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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

DVDs

Mayo, 2005

Los Picapiedra

The Flinstones Season 1

(Warner Brothers, 2004)

Hace algunos años el Cartoon Network presentó un maratón de Los Picapiedra. Ante la imposibilidad física de disfrutar de golpe todos los episodios quedaba la posibilidad de ver la colección en vídeo. Mejor que eso, Warner Brothers lanzó este paquete de cuatro DVDs que incluyen la primera, y sin duda la mejor, temporada que protagonizaron estas dos familias de Piedradura.

Tres cumplir su contrato con la Metro Goldwyn Mayer con los personajes de Tom y Jerry, William Hanna y Joseph Barbera fundaron su propia compañía productora, la HB Productions. Barbera era fan de The Honeymooners, una comedia famosísima en los años cincuenta, de modo que se inspiró en ella para crear The Flinstones, conocidos latinoaméricamente como Los Picapiedra; dos matrimonios de clase media que viven en la edad de piedra pero con cuyas andanzas se identificó gran parte de la humanidad televidente.

Decimos que es la mejor temporada (la caja incluye un total de 28 episodios) por varias razones: Pebbles y Bam Bam, intento posterior por atraer audiencias infantiles, no aparecen todavía. William Hanna dijo alguna vez: "Los Picapiedra eran transmitidos por la noche en horario familiar, pero nuestro público en su mayoría era adulto"; inclusive, en sus primeros años Pedro y Pablo anunciaban cigarrillos por televisión. Tampoco aparece Gazoo, el muñeco extraterrestre que luego quitaría realismo a las historias originales.

Todos los episodios aquí presentados son divertidísimos pero podemos seleccionar "El volante de Los Picapiedra", donde Pablo construye un artefacto volador, "Las Nanas", "El Autocinema" y "El Magnate", la que quizá sea la más dramática de las historias en este DVD. Si tiene oportunidad cómprelo o réntelo, y entérese como Pedro conoció a Dino. Mucho mejor que las películas, por supuesto, y ni se diga de Los Hijos de Los Picapiedra.

Spiderman II

Toby McGuire, Kirsten Dunst, Alfred Molina.

Dirigida por Sam Reimi

(Columbia, 2004)

Parece increíble pero ya pasaron tres años de lo ocurrido en Nueva York y Washington. Spiderman mantiene una estrecha relación con esa fecha pues, si recordamos, una escena editada presentaba a un helicóptero atrapado en las redes del arácnido entre las Torres Gemelas. En esta segunda parte ocurre algo curioso pues no vemos ningún edificio símbolo de Nueva York, tan sólo la Torre Chrysler donde el Hombre Araña y el Doctor Octopus destruyen su parte más alta; pero el subterráneo que vemos es una locación creada por computadora, no existe.

Spiderman se ha distinguido también por sus villanos de calidad, primero con Willem Defoe y ahora con el excelente actor inglés Alfred Molina (no lo he visto en Frida pero no tengo la obligación de verlo todo; es la ventaja de no ser crítico de cine) quien personifica a un brillante científico obsesionado con el reconocimiento, primer paso para la locura, pero al fallar el experimento de fusión unos tentáculos de metal quedan adheridos a su cuerpo brindándole así una fuerza brutal. En el cómic Stan Lee creaba a sus villanos dentro del esquema Jekyll-Hyde, es decir, reflejo del alma humana, algo que, trasladado al cine, tiene buenos resultados y hace una diferencia enorme entre estas dos películas y, digamos, The Hulk. Tanto el científico Osborne como el doctor Octopus desean un bien para la humanidad pero ante la indiferencia y el desprecio, su venganza se vuelve incontenible una vez que asumen poderes subrehumanos.

En esta cinta, Peter Parker (McGuire) tiene más mala suerte que el gobierno de Fox: lo despiden por no entregar pizzas a tiempo, Mary Jane Watson enfurece porque no va a verla al teatro y riñe con Harry Osborne, el hijo del Duende Verde y más tarde se enfría su relación con la tía May por no haberle dicho la verdad sobre la muerte del tío Ben. También el Dr. Octopus culpa al arácnido por haberlo convertido en engendro, Parker no tiene dinero para pagar la renta, su prestigio como héroe local es cuestionado por el editor J.J. Jameson y, ya como corolario, empieza a perder sus poderes. Cualquiera podría decir que Peter Parker es víctima de un compló.

Al final las cosas pintan mejor para Parker: Mary Jane "planta" a su novio y por fin se entera quién está detrás de la máscara del arácnido. Todo queda listo para una tercera parte aunque ésta cumple su cometido: un villano alimentado por el rencor, más espacio al hilarante J.J. Jameson y una historia bien elaborada. El aprecio y respecto del director Sam Reimi por la historia original queda registrado en cada minuto de la cinta. El DVD no es tan completo como el primero, que incluía escenas especiales, reportajes y hasta la oportunidad de revisar páginas exclusivas por Internet. Spiderman II es otro regalo a los buenos superhéroes sin necesidad de ponerse verdes al compás de efectos especiales que saturan. 

