ARTÍCULOS DE EGIPTOLOGÍA
5 - ABIDOS EN EL PREDINÁSTICO EGIPCIO
por JUAN JOSÉ CASTILLOS
(Aegyptus Antiqua 10, Buenos Aires, Argentina)
6 - LA EVOLUCIÓN DE LAS COMUNIDADES PREDINÁSTICAS EGIPCIAS
por JUAN JOSÉ CASTILLOS
(Publicado en RSUE 17, 2000)
Si bien todavía falta mucha información referente a las ciudades y aldeas predinásticas egipcias para equilibrar los más abundantes datos disponibles de los cementerios asociados a esas comunidades, en las últimas décadas se ha avanzado bastante en nuestra comprensión de la organización social y la evolución de Egipto en el Predinástico.
Ya los pioneros en estos estudios, desde Petrie a Massoulard, Vandier y Baumgärtel, habían aportado diversos elementos de juicio para comenzar a establecer las características principales del proceso y las etapas fundamentales del mismo. Lamentablemente, la actitud poco rigurosa de estos calificados especialistas los condujo a una visión demasiado superficial y a veces errónea. Por ejemplo, Baumgärtel negó hasta sus últimos días que el Delta podría haber constituido una parte importante del Egipto Predinástico, suponiéndolo una región inhóspita y desierta hasta el Período Arcaico. Con los recientes trabajos en Buto y otras localidades, las tradiciones egipcias que indicaban una situación muy diferente, se vieron reivindicadas.
En los últimos años especialistas como K. Bard, B. Adams, S. Hendrickx, T. Wilkinson y otros, intentaron aproximaciones más rigurosas, incorporando a sus investigaciones estudios estadísticos de los objetos hallados en las tumbas de estos remotos períodos con el propósito de establecer el grado de diferenciación social y su evolución en el tiempo. Los avances logrados en la cronología relativa con la revisión del antiguo sistema de las Sequence Dates, concepción genial del pionero Petrie, por parte de W. Kaiser y otros, contribuyeron a clarificar este cuadro general.
Todos estos estudios recientes marcan un renovado acercamiento entre la antropología y la egiptología (o entre la arqueología y la antropología) que sólo puede beneficiar a ambas ya que las aproximaciones egiptológicas tradicionales aplicadas al estudio del Predinástico egipcio, más bien especulativas y basadas en criterios discutibles, habían llegado a un grado de agotamiento que trababa el avance en este terreno y Egipto, con su abundante registro arqueológico, brinda un excelente campo para confirmar o desvirtuar conceptos teóricos, confirmados en algún caso puntual pero de dudoso valor universal, que la antropología moderna ha generado.
Por ejemplo, el dictum que expresa que las sepulturas de subadultos pertenecientes a las clases más privilegiadas de un grupo social estarían mejor dotadas en ofrendas funerarias o estarían sepultados en tumbas de mayor tamaño por significar para la comunidad la pérdida no reemplazable de miembros futuros de la élite, no parece cumplirse en el Egipto Predinástico, donde por lo general los subadultos ocupan las tumbas más pequeñas y más pobremente dotadas, excepto que hubieran sido sepultados junto a un adulto.
En general, los diferentes sistemas utilizados para estos estudios implicaban en mi opinión, el uso de un número bastante limitado de tumbas y concepciones en gran medida subjetivas del valor y significado de cada objeto depositado en ellas como ofrenda funeraria, lo que sin quitar valor a estos estudios, debilitaba sus resultados.
Algo similar ocurre con las dimensiones de las tumbas, que estos autores evalúan en base a su longitud o ancho o a su superficie, a veces con deducciones erróneas, lo que no se justifica pues en miles de casos los excavadores proporcionaron elementos para trabajar con los volúmenes, el valor más correcto al constituir tales estructuras entidades tridimensionales.
En los últimos veinte años me he dedicado a reunir información dispersa en numerosas publicaciones y en manuscritos inéditos, sobre los cementerios predinásticos egipcios, para mediante procedimientos estadísticos sencillos, comparar los resultados obtenidos, establecer lineamientos generales de la evolución (o regresión, según el caso) de cada comunidad, localidad o cultura, para luego profundizar el estudio hasta llegar a un grado de detalle que nos permitiera hacer inferencias confiables.
Por ejemplo, estudios paralelos a los nuestros pero manejados de otra forma, indujeron a algunos autores a deducir que el Badariense marcaba un nivel de gran diferenciación social, lo que se contradecía con nuestros hallazgos, posición que ya M. Atzler poco antes había también invalidado con sus propias conclusiones.
Mis estudios han permitido comprobar que el Amraciense o Naqada I parece haber sido el período en el que se produjeron grandes cambios en el Predinástico egipcio, en el que pueden haber surgido clases sociales, como un paso más allá de la división social en base a rango.
El cuadro general actual en el Alto Egipto es el de una evolución sin grandes discontinuidades, completamente autóctona, en que las primitivas comunidades egipcias predinásticas, básicamente igualitarias desde Merimde y el Fayum, comienzan a exhibir un cierto grado de diferenciación probablemente de rango en el Badariense, que en el Amraciense o Naqada I se profundiza con la probable aparición de clases sociales, proceso que avanza en el Gerzeense o Naqada II, en el que aparecen los primeros asentamientos urbanos de cierta envergadura que extienden su influencia política y comercial en torno a sí y hacia el norte, conduciendo a la aparición en el Protodinástico (Naqada III) de los primeros reinos predinásticos en torno a Abidos, Nubt (Naqada) y Hierakónpolis, que habrían de conducir luego a la unificación de Egipto bajo el mítico rey Menes, de difícil identificación pero que yo personalmente veo como Narmer, a pesar de las dificultades que tal atribución pueda implicar.
Un estudio más detallado, utilizando no sólo las herramientas estadísticas a las que he hecho alusión, sino también métodos cuantitativos empleados en sociología, permite profundizar en el tema e identificar peculiares situaciones en las que una comunidad florece en un período y decae en prosperidad y diferenciación social en los siguientes al dejar de ser el centro de una cultura para pasar a ser un asentamiento marginal alejado del centro de la cultura que la sucede en la evolución política y social. Hemos descubierto recientemente, por ejemplo, que en la región de Badari, asentamientos como el de Matmar exhiben un desarrollo sostenido hasta el Protodinástico, en que por razones todavía algo oscuras, decae marcadamente. Mostagedda, un poco más al sur, exhibe un desarrollo que podríamos llamar más "normal", en tanto que Badari misma, permanece un tanto estancada hasta el Protodinástico para exhibir recién entonces avances en prosperidad y diferenciación social, según lo que revelan los cementerios asociados a sus asentamientos humanos. Las razones para estas situaciones particulares dentro del cuadro general del Egipto Predinástico pueden ser ecológicas, económicas o políticas o una combinación de ellas, aspecto que nos resta dilucidar.
En el caso de Matmar, si bien las tumbas de los miembros privilegiados del Protodinástico son de mayor tamaño que las de los períodos anteriores, presentan detalles como revestimiento de ladrillos y una mayor presencia de ataúdes, muchas de las restantes habían sido excavadas de forma bastante descuidada y en algunos casos se asemejaban a los primitivos óvalos badarienses. El progreso detectable en las tumbas de élite protodinásticas en Matmar parece haber sido el reflejo de un proceso generalizado más que debido a circunstancias locales.
En Mostagedda la situación fue diferente pues el Protodinástico allí marca el punto más alto de una evolución continuada, no sólo en la riqueza de las tumbas y en su tamaño, sino también en la desigualdad social perceptible en las costumbres funerarias.
La situación en el área de Badari, situada algo más al sur que las anteriores, es más compleja. Allí el punto relativamente alto en desigualdad social estimada cuantitativamente, en el alhajamiento de las tumbas y en su tamaño, correspondiente al Badariense, presenta en los períodos siguientes un cierto estancamiento que recién trascienden en el Protodinástico. Si tomamos en cuenta que el centro de la cultura badariense parece haber estado situado en esta región, una probable explicación para esta situación es que aquí estamos en presencia de un proceso en que la vitalidad y energía propias del centro de una cultura se fue sustituyendo paulatinamente por las correspondientes a asentamientos humanos cuyo centro cultural y político estaba situado cada vez más lejos.
Estas conclusiones, obtenidas con nuestra propia metodología que hemos aplicado consistentemente en los últimos veinte años, concuerdan en general con los resultados obtenidos por Griswold, Wilkinson y otros, lo que da mayor solidez a las mismas.
En el Delta centros comerciales de primer orden como Buto y Maadi tuvieron al principio un desarrollo propio pero fueron absorbidos luego por la cultura nagadiense en expansión. Una unidad cultural del Egipto Predinástico parece haber precedido a la unificación política. Hacia principios del Protodinástico el sur de Palestina parece haber sido colonizado por Egipto, presencia directa que desapareció a fines de este período, antes del comienzo del Reino Arcaico.
