ALGUNOS TRUCOS PARA DISCUTIR CON EFECTIVIDAD, Y SIN DESTRUIR
Todos sabemos que una diferencia de opinión, aun en cosas importantes, no tiene porqué terminar en una pelea. Pero pensemos un poco en qué ocurre a nivel práctico, cuando discutimos con otra persona que no está de acuerdo con nosotros sobre algún aspecto "importante". Muchas veces una simple diferencia de opinión con nuestros hijos, cónyuge, amigos, etc., se convierte en una discusión donde se sube la voz, hay críticas, sentimientos heridos, y hasta a veces, insultos y distanciamiento recíproco. Hay maneras de hacer las cosas, hay algunas "herramientas" para discutir productivamente, la solución no es callar y otorgar, ni tampoco gritar y "ganar". Les doy algunas sugerencias:
1. Discutir sin discutir.
El propósito humano de toda discusión es aclarar, es mejorar el entendimiento. El propósito nunca puede ser ganar una batalla, porque el que discute para ganar utiliza cualquier arma contra su "oponente". Burlas, amenazas, lágrimas, críticas, juicios exagerados, etc. El único resultado es más hostilidad y rencor. Discutir para aclarar es diferente de agredir, es diferente de inflar el ego con la derrota ajena. Cualquier acusación, cualquier crítica, cualquier condena, cualquier comentario sarcástico, lo único que logra es que el acusado se ponga a la defensiva y/o al ataque. Si lo que buscamos es exponerlos hechos y que el otro comprenda nuestro punto de vista, está muy bien; pero si lo que se busca es desquitarse, sentirse más poderoso, lograr que los demás piensen como usted o lograr que los demás hagan lo que usted quiera, deténgase, no discuta, piénselo mejor, incluso puede dejar la discusión para otro momento en que se encuentre más "equilibrado".
2. Discuta sólo por aquello que realmente vale la pena.
Antes de abrir la boca, pregúntese a usted mismo, honestamente: ¿Qué pretendo lograr a través de este intercambio de opiniones? ¿Tener razón y ganar el premio máximo a la inteligencia? ¿dominar a la otra persona? ¿desquitarme? ¿hacer lo que se me antoja sin sentirme culpable? ¿no permitir, bajo ningún concepto, que el otro tenga el placer de pensar que tiene razón? Nada de eso vale la pena. Pero nosotros, los uruguayos, a veces no queremos dejar pasar nada, pensamos y decimos: " a mi nadie me va a pasar" y terminamos enfrascadísimos en discusiones inútiles, que no son más que un orgullo mal entendido y un duelo de honor en el cual siempre perdemos. Perdemos porque si ganamos, dejamos herido al otro, y si es alguien a quien queremos, eso es malo, y si es alguien a quien no queremos, también es malo, porque tarde o temprano intentará desquitarse.
3. Al discutir, sea claro y específico en lo que desea.
Esto logra que nuestro interlocutor sea mucho más receptivo. Evite por todos los medios, el hábito de discutir y comunicarse en base a indirectas, que sólo sirven para no comprometerse en lo que uno mismo es, piensa y siente. Las indirectas pueden muy bien servimos de escondite, pero hacen que nuestro interlocutor interponga un escudo que a veces se hace infranqueable. Por otra parte, si el que nos escucha no recibe un mensaje claro de qué es lo que esperamos de él, difícilmente pueda damos su parecer.
Estos son dos ejemplos: Una madre dice a su hija adolescente: "¿Viste? la hija de Irma salía hasta cualquier hora con el novio, ahora está embarazada." Una esposa dice al marido: "Me gustaría que fueras más normal. "
4. Exprese sus pedidos o sugerencias en positivo.
Cualquier orden o sugerencia que contiene un "no", produce inmediatamente un rechazo casi instintivo. Es todo un desafío que provoca nuestra rebeldía infantil con pensamientos como "no te voy a hacer caso, voy a hacer lo que a mí se me antoje, no sos mi padre ni mi madre para mandarme." Diga "me gustaría que llegaras antes de las 10 de la noche" en lugar de decir "no quiero que llegues después de las 10 de la noche". Diga "quisiera tener más juegos sexuales previos", en lugar de decir "no quiero que vayas directamente al grano". El pedido formulado en negativo, hace que el "no" rebote varias veces dentro de la cabeza, y la respuesta sea un "no".
