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Cine/Obituario
Vincent
Schiavelli
1947-2005
ENERO,
2006. Fue de esos actores que veíamos en pequeños papeles y
luego pasábamos un rato en recordar dónde lo habíamos visto antes. Vincent Schiavelli no recibía los papeles protagónicos, pero cuando aparecía en la pantalla acaparaba toda la atención, tanto así que quizá no nos acordemos del nombre del actor, pero sí del personaje que caracterizó.
Para darle una idea al lector de quién era Vincent Schiavelli, tenemos este par de ejemplos. ¿Vio usted
Ghost, esa cinta donde Sam (Patrick Swayze) era un fantasma que trataba de comunicarse con su esposa (Demi Moore) a través de una seudo médium que resultó ser auténtica? Pues bien, el fantasma que habita en el subterráneo y que le grita "¡lárgate de mi tren!" a Sam para luego enseñarle
cómo mover objetos, ese era Vincent Schiavelli.
¿O qué tal el Dr. Kaufman, un francotirador que advierte a Pierce Brosnan "le sugiero no arriesgarse conmigo, señor Bond", en
Tomorrow Never Dies? Schiavelli era amigo del director Milos Forman, de modo que lo invitó a participar en
Atrapados sin Salida junto a Jack Nicholson, y además caracteriza al encargado del manicomio que tumba la puerta y encuentra tirado en el piso a Salieri luego que éste intentara suicidarse en
Amadeus. Ese era Vincent Schiavelli.
También lo vimos en Fast Times en Ridgemont High (1981), dirigida por Cameron Crowe, en la serie televisiva
Taxi, en un episodio de Hulk, de Quincy, de... es una lista interminable. Y aunque no tenía rasgos de galán, Schiavelli nunca se encasilló; John Malkovich difícilmente recibiría roles de buenazo, pero ofrecerle papeles de desadaptado es en sí mismo un cliché. Eso fue lo que hizo de Schiavelli un excelente actor --aunque haya sido secundario, eso no lo demerita-- esto es, con él no experimentábamos la sensación de "no sabía que Tom Hanks pudiera ser eso" o "sé que detrás de todo ese cerro de maquillaje se esconde Jim Carrey".
Con Schiavelli (quien, por cierto, se sentía feliz de tal semianonimato; después de todo los paparazzi no andan detrás suyo), lo que contaba era el personaje, y cumplía esa encomienda con magistrales tablas.
Schiavelli también era un extraordinario cocinero. Su abuelo había emigrado de Italia a Nueva York, donde Schiavelli nació en 1947. De él aprendió las exquisiteces de la cocina italiana, y aunque llegó a tener la oportunidad de abrir su propio
ristorante, la actuación lo cautivaba aún más. Cuando se encontraba en el set, repartía su tiempo entre Los Angeles y Nueva York, aparte de algunas escapaditas a la tierra de sus ancestros.
Cuando apareció en Ghost, allá por 1987, se pensó en darle un protagónico a Schiavelli, pero éste no mostró mucho interés; prefería una vid amás tranquila, además que temía el encasillamiento.
A principios de esta década Schiavelli se fue a vivir a Italia. Le habían disgnosticado cáncer consecuencia de sus muchos años de adicción al tabaco. La nota de su muerte apenas y mereció algunos espacios, en contraste con, por ejemplo, Marlon Brando, quien llevaba más de 20 años de no hacer una película decente.
Como sea, Schiavelli nos deja una lección: no siempre los grandes o los mejores actores son los que acaparan las portadas sino los papeles de soporte para que las "figuras" se alcen el cuello. Por esto, y por su calidad humana, extrañaremos a Vincent Schiavelli.
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