En el Australopithecus africanus
el desequilibrio es mucho menos y los músculos de la nuca no necesitan ser tan
fuertes. Esta tendencia continúa durante el progreso del Homo erectus.
En la marcha bipedestre humana, cada pierna
es impulsada hacia delante alternativamente, mientras que el peso lo soporta la
pierna postural. En el paso bípedo hay un golpe de talón al comienzo de la
fase postural y un impulso del dedo gordo al final. Durante la fase postural, el
glúteo medio y mínino se contraen para asegurar la pelvis en el momento que
esta asume el peso de ese lado, y también para favorecer su rotación y
aumentar así la longitud de la zancada. Este modo de caminar es una de las
maneras más eficaces de moverse en el suelo. Desde el punto de vista evolutivo,
se han producido varios cambios anatómicos:
Huellas fósiles de Australopithecus.
Las huellas del pie de Laetoli
pudieron constatar la asombrosamente humanoide manera bipedestre de
caminar del Asutralopithecus. Esta huellas fueron descubiertas en
Laetoli, en el norte de Tanzania. Fueron fechadas por el método de K-Ar y
arrojaron una antigüedad entre 3,6 a 3,7 millones de años. Estos
registros fósiles sólo pueden producirse en condiciones metereológicas
especiales, como erupciones volcánicas. Primero cayeron varios
centímetros de ceniza volcánica, compuesta por glóbulos de lava de
carbonatita de sodio y melitita. Luego se produjo la huella del pie sobre
la toba, que se solidificó rápidamente como consecuencia de una
solución de carbonatos solubles provocada por la lluvia, los cuales
cristalizaron en pocas horas bajo el calor del sol. Más tarde, una
segunda erupción volcánica protegió estas huellas impresas en toba de
la erosión y del desgaste durante millones de años.
El estudio detallado de estas huellas revelan un marcha bipedestre con una colocación normal del pie derecho e izquierdo y con unos dedos gordos parecidos a los de los humanos. La zancada corresponde a homínidos con una altura de 1,43 cm a 1,52 cm para los dos individuos más grandes. Un rasgo interesante es que uno de los individuos más grandes seguía al otro colocando los pies exactamente en las huellas del precedente. El tercer individuo era más pequeño y caminaba a la izquierda, siguiendo la marcha ligeramente sinuosa, lo que indica que era llevado de la mano. Estas huellos revelan una "relación humana", ya que iban juntos llevando al individuo más pequeño de la mano. Junto a la evolución del esqueleto se habría producido un cambio en los músculos de las extremidades, sobre todo en los que rodean la articulación de la cadera. En contraste con el simio, los músculos de la cadera y los glúteos medio y mínimo estabilizan la cadera durante la marcha y limitan su balanceo con los movimientos de flexores y extensores. La función de extensor de la cadera es asumida en el humano por un glúteo máximo considerablemente mayor. Las inserciones musculares en la pelvis del A. Africanus confirman que ya se había llevado a cabo parcialmente este cambio en el músculo. El paso del cuadrupedestrismo al bipedestrismo debe haber requerido un rediseño del sistema nervioso, pero nuestro conocimiento sobre la maquinaria neuronal implicada en la postura bípeda es limitada. |