5. En todo momento sea amable (aun cuando el otro no lo sea).
Siempre esté por "encima" de su interlocutor, nunca lo agreda. No condene a su interlocutor con adjetivos negativos, dirigidos estratégicamente a sus áreas sensibles. Eso, inevitablemente, pone barreras en la comunicación. Una comunicación por demás errónea con un hijo adolescente, puede tener frases del tipo: "siempre te peleás con tus amigos, nadie te quiere", "no servís para nada, sos un haragán". Esa comunicación se centra en la "clase" de persona que es el otro y naturalmente, produce una reacción defensiva en el criticado, que nos aparta del tema central de la discusión. Las quejas tampoco conducen a nada. Casi siempre producen contra?quejas que dificultan el entendimiento. Por ejemplo, en una pareja: "Nunca me llevás a ningún lado, sos un egoísta. Claro, como vos sos un ermitaño y no te gusta salir, yo que reviente. " Y la respuesta: "¿Pero que decís? callate la boca, la egoísta sos vos, que me obligás a ir a ver todo el ciclo de cine checoslovaco ... " Y así sucesivamente, la conversación va de la queja a la contraqueja. Otra forma muy poco amable y muy uruguaya de comportarse durante una discusión, es el "acorralamiento". Todos conocemos personas que son más hábiles discutidoras que otras, y van acorralando a quien consideran su oponente con frases como: "¿Ves? no me hablás porque sabés que yo tengo razón". "te quedás callado porque no tenés nada que decirme", "siempre sos igual, nunca vas a cambiar", "lo que pasa es que sos un mal padre (o madre, hijo, esposa>. Si usted es un hábil discutidor, no acorrale nunca a su "víctima", le aseguro que a la larga no va a ganar nada con eso. Cuando nuestro interlocutor se siente en franca desventaja, tiende a negarse a hablar o a no hacerlo sinceramente y en algunos casos, hasta puede entrar en un mutismo casi absoluto. La abundancia de críticas y quejas, debilita cualquier vínculo afectivo; la abundancia de elogios sinceros, siempre mejora cualquier vínculo afectivo.
6. Sea absolutamente honesto al discutir.
Muchos de nosotros, cuando estamos seguros de tener la razón aunque en el fondo, no la tengamos nos sentimos con el derecho de magnificar elementos importantes y/o pequeños detalles que nos favorecen en la discusión, y disimulamos o le quitamos importancia a otros que apoyan el punto de vista contrario. Si cambiarnos los hechos de la realidad, aunque sea apenas, difícilmente podamos lograr una comunicación con el otro, de forma de llegar a un entendimiento mutuo.
7. Antes de ponerse a discutir, parta de la base de que su interlocutor puede tener razón.
Esa posibilidad siempre existe, aun cuando estemos plenamente convencidos de nuestro punto de vista; puede ser que se nos hayan pasado elementos por alto, o que estemos confundidos, o muy ofuscados para poder ver con claridad, o cualquier otro error humano en la apreciación de algo conflictivo. Incluso a veces, ambas partes pueden tener razón. de acuerdo a sus respectivos puntos de vista particulares. Por ejemplo: la madre de un adolescente puede querer que él no salga hasta muy tarde, porque podría ser peligroso; a su vez el muchacho puede tener razón en que si no sale de noche, se pierde las mejores diversiones. En cualquier discusión, es sumamente importante saber escuchar a la otra persona, no para interrumpirla cuando dice algo incorrecto, o algo con lo que no estamos de acuerdo, sino para ver cuáles son aquellos aspectos en los que sí coincidimos, para así poder comenzar a construir la base para un acuerdo. Tras escuchar, puede ser que no cambiemos en nada nuestro punto de vista, sin embargo, podremos enriquecernos mucho aprovechando conceptos e informaciones importantes que el otro ser humano nos brinda.
