-¿Qué
piensa de las pruebas que ha presentado Estados
Unidos sobre la autoría intelectual de Osama Bin
Laden en los atentados de Nueva York y Washington?
-Decir intelectual
es decir que es un adversario de Estados Unidos como
otros muchos dirigentes de organizaciones populares
en todo el mundo. Decir que es autor de los
atentados, me parece muy difícil. En primer lugar
porque de momento ni Bush ni Blair han presentado
ninguna prueba concreta que vincule a los sospechosos
con Bin Laden ni con Al Qaeda como organización.
Más aún si tomamos en cuenta que el perfil de los
acusados es incompatible con lo que entendemos son
los seguidores de Al Qaeda y sus cuadros militares.
Los sospechosos son gente de clase media, en su
mayoría con educación técnica y llevan una vida
cotidiana que no tiene ningún nada que ver con las
concepciones de un auténtico musulmán: son
gente que baila, que bebe alcohol, etc.
Tampoco se
han entrenado con los mulah de Afganistán ni
mucho menos en la frontera con Pakistán. Creo que en
gran parte han recibido otro tipo de entrenamiento.
Cinco de los diecinueve han recibido entrenamiento
militar en los Estados Unidos, dirigidos por las
fuerzas armadas de Estados Unidos. Tres de los cinco
viajaron a Chechenia como agentes dobles y fueron
entrenados por Estados Unidos para realizar
políticas de desestabilización en Rusia y después
tenían otra agenda política contra los Estados
Unidos. Pero hay otro hecho: uno de los activistas
acusados llamó a sus padres para conseguir los dos
mil dólares para pagar su pasaje a Boston, donde
está acusado de tomar uno de los aviones que
realizaron los atentados. El hecho de que no los
hayan descubierto antes me parece, más que un error
de los servicios de inteligencia, una prueba de que
esta gente no tenía vínculos estrechos con grupos
extremistas antes del atentado. Además, nadie tiene
pruebas de que estuvieran en los campamentos de Al
Qaeda. Creo que las pruebas indican que los
sospechosos tenían una independencia muy grande.
Tenían su propia jefatura, sus propias finanzas,
etc. Pero deducir que -a raíz de un encuentro en
Malasia con un supuesto dirigente de Al Qaeda- Bin
Laden es quién organiza todo esto, me parece
absurdo.
La
coordinación y precisión de los atentados no se
pueden dirigir desde cuevas en Afganistán. Creo que
toda esa hipótesis no tiene ninguna base sólida y
simplemente es un pretexto para lanzar una guerra y
aprovecharla para imponer la hegemonía
estadounidense que ya estaba bastante debilitada en
los meses antes del ataque. Además sirve para
distraer la atención económica de un país que se
ha caracterizado, cada vez que tiene una crisis, por
desplazar la atención hacia un enemigo externo. Me
parece que hay que analizar en profundidad el
aprovechamiento de esta guerra para despedir miles de
obreros, canalizar recursos hacia sectores militares
y subvencionar grandes sectores que ya estaban en
crisis.
-¿Se
podría decir que a partir de esta guerra se trata de
establecer un nuevo orden mundial o esta guerra es
producto del orden hasta ahora establecido?
-Creo que
debemos entender que el nuevo orden de Bush padre
estaba en pleno deterioro. En Medio Oriente, Irak ya
tenía relaciones con los países árabes, estaba
integrando la OPEP, recibía visitas del presidente
de Venezuela, Hugo Chávez, aumentaba su venta de
petróleo, tenía apoyo de China, Rusia y creo de
Francia. Irán mantenía relaciones con todo el mundo
e inversiones grandes de Europa y Japón. Todo el
bloqueo y el boicot norteamericano estaba muy
deteriorado. Libia tenía relaciones con Italia, el
levantamiento palestino continuaba creando tensiones
y se puede decir que la derrota de Israel en el
Líbano aportaba su granito al desbalance de poder.
Por eso hay que entender que el nuevo orden mundial
no funcionó.
Estaba el
poder de EE.UU., su capacidad militar en Europa
atacando Yugoslavia, recolonizando con los
terroristas albaneses a Kosovo y Macedonia, estaban
bombardeando Belgrado como expresión del poder de
los EE.UU. usando en estos casos fundamentalistas
musulmanes como punta de lanza. Eso vinculó a los
EE.UU. con los que hoy son terroristas en
Afganistán. Debemos entender que el imperialismo
estadounidense utiliza diferentes metodologías y
alianzas en diferentes contextos. Para conquistar y
dominar en los Balcanes tomó partido con los
fanáticos musulmanes, mientras que en otras regiones
como en el sur de Asia o el Medio Oriente apoya a
fundamentalistas, y en Irán se opone a estos.