Bibliografía básica
B. Adams, "Predynastic Egypt", Princes Risborough, 1988.
W. Anderson, "Badarian burials: evidence of social inequality in Middle Egypt during the early Predynastic era", JARCE 29, 1992, pp. 51-66.
M. Atzler, "Untersuchungen zur Herausbildung von Herrschaftsformen in Ägypten", Hildesheim, 1981.
K. Bard, "From Farmers to Pharaohs", Sheffield, 1994.
E. Baumgärtel, "Cultures of Prehistoric Egypt", Oxford, 2 Vols., 1948-1960.
J. Brown, "The search for rank in prehistoric burials" en "The Archaeology of Death", Cambridge, 1981.
G. Brunton and G. Caton-Thompson, "The Badarian Civilisation", London, 1928; G. Brunton, "Mostagedda and the Tasian Culture", London, 1937; "Matmar", London, 1948.
J. J. Castillos, varias publicaciones, ver lista en:
Publicaciones de J. J. Castillos
W. Griswold, "Measuring social inequality at Armant" en R. Friedman and B. Adams, "The Followers of Horus", Oxford, 1992.
M. Hoffman, "Egypt before the Pharaohs", New York, 1979.
D. Holmes and R. Friedman, "The Badari region revisited", Nyame Akuma 31, 1989, pp. 15-19; "Survey and test excavations in the Badari region, Egypt", Proceedings of the Prehistoric Society 60, 1994, pp. 105-142.
W. Kaiser, "Zur inneren Chronologie der Naqadakultur" en Archaeologia Geographica 6, 1957.
E. Massoulard, "Préhistoire et Protohistoire de l'Égypte", París, 1949.
B. Midant-Reynes, "Préhistoire et Protohistoire de l'Égypte", París, 1992.
D. O'Connor, "A regional population in Egypt to circa 600 BC", en B. Spooner (ed.), "Population growth - Anthropological implications", Cambridge (Mass.), 1972, pp. 78-100.
J. Seeher, "Burial customs in Predynastic Egypt: a view from the Delta", en "The Nile Delta in transition: 4th and 3rd millennium BC", Jerusalén, 1992.
J. Vandier, "Manuel d'Archéologie Égyptienne", I, París, 1952.
P. Wason, "The archaeology of rank", Cambridge, 1994.
L. Watrin, "The relationship between the Nile Delta and Palestine during the 4th millennium: from early exchange (Naqada I-II) to the colonisation of Southern Palestine (Naqada III)", en Proceedings of the 7th International Congress of Egyptologists, Leuven, 1998, pp. 1.215-1.226.
T. Wilkinson, "State formation in Egypt", Oxford, 1996.
7 - UN CASO PUNTUAL: MATMAR EN EL ALTO EGIPTO
por JUAN JOSÉ CASTILLOS
ENGLISH ABSTRACT
The knowledge we have of the Predynastic cultures which flourished in Egypt between 5,000 and 3,000 B.C. is very incomplete mainly due to the poor excavation and publication standards of early scholars who worked in the field and also to the exaggerated attention paid to cemeteries and the neglect of early villages and cities.
Sound typological criteria allowed the development of a reliable relative chronology which assigned each of the major cultures to a period within the above mentioned dates. This picture has been largely confirmed by more recent corrected radiocarbon estimations.
The Predynastic remains near Matmar, in northern Upper Egypt, allowed us to put our methods to the test in order to evaluate the Predynastic social stratification and its evolution at this site. This paper contains the results obtained by the writer.
Como habíamos puntualizado en libros y artículos sobre líneas generales en el desarrollo social del Egipto Predinástico, tal como puede deducirse de los cementerios asociados a las aldeas y ciudades pertenecientes a esas tempranas comunidades, los que permitieron deducir conclusiones sobre varios temas (1), el siguiente paso en nuestra investigación tenía que ser un intento por concentrarnos en un solo sitio arqueológico para llevar a cabo un proyecto más detallado, tal como otros han hecho en los últimos años (2).
Elegimos Matmar, un yacimiento ubicado en el extremo norte del Alto Egipto Predinástico por varias razones. Por estar lejos de los principales centros Predinásticos de la región, proporcionaba un ejemplo de evolución continua y claramente definida (3). Al ser el último sitio arqueológico publicado por Brunton luego de sus otras excavaciones en el área de Badari (4), se benefició sin duda de la experiencia recogida en esos trabajos anteriores. La publicación fue razonablemente detallada e incluyó todas las tumbas relevantes que él encontró allí (5). Finalmente, el terreno era lo suficientemente seco como para preservar objetos tan fácilmente perecederos como madera, cuero y textiles que no sobrevivieron las condiciones de otros yacimientos (6).
Matmar al parecer estuvo continuamente ocupada en la antigüedad ya que se encontraron cementerios pertenecientes a todos los períodos desde el Predinástico Temprano hasta fines de la dominación romana. También pudieron identificarse algunas aldeas badarienses, las ruinas de un templo faraónico del Nuevo Imperio y la presencia de otros cementerios Predinásticos donde el suelo había sido removido hasta casi la desaparición de todo rastro de su presencia (7).
Hablando en términos generales, los resultados de nuestra anterior investigación en lo que respecta a Matmar habían mostrado que el área había estado razonablemente bien poblada durante el Badariense (123 tumbas), había tenido una muy reducida presencia Amraciense (24 tumbas), aparentemente recobró su prosperidad en el Gerzeense (134 tumbas) y registró una cierta decadencia en el Protodinástico (76 tumbas) (8). Estas cifras, recogidas de la publicación de Brunton, pueden verse hasta cierto punto modificadas algún día debido a la presencia de otras 26 sepulturas Predinásticas que no pudieron ser fechadas con precisión por su descubridor.
Debido a que ignoramos la duración exacta de cada una de las ocupaciones de los asentamientos que generaron los cementerios que estamos estudiando, no podemos estar seguros acerca de los conceptos emitidos en el párrafo anterior, quizás futuras más precisas estimaciones cronológicas podrán o no modificar el cuadro general que presentamos aquí, pero por el momento, ésta es la impresión que este yacimiento produce.
Las comparativamente numerosas ofrendas funerarias que se hallaron en las tumbas Predinásticas de Matmar resultaron también útiles para nuestros propósitos, especialmente en los períodos más recientes (9). Para las tumbas intactas y para el total de intactas y violadas, el Badariense tenía el mismo bajo promedio de 1.5 objetos por tumba. En el Amraciense, sin embargo, esta variable se incrementó a 7.2 para las sepulturas intactas y 8.0 para todas. El Gerzeense arrojó cifras de 5.5 y 6.9 respectivamente y finalmente, para el Protodinástico los valores fueron de 7.8 y 8.3. Como indican estas cifras, cada par de valores consiste de números muy próximo, siendo en cada caso el segundo ligeramente más alto, como cabía esperar pues la tumbas violadas son por lo general las más ricas.
Otro interesante hecho a destacar es la creciente proximidad física de las tumbas más ricas en estos cementerios (10), lo que ilustra ya en esta época temprana sobre una práctica abundantemente documentada en Egipto en la época histórica.
En lo concerniente al tamaño de las tumbas en Matmar durante la Época Predinástica, los promedios indican cifras de 0.76, 0.86, 1.29 y 1.39 metros cúbicos respectivamente para cada período. Si tomamos en cuenta la distribución por tamaño de las tumbas (11), veremos que las sepulturas badarienses tenían con más frecuencia un tamaño de entre aproximadamente 0.3 y 0.6 metros cúbicos, las amracienses entre 0.5 y 0.8, las gerzeenses entre 0.5 y 1.4 y las protodinásticas entre 0.8 y 2 metros cúbicos.
EL BADARIENSE
Brunton halló evidencia de la existencia de varios asentamientos badarienses en las áreas 2000, 2100, 2400-2700 y 3200. Entre los objetos recobrados allí había un hermoso vaso de cerámica marrón pulido y con borde superior negro, inciso en toda su superficie, que ha sido frecuentemente descrito en la literatura especializada como una obra maestra de la artesanía antigua (12), pero se hallaron también numerosos vasos más toscos de uso cotidiano, además de otros vasos, utensilios líticos y piedras de moler.
El hallazgo más importante, a nuestro juicio, fue la presencia de varios grandes pozos aproximadamente circulares, inequívocamente descritos por Brunton como graneros, el mayor de los cuales tenía un diámetro de 2.7 metros y una profundidad de 3 metros, otros medían 1.35 m de amplitud y 1 metro de profundidad o 2 metros de diámetro y 1.25 metros de profundidad. Algunos tenían todavía parte del recubrimiento de cestería que los había revestido anteriormente, como los excavados en el Fayum.