8. Comience la charla hablando de lo que le interesa a la otra persona.
Es importante, para comunicarse, partir de una relación humana empática-afectiva. A cualquiera de nosotros nos gusta hablar y que nos hablen de lo que nos interesa. Por ejemplo, si sabemos que tenemos que tratar con nuestro hijo adolescente el tema de su bajo rendimiento académico, podemos comenzar hablando acerca de su colección de discos, si ése es uno de sus principales intereses. Al comenzar hablando de lo que le interesa a la otra persona, generamos automáticamente, una predisposición a seguir escuchando aquello que tenemos que decirle.
9. Cuando entre en el tema de la discusión, comience tocando un aspecto en el que ambos estén de acuerdo.
Si logra que la persona en cuestión piense y/o diga "sí" de entrada, usted aumenta, automáticamente, las probabilidades de que acepte como válidos sus argumentos. Si de entrada piensa o dice que no a su comentario, lo más probable es que su conversación continúe en una inercia de nones. Lograr desde un comienzo la adhesión positiva del interlocutor, le permitirá estar frente a una persona mucho más receptiva a todo lo que usted tenga que decirle.
10. No se aparte del tema central de la discusión.
Las peleas destructivas, incontroladas, que muchas parejas tienen, son explosiones repetidas una y otra vez, que nunca llevan a ninguna palie, porque son peleas por lo erróneo, donde se olvida, a los dos minutos de iniciada la discusión, cuál fue su tema central y se sacan a relucir todas las quejas posibles y no hay lugar para una comunicación concreta y efectiva. El hábito de las peleas incontroladas e interminables, es un pasatiempo para muchas parejas uruguayas. Por eso, antes de abrir la boca, piense de antemano cuál es el tema específico que quiere tratar y no se aparte de él por ningún motivo. Si ve que su interlocutor lo hace, llámele la atención, y si sigue hablando de otros temas, no caiga en la tentación de seguirlo por esos caminos, porque va a terminar en una maraña de conceptos, frases, ideas y sentimientos, indescifrables e inconducentes.
11. Permita que la otra persona se exprese libremente.
Si usted no deja que su interlocutor diga todo lo que piensa y siente sobre el tema específico, si lo está interrumpiendo a cada rato, presionándolo, contradiciéndolo, acotando comentarios, etc., el otro nunca lo va a escuchar, porque va a tener la sensación de que usted no entendió aún su punto de vista y, que por lo tanto, todo lo que dice está basado en la falta de información y no tiene, entonces, nada que aportarle. Al permitir a la otra persona explayarse libremente, logramos una predisposición favorable hacia nosotros, a la vez que podemos apreciar los puntos de vista en común que podamos tener. Además, si nos mantenemos en silencio, escuchando lo que nos dicen, vamos a lograr una mayor claridad mental para comunicamos que si hablarnos ininterrumpidamente.
12. Utilice vías de comunicación afectiva.
La comunicación es fundamentalmente de tipo verbal, pero muchas veces, a través de malas experiencias repetidas, se produce una barrera infranqueable, a nivel verbal. Por ejemplo, muchas parejas se quejan de que no pueden hablar entre sí. Si las puertas de la comunicación verbal están cerradas, se deben buscar nuevas vías; también es comunicación acariciar, abrazar, hacer algo agradable juntos, compartir actividades, ayudar, tener relaciones sexuales, complacer al otro en algo que le guste, etc. Dentro de esto debemos incluir todo lo que tiene que ver con la comuniaci6n a través de la expresión facial y la actitud corporal. Escuchamos y le hablarnos mejor a alguien que nos está sonriendo, que a una persona con el ceño fruncido. Escucharnos y le hablarnos mejor a una persona que tiene los brazos a los costados del cuerpo que si están cruzados o en jarro. Escuchamos y le hablamos mejor a alguien que nos llama por nuestro nombre, que a alguien que nos dice "che, vos ... " o a alguien que nos trata de usted. Todas estas son formas de acercamos cuando la comunicación verbal tradicional se ve dificultada.