-¿Qué
papel juega Bush padre en esta guerra?
-Creo que no
mucho. El equipo de Bush hijo tiene su propia
fisonomía, aunque algunos son ex funcionarios como
Colin Powell, en el ámbito militar, o Dick Cheney y
Donald Rumsfeld que antes estuvieron con el padre y
ahora con el hijo, pero hay muchos que no estuvieron
en aquella administración. De cualquier forma, en
este contexto, la agresividad y la guerra total que
está lanzando Bush hijo es comparable con la guerra
total que supo lanzar el padre contra Irak, donde
murieron entre 500.000 y 1.000.000 de iraquíes y
están repitiendo la misma política ahora en
Afganistán. Es decir que por cada muerto en Nueva
York podría haber cientos de miles de muertos o
desplazados en Afganistán.
-¿Cuál es
el verdadero conflicto? Usted sostuvo hace algunos
días que era entre el imperio en crisis y los
movimientos insurgentes de protesta en el mundo.
-El
conflicto se produce entre un imperio que está
proyectado para dominar y las fuerzas populares en
todas sus variantes, que pueden ser de izquierda o de
la derecha fundamentalista. No hay una oposición
homogénea, sino que existen oposiciones de
movimientos muy diferentes que están en contra de la
dominación de EE.UU. y del neoliberalismo. Algunos
para imponer una teocracia y otros para buscar un
proyecto socialista o socializante. Eso se puede ver,
por ejemplo, cuando EE.UU. anuncia que el primer
enemigo en las Américas son las FARC de Colombia y
que van a fortalecer el Plan Colombia con misiones de
fuerzas estadounidenses cumpliendo un papel
operacional. Además de los 1.000 millones de
dólares ya invertidos, van a aumentar el apoyo
económico y militar en Colombia contra las FARC.
Me parece
pues bastante claro que la guerra en Afganistán
-como dice Bush- es una parte de una guerra mucho
más prolongada y extensiva. Y la definición de
terrorismo es tan elástica que puede perfectamente
encuadrar a cualquier guerrillero en América Latina
y más adelante a cualquier disidente o
revolucionario en cualquier parte del mundo. En este
momento es bastante claro que quieren ganar
Afganistán, tomar el control y lanzarse a otras
regiones o bien con una actividad militar o a partir
de amenazas de guerra. También han mostrado una
posición muy amenazante hacia el gobierno de Hugo
Chávez en Venezuela.
-¿Lo del 11
de setiembre pudo haber sido un autoatentado para,
precisamente, avalar posteriormente la intervención
en cualquier país donde haya movimientos sociales
insurgentes o, justificar de alguna forma este tipo
de movimientos que se están dando con lo de el Plan
Colombia y lo que usted señala de Venezuela?
-Esa
hipótesis es bastante exagerada. De todas formas hay
algunas preguntas importantes que debemos formularnos
y que son bastante raras. En primer lugar, el hecho
de que muchos de los llamados terroristas, incluido
Bin Laden estuvieran en Albania cuando los EE.UU.
preparaban su asalto contra los yugoslavos es
extraño.
EE.UU.
ayudaba la entrada de musulmanes de Irán y
Afganistán en Bosnia, después colaboraba y
entrenaba a los que venían durante la ocupación de
Kosovo. La idea de que la relación de Estados Unidos
con los fundamentalistas data de hace pocos años y
sólo se remonta a la guerra entre los rusos y
Afganistán, es totalmente falsa. Durante todos los
años de la década del 90, EE.UU. tuvo relaciones
íntimas, materiales y políticas, con los
fundamentalistas que integran la red de apoyo de Bin
Laden. El segundo punto que debemos considerar es que
cinco de los sospechosos fueron entrenados en EE.UU.
durante la década del 90, después de Afganistán. Y
como tercer punto podemos ver que algunos de los
sospechosos tenían vínculos con Chechenia. Estos
temas desaparecen de la prensa. Apareció un día en
el The Washington Post y nunca más, silencio
total. Y cuando preguntamos al Departamento de
Defensa sobre este hecho, decían que eran nombres
equivocados y que era información mal elaborada pero
sin comentarios mayores. Decían que sería una
coincidencia de nombres entre los que entrenaban en
las bases y los que viajaban en el avión del
atentado. Argumentos bastante tendenciosos y que no
convencen a nadie. Yo me pregunto cómo explicamos
las operaciones de entrenamiento militar de varios de
los sospechosos y luego los atentados. Es algo que,
al menos, debemos pensar sin caer en hipótesis
demasiado especulativas.
-En estos
días se ha señalado que esta guerra es simplemente
por petróleo y que no hay que posicionarse ni por
unos ni por otros porque, en definitiva, el principal
acusado hasta hace algún tiempo era entrenado por la
CIA.
