PUBLICACIÓN IMPRESA O DIGITAL

 

 

 

PUBLICACIÓN IMPRESA O

DIGITAL: UN DILEMA ACTUAL

 

por     JUAN JOSÉ CASTILLOS

 

Instituto Uruguayo de Egiptología

 

 

ENGLISH ABSTRACT – “Printed or digital publication: a current dilemma” by Juan José Castillos – The pros and cons of each of these ways of publishing scholarly articles or books are discussed here as a result of the author´s personal opinion and experiences and of several debates on the subject in which he actively participated.

 

 

Desde hace siglos las publicaciones que hoy llamaríamos académicas se han hecho en forma impresa, mediante libros, folletos o artículos en revistas especializadas.

De esa forma los trabajos publicados han perdurado en bibliotecas por siglos en un formato que no admite modificaciones y si son adecuadamente conservados, se puede esperar que se mantengan de forma legible y admitiendo una cuidadosa consulta por muchos siglos más.

Si extendemos nuestra definición para incluir escritura en otros materiales como el papiro, pergamino u otros usados antiguamente, esa perdurabilidad se puede extender a varios milenios, tal como lo atestiguan innumerables ejemplos en nuestros modernos museos.

Entre las desventajas de esta forma de publicación cabe mencionar su elevado costo actual, especialmente en el caso de tirajes reducidos, la cantidad de espacio físico que requiere su almacenamiento, las dificultades para ubicar información específica, a pesar de cuán completos o extensos sean los índices incluidos en ellas y la necesidad de contacto físico con el material impreso, pues los actuales mecanismos sustitutivos de préstamos interbibliotecarios involucran demoras y dificultades burocráticas poco satisfactorias.

No debemos dejar de mencionar asimismo la naturaleza acídica del papel moderno que se usa en las imprentas, lo que reduce su vida útil, y la depredación cada vez mayor de un recurso natural cada vez más escaso en el mundo.

Con la aparición a fines del siglo XX de las computadoras personales y de internet, se abrieron nuevos horizontes para la difusión del pensamiento y el conocimiento, incorporando una gran variedad de formatos digitales que pueden ser transmitidos casi instantáneamente a lugares muy distantes de nuestro planeta.

Algunos de dichos medios son las antiguas cintas magnéticas, las disquetes, los discos duros, el CD-ROM y el DVD.

Las ventajas de estos medios incluyen su costo reducido, su confiabilidad con muy escasa incidencia de errores, el pequeño espacio físico que requiere su almacenamiento, la posibilidad de ubicar información puntual con gran rapidez y de poder transmitir esa información de muchas formas y muy rápidamente.

Además, se pueden incluir en ellos numerosas ilustraciones o láminas en colores, que anteriormente era muy difícil y hasta imposible por un problema de costos.

Tampoco debemos ignorar que publicaciones muy costosas y de muy difícil obtención en el mercado, como por ejemplo los Ancient Records de Breasted, el diccionario de Erman y Grapow o la Hieratische Paläographie de Möller, entre muchas otras, hoy están disponibles gratuitamente en este formato y se pueden encontrar en internet.

Entre las desventajas podemos mencionar la escasa durabilidad de los diversos medios disponibles actualmente y la gran facilidad con que se pueden violar los derechos de autor, difundiendo ilegalmente publicaciones protegidas por convenios internacionales que procuran impedir dentro de ciertos plazos que circulen copias no autorizadas.

Además no podemos ignorar que las publicaciones digitales requieren de medios tecnológicos para su lectura, que muy pronto se tornan obsoletos y que sin ellos, por más que el texto esté almacenado de alguna forma, son inaccesibles.

Debo confesar que como muchos otros, he tenido toda mi vida un gran amor por los libros. Debido a ello, a lo largo de los años he reunido una considerable biblioteca de más de cinco mil volúmenes, entre ellos libros antiguos de los siglos XVI, XVII y XVIII, que han sido una fuente de solaz y formación cultural para mí, así como una invalorable ayuda en mis investigaciones en egiptología.