13. Elija el mejor momento para la discusión.
Si tiene que hablar con un amigo sobre algo importante para usted, no vaya a su casa el día que está mirando por la televisión el partido más importante para la clasificación en el Mundial. Si tiene que hablar con su esposo/a, no lo haga cinco minutos antes de que se vaya al trabajo, ni cuando recién llega, cansado, después de una jornada con horas extras y todo. Elegir el momento más adecuado significa que ambos estén tranquilos, descansados, sin apuros. En esto usted puede colaborar creando el ambiente; por ejemplo, si sabe que a su hijo le gusta el flan casero, puede servirle una buena porción antes de hablar con él sobre lo que le interesa, y crear así el ambiente favorable para una conversación distendida.
14. Reitere en todo momento el afecto, amor y/o el aprecio que siente por la persona con la que está hablando.
Demostrar aprecio y respeto honestos hacia la persona con la que estarnos hablando, no sólo es una buena regla de relaciones humanas, sino que es un ingrediente indispensable para conseguir una comunicación efectiva; por ejemplo, en una discusión con una persona a quien queremos, y que nos está criticando, hay que evitar a toda costa caer en el destructivo juego de quién es el peor. En el caso de que una discusión se vuelva muy acalorada, es conveniente pedir una tregua, antes que terminar faltándole el respeto a la otra persona o viceversa. Por ejemplo, en vez de intentar que el otro haga lo que nosotros queremos, explicándole nuestros motivos, intentemos ver desde el otro punto de vista qué lograría de positivo la otra persona haciendo lo que nosotros queremos. Nosotros podemos desear que nuestro hijo tenga buenas calificaciones en el estudio, que eventualmente favorezcan su inserción laboral, pero a él tal vez eso no le interese y por más que le hablemos nunca vamos a llegar a un acuerdo. En cambio si le decimos que si estudia un poco más, podrá evitar ir a examen y disfrutar de unas vacaciones completas, sí nos va a escuchar. De esta manera le estará demostrando a su hijo que lo aprecia, que le interesan sus problemas y que lo quiere ayudar. Otra manera más de demostrar aprecio hacia la persona con la que hablamos, es, una vez terminada la conversación, se haya resuelto o no el problema, reiterar el afecto, amor y/o aprecio que sentimos, con frases del tipo de "me alegro de haber podido hablar contigo", "ahora que hablé me siento mejor", "tendríamos que hablar más a menudo", "ahora entiendo cosas que antes no entendía", "me siento más cerca tuyo", "te quiero mucho", o lo que corresponda, según el caso.
15. Recuerde siempre que un intercambio de opiniones no tiene porqué llegar a un acuerdo o a una solución definitiva.
Si usted comienza una discusión, partiendo de la base de que tiene que arreglarse todo en ese momento, o nunca más se va a poder solucionar, discutirá con tanta pasión y vehemencia que será imposible llegar a un acuerdo. Un intercambio de opiniones es sólo eso: un intercambio de opiniones, por medio del cual se puede alcanzar una solución parcial, una solución transitoria, una simple transmisión de información que puede utilizarse en sucesivas charlas, o también puede aportar una solución a un problema, pero no necesariamente tiene que suceder esto último. Tenga la suficiente flexibilidad mental para tomar las cosas con calma y trate de tener expectativas realistas acerca de los resultados de cualquier discusión, sin importar la trascendencia del asunto. Por más apurado que esté en resolver algo, acepte que siempre puede haber otras instancias.