La rehabilitación de Alex

A Clockwork Orange

Malcolm McDowell, Patrick McGee, David Prowse

Dirigida por Stanley Kubrick

(Warner, 1971)

Mientras más cerca están en el tiempo las cintas de Kubrick, más lejanas se ven. Ello marca, sin duda, a este genio de la cinematografía. A Clockwork Orange tiene más relación con nuestro presente que Wide Eyes Shut, su último filme. Aunque todas estas cintas pueden adquirirse juntas en un paquete DVD que incluye otras gemas como Paths of Glory, 2001 A Space Odissey y Dr. Strangelove, esta película claramente futurista resulta difícil de digerir a la primera pero una vez que se asume la óptica de Kubrick nos quedan las ganas irresistibles de verla nuevamente una vez aparecidos los títulos finales.

Alex DeLarge es un muchacho pendenciero en una Inglaterra preorwelliana. El lenguaje que utiliza con los otros miembros de su banda --llamados druggies-- está salpicado de términos vagamente rusos y definiciones raras, como gullivera=cabeza y tolchokear=acto sexual, todo ello mientras consumen cantidades enormes de leche Kurova en un tugurio subterráneo, lo que aumenta sus ansias de violencia. Pero Alex es traicionado y enviado a prisión donde el Estado lo convierte en un experimento para reformar criminales tras lo cual quedará desactivado todo su mecanismo de respuesta a la violencia y a la insinuación sexual. Con ello pasa a convertirse en víctima de quienes había atacado, entre ellos un débil vagabundo, un intelectual disidente y sus excompañeros druggies, ahora convertidos en policías.

Lo más importante y asombroso es cómo Kubrick --y por supuesto Anthony Burguess, quien escribió el libro-- retratan a la que serían los países subdesarrollados, y Latinoamérica en particular, de los ochenta, noventa y aun hoy: Estados empeñados en erradicar a la criminalidad con ideas que no sirven para nada, policías delincuentes y, cuando todo sale mal, nuevamente aparece el Estado que intenta asilenciar a los posibles disidentes con chambitas burocráticas. Qué mejor que ver la escena cuando el Ministro del Interior con un cuchillo le parte su comida y se la sirve a Alex en la boca quien gustoso la abre para recibir más y más. El ministro --"no negaré que nos has causado mucha consternación", le dice, más preocupado por las elecciones que por el daño mental provocado— prepara así a otro prospecto a policía.

Con el DVD, la calidad de A Clockwork Orange mejora enormidades. Al igual que 2001, en este filme la música es tan esencial como el guión. El que Alex relacione la música de Beethoven con la violencia y el autoplacer físico, y que luego ello se le revierta con el tratamiento ludovítico, se profundizan más con la calidad visual del DVD.

Amadeus

Versión del director

Tom Hulce, Jeffrey Jones, Murray F. Abraham.

Dirigida por Milos Forman

(Twentieth Century Fox, 1984)

Esta cinta ganó el Oscar como mejor película en 1985 y ahora que la presenciamos en versión DVD suena tan actual como entonces. La remasterización nos manda a los conciertos mismos, pero también ofrece escenas "previamente editadas" cuya ausencia allanó el camino a la máxima presea de Hollywood.

Con estas escenas comprendemos mejor porqué el odio que Constanza (Elizabeth Berridge) profesaba hacia Salieri (F. Murray Abraham). Más que la biografía de Wolgang Amadeus Mozart --que no lo era, como recalca Forman en el DVD de comentarios y material extra-- la cinta narra la confesión y posterior redención de un compositor brillante que, en otras circunstancias, habría alcanzado las alturas de un Chopin o un Puccini, esto es, un sitio importante aunque no se haya pisado el Olimpo.

Los celos y amargura de los años llevan a Salieri a un manicomio donde "perdona a los mediocres" y revela ante el sacerdote su admiración-odio por "la criatura" que, pese a su altísimo coeficiente intelectual --además de compositor fue notable matemático y poseía una memoria prodigiosa-- Mozart fue menospreciado, inclusive desdeñado, por gente que junta no acumulaba ni el 20 por ciento de su inteligencia.

Salieri también está celoso de que Mozart haya aprendido todo de Leopold, su padre, algo que le facilitó el camino pues el italiano tuvo que batallar el triple para ganarse el favor en la Casa de los Hasburgo. Y aunque se supone que Salieri es el villano habíamos llegado a sentir simpatía por él. Quizá eso cambie con las escenas restauradas donde le pide a Constanza un favor sexual para que el Emperador escoja a Mozart como compositor de la Corte; en otra escena culpa falsamente a de tocamiento sexual a una sobrina del soberano.

