anticipado.

-¿Hasta qué punto se están limitando las libertades civiles en EE.UU.?

-Están aprobando ahora una legislación que suspende el hábeas corpus, están controlando las comunicaciones, han aumentado la persecución de las personas que tienen posiciones críticas o personas del Medio Oriente. Hay una presión y un terror psicológico que inhibe cualquier posición de crítica hacia el gobierno con una histeria mediática que afecta a millones de personas. Es un clima medio policial hasta el momento, pero la legislación que están aprobando contiene cuestiones que tendrán gran impacto sobre la capacidad de criticar, que ya está limitada. Y las restricciones no solamente vienen desde la derecha. También están los autotitulados liberales junto con la derecha dura.

-¿Qué opinión le merece que el gobierno de EE.UU haya declarado su intención de que los medios de prensa no emitan mensajes de la organización Al Qaeda o del propio Bin Laden?

-Les avisaron entre comillas. Dijeron que información de ese estilo perjudica la guerra y perjudicar la guerra significa para ellos la traición, porque serían informantes del terrorismo. Y todos los editores lo entendieron así y censuraron o cortaron cualquier noticia que proviniera de esos lados. Ahora, además, están en una gran campaña para silenciar la cadena televisiva Al Jazira que emite noticias desde Qatar en un plano enormemente objetivo, tanto de Bin Laden como de Tony Blair. Powell, Rice y toda la cúpula estadounidense están ejerciendo una enorme presión hacia el gobierno de Qatar para silenciar esta emisora. No pueden tolerar ninguna voz disidente ni aceptan debates controversiales. Destruyeron las emisoras como blanco principal en Afganistán. Eso es un indicador de inseguridad frente a las mentiras que están circulando y la necesidad de esconder el destino final de los afganos.

-En ese marco también está la escasa publicidad que se da a voces como la suya, la de Noam Chomsky o Susan Sontag en EE.UU.

-Exactamente. No tenemos acceso a los grandes medios ni a columnas de diarios ni a las revistas supuestamente progresistas. Es todo muy limitado. Llegamos tal vez a revistas de 5.000 o 10.000 lectores que son los convencidos de siempre. En contraste, en Francia, donde estuve con Chávez hace algunos días, me entrevistaron varias radios; publiqué dos artículos en El Mundo de España con una circulación de 500.000 ejemplares; en Holanda también; en Argentina publicamos en Página 12 y otros medios, incluidas doce emisoras de radio. EE.UU. es el país más cerrado desde el ángulo de circulación de ideas críticas con relación a cualquier país del mundo occidental.

-¿Qué papel deben jugar los medios en este conflicto?

-Como siempre, hay que ser objetivos. Permitir las posiciones de todos. Tanto de Bush como de Bin Laden. Publicar e investigar las acusaciones de destrucción de pueblos y el sufrimiento del pueblo afgano. No simplemente el número de aviones que vuelan sobre el cielo de Afganistán, o el número de bombas que caen y repetir mil veces por hora que no es una guerra contra el pueblo, sino contra el terrorismo. Eso no es periodismo. Es increíble. Si vienes aquí verás que los medios son monolíticos y repetitivos. Reciben desde el gobierno una cosa que llaman noticias y repiten mil veces lo mismo con alguna variante. Los expertos que citan repiten lo que dice el gobierno y la mayor discrepancia es si deben conquistar Afganistán para atacar otros países o deben hacer los ataques simultáneos. Ese es el nivel de discusión existente. Y no hay ninguna discusión sobre el papel de Israel, sobre el terrorismo de Israel. Muchos menos discutir la enorme influencia que tiene el bloque judío aquí que quiere enfocar la guerra ahora contra Irak, con sus voceros en el gobierno que son extremistas y están en el Departamento de Defensa.

-¿Cuál es el papel real del conflicto entre Israel y Palestina en esta guerra?

-Es obvio que la política israelí durante y desde antes del mal llamado Tratado de Paz fue la de expulsar palestinos. Durante el gobierno de Barak construyeron más colonias que en cualquier otro período de la historia de Israel. Este proceso de expulsión tiene su sustento en que los palestinos tienen ya otro país llamado Jordania. Es una política para forzar a los palestinos a abandonar las tierras y el gran Israel así poder controlar no el 90% de los recursos, sino todo. Eso no solamente pasa por los derechistas y halcones como Sharon sino también en el sector del laborismo.

-¿Qué opinión tiene en relación a la posición de la mayoría de los países del mundo que se han alineado tras EE.UU., argumentando que esto debe ser considerado como un acto de legítima defensa?

-Creo que algunos lo han hecho porque comparten los intereses de mantener el imperio estadounidense, pues además son los beneficiarios, dependen de préstamos y están integrados al imperio a partir del neoliberalismo. Para ellos, lo que dice el maestro es lo que deben cumplir. Por otro lado, hay otros países que tienen dudas y que se han puesto a pensar si pueden negociar algún beneficio a partir de su colaboración. Esos son los pragmatistas y oportunistas que quieren más préstamos, mayor armamento para el ejército y además pretenden evitar sanciones por violación a los derechos humanos. Después están los tímidos que mientras critican a los EEUU los están poyando, como Arafat en Palestina que creo lo ha dejado bastante claro Bush, en la medida que sentencia que sería buena cosa tener un Estado palestino a cambio del apoyo a su cruzada. Obviamente son estúpidos, porque cuando gane Bush, los mandará al baño. Esta política de promesas fáciles y olvido rápido es el padrón de la Guerra del Golfo y se repite en otras ocasiones.

-¿Qué papel deberían jugar los países de Latinoamérica en este asunto?

-Una actitud valiente está en Hugo Chávez y Fidel Castro, en el sentido de rechazar el atentado y también la subordinación en apoyo a la guerra de EE.UU. Es una posición muy positiva y creo que el gobierno cubano critica la guerra y la intervención haciendo referencia permanentemente sobre los efectos nefastos que sufre el pueblo afgano, cosa que me parece muy valiosa. En este sentido, tanto el gobierno cubano como el venezolano han mostrado bastante coraje e independencia frente a las enormes presiones que llegan desde EE.UU. El peor ejemplo, en cambio, es México, donde la política tradicional por la independencia, la autodeterminación y contra la intervención está rota con Vicente Fox y el cipayo más deshonesto en la historia de México, Jorge Castañeda, que entregaron el apoyo total de su país sin conseguir siquiera una concesión para sus inmigrantes en EE.UU.

-¿Es sensato tirar bombas y emprender semejante acción bélica y simultáneamente llamar a esto una acción humanista?

-Hablar de guerra humanitaria mientras hay más de tres millones de afganos que huyen de su tierra para evitar las bombas de EE.UU. que destruyen todo, es una de las cosas más cínicas. Eso es una guerra total y no un acto humanitario. Es tan humanitario como los nazis tirando bombas sobre la URSS durante la segunda guerra mundial para "liberar" el mundo del comunismo.

-¿Cuál debe ser el papel de los movimientos contestatarios en Latinoamérica?

-Yo creo que la guerra no cambió ni la crisis ni la desocupación en Argentina; los Sin Tierra de Brasil siguen ocupando tierras y los paramilitares colombianos han asesinado a 150 campesinos y civiles en los últimos diez días. La lucha continúa por determinadas reivindicaciones que deben seguir adelante. La crisis de los modelos de exportación ha fracasado totalmente. El centro izquierda de De La Rúa y los demás de Latinoamérica no muestran ninguna capacidad de proponer un modelo socialista. Siguen hablando de neoliberalismo con programas de pobreza y desempleo.

La insignia, Caras y caretas. Uruguay, octubre 25 del 2001.

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