ENSAYOS DE EGIPTOLOGÍA 50

 

 

50 - BREVE RESUMEN DE LA

HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

 

por   LAURA GARCÍA CASTAÑARES

 

 

 

LOS ORÍGENES

 

La historia de Egipto, entendida como una descripción del modo de vida y el medio en que vivían, puede empezar en la época paleolítica, aún siendo una historia hecha de hipótesis y suposiciones.

En la época neolítica, es decir, unos l0.000 años antes de Jesucristo, según los autores de principios del siglo XX, ya vivían en el país dos pueblos muy distintos y de diverso origen: uno de raza africana, provenía del centro de Africa; el otro de raza mediterránea, había llegado desde Asia Central. También otros autores creían que un tercer grupo se había asentado allí, procedente de la legendaria Atlántida y llegado al valle del Nilo pasando por Libia. Fue así como se habrían formado dos grupos de civilizaciones: el primero se detuvo en el norte del país, en la región del Delta, fundando la primera aglomeración urbana, Merimda; el segundo se estableció en el sur y tuvo Tasa como capital del distrito.

Según esos autores, el pueblo egipcio, pues, ya estaba dividido en dos grupos desde aquella lejana época y habría quedado un rastro de ello en la división del territorio en Nomos (así llamados por los griegos) de los que había veintidós en el Alto Egipto y veinte en el Bajo.

Estos eran aún los albores de la civilización, la época que los Egipcios llamaron "el tiempo del Dios", en que el rey Osiris ocupaba el trono de Egipto. Según la leyenda, fue el mismo Osiris quien realizó la primera unificación de los dos grupos étnicos; pero ella fue de corta duración, pues hay que llegar aproximadamente a 3.200 a. de J.C. para hablar de historia egipcia.

Hoy en día y por todo el conocimiento nuevo aportado por la arqueología, los especialistas sostienen que el desarrollo que produjo la civilización egipcia fue un fenómeno básicamente interno, llevado a cabo por una población muy mezclada debido a las inmigraciones de varios lugares de África que convergieron en Egipto.

 

 

UNIÓN DEL ALTO Y BAJO EGIPTO

 

La historia comienza con el rey Narmer, identificado por algunos como el mítico rey Menes, quien fue el unificador de los dos reinos y fundó la primera de las treinta y una dinastías que se sucedieron en el trono egipcio hasta 332, año de la conquista de Alejandro Magno.

Existían varias coronas, símbolo de la realeza: la blanca del Norte, la roja del Sur y la doble corona, formada por las dos anteriores, que simbolizaba la unidad del reino. Asimismo, el buitre era el símbolo del Alto Egipto y el áspid el del Bajo Egipto.

 

 

 

EL IMPERIO ANTIGUO

 

El Imperio Antiguo, que comienza hacia 3.200 a. de J.C., es considerado por muchos como el período más feliz de toda la historia egipcia. Es también llamado Imperio Menfita, pues entonces la capital fue trasladada de Abidos a Menfis, nombre griego de Menefert, capital del I nomo del Bajo Egipto. Durante este primer período de la historia egipcia es cuando

se crearon las primeras leyes civiles y religiosas, se fijaron los cánones artísticos y se desarrolló la escritura. El faraón más importante de aquel tiempo fue Zoser, fundador de la III dinastía, y a él se debe la construcción del primer gran monumento de piedra de Egipto, la pirámide escalonada de Saqqarah. Fue él también quien por primera vez llamó a un ministro para que le ayudara en la administración de su reino, siempre más difícil y compleja. Además, Zoser llevó a cabo varias expediciones militares hacia Nubia, allende la primera catarata y hacia el Sinaí.

La V dinastía tomó el nombre de "heliopolitana" por haberse originado en Heliópolis y también porque según la leyenda sus tres primeros faraones fueron concebidos por la mujer de un sacerdote de Ra, por obra del mismo dios. Es a partir de aquel tiempo que todos los faraones tomaron el nombre de "Hijos de Ra ".

Los Textos de la Pirámides datan de aquel período, en que se realizaron expediciones militares que se internaron en Asia y Libia. La personalidad más notable de la VI y última dinastía del Imperio Antiguo es la de Pepi II, cuyo reinado fue el más largo de toda la historia de Egipto: subió al trono a la edad de 6 años y lo ocupó por noventa y cuatro años. Pero ya el poder central iba debilitándose y dispersándose en las manos de los nomarcas (príncipes feudales) que se lo transmitían de uno a otro sin que el faraón pudiera intervenir u oponerse.

Empieza entonces el primer período intermedio. Es una época larga, obscura y agitada, en que Egipto es atormentado por la anarquía y el desorden social. Se extiende este período desde la VII dinastía (hacia 2.l80 a. de J.C.) a la XI dinastía (hacia 2.130 a. de J.C.).

 

 

EL IMPERIO MEDIO

 

El Imperio Medio comienza hacia 2.060 a. de J.C. a fines de la XI dinastía. Buscando apoyo en la clase acomodada, el faraón Mentuhotep I logró restablecer su poder sobre el Bajo Egipto. Durante el reinado de sus sucesores Mentuhotep II y Mentuhotep III, toman mayor impulso los tráficos, se abre una vía comercial hacia el mar Rojo y prosigue la política de expansión en Nubia. Hacia el año 2.000 a. de J.C. tiene comienzo la XII dinastía, una de las más célebres y más grandes de la historia egipcia. Su fundador Amenemhet intensifica el culto de Amón, a quien eleva al más alto rango entre las divinidades. Es un administrador de gran habilidad y bajo su autoridad Egipto conoce un nuevo período de prosperidad. En política exterior Amenemhet lleva los confines de Egipto al corazón mismo de Nubia llegando hasta Korosko, y traba batalla contra los pueblos líbicos. Le sucede su hijo Sesostris I, quien se adueña de las minas de oro del Uadi Allaki. A fin de asegurar la continuidad de la dinastía asocia al trono a su hijo mayor y éste es un ejemplo que muchos de sus sucesores seguirán.

Queda muy poca documentación acerca del reinado de Amenemhet II y Sesostris II, sus sucesores. Se sabe sin embargo que entablaron relaciones comerciales con Fenicia y sanearon la región palustre de Fayum, donde Amenemhet III hará construir más tarde un lujoso palacio, tan complejo que los griegos lo mencionarán como "el Laberinto". Su sucesor Sesostris III fue uno de los soberanos más gloriosos de Egipto. Llevó a cabo cuatro expediciones militares contra Nubia, la que colonizó definitivamente. Avanzó hasta Palestina y mandó edificar fortalezas en los confines con el Sudán. En aquella misma época la vida cultural floreció notablemente, con la creación de obras célebres como el Libro de las dos Vías y los Preceptos de Amenemhet.

La XII dinastía pone fin al Imperio Medio, dando comienzo al segundo período intermedio aún hoy el menos conocido y el más dudoso entre los períodos históricos del antiguo Egipto. Es un período dominado por la invasión de pueblos extranjeros de raza semítica procedentes de Oriente. El sacerdote Manetón de Sebenitos, quien escribió en griego una historia de los Hechos memorables de Egipto, los llama Hiksos, que es