Todas estas escenas aportan un contexto distinto, pero no alteran mucho la trama que vimos en 1984. El DVD 2 incluye entrevistas con Forman, Peter Schiller (con quien Forman escribió la adaptación para cine de Amadeus), el productor Saul Saentz, un casi irreconocible Hulce, Jeffrey Jones (el Emperador), Elizabeth Berridge, F. Murray Abraham y Vincent Schiavelli. Estos dos últimos cuentan hilarantes historias referentes al régimen checoslovaco que, ya para entonces, era obsoleto y estaba rezagado.

Por todo ello, Amadeus en un DVD que merece ser rentado o, menor todavía, ser añadido a la colección. La cinta representa una de esas veces en que la Academia otorga acertadamente el Oscar a la mejor película.

Smokey and the Bandit

Burt Reynolds, Sally Field, Jackie Gleason, Jerry Reed.

Dirigida por Al Needham

(Warner, 1977)

Boogie Nights

Burt Reynolds, Mark Wahlberg, Julianne Moore, William H. Macy.

Dirigida por Paul Thomas Anderson

(New Line, 1997)

El año es 1977 donde tenemos dos perspectivas de aquel momento: en la vida real Burt Reynolds es la estrella más taquillera del cine norteamericano y se enamora de Sally Field, su coprotagonista en Smokey and the Bandit. Además maneja un Trans Am negro y su presencia es la de un tipo agradibilísimo con amigos por todos lados, todo esto mientras lo persigue un comisario junto a su hijo, un poco más tonto que él.

En la ficción el Burt Reynolds de 1977 es un director de películas pornográficas quien piensa que las cintas XXX pueden alcanzar el mismo valor artístico de un Passolini o un Bergman. Su personaje es anónimo y quienes se acercan a él sólo lo hacen por la  oportunidad de irse a la cama con sus actrices. En vez de Sally Field, Reynolds conoce a un muchacho cuyos atributos para la industria lo convertirían en Dirk Diggler, la estrella porno del momento.

Un mismo actor representa dos momentos distintos ubicado en la misma época. ¿Cuál representa mejor a Reynolds? Esa decisión se la dejamos a los lectores de fasenlinea.com.

Smokey and the Bandit es una de las primeras roadmovies jamás filmadas. Su formato en DVD es básico, tan sólo un par de tráilers originales de la película, selección de escenas y breves biografías. Parte de la diversión de ver nuevamente esta cinta se la debemos al genial Jackie Gleason como el comisario Smokey quien busca a la novia de su hijo, la que huyó momentos antes de la boda. En el camino ésta conoce a Bandit (Reynolds) quien junto con su amigo Jerry (Jerry Reed) llevan a Texas un cargamento ilegal de cerveza.

Este género apuntaba hacia mayores cosas pero llegó George Lucas y todo terminó en cintas menores como Cannonball Run (donde también aparece Reynolds) y la francamente deplorable Smokey and the Bandit II.

Por su parte, Boogie Nights es la magnum opus de Paul Thomas Anderson, un joven director quien ofrece aquí la biografía un tanto vaga de la leyenda porno John Holmes. La cinta es aderezada con un soundtrack de primera línea y con un desarrollo argumental impecable que narra la historia de un chico que trabaja en empleos sin futuro hasta que es invitado por un director XXX a participar como actor porno. La película no es explícita --sólo aparece una escena sobre el set XXX un tanto ingenua entre Dirk Diggler (Wahlberg) y Amber Waves (Julianne Moore) -- pero sí muestra un mundo donde lo más bajo de la especie humana es proyectado sin ambages: un productor ligado a la mafia a quien vemos como depravado sexual pero no tanto como resulta serlo al final; una actriz porno a quien le quitan la custodia de su hijo cuando su ex cónyuge la humilla frente a los tribunales, un esposo cornudo y pusilánime y un desquiciado millonario sumido en nubes de cocaína.

Por cierto, la cocaína es otro protagonista en Boogie Nights. Al principio Thomas Anderson la presenta como la droga del momento pasa pasarla bien pero poco a poco brotan sus efectos delirantes y destructivos. Pero la mayoría del elenco logra regresar del infierno y es que, desde la óptica de Anderson, todos ellos provienen de hogares rotos pero al final conjugan a una familia, disfuncional y todo, pero familia. El DVD incluye algunos aditamentos extra, escenas inéditas --algunas más explícitas-- y comentarios del director quien luego dirigió Magnolia, otra cinta de alto nivel pero detrás de su Boogie Nights.

¡Y pensar que Reynolds despidió a su representante por haberle dado un papel mediocre como pornógrafo! ¡Y pensar que con éste estuvo más cerca que nunca de acariciar el Óscar!

 

 

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