-No creo que
sea una guerra solamente por petróleo y tampoco creo
que esto se pueda simplificar diciendo que Bin Laden
puede ser de la CIA o era de la CIA. Eso, se me
ocurre, simplifica mucho la situación. Creo que
EE.UU. utiliza Afganistán como un ejemplo de castigo
y un aviso a los países que no se alineen tras
EE.UU. Los que no estén con él, pueden sufrir las
consecuencias. Más aún, creo que esto es una
proyección del poder para subordinar los países a
su dominio, sumando cuestiones político-militares
frente a la crisis económica y el deterioro de su
influencia. Creo, además, que debemos entender
algunas cosas más allá de la crítica al atentado
por la pérdida de vidas humanas. Los EE.UU. están
matando a miles personas en Irak cada año, y hay
miles de personas que están sufriendo bajo el
dominio de EE.UU. en Asia, África y América Latina.
Y no es posible creer que alguien no puede tomar
posiciones frente a esta guerra genocida
independientemente de lo que uno piensa frente a su
gobierno. Es inmoral, me parece, posicionarse en la
teoría nada nueva de los dos demonios. Porque del
lado de Afganistán hay un pueblo de millones de
personas que sufren los bombardeos y es obligatorio
para nosotros decir que esto es un genocidio. Creo en
la necesidad de montar un Tribunal Internacional para
juzgar un genocidio anticipado.
-¿Hasta
qué punto se están limitando las libertades civiles
en EE.UU.?
-Están
aprobando ahora una legislación que suspende el
hábeas corpus, están controlando las
comunicaciones, han aumentado la persecución de las
personas que tienen posiciones críticas o personas
del Medio Oriente. Hay una presión y un terror
psicológico que inhibe cualquier posición de
crítica hacia el gobierno con una histeria
mediática que afecta a millones de personas. Es un
clima medio policial hasta el momento, pero la
legislación que están aprobando contiene cuestiones
que tendrán gran impacto sobre la capacidad de
criticar, que ya está limitada. Y las restricciones
no solamente vienen desde la derecha. También están
los autotitulados liberales junto con la derecha
dura.
-¿Qué
opinión le merece que el gobierno de EE.UU haya
declarado su intención de que los medios de prensa
no emitan mensajes de la organización Al Qaeda o del
propio Bin Laden?
-Les
avisaron entre comillas. Dijeron que información de
ese estilo perjudica la guerra y perjudicar la guerra
significa para ellos la traición, porque serían
informantes del terrorismo. Y todos los editores lo
entendieron así y censuraron o cortaron cualquier
noticia que proviniera de esos lados. Ahora, además,
están en una gran campaña para silenciar la cadena
televisiva Al Jazira que emite noticias desde Qatar
en un plano enormemente objetivo, tanto de Bin Laden
como de Tony Blair. Powell, Rice y toda la cúpula
estadounidense están ejerciendo una enorme presión
hacia el gobierno de Qatar para silenciar esta
emisora. No pueden tolerar ninguna voz disidente ni
aceptan debates controversiales. Destruyeron las
emisoras como blanco principal en Afganistán. Eso es
un indicador de inseguridad frente a las mentiras que
están circulando y la necesidad de esconder el
destino final de los afganos.
-En ese
marco también está la escasa publicidad que se da a
voces como la suya, la de Noam Chomsky o Susan Sontag
en EE.UU.
-Exactamente.
No tenemos acceso a los grandes medios ni a columnas
de diarios ni a las revistas supuestamente
progresistas. Es todo muy limitado. Llegamos tal vez
a revistas de 5.000 o 10.000 lectores que son los
convencidos de siempre. En contraste, en Francia,
donde estuve con Chávez hace algunos días, me
entrevistaron varias radios; publiqué dos artículos
en El Mundo de España con una circulación de
500.000 ejemplares; en Holanda también; en Argentina
publicamos en Página 12 y otros medios, incluidas
doce emisoras de radio. EE.UU. es el país más
cerrado desde el ángulo de circulación de ideas
críticas con relación a cualquier país del mundo
occidental.
-¿Qué
papel deben jugar los medios en este conflicto?
-Como
siempre, hay que ser objetivos. Permitir las
posiciones de todos. Tanto de Bush como de Bin Laden.
Publicar e investigar las acusaciones de destrucción
de pueblos y el sufrimiento del pueblo afgano. No
simplemente el número de aviones que vuelan sobre el
cielo de Afganistán, o el número de bombas que caen
y repetir mil veces por hora que no es una guerra
contra el pueblo, sino contra el terrorismo. Eso no
es periodismo. Es increíble. Si vienes aquí verás
que los medios son monolíticos y repetitivos.
