PAGINA DEL MTRO. GILBERTO EDUARDO HAZAS G. APUNTES DE DIRECCION EMPRESARIAL EL ARTE DE MANDAR EL ARTE DE MANDAR Quizá la más grande maravilla a que asiste nuestro siglo, es la fuerza de la organización. Esto se hace evidente si pen¬samos que ella ha sido, en la mayoría de los casos, la que ha hecho posible la realización de esos prodigios de la técnica que caracterizan nuestra época. Mas la organización no es sólo agrupamiento de hombres, como el organismo no es mero amontonamiento de células. Hay un alma que le da unidad vida, única fuerza que, como en el organismo viviente es capaz de explicar esa dinamicidad de actividades: la dirección, la autoridad. Resulta por ello extraño que, mientras que a todo dirigente se le prepara en la técnica específica que se le ha de encomen¬dar, para ejercer el mando, sólo se espera en que el sentido común, los ensayos y los éxitos que tenga, han de prepararlo adecuadamente. Tratemos de sintetizar las principales cualidades que re¬quiere un "jefe" para serlo en forma efectiva; las normas del arte de mandar. 1. Sentido de Responsabilidad. El verdadero jefe necesita asumir íntegramente las responsabilidades de su puesto. El Sentido de Responsabilidad es lo que hace al verdadero jefe. ¿Queremos saber cuál es el auténtico jefe de un grupo? Pre¬guntemos a quién se haría responsable del fracaso. Y es que la responsabilidad es absurda en quien no cuente con la auto¬ridad necesaria para afrontarla: por eso sirve siempre de indicador de dónde se halla esta ultima. 2. Iniciativa. Si la autoridad ha de ser verdaderamente "alma de una organización no puede ser inerte ni pasiva. Un jefe auténtico, aun de ínfima categoría, nunca es mero cable transmisor de órdenes: siempre es de algún modo "transfor¬mador". Esto no significa que "cambie" las órdenes, sino sólo que las adapte a los casos concretos. De lo contrario es un simple "mensajero de órdenes". 3. Saber convencer. "Jefe" es el que arrastra la voluntad de sus subordinados. La fuerza y la imposición triunfarán donde sólo importa el conjunto; pero donde, como en la em¬presa, la acción individual necesariamente ha de reflejarse en la producción, el convencimiento es necesario. 4. Saber entusiasmar. Producto de las tres cualidades an¬teriores es otra más tangible: el verdadero jefe arrastra a sus subordinados, que lo siguen con entusiasmo en la realización de la tarea común. Quien no logra comunicar entusiasmo, es como aquel que quisiera impulsar un motor sin energía. Es tan importante esta cualidad, que grupos mediocres pue¬den superarse al contacto de un jefe de valía, y, por el contra¬rio, elementos muy valiosos, cuando carecen de un jefe ade¬cuado, pueden resultar casi inútiles. 5. Saber coordinar. Jefe es aquel que "hace por medio de otros". En consecuencia "no debe hacerlo todo", sino sólo ver que "todo se haga". Su tarea está esencialmente en "la coordi¬nación Esto implica que el jefe necesita delegar actividades y asignar responsabilidad sin descargarse de ella. 6. Saber comunicar las ordenes. Los vínculos de "eso in¬tangible", que se llama "autoridad", son la palabra, el escrito, el gesto. . . Por ello la forma misma de dar órdenes, es tan importante. Esto no significa que el don de mando dependa del tono de voz, de la postura que se adopte. Pero la manera de comu¬nicar las órdenes puede influir sobre su contenido, principal¬mente en forma negativa. 7. Espíritu de Justicia. El jefe en una empresa no es sólo fuente de mando, sino revisor del cumplimiento de las órdenes: tiene por ello "algo de juez". El impartir justicia es teóricamente fácil: "dar a cada uno lo que le corresponde". Pero es dificilísimo en la práctica, por- que es ardua tarea establecer los derechos y obligaciones de cada uno, a quien está en contacto directo con cada una de las partes que por él habrán de ser juzgadas, y es susceptible de cobrar aprecio a algún trabajador, mala voluntad a otros, etcétera. 8. Sentido de equidad.. Equidad no significa abolición de la justicia, sino sólo su adaptación a casos particulares, toman-do en cuenta las circunstancias concretas de cada uno y, en particular, de las personas que intervengan. Siempre que el bien común no sufra, el jefe debe tener es¬pecial cuidado del aspecto humano de los problemas. ¡Cuántos casos resultarían monstruosos si aplicáramos secamente las normas establecidas! 9. Mantener la disciplina. Debe procurarse que la disci¬plina que se imponga sea, siempre que se pueda, la positiva: esto es, el cumplimiento espontáneo a las órdenes, por la justicia, claridad y adecuación de éstas. Cuando se necesite imponer una sanción, supuesta natural¬mente su justicia, debe graduarse de menor a mayor, pensar antes de imponerla para no tener que retractarse, tratar de convencer al castigado de su justicia y necesidad. 10. Dar buen ejemplo. Quiéralo o no, el jefe es el blanco de todas las miradas de sus inferiores: si es apreciado, para imitarlo y seguirlo; si odiado, para criticarlo. El ejemplo es decisivo porque concreta todas las normas del mundo en algo que está al alcance de todos. El jefe que se abandona a la ley del mínimo esfuerzo, auto¬riza tácitamente a sus subordinados a que hagan lo mismo. Nunca debe olvidar que su vida habla más fuerte que su voz. En su ejemplo se condensan y aprecian todas las reglas del arte de mandar. |
cada tema menciona su fuente de datos y la bibliografia. Si estos apuntes son de tu utilidad porfavor enviame un comentario. gehazas @yahoo.com |