No se hallaron rastros de hogares, pozos de palos de sostén o de una entrada, lo que hace improbable la interpretación de esas estructuras como la parte inferior de chozas, como algunos han sugerido (13).
Aunque también se hallaron algunos pequeños graneros, la presencia de las grandes estructuras, las que difícilmente hayan sido construidas para uso individual o familiar, indica que tenían una naturaleza comunal, como ocurre frecuentemente en comunidades con poca diferenciación social donde los recursos son reunidos y compartidos luego, en un modo de uso colectivo (14).
En un área donde las tumbas tenían un volumen promedio de 0.76 metros cúbicos, ocho de ellas eran dos y hasta cinco veces más grandes, hablamos de las tumbas 2006, 2008, 2009, 2015, 2019, 2021, 3083, 6003, las que tenían en conjunto un tamaño promedio de 2.46 metros cúbicos.
La mayoría de ellas había sido robada antiguamente excepto por una que fue hallada intacta y pertenecía a un hombre muy viejo. Dos de las otras habían sido excavadas con más cuidado dándoles una forma casi rectangular, una pertenecía a una mujer y la otra a un hombre. Seis de estas tumbas destacables habían sido hechas para hombres, una para una mujer y para la restante no se pudo determinar quien la había ocupado.
Casi todos estos cuerpos habían sido envueltos en esteras, el ocupante de la tumba más grande con mucha cantidad de ellas, estos cuerpos habían sido enterrados también con cueros, vasos de cerámica, utensilios líticos, paletas de maquillaje y/o caparazones de moluscos.
A algunos de los cuerpos se les había dado un tratamiento especial ya que se hallaron en esas tumbas trozos de ramas o palos debajo y encima de los cadáveres o a los costados, probablemente en un primitivo intento de dotar a los ocupantes con una especie de ataúd.
Debemos destacar asimismo que la riqueza promedio en ofrendas funerarias en estas ocho tumbas fue de casi 3 objetos por sepultura, o sea, el doble del promedio para esta área y período de solo 1.5 objetos.
La tumba 2019 era aproximadamente rectangular, casi tres veces mayor en tamaño que el promedio, pertenecía a un hombre que había sido enterrado de la manera descrita más arriba, pero esta tumba tenía una característica peculiar: cinco profundos pozos habían sido excavados en su base, quizás para soportar vigas de techado que indicarían algún tipo de superestructura.
Probablemente nos hallamos en este caso en presencia de la tumba de un jefe de aldea, como posiblemente también puede ser el caso de las otras grandes tumbas de este período, siendo la mujer muy factiblemente un pariente cercano de uno de ellos.
EL AMRACIENSE
Al no haber encontrado Brunton en Matmar asentamientos humanos pertenecientes a las etapas posteriores del Predinástico, nuestro estudio estará limitado a los cementerios de esos períodos que él pudo identificar.
Entre las tumbas amracienses halladas en este sitio arqueológico, algunas eran destacables por varias razones. La tumba 2716 era la más grande en tamaño con casi tres veces el promedio de este período en Matmar, era rectangular, estaba ocupada por un hombre y tenía sus lados recubiertos con esteras y tablas de madera, en un intento de proveer al difunto con un ataúd. El hecho de que había sido concienzudamente robada pueda quizá explicar la ausencia de los objetos especiales hallados en otras tumbas destacables contemporáneas que eran de menores dimensiones.
Dos hombres fueron también hallados en otras tantas tumbas ovaladas de aproximadamente similar tamaño, un poco más grandes que el promedio amraciense local, a las que Brunton identificó como números 2666 y 2681. En la primera que fue hallada intacta, además de varios vasos de cerámica, se encontraron tres hermosos cuchillos de silex del tipo curvo común así como otros de la variedad llamada por su forma, del tipo "cola de pez". La segunda, que había sido violada, estaba revestida de esteras y contenía parte de un peine de marfil, tres vasos de cerámica y un pendiente de marfil inciso.
Una mujer y un niño pequeño fueron enterrados en cada una de otras dos tumbas, 2646 y 2717, ambas eran ovaladas y habían sido violadas. La primera era de grandes dimensiones, alrededor del doble del promedio para este período aquí, palos habían sido colocados encima y debajo de los cuerpos, la cerámica incluía un vaso decorado con rayas cruzadas y otro con hipopótamos y un cocodrilo en relieve alrededor del borde. También se encontraron dos amuletos de marfil y un pequeño brazalete de marfil que había pertenecido probablemente al niño. La segunda tumba había sido saqueada y era un poco más pequeña que el promedio para el amraciense local, pero sin embargo contenía no menos de catorce vasos de cerámica, cinco de los cuales eran de la variedad decorada con rayas cruzadas.
Las características de estas tumbas las ubican en un grupo aparte respecto a las otras sepulturas contemporáneas y también aquí, apuntarían a miembros prominentes de su comunidad y sus esposas e hijos.
EL GERZEENSE
La tumba gerzeense más grande, 3072, era rectangular y tenía un volumen de unos 11 metros cúbicos. Había sido violada y sus lados estaban recubiertos por tablas de madera, probablemente actuando como ataúd. Desafortunadamente, ninguna evidencia sobrevivió para revelarnos datos de su ocupante.
La segunda tumba en tamaño de este período, 3128, había sido también violada, tenía un volumen de casi 9 metros cúbicos y estaba ocupada por un hombre que había sido enterrado en un ataúd de mimbre. Curiosamente, una caja de madera gruesa conteniendo el esqueleto de un perro fue encontrada en esta tumba, la que resultó ser lejos la sepultura gerzeense más ricamente dotada en Matmar. Entre los objetos hallados en ella, cuarenta vasos de cerámica eran los más notables, entre los cuales había un vaso con asas onduladas.
Dos hombres eran los ocupantes de la tumba que seguía a la anterior en tamaño, 3074, que también había sido violada y tenía un volumen de algo más de 8 metros cúbicos. No se trataba de un enterramiento múltiple sino más bien un ejemplo de una tumba que había sido usada para más de un cuerpo en diferentes ocasiones. El cuerpo situado más abajo había sido depositado sobre un tipo de pedestal hecho con palos. Se recobraron en total dieciséis objetos de esta tumba, entre ellos varios vasos de cerámica, uno de los cuales estaba decorado.
Otras dos tumbas rectangulares no tan grandes, 3129 y 5105, fueron halladas violadas, tenían un volumen de unos 3.5 metros cúbicos, cada una estaba ocupada por un hombre y ambas contaban con gran número de ofrendas funerarias, entre las cuales había un vaso de asas onduladas, una cabeza de maza de alabastro con forma de pera, dos paletas para cosméticos y dos vasos de piedra en la primera y un vaso de piedra y un vaso de cerámica decorado en la segunda. La primera había sido provista con algún tipo de superestructura a juzgar por los restos de los postes de sostén que se encontraron en ella y los agujeros donde habían sido originalmente insertados.
Un hombre era también el ocupante de una tumba violada, rectangular, de la que carecemos de información sobre su tamaño (3126), pero en la que se hallaron 21 objetos entre los que figuraban dieciséis vasos de cerámica, uno de ellos de asas onduladas. Esta tumba había sido provista de un techo hecho de palos.
Otra gran tumba rectangular, que había sido violada, 3131, tenía un volumen de casi 7 metros cúbicos, fue encontrado en ella un ataúd hecho con tablones de madera de 2 cm de espesor y había sido dotada originalmente de muchas ofrendas funerarias, de las que se recobraron diez objetos. No se hallaron rastros del ocupante pero un artefacto sorprendente fue encontrado escondido debajo del ataúd, por lo que probablemente pudo escapar a la atención de los ladrones de tumbas, nos referimos a una grande y pesada cabeza de hacha de cobre, mas bien chata y de borde afilado.
Varias mujeres fueron también sepultadas en tumbas ricas, pero en todos los casos menos uno, sus dimensiones eran más pequeñas que las de los hombres de posiblemente similar status.
Una de ellas fue sepultada en una tumba rectangular bien cortada, 3123, que fue descubierta violada, pero todavía contenía dieciocho objetos. Su volumen era de 4.3 metros cúbicos y había sido revestida con tablas de madera en lo que parece haber sido un ataúd para proteger el cuerpo de su ocupante, una mujer adulta. Entre los objetos asignados a esta tumba , figuraban dos brazaletes de marfil, tres etiquetas del mismo material y dos peines, además de varios vasos de cerámica, una paleta de cosmético y otros artículos.
Una mujer y un niño fueron enterrados en otra tumba violada, 3111, que tenía un volumen de 3 metros cúbicos y había sido provista de un techo de palos.