Reciben desde el gobierno una cosa que llaman
noticias y repiten mil veces lo mismo con alguna
variante. Los expertos que citan repiten lo que dice
el gobierno y la mayor discrepancia es si deben
conquistar Afganistán para atacar otros países o
deben hacer los ataques simultáneos. Ese es el nivel
de discusión existente. Y no hay ninguna discusión
sobre el papel de Israel, sobre el terrorismo de
Israel. Muchos menos discutir la enorme influencia
que tiene el bloque judío aquí que quiere enfocar
la guerra ahora contra Irak, con sus voceros en el
gobierno que son extremistas y están en el
Departamento de Defensa.
-¿Cuál es
el papel real del conflicto entre Israel y Palestina
en esta guerra?
-Es obvio
que la política israelí durante y desde antes del
mal llamado Tratado de Paz fue la de expulsar
palestinos. Durante el gobierno de Barak construyeron
más colonias que en cualquier otro período de la
historia de Israel. Este proceso de expulsión tiene
su sustento en que los palestinos tienen ya otro
país llamado Jordania. Es una política para forzar
a los palestinos a abandonar las tierras y el gran
Israel así poder controlar no el 90% de los
recursos, sino todo. Eso no solamente pasa por los
derechistas y halcones como Sharon sino también en
el sector del laborismo.
-¿Qué
opinión tiene en relación a la posición de la
mayoría de los países del mundo que se han alineado
tras EE.UU., argumentando que esto debe ser
considerado como un acto de legítima defensa?
-Creo que
algunos lo han hecho porque comparten los intereses
de mantener el imperio estadounidense, pues además
son los beneficiarios, dependen de préstamos y
están integrados al imperio a partir del
neoliberalismo. Para ellos, lo que dice el maestro es
lo que deben cumplir. Por otro lado, hay otros
países que tienen dudas y que se han puesto a pensar
si pueden negociar algún beneficio a partir de su
colaboración. Esos son los pragmatistas y
oportunistas que quieren más préstamos, mayor
armamento para el ejército y además pretenden
evitar sanciones por violación a los derechos
humanos. Después están los tímidos que mientras
critican a los EEUU los están poyando, como Arafat
en Palestina que creo lo ha dejado bastante claro
Bush, en la medida que sentencia que sería buena
cosa tener un Estado palestino a cambio del apoyo a
su cruzada. Obviamente son estúpidos, porque cuando
gane Bush, los mandará al baño. Esta política de
promesas fáciles y olvido rápido es el padrón de
la Guerra del Golfo y se repite en otras ocasiones.
-¿Qué
papel deberían jugar los países de Latinoamérica
en este asunto?
-Una actitud
valiente está en Hugo Chávez y Fidel Castro, en el
sentido de rechazar el atentado y también la
subordinación en apoyo a la guerra de EE.UU. Es una
posición muy positiva y creo que el gobierno cubano
critica la guerra y la intervención haciendo
referencia permanentemente sobre los efectos nefastos
que sufre el pueblo afgano, cosa que me parece muy
valiosa. En este sentido, tanto el gobierno cubano
como el venezolano han mostrado bastante coraje e
independencia frente a las enormes presiones que
llegan desde EE.UU. El peor ejemplo, en cambio, es
México, donde la política tradicional por la
independencia, la autodeterminación y contra la
intervención está rota con Vicente Fox y el cipayo
más deshonesto en la historia de México, Jorge
Castañeda, que entregaron el apoyo total de su país
sin conseguir siquiera una concesión para sus
inmigrantes en EE.UU.
-¿Es
sensato tirar bombas y emprender semejante acción
bélica y simultáneamente llamar a esto una acción
humanista?
-Hablar de
guerra humanitaria mientras hay más de tres millones
de afganos que huyen de su tierra para evitar las
bombas de EE.UU. que destruyen todo, es una de las
cosas más cínicas. Eso es una guerra total y no un
acto humanitario. Es tan humanitario como los nazis
tirando bombas sobre la URSS durante la segunda
guerra mundial para "liberar" el mundo del
comunismo.
-¿Cuál
debe ser el papel de los movimientos contestatarios
en Latinoamérica?
-Yo creo que
la guerra no cambió ni la crisis ni la desocupación
en Argentina; los Sin Tierra de Brasil siguen
ocupando tierras y los paramilitares colombianos han
asesinado a 150 campesinos y civiles en los últimos
diez días. La lucha continúa por determinadas
reivindicaciones que deben seguir adelante. La crisis
de los modelos de exportación ha fracasado
totalmente. El centro izquierda de De La Rúa y los
demás de Latinoamérica no muestran ninguna
capacidad de proponer un modelo socialista. Siguen
hablando de neoliberalismo con programas de pobreza y
desempleo.
La insignia, Caras
y caretas. Uruguay, octubre 25 del
2001.