Sin embargo, desde el punto de vista de consideraciones prácticas, no debemos pasar por alto el hecho que 500 libros ocupan casi una pared entera de estanterías en una habitación de dimensiones normales en tanto que el mismo número de volúmenes caben hoy en forma digital en un solo disco de CD-ROM de 700 megabytes. Si usáramos un disco de DVD, entonces muchos miles de libros podrían almacenarse en uno de ellos y si se tratara de un disco duro de 500 gigabytes, entonces el contenido de toda una biblioteca institucional podría disponerse sin dificultad en ese único dispositivo de unos pocos centímetros de largo o ancho.

No parece haber límites para el desarrollo de la tecnología en este sentido y por lo tanto no es inverosímil que algún día contemos con medios digitales de aún mayor capacidad de almacenamiento.

A pesar de todo, continúa siendo mal visto citar en publicaciones académicas de egiptología páginas web o referencias digitales y ello se debe en parte a que no existe ninguna garantía de inalterabilidad del contenido de tales fuentes bibliográficas ni su disponibilidad ininterrumpida para consultas y verificaciones.

El desarrollo de formatos más confiables como el .pdf, que aseguran hasta cierto punto la estabilidad del contenido publicado, no ha cambiado sustancialmente esta situación ya que un libro o artículo citado puede ubicarse en forma impresa con relativa facilidad en bibliotecas, en tanto que no ocurre siempre lo mismo con textos digitales, al dejar de existir o ser modificados los servidores que los almacenan.

Sin embargo, los crecientes costos de impresión han llevado a algunas instituciones a publicar material en este último medio y hasta existen hoy en día revistas exclusivamente digitales.

En los numerosos debates sobre este tema en que he participado, mi posición ha oscilado entre uno u otro extremo, entre la permanencia de lo impreso como medio confiable y tangible, y su sustitución inevitable por el medio digital, por las razones expuestas.

Mi experiencia con estos medios, más allá del entusiasmo por las nuevas posibilidades que han abierto, por ejemplo, de someter textos para su publicación en revistas por medio del correo electrónico en vez de en forma impresa usando el lento correo normal o de difundir ampliamente artículos de investigación o de divulgación, es que no son muy confiables a muy largo plazo. A pesar de que cintas magnéticas grabadas usando algunas de las primeras computadoras personales de poco después de 1980 todavía hoy, casi treinta años después, puedo leerlas sin dificultad, y a pesar de haberlas protegido cuidadosamente del polvo ambiental, de la humedad y de los efectos de campos magnéticos, he tenido casos de algunas que ya no pueden ser leídas, cosa que me ha sucedido frecuentemente con disquetes y discos duros, que tienen una vida media aún menor. En el caso de los CD-ROMS y DVDs el medio en que se hace la grabación es sensible a la humedad y a ataques de hongos y otros agentes ambientales, lo que hace dudosa su durabilidad por períodos prolongados de tiempo.

La forma en que he protegido mi voluminoso acervo digital en egiptología es por medio de múltiples copias en diversos medios, que actualizo y repito periódicamente, pero ello no oculta el hecho fundamental de que en unas pocas décadas cada uno de ellos indefectiblemente dejará de funcionar con la pérdida del a menudo valioso contenido.

A mi ver, debido a las respectivas ventajas de uno y otro medio, ambos coexistirán, con el digital para la difusión rápida de información, para la confección de catálogos y resúmenes que faciliten las consultas en bibliotecas y el impreso para las publicaciones de mayor enjundia, que requieran mayor permanencia y fiabilidad.

Las publicaciones digitales tendrán asegurada una mayor durabilidad si quienes desarrollan tecnología continúan manteniendo la compatibilidad actual de sus productos con antiguos formatos en desuso u obsoletos y por medio de la continua creación de versiones de respaldo que solucionen el problema de la corta vida de los medios empleados para su almacenamiento.

Este es un tema abierto a discusión y de difícil solución, pero mi convicción en este momento es que el medio impreso tal como lo conocemos continuará existiendo hasta que la tecnología desarrolle un nuevo medio que tenga mayor durabilidad que el papel actual y en el que la impresión sea realmente indeleble e inmune a los cambios ambientales y que no requiera de medios tecnológicos, frecuentemente de efímera vida útil, para su lectura.

 

 

 

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