Otra mujer fue sepultada sola en una tumba violada, rectangular, número 3130, que tenía un volumen de 2 metros cúbicos. Entre los catorce objetos que pudieron ser encontrados allí figuraban muchos vasos de cerámica, uno de ellos estaba decorado y el otro era un vaso de asas onduladas. Una tumba similar que también pertenecía a una mujer era la 5114, que era rectangular, violada, con un tamaño de 1.6 metros cúbicos, bien por encima del promedio para este período en Matmar. Se recobraron muchos objetos de esta tumba, entre ellos, varios vasos de cerámica, uno de los cuales estaba decorado.
Finalmente, una mujer anciana ocupaba una tumba intacta y más bien pequeña, número 3005, en la que se hallaron doce objetos incluyendo cinco vasos de cerámica y un bols, un cetro o varilla de madera tallada que había sido colocada debajo de uno de sus brazos, pero la ofrenda más interesante era un vaso de cerámica decorado. Un niño fue sepultado solo en una tumba pequeña, 3080, que también fue descubierta intacta y que había sido favorecida con catorce objetos, entre ellos una larga paleta de esquisto, dos punzones de cobre y varios vasos de cerámica, uno de ellos era decorado.
Las diferencias en tamaño, forma y contenido de objetos que podríamos llamar de lujo, poco común en estos cementerios, ponen a estas tumbas por encima de las otras sepulturas gerzeenses y también aquí muy probablemente indican la presencia de miembros privilegiados de la comunidad a la que pertenecían.
EL PROTODINÁSTICO
Las más grandes tumbas pertenecientes a este período eran las numeradas 224 y 239. Ambas habían sido robadas y no se pudo recobrar información sobre sus ocupantes, pero suficiente evidencia sobrevivió para indicar que se trataba de enterramientos de personajes de alto status. La primera tenía un volumen de casi 4 metros cúbicos, sus paredes estaban revestidas con ladrillos cubiertos de una capa de revoque y en su interior se hallaron dos vasos de alabastro, 6 vasos de cerámica y otros objetos de menor importancia. La segunda tenía un volumen ligeramente superior a los 5 metros cúbicos y aunque había sido concienzudamente robada, algunas cuentas de collar y un brazalete pudieron ser recobrados.
Otras dos tumbas fueron encontradas, con ocupante no identificado pero con características especiales, nos referimos a las numeradas 210 y 211, ambas más grandes que el promedio para el Protodinástico en Matmar, con un volumen ligeramente inferior a los 2 metros cúbicos, cada una de ellas contaba con un ataúd de madera. La primera fue hallada intacta y contenía siete vasos de cerámica, un vaso de alabastro y otros objetos menores. La segunda había sido robada pero en ella se encontraron ocho vasos de cerámica, tres vasos de alabastro, dos agujas de cabello de marfil, una paleta de esquisto y otros objetos pequeños.
La tumba 221 había sido también robada, era mucho más grande que el promedio para este período aquí con un volumen de 2.26 metros cúbicos y el hombre que había sido sepultado en ella yacía en un ataúd de madera. Entre las ofrendas funerarias que llegaron hasta nosotros se pueden citar tres vasos de cerámica y una gran paleta de esquisto como los más interesantes.
Un hombre era también el ocupante de la tumba 222 y había sido sepultado en un ataúd de madera. Era algo más grande que el promedio y sus paredes habían sido revestidas de ladrillos revocados con barro del Nilo. Muchos objetos fueron encontrados en su interior como por ejemplo, seis vasos de cerámica, dos vasos de alabastro y una cuchara de marfil.
Otro hombre era el ocupante de la tumba 213 sobre la que no se dio información sobre su tamaño. Había sido robada, sus paredes habían sido revestidas de ladrillos revocados y el cuerpo había sido sepultado en un ataúd de madera. Los objetos incluían seis vasos de cerámica y un platillo de alabastro.
La tumba 1065 había sido también robada, su tamaño era más del doble del promedio con un volumen de algo más de 3 metros cúbicos y la ocupante era una mujer adulta que había sido enterrada en un ataúd de madera. Se recobraron cinco vasos de cerámica y una aguja de hueso que habían sido parte del ajuar funerario original.
En la tumba 236, también violada y más grande que el promedio con casi 2 metros cúbicos, otra mujer yacía con una variedad de objetos tales como seis vasos de cerámica, un vaso de alabastro, un brazalete de marfil y un extraño artefacto chato de alabastro con canaletas transversales en toda su longitud, cuya función nos resulta enigmática. Esta tumba había tenido originalmente un techo apoyado en postes.
Una tumba intacta de tamaño promedio, 218, contenía un ataúd de cerámica en el cual yacía una mujer. Siete vasos del mismo material, algunos colocados dentro del ataúd, otros fuera del mismo, una larga paleta de esquisto y varias cuentas formaban parte del ajuar funerario.
Otra mujer era la ocupante de la tumba 235, más pequeña que el promedio, pero el cadáver reposaba en un ataúd de madera hecho con gruesos tablones de 1.5 cm de espesor. Se hallaron en ella también seis vasos de cerámica, un brazalete de caparazón de molusco y algunas cuentas.
Sub-adultos de forma notable estaban presentes en este período. La tumba intacta 229, de tamaño ligeramente menor que el promedio, albergaba a un niño de alrededor de 13 años enterrado en un ataúd de madera con cuatro vasos de cerámica, dos agujas de marfil y una paleta de esquisto, además de las cuentas usuales que indicaban la presencia de brazaletes, collares, cinturones u otros adornos similares. Esta tumba había sido provista de un techo sostenido por postes. Otro niño había sido sepultado en la tumba 232, descubierta intacta, más pequeña que la anterior, con un volumen de menos de un metro cúbico, pero que contenía un vaso de cerámica, cinco brazaletes de caparazón de tortuga, una paleta de esquisto y cuentas.
CONCLUSIONES
Las tumbas que acabamos de estudiar fueron seleccionadas usando como criterios fundamentales su tamaño o su riqueza en ofrendas funerarias, pero otros elementos tales como su construcción elaborada o la presencia de artículos de lujo fueron también tenidos en cuenta.
Nos cuesta personalmente mucho aceptar el principio implícito en algunas publicaciones recientes según las cuales objetos raros o menos frecuentes en las tumbas, eran probablemente más valiosos para los habitantes de las aldeas contemporáneas (15). Las posibles razones para que un objeto fuera menos frecuente en los cementerios son muchas y no necesariamente porque eran considerados como más valiosos. Un objeto puede ser raro en un sitio arqueológico porque había sido obtenido de otra región por vía comercial o porque la materia prima para su confección no fuera abundante o porque su naturaleza frágil comprometía su supervivencia o porque era apreciado por algunos de los miembros de la comunidad por razones personales sin que ello fuera compartido por la mayoría, todo lo cual no implica que tales artefactos tuvieran un valor generalmente considerado como elevado e indicador de status. De modo que tal criterio, a menos que cuente con el apoyo de otra evidencia tal como la asociación de esos objetos repetidamente con tumbas notablemente grandes o ricas o que su fabricación demandara gran esfuerzo o que se hubiera otorgado un valor especial a los mismos en todas las épocas en Egipto con prueba documental de tal preferencia, se nos presenta como no muy convincente.
Las tumbas seleccionadas resaltaban netamente de la gran masa de otras más pequeñas o pobremente dotadas en cada período y veremos a continuación hasta qué punto llegaba esta diferenciación en cada caso y como las circunstancias cambiaron con el tiempo.
Quisiéramos asimismo enfatizar que las conclusiones que obtendremos de estos sitios arqueológicos son aplicables solamente a una región marginal del desarrollo predinástico de Egipto y no son necesariamente válidas para ser extrapoladas a otros lugares contemporáneos de Egipto o para representar las condiciones o el desarrollo allí.
Es lamentable que Brunton sólo publicó dos mapas detallados de alguno de estos cementerios, lo que nos impide hacer una mejor evaluación de la distribución espacial de las tumbas y posibles desplazamientos en el tiempo (16).
Pensamos que una clasificación cronológica dividiendo los grandes períodos en subperíodos (por ejemplo, el amraciense o Naqada I que desde 1956 se divide en Naqada Ia, Ib, Ic, etc.), es aconsejable en sitios de grandes dimensiones, donde cada sub-período aparece representado por números sustanciales de tumbas o artefactos lo que permite extraer conclusiones estadísticamente válidas. Nos parece que cuando tal subdivisión se aplica a pequeños yacimientos arqueológicos o a sitios publicados en forma muy incompleta, se llega a una excesiva fragmentación de la información sobre la que no pueden apoyarse conclusiones firmes.
En lo concerniente al tamaño de las seis tumbas badarienses que seleccionamos como reveladoras del mayor status de sus ocupantes, una gran brecha las separaba de las otras sepulturas contemporáneas en Matmar. La más pequeña de este grupo de tumbas de gran volumen medía 1.68 metros cúbicos y tenía más del doble del tamaño promedio del siguiente grupo que no excedía en mucho el promedio general badariense. No hace falta decir que una brecha aún mayor las separaba en este sentido de la gran masa de tumbas menores cuyo volumen oscilaba entre 0.07 y 0.6 metros cúbicos.
