Amin Abboud Mayo 29, 2002 The Sydney Morning Herald El Doctor Amin Abboud es profesor asistente de Ética médica y del derecho de la salud en la Univeristy of New South Wales. Es también coordinador de la Australasian Bioethics Information. Es ya historia El pasado miércoles por la tarde, Nancy Crick -una abuela de Queensland- pagó el precio más alto que se puede pagar por una maniobra publicitaria, ya que pagó con su misma vida. Nancy -vieja y desconocida- al anunciar la decisión de "martarse a sí misma", se encontró de repente rodeada de una gran número de "amigos" interesados en verla morir. Ahora se tiene la sospecha que en realidad no tenía cáncer. El año pasado, Norma Hall -de Sydney- anunció públicamente que quería quitarse la vida con la ayuda del Dr. Philip Nitschke y de otros médicos. Unos pocos meses después, ella murió en unas circunstancias sospechosas. La policía dio parte del caso al juez de turno. En el 2000, June Byrnes -de Queensland- dijo que quería quitarse la vida y que el Dr. Nitschke le iba a ayudar. Por suerte, ella había cambiado de opinión antes de que Nitschke pudiera llegar con la dosis. Actualmente está muy bien. Como si la mujer estuviera devaluada Nitschke ha dicho que una chica llamada Georgia quiere ser la siguiente en su lista de espera. Es decir, parece que los grandes perdedores a raíz de la legalización de la eutanasia son las mujeres. El año pasado, la psicólogoa Silvia Sara Canetto -de la Universidad de Colorado- revisió más de tres décadas de archivos sobre la "muerte piadosa" (mercy killing) de la Hemlock Society -que es un gupo de eutanasia en los Estados Unidos-. Encontró que la mayoría de las víctimas son las mujeres. "Muchas mujeres no tienen los medios, ni la decisión o fuerza y libertad para elegir lo que quieren, especialmente cuando están enfermas o discapacitadas", dice Canetto. Piensa que el hecho de que la mayoría de los casos de "muertes piadosas" sean de mujeres, se relaciona con una amplia tendencia social que devalúa la vida de las mujeres. Una enfermera de un hospicio en Estados Unidos, Nancy Valko, confirma con su experiencia la investigación de Canetto: "cuando un varón está muriendose, es corriente ver a su lado a su esposa -o ex-esposas- y a sus familiares. Por el contario, lo más común en el caso de una mujer divorciada es que muera sola". Pero la realidad es muy otra El problema podría ser que las mujeres enfermas y discapacitadas -en contraste con los hombres enfermos y discapacitados- se sienten como un "peso"; quizá porque en esos momentos ellas son las atendidas, en vez de ser ellas las que cuidan a los demás. Esta disminución del sentido del propio valor es lo que les llevaría a pedir la muerte. Pero en realidad, esto representaría una grito velado de querer vivir, dice Canetto. Las mujeres -en realidad- estarían preguntando "¿De verdad estás dispuesto a cuidarme adecuadamente, porque quieres que viva y porque deseas compartir mis sufrimientos?". El Profesor Kalman Kaplan -de la Facultad de Medicina de la Universidad de Illinois-, hizo una investigación que publicó en la revista Ethics and Medicine sobre la "muerte piadosa" en los Estados Unidos y en Holanda. El trabajo muestra un conjunto de hallazgos significativos. Y otra vez las mujeres En primer lugar, un porcentaje importante de los que buscan la eutanasia son discapacitados, que apoyan los intereses de los grupos de discapacitados. En segundo lugar, la mayoría de los difuntos se habían quejado de sufrir dolores físicos, sin embargo, las autopsias mostraban que no había una causa física evidente para ese dolor, indicando así que la causa del mismo sería más bien psicológica o emocional. El tercer hallazgo interesante, fue que la mayoría de las víctimas de la eutanasia eran mujeres. Kaplan argumentaba que los factores psico-sociales hacen que las mujeres que sufren alguna enfermedad no terminal, interpreten el dolor de una manera desproporcionada durante el proceso de su enfermedad. Los factores sociales -como el rompimiento del matrimonio o el deterioro de su situación social- inciden en estas percepciones. Nadie quiere ser una carga Sesenta y tres por ciento de los pacientes que han muerto por eutanasia en Oregon -uno de los pocos estados en los que la eutanasia ha sido legalizada- decían que uno de los motivos de su suicidio era el sentirse un "peso" para la familia, amigos o quienes los cuidaban. Aquellos que tienen una familia que los apoya y que demuestra un deseo desinteresado en cuidarlos viven más tiempo y mueren de una mejor manera. Con quienes están enfermos o están por morir, debe erradicarse de nuestro vocabulario el concepto de "peso". Necesitamos cuidar de los que están a nuestro alrededor. Si hacemos esto, habrá menos Nancys Crick pidiendo la muerte.
Una táctica positiva Mientras más consideremos la idea de la eutanasia, más desarrollaremos en la sociedad actitudes negativas ante los mayores y los discapacitados. En vez de las campañas sobre la "muerte piadosa", necesitamos una campaña acerca del cuidado cariñoso a las mujeres que están en los últimos años de su vida. |