EL HERALDO
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PROPÓSITO - Día del Maestro |
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INSTITUTO DEL NORTE
Instituto Emilio Rosales Ponce,
loable monumento de civilización,
indeleble vestigio de la cultura,
al borde alegóricas calles
bañadas de sutil elogio.
¡Ah!, travesuras de tantas veces,
hoy que mis recuerdos meces,
de tus mentores, veo sabias frentes,
gallardos tus espigados cipreses.
Llenos de optimismo tus patios,
felices tus portentosos ventanales,
en tus puertas, de travieso encanto,
cristalizan mis bellos recuerdos.
Salve a ti, Instituto del Norte,
cuerpo diminuto de patria,
cómo te extraño, docto consejero,
extraño tu mundo mágico de letras.
En tus venas encendidas, recorre
la sabia de las matemáticas,
y en tus arterias cinéticas,
clona toda la ciencia de la vida.
Instituto Emilio Rosales Ponce,
en tus senos paternos se abrigan
gramática, física, música, poesía,
y en el candor de tu nombre brilla
la sempiterna estrella de la cultura.
Por eso hoy te brindo pleitesía
con el cauto incienso de mi pluma,
bardo anfitrión de la sabiduría,
monumental catedral de la enseñanza.
Oscar Augusto Gramajo Estrada
PADRE, ¡Y SI ESO FUERA TODO!
Si eso fuera todo, mi Señor,
hoy cuando disfruto de maravillosa paz,
cuando mi nueva familia,
esa familia que Tú me buscaste,
que Tú Señor me ofreciste;
Hoy, cuando disfruto
no solo de tu amor,
pero de cálidos abrazos,
de palabras dulces y tiernas,
del canto de los pájaros,
de las flores bellas que me hacen pensar
en que en todo estás Tú, mi Señor.
¡Padre, yo sé que esto no es todo!
Que llegará el día cuando a plenitud
podré disfrutar de tu maravilloso amor
por toda la eternidad.
Sé que un día, que no sé cuando sea,
me protegerás con tu presencia
y ya no sufriré ni de hambre ni de sed,
porque Tú, mi Pastor celestial,
a verdes prados me guiarás,
y a manantiales de aguas vivas,
y entonces triunfante, podré victoriosa decir:
¡Esto sí es todo mi Señor!
Gloria Sosa de Acuña
REGRESO DE LA DIÁFANA CIUDAD
¡Cuán vil me parece la tierra cuando miro al cielo! (Ignacio de Loyola)
El jardín
que ayer dejé
aún tiene
rosas frescas,
lirios blancos,
azucenas en botón.
El corredor
de enredaderas verdes
aun se conserva.
El cuadro
de los viejos abuelos
aún pende
de clavos añejos
intocables
mis viejos queridos,
los dejé
en el silencio
de la ciudad etérea
sinfín.
Aquellos patojos
mis hijos
que lloraron mi ausencia
que hombres están ahora.
Aquellos vecinos
que taciturnos
contemplaron mi partida
¡cómo han cambiado!
Y tú amada mía
aún dudas que soy yo…
Vengo de la ciudad
donde se purifican las almas,
donde se camina sin prisa,
donde se duerme
con música celestial
donde se habla
con lenguaje
de los ángeles...
Amada mía
sirvamos a la humanidad,
y mirando al cielo
cultivemos la paz.
P. Benjamín Ramos S.
Tercer Lugar en Poesía Juegos Florales en Sanarate
El Progreso en 1991.
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