Como ya dijimos anteriormente, el número promedio de objetos hallados en esas seis tumbas de mayores dimensiones era el doble dpondiente al promedio para este período aquí, a pesar del hecho de que todas esas grandes tumbas excepto una había sido robadas. Esta diferencia se hace aún más notable si tomamos en cuenta que la mayoría de las tumbas pequeñas fueron encontradas intactas.
También, y con sólo una excepción, es en este grupo de tumbas grandes que se halló evidencia de arreglos funerarios más elaborados tales como capas de ramitas o palos debajo y encima del cuerpo o en los costados y aún en un caso, los agujeros donde ss donde se enterraban los postes que sostenían algún tipo de techo (17).
El amraciense estaba poco representado en Matmar pero el estudio de sus vestigios revela, sin embargo, un salto significativo en el número de objetos depositados en las tumbas como ofrendas funerarias. El tamaño de las sepulturas no indica un avance paralelo más allá del incremento discreto que mencionamos en nuestras palabras preliminares.
El hecho de que algunas de las tumbas ricas y/o de gran tamaño (cinco en veinticuatro, a las que podríamos agregar una sexta (3075) que fue hallada robada y sin ocupante identificable pero que tenía un volumen de casi 2 metros cúbicos y 21 objetos) diferían claramente de las otras sepulturas amracienses se hace evidente al comparar el volumen promedio de estas seis tumbas de 1.4 metros cúbicos con el correspondiente a todas las restantes de tan sólo 0.54 metros cúbicos.
Del mismo modo, el número de objetos hallados en este pequeño grupo de tumbas y el correspondiente al resto de los enterramientos amracienses muestran una notable diferencia. En el primero la cifra de 13.2 objetos contrasta con sólo 4.3 para todas las restantes tumbas. Debido a que la mayoría de las sepulturas en uno y otro caso habían sido robadas, las cifras son comparables.
Además de lo anterior, podemos ver en la tumba más grande el primer intento documentado en Matmar de proveer al difunto con un ataúd de madera revelado por la presencia de tablones de madera situados a ambos lados de la tumba (18).
En otra de las sepulturas de mayor tamaño podemos verificar la continuidad con respecto a la práctica badariense de poner palos encima y debajo del cuerpo en un intento primitivo de protegerlo más allá de lo que se lograba al envolverlo en esteras.
El mayor número global de objetos hallados en las tumbas, la aparición de cerámica decorada y de ataúdes de madera así como la presencia de utensilios líticos finamente trabajados, subrayan el progreso que el amraciense trajo consigo y que se expresa en estos cementerios del área de Matmar.
El gerzeense revela, por otra parte, lo que es probablemente el apogeo de la expresión del desarrollo social predinástico en esta región.
De entre 134 tumbas pertenecientes a este período, 13 se destacan del conjunto como sepulturas de características especiales debido a su tamaño o a su riqueza en ofrendas funerarias o a ambas. Su volumen promedio de 4.3 metros cúbicos y su riqueza promedio de 14.5 objetos, a pesar de que la mayoría habían sido robadas antiguamente, las ponen varias veces por encima de la masa de otras tumbas gerzeenses que no sobresalen de las demás.
El tamaño por sí solo de estas tumbas gerzeenses es más que respetable con valores de alrededor de 9 y 11 metros cúbicos, las más grandes sepulturas predinásticas en Matmar.
Las esteras desaparecen progresivamente de las sepulturas, los ataúdes de madera son más frecuentes entre los ocupantes de los enterramientos de mayores dimensiones o mejor dotados en objetos. Los vasos de piedra, hermosos utensilios de sílex, grandes objetos de metal como una magnífica cabeza de hacha de cobre que escapó de la meticulosa revisación de los ladrones de tumbas (19) y las cabezas de maza también atrajeron la atención de sus descubridores.
La tumba más notoria de este grupo, 3128, no sólo era grande sino que 40 vasos de cerámica fueron encontrados en su interior. Su ocupante, quien debe haber sido un hombre muy importante en su comunidad, fue enterrado en un ataúd de mimbre en tanto que para un perro que lo acompañaba, probablemente su preciada posesión, se destinó un ataúd hecho de gruesas tablas de madera. La riqueza de esta sepultura es más notable si tenemos en cuenta que había sido violada.
La práctica de proveer a algunas de estas tumbas con una superestructura hecha de postes y varias capas de ramas o palos encima, que comenzó en el badariense, continuó en el gerzeense y pudo ser observada en varias de las tumbas más destacables.
En el Protodinástico pudimos identificar trece tumbas que merecían un estudio más pormenorizado por su tamaño, equipamiento en objetos funerarios o por su construcción.
Como un grupo, aunque todas ellas son claramente diferentes de las otras contemporáneas menos notorias, esta diferenciación no es tan marcada como en los períodos anteriores. El tamaño promedio de estos enterramientos especiales es de 2.2 metros cúbicos (20) y su contenido promedio de objetos era de 10.4, valores que si bien son más altos que los generales para este período, no lo son de forma tan notoria. La última cifra es comparable con la correspondiente a todo el Protodinástico porque la relación tumbas intactas a violadas era similar en ambos casos.
Algunas de estas sepulturas protodinásticas más grandes y/o ricamente dotadas estaban revestidas de ladrillos que habían sido revocados con una capa de barro del Nilo, pero el mismo tratamiento se aplicó a otras tumbas que carecían de características especiales. Lo mismo se aplica a una pequeña cámara o loculus, usualmente excavada en el lado este del enterramiento (21). Ataúdes de madera se hicieron más comunes en el Protodinástico y la antigua costumbre de colocar postes en algunas tumbas para sustentar un techo continuó en algunas de las sepulturas protodinásticas. Los vasos de piedra también se hicieron más comunes, especialmente en las tumbas que sobresalían de entre las demás por uno u otro motivo.
El mayor cuidado puesto en el trabajo y algunos aspectos de la construcción de los enterramientos de este período no ocultan el hecho que muchos de ellos habían sido ejecutados sin mayores aspiraciones y se asemejaban a los simples óvalos de períodos anteriores (22). El progreso que se aprecia en la vida de la población contemporánea y que se expresó en los cementerios parece deberse más al resultado de evolución generalizada que deberse a y estar estimuladas por condiciones locales, las que, por otro lado, no parecen evidenciar una diferenciación social muy marcada.
Finalmente, la impresión general que estos cementerios predinásticos transmiten es de una continua evolución de las costumbres funerarias sin ninguna ruptura notoria, más allá de las previsibles variaciones que implicaron el progreso social y tecnológico y la intensa o disminuida presencia humana en la región en diferentes épocas.
NOTAS
( 1) - J. J. Castillos, "A reappraisal of the published evidence on Egyptian Predynastic and Early Dynastic cemeteries", Toronto, 1982; "A study of the spatial distribution of large and richly endowed tombs in Egyptian Predynastic and Early Dynastic cemeteries", Toronto, 1983; "Pottery distribution in Upper Egyptian Predynastic cemeteries" Rd'E 42 (1991); "Evidence for the appearance of social stratification in Predynastic Egypt", Proceedings of the 7th International Congress of Egyptologists, Cambridge, 1995; "Remarks on the effort-expenditure principle applied to the study of prehistoric burials", Proceedings of the XIII Congress of the International Union of Prehistoric and Protohistoric Sciences", Forlì, 1996; "Abydos in the Egyptian Predynastic", AEGYPTUS ANTIQUA 10, Buenos Aires; "New data on Egyptian Predynastic cemeteries", Rd'E 48 (1997); "Tomb size distribution in Egyptian Predynastic cemeteries", Discussions in Egyptology 40, 1998; "Inequality in Egyptian Predynastic cemeteries", RdE 49, 1998.
( 2) - K. Bard, "A quantitative analysis of the Predynastic burials in Armant cemetery 1400-1500", JEA 74 (1988), pp. 39-55; W. Anderson, "Badarian burials: evidence of social inequality in Middle Egypt during the Predynastic Era", JARCE XXIX (1992), pp. 51-56; W. Griswold, "Measuring social inequality at Armant" in "The Followers of Horus; Studies dedicated to Michael A. Hoffman", Oxford, 1992, pp. 192-198.
( 3) - Castillos, "Tomb size and funerary offerings..." Table 2a.
( 4) - G. Brunton, "The Badarian Civilization and Predynastic remains near Badari", London, 1928; "Mostagedda and the Tasian Culture", London, 1937.
( 5) - G. Brunton, "Matmar", London, 1948.
( 6) - W. Petrie and J. Quibell, "Naqada and Ballas", London, 1896, p. 8.
( 7) - Brunton, "Matmar", pp. 2-4.
( 8) - Castillos, "A reappraisal...", pp. 129, 137-140.
( 9) - Castillos, "A study of the spatial distribution...", Tables 8a and 8b.
(10) - Castillos, "A study of the spatial distribution...", Plates V-VII.
(11) - Castillos, "Tomb size distribution...", Histograms 11-14.
(12) - Brunton, "Matmar", p. 5; J. Vandier, "Manuel d'Archéologie Egyptienne" I, París, 1952, p. 210; B. Midant-Reynes, "Préhistoire de l'Egypte", París, 1992, p. 153.
(13) - E. Baumgärtel, "Cultures of Prehistoric Egypt" II, Oxford, 1960, p. 129.
(14) - Baumgärtel, op. cit., pp. 141-142.
(15) - K. Bard, "From Farmers to Pharaohs", Sheffield, 1994, decía en p. 62: "The distribution of rare materials (New Materials 1 and 2) in all Predynastic graves was sporadic, however, and did not necessarily correspond with what could be considered the richest graves", blaming this situation on random grave robbing. In page 64 she wrote referring to decorated pots describing them as: "rarer, and therefore, probably more valued".
(16) - Brunton, "Matmar", Plates XIX and XLV. Bard in her book mentions the first plate as if it was the only plan in Brunton's publication including Predynastic tombs.
(17) - Consulte Brunton, "Badarian civilization", p. 18; "Mostagedda", p. 43.
(18) - Ataúdes de madera aparentemente no fueron encontrados en Badari y definitivamente, no se hallaron en Mostagedda antes del Protodinástico. Ver Brunton, "Badarian civilization", p. 53 y "Mostagedda", p. 82.
(19) - Brunton, "Matmar", p. 20-21.
(20) - La tumba 102 fue fechada por Brunton en el Período Arcaico, más exactamente, en las Dinastías II-III, tenía un volumen de unos 8 metros cúbicos, pero no pertenece a lo que nosotros consideramos ser el Protodinástico, por lo que no la hemos incluido en este estudio.
(21) - Brunton, "Matmar", p. 26.
(22) - Brunton, "Matmar", p. 26.
PRESIONE AQUÍ PARA LEER UNA ENTREVISTA DE "EGYPT REVEALED" CON EL AUTOR SOBRE ESTE TEMA
(El siguiente artículo es la versión castellana de otro en inglés que con algunas ligeras modificaciones fue publicado en H. Györy (ed.), "Mélanges offerts à Edith Varga", Bulletin du Musée Hongrois des Beaux-Arts, Supplément 2001, Budapest, 2001, pp. 29-36):
8 - ESOERIS, LA MOMIA ITINERANTE
por JUAN JOSÉ CASTILLOS
ENGLISH ABSTRACT - For more than one hundred years an ancient Egyptian mummy has been the vedette and undisputed main attraction of several Uruguayan museums. This paper conveys the unusual adventures of this lady and attempts to elaborate on the events that led to its acquisition and later developments as well as on numerous aspects of the studies carried out on these objects by Uruguayan and other scholars.
Hace unos 2.500 años una joven mujer que tenía el piadoso nombre de Ast Wrt (Gran Isis) vivía en la ciudad de Akhmîm, situada en el norte del Alto Egipto, y desempeñaba funciones de sacerdotisa tañedora de sistro, un instrumento musical de percusión, en el templo del dios Min allí.
En los templos del antiguo Egipto había bailarines, cantantes y músicos, sacerdotes y sacerdotisas de categoría inferior, quienes cumplían sus tareas artísticas durante las numerosas ceremonias en honor del dios o diosa que tenían lugar en la residencia divina o mientras el dios visitaba a otras divinidades en la región. El título de tañedora de sistro del dios Min era generalmente asignado a mujeres, aunque ocasionalmente hubo hombres desempeñando tal función1.
El dios Min era una antiquísima divinidad egipcia que se conoce ya de los primeros tiempos de esa civilización, dios de la fertilidad y de los desiertos, vinculado a otros grandes dioses como Isis y Horus, era protector de los viajeros y cazadores y más tarde al favorecer la fertilidad humana también, pasó a ser propiciador de la reproducción y de los embarazos, se le representaba como a un hombre erguido con un falo erecto.
Eso-Eris, como el nombre de esta dama se pronunciaba en el Egipto grecorromano, es también como se conoce a esta momia en Uruguay debido a las versiones de tipo clasicista que fueron utilizadas por los primeros académicos extranjeros de la vieja escuela que hicieron algún tipo de estudio de las inscripciones en su ataúd de madera y que resultaron populares en Uruguay quizás por ser más fácilmente pronunciables. Este nombre, que sería más correctamente expresado como "Esoeris", refleja la primera transcripción hecha por A. Erman a principios del siglo XX como "Eso-Ere". Como pasaba con frecuencia lamentablemente en esa época, Eso-Eris murió joven (probablemente no mucho después de los 25 años) y fue sepultada luego de los procedimientos y ceremonias usuales para alguien de su modesto pero nada despreciable rango. Su nombre, aunque ocasionalmente se usó en el Nuevo Imperio y quizás antes, fue común en la Baja Época y frecuente después2.
Un cierto hombre llamado Nesy-Pa-Mai (o Mahes) ("Él pertenece (al dios) Mahes"), hijo de la dama Ink-n-Mnw ("Yo pertenezco (al dios) Min"), cuya relación con nuestra sacerdotisa no es muy clara, probablemente tomó a su cargo la adecuada preparación de Esoeris para su viaje al otro mundo mediante su momificación y enterramiento, dispuso ser recompensado por sus esfuerzos con una declaración en la inscripción principal en la que "la Osiris Gran Isis" le otorga protección contra todo mal.
Esta momia fue adecuadamente publicada por primera vez en 19763. Intentos anteriores que procuraron referirse a ella por medio de artículos de nivel popular en la prensa local, a veces contenían errores grotescos y embarazosos tales como los que se encuentran en uno de ellos publicado en 1964 por una persona que luego pasó a ocupar una cátedra de Historia Antigua en la universidad estatal de Uruguay, quien declaró solemnemente (y lo que es peor, repitiéndolo enfáticamente luego en el mismo artículo), que los textos en el ataúd estaban escritos en una combinación de escritura jeroglífica, hierática y demótica, lo que de haber sido verdad, habría sido un descubrimiento sensacional, algo así como una Piedra de Rosetta montevideana, pero que en realidad se trataba del resultado de una inspección superficial y de un gesto de arrogancia incompetente4, bastante común desgraciadamente en un país donde advenedizos bien conectados frecuentemente acceden aprovechando circunstancias a posiciones que les quedan grandes, a pesar de escribir disparates que a menudo traen sonrisas a los labios de sus lectores.
La historia de los viajes de esta momia comienza en 1889 cuando un ingeniero uruguayo, Luis Viglione, la compró con su ataúd y máscara funeraria, en la ciudad de El Cairo. Este hombre tuvo una corta pero distinguida carrera, nació en Tacuarembó (Uruguay) en 1852, emigró a Argentina donde estudió en la universidad graduándose de ingeniero y donde trabajó muchos años. Fue designado miembro de la Comisión Oficial que en el vecino país planeó la fundación de la ciudad de La Plata.
En 1889 visitó Egipto y un año después de su regreso donó esta momia egipcia al Museo Nacional de Historia Natural, donde permaneció hasta 1977. El generoso ingeniero, quien nunca olvidó a su tierra natal a pesar de su radicación en el extranjero, describió este evento en su libro de viajes que publicó en 1890: "Adquirí del Museo (de Boulaq) una excelente reproducción de dicha estatua (se refiere a la famosa del faraón Khefrén instalado en su trono) y también dos momias, una completa con su sarcófago de época faraónica que podrán verla en Buenos Aires5". Viglione murió allí en 1891, poco después de su regreso de Egipto. La segunda momia que él compró en El Cairo, un pobre ejemplo consistente en poco más de un esqueleto, fue donada al Museo de La Plata en Argentina.
Estas momias fueron probablemente parte del resultado de una intensa explotación de los antiguos cementerios situados en las proximidades de Akhmîm por parte de traficantes nativos que tuvo lugar durante los años 80 del siglo XIX y que inundó el mercado de antigüedades de El Cairo de objetos provenientes de esa región de Egipto, que se vendían a los turistas y se esparcieron por el mundo6.
En 1890, el Director del Museo Nacional de Historia Natural, Dr. Carlos Berg, decidió retirar las vendas que cubrían a su momia egipcia pero con la inusitada idea de dejar la mitad de ellas tal como habían sido dispuestas, de modo que el público pudiera apreciar de un lado de la sala la momia vendada y del otro, el excelente estado de conservación del cuerpo expuesto. Esto se logró por medio de una incisión longitudinal que fue del cuello a los pies retirando solamente las vendas que cubrían el lado izquierdo del cuerpo. No hemos visto un tratamiento similar efectuado a una momia egipcia en ningún otro museo y aunque ha sido criticado por exponer a la momia a un posterior deterioro, ha resultado durante muchos años ser una exhibición sumamente didáctica que permite la contemplación en una sola momia de ambos aspectos, vendada y sin las vendas que la cubrían.
Al transcurrir los años, y a pesar del interés sostenido que estos objetos despertaron en el público, hasta 1973 no se realizaron intentos serios por estudiarla debidamente para publicarla de modo que algunas de sus peculiares características pudieran ser más ampliamente conocidas. Por ejemplo, en los años 60 del siglo pasado un equipo de radiólogos utilizando una unidad portátil radiografió a esta momia pero los resultados no fueron publicados hasta más de diez años después.
A principios del siglo pasado se envió una carta incluyendo fotografías de estos objetos a A. Erman, el famoso egiptólogo y filólogo alemán, autor de gramáticas y diccionarios del idioma del antiguo Egipto, pidiéndole que los evaluara y de ser posible, aportara una traducción de los textos del ataúd. Erman respondió con información que en algunos puntos resultó ser incorrecta (por ejemplo, él pensó sin dar evidencia que lo corroborara, que el hombre mencionado en el ataúd era el padre de Eso-Eris e incluyó en su versión a una mujer, Muthotep, que no aparece por ninguna parte en las inscripciones), pero su carta incluye la primera identificación de algunos de los textos como versiones de fragmentos de los Textos de las Pirámides, en vez de los mucho más comunes capítulos del Libro de los Muertos, algo que J. Capart, otro famoso egiptólogo belga, especializado en el arte egipcio antiguo, notó también y registró en su diario de viaje cuando visitó Montevideo y este museo en 1936.
El primer estudio completo con una traducción de las inscripciones del ataúd se publicó en 19807. Unos años antes habíamos enviado una primera versión de nuestra traducción a R. Faulkner, prestigioso especialista británico en estos textos religiosos egipcios, quien gentilmente respondió con una larga carta apoyando nuestras traducciones e interpretaciones e incorporando solamente algunas correcciones de detalle. Al final de esta página incluimos una versión escaneada de la carta manuscrita del Dr. Faulkner que significó un gran aliento para un joven egiptólogo uruguayo en ciernes y muestra la grandeza de espíritu y caballerosidad de un eminente egiptólogo, lamentablemente fallecido.
Es curioso que a pesar de las nuevas traducciones que corregían algunos aspectos de la interpretación de estos textos, respaldadas por prestigiosos especialistas modernos, la dirección del Museo de Historia Natural se aferró a las antiguas versiones y mantuvo hasta el traslado reciente de esta momia, un vetusto cartel donde se impartía al público información errónea de principios de siglo.
Las inscripciones consisten en un texto principal y cuatro más breves situados simétricamente más arriba, todos dispuestos en columnas verticales paralelas, y otro horizontal que se despliega alrededor de las cuatro caras del pequeño pedestal de madera del ataúd, en caracteres jeroglíficos cursivos.
A continuación proporcionaré lo que pude rescatar de la inscripción principal, que sufrió durante muchos años debido a la exhibición sin adecuada protección de estos objetos y que provocó la pérdida de muchos trozos de la capa de yeso que cubría la madera y sobre la que escribieron los antiguos escribas funerarios egipcios:
En los cuatro breves textos superiores los dioses Anubis, Isis, Neftis y otro dios, aparecen declarando que protegen a la Osiris tañedora de sistro del dios Min, Gran Isis, justificada. En la larga inscripción del pedestal hallamos la fórmula usual htp-di-nsw deseándole a Gran Isis todo tipo de ofrendas en el más allá, de acuerdo a la fórmula tradicional que en este caso adopta la forma de "el rey da una ofrenda a Osiris y a Sokar-Osiris, quien está en Akhmîm", lo que demuestra el lugar de procedencia de la momia al mencionar con su nombre egipcio a dicha ciudad.
Es destacable que en estos textos se usan versiones de los Textos de las Pirámides, por ejemplo, Pyr § 17, 580, 638, 825. En el comienzo de la inscripción principal, A. Bianchi8, quien también estudió este ataúd, prefiere leer que los dioses Osiris e Isis protegen a Nesy-Pa-Mahes en vez de ser la Osiris Gran Isis quien ofrece tal protección.
El hombre llamado Nesy-Pa-Mai (o Mahes) mencionado en estos textos podría ser el sacerdote cuyo ataúd decorado de la XXVII dinastía está en el Museo de Berlín9, muy similar en aspecto al utilizado para nuestra momia de Montevideo aunque conteniendo una decoración más elaborada y textos más extensos que también incluyen fragmentos de los mismos Textos de las Pirámides.
Hace ya veinte años J. R. Ogdon había planteado que debido a la diferencia en estilo de la decoración de la máscara, que tiene un aspecto Ptolomeico, y el ataúd, que es claramente Baja Época, cabía la posibilidad de que no fueran contemporáneos y que hubieran sido tomados de diferentes momias para reunir un "paquete" más atractivo para un turista desprevenido. A. Bianchi, más recientemente, adoptó una posición similar10 y un estudio más pormenorizado de estos objetos está actualmente en curso en el museo para aclarar este punto, incluyendo determinaciones de fecha por medio del radiocarbono.
Cuando Esoeris llegó a Montevideo y fue instalada en el Museo de Historia Natural, se podría haber pensado que su peregrinaje habría concluido y que se le permitiría descansar en paz en medio de los múltiples objetos de interés zoológico, paleontológico y antropológico que son el orgullo del más antiguo museo de Uruguay. Así pareció durante más de ochenta años.
Sin embargo, en 1977, mientras Uruguay era gobernado por una dictadura militar, se decidió que la momia egipcia fuera trasladada a un nuevo museo arqueológico que se inauguró en una de las más suntuosas mansiones de Montevideo, el Palacio Taranco, situado en el corazón de la Ciudad Vieja.
Aunque el traslado fue criticado por muchos, otros pensaron que era un paso en la dirección correcta pues junto a esta momia y su ajuar funerario, una colección de cerámica grecorromana y otros objetos más tardíos que habían pertenecido a particulares, parecían integrar un conjunto más armónico como parte de un museo arqueológico que la anticuada y extraña mélange de su anterior ubicación.
Lamentablemente, la política siempre interfiere con las decisiones académicas o culturales, y en 1985, cuando la democracia fue restaurada en el país, se iniciaron procedimientos administrativos por parte de los anteriores custodios de la momia egipcia para devolverla al Museo de Historia Natural, adonde regresó poco después luego de que el nuevo gobierno aprobara la solicitud.
Hace unos años un grande y moderno Museo de Historia del Arte perteneciente a la Intendencia Municipal de Montevideo, donde se alberga la mayor colección de antigüedades egipcias del país, fue renovado y reabierto al público.
Para asegurarle a la única momia egipcia en Uruguay un lugar de exhibición más apropiado y con una atmósfera mejor controlada, se inició un largo trámite burocrático para que la momia fuera trasladada a este nuevo museo en préstamo por tiempo indefinido del Museo de Historia Natural, que tuvo que cerrar sus puertas temporalmente mientras sus colecciones eran trasladadas a otro sitio.
Después de mucha resistencia por parte de este último, que pensaban haber obtenido por varias razones un derecho de propiedad sobre la momia y que no querían perder un objeto que les aseguraba la mayor atracción de público, por una variedad de circunstancias finalmente se aprobó la transferencia en préstamo por algunos años y en 1999 se realizó el corto viaje de alrededor de dos kilómetros de uno a otro museo.
Esoeris fue llevada a pie por un grupo de voluntarios supervisado por funcionarios del museo y mientras la procesión avanzaba, una muchedumbre la acompañó alertada por los medios de prensa que divulgaron la noticia.
Es la esperanza de quien escribe y de muchos de sus colegas locales que los viajes de esta venerable dama hayan finalizado y que se le permitirá ahora establecerse definitivamente en el Museo de Historia del Arte, que ha procurado instalar para ella un ambiente controlado provisto de sofisticada tecnología que asegure su debida conservación y donde está rodeada de objetos que si los pudiera ver, le serían muy familiares, y donde el público y los estudiantes que la visitan asiduamente la pueden contemplar integrada a un entorno al que obviamente pertenece.
NOTAS
1 - H. Gauthier, "Le personnel du dieu Min", Cairo, 1931, 95.
2 - H. Ranke, "Die Ägyptischen Personennamen", Glückstadt, 1935, I, 4.
3 - Revue d´Égyptologie 28, 1976.
4 - L. Bausero, "La momia egipcia del Museo Nacional de Historia Natural", Suplemento Dominical de "El Día", Montevideo, 2 de Agosto de 1964.
5 - L. Viglione, "Cartas de Nápoles, Alejandría y Cairo de Egipto", Buenos Aires, 1890, 116. Conviene consultar asimismo el trabajo de E. Radovanovic, "Luis Ángel Viglione, un aficionado a la Egiptología", en la Revista "Todo es Historia", Número 298, Abril de 1992, 46-56, donde se aporta mucha información interesante sobre este viajero uruguayo y donde se incluye material gráfico sobre su pasaje por Egipto.
6 - La página oficial en Internet del British Museum, Department of Egyptian Antiquities, afirma lo siguiente sobre este tema: "The extensive cemeteries located to the north-east of the town were excavated with little official supervision in the 1880s. The rock-cut tombs contained many hundred intact burials, mostly dating to the Ptolemaic and Roman Periods. Unfortunately, the mummies, coffins and items of burial equipment were removed without record of their findspots or archaeological context, and today are dispersed around the world".
7 - J. J. Castillos, "Una momia egipcia conservada en el Museo Arqueológico Palacio Taranco de Montevideo", Montevideo, 1980.
8 - A. Bianchi, "Estudios complementarios sobre la momia egipcia del Museo Nacional de Historia Natural de Montevideo", Montevideo, 1993.
9 - J. Baines and J. Malek, "Egipto: Dioses, templos y faraones", Ed. Folio (España), 1993, 118.
10 - A. Bianchi, ibid., 8.
Respuesta a un artículo de Internet sobre esta momia
El 25 de Junio de 2002 en conferencia pública tres grupos de investigadores académicos uruguayos que realizaron trabajos respecto a posible contaminación por hongos o bacterias en estas piezas funerarias (momia, ataúd, mascarilla), fecha de radiocarbono calibrada de estos objetos y la naturaleza de la madera utilizada para el ataúd, informaron sobre los resultados obtenidos según los cuales no hay prácticamente contaminación biológica que amenace la conservación, la madera principal del ataúd es sicomoro y la fecha promedio para el ataúd y las vendas de esta momia se puede ubicar de fines del siglo V a comienzos del siglo IV antes de nuestra era con un 76% de certidumbre, información que confirma la que proporcionamos en nuestra publicación oficial de 1976 y 1980 en que la atribuíamos a un período que abarca las fechas recientemente establecidas por carbono 14, en base a evidencia de naturaleza histórica (iconográfica, filológica) o la proveniente de los primeros trabajos multidisciplinarios realizados en 1973. Nos permitimos sugerir como interesantes posibilidades futuras de investigación, además del estudio de la dentadura de esta momia que se nos ha informado ya está realizándose, una tomografía computada para establecer con precisión el método de momificación empleado para esta sacerdotisa, así como otras posibles patologías y la causa de la muerte, estudios de ADN para comparar esos datos con los de otras momias provenientes de la misma región, la determinación por carbono 14 de la edad de la máscara funeraria que algunos han señalado en base a consideraciones estilísticas que podría no ser contemporánea con los otros objetos así como otros estudios posibles sobre la tecnología empleada para la fabricación del ataúd, identificación del otro tipo de madera también presente en el mismo que no fue mencionado en los trabajos recientes, el estudio de los pigmentos usados para la decoración y muchas otras investigaciones que enriquecerían aún más nuestro conocimiento brindando a expertos uruguayos la posibilidad de publicar tales estudios en nuestra Revista anual o en otras para dar a conocer en una forma académicamente válida y de amplia difusión los resultados de tales trabajos.
A pesar de los intentos de algunos de presentar estos nuevos trabajos como corrigiendo los anteriores o aportando muchos nuevos descubrimientos, quien lea las publicaciones originales de 1976 y 1980 y el resultado de los recientes estudios, podrá comprobar que todos éstos brindaron una total confirmación de lo anteriormente publicado, con algunos pocos elementos nuevos, lo que nos reconforta sobre la calidad de los primeros estudios realizados, pero al mismo tiempo, incurriendo los expertos de reciente intervención en omisiones que estudios anteriores no cometieron, como por ejemplo, la existencia de DOS tipos de madera en el ataúd de esta momia.
El día 29 de Agosto de 2002 tuvo lugar en el Salón de Conferencias del Museo de Historia del Arte una segunda presentación de los resultados de nuevos estudios, que congregó a una muy numerosa concurrencia y que contó con los más modernos sistemas de ilustración audiovisual. La primera estuvo a cargo de los Dres. Susana Sena y Ruben Domínguez y entre los muchos conceptos expresados cabe señalar que las nuevas radiografías realizadas a esta momia en la zona del vientre indicaron que esta sacerdotisa no había estado nunca embarazada ni había dado a luz. Estudios odontológicos indicaron que esta persona ya había cumplido los 18 años antes de fallecer y los espacios intervertebrales corresponden a una persona joven. Se notó cierto desgaste en la dentadura, aunque menor que el observable en otras momias egipcias, que se puede atribuir a la dieta que incluía en esa época pan con granos de arena como impureza. El estudio odontológico mostró asimismo la presencia de zonas de desgaste con forma de V invertida en dos de los incisivos, el examen de otras áreas vecinas a estos dientes indicó que este desgaste o rotura fue hecho con posterioridad a la muerte de la sacerdotisa y consultas efectuadas a otros especialistas en el extranjero que han trabajado con momias egipcias subrayaron lo poco común de este tipo de desgaste o rotura de los incisivos. A continuación, los Sres. Dardo Quintana y Daniel Capretti en nombre del grupo de trabajo del "Proyecto Sothis", que procuró recuperar una aproximación al aspecto facial en vida de esta momia siguiendo las pautas internacionales para este tipo de trabajos, brindaron una detallada exposición de cómo se llevó a cabo este proyecto, concluyendo con la exhibición pública del busto reconstituido de esta sacerdotisa del antiguo Egipto, que se incorporará a la colección del Museo que alberga su momia. En nuestra página de Internet "Ensayos y Otros Aportes" se puede leer el texto oficial de este proyecto que obtuvo un premio en uno de los Concursos que organizó la Sociedad Uruguaya de Egiptología. No obstante, el lector deberá quizás tomar en cuenta que estas reconstrucciones faciales de momias son solamente APROXIMACIONES y pueden no ser totalmente ajustadas a la realidad en vida, como el reciente ejemplo de las tres reconstrucciones diferentes del rostro del rey Tutankhamón muestra claramente.
De izquierda a derecha, imágenes de los trabajos realizados por el equipo multidisciplinario, la réplica en yeso patinado de la cabeza de nuestra momia y dos imágenes del aspecto aproximado en vida de esta sacerdotisa egipcia.
NOTA COMPLEMENTARIA - Al parecer más de una momia de la región de Akhmîm llegó a Sudamérica pues en Chile hay por lo menos dos momias egipcias, adquiridas en Egipto en la misma época que la nuestra, hacia 1890. En una de ellas, las inscripciones mencionan al dios Min y se atribuye esa momia a una tal "Isis-Weret". La publicación respectiva, que gentilmente un paleopatólogo canadiense, Pat Horne, me facilitó, fue hecha por la Dra. Grete Mostny en el Boletín del Museo de Historia Natural de Santiago (Chile), 18, 1940, 87-102. A pesar de intentar ser una corrección de traducciones anteriores fallidas de los textos jeroglíficos asociados a esas momias, su versión contiene numerosos errores que al no haber examinado las piezas, no puedo decir si deben atribuirse a los antiguos escribas o a la traductora. Entre las razones que me hacen inclinar por esta última alternativa, está el hecho de ignorar la mención del dios Min que se hace en uno de los textos. La siguiente imagen proporciona los fundamentos, según la autora, para la atribución de esas momias y el signo del dios omitido en las traducciones.
El día 11 de Julio de 2006 el diario EL PAÍS de Montevideo publicó un suplemento en el que dedicó varias páginas a la única momia egipcia en Uruguay. En ese artículo se menciona a varias personas con nombre y apellido y se dice que "alguien" hizo y coordinó los primeros estudios científicos de esta momia. Los publicó en Europa en varias revistas especializadas, dándola a conocer en el mundo de la egiptología internacional. Es el único egiptólogo de nivel profesional uruguayo, quien contribuyó a que esta momia fuera trasladada al museo donde se encuentra actualmente, pero su nombre no aparece para nada en este artículo. ¿Ocultamiento deliberado? ¿Con qué fines? Una de las tantas cosas inexplicables de este Uruguay del siglo XXI, donde la ingratitud, la mezquindad, la deshonestidad intelectual, el falseamiento de la realidad, parecen contar con la aprobación de muchos y la indiferencia general.
CARTA DEL DR. RAYMOND FAULKNER
OPRIMA AQUÍ PARA IR A LA PÁGINA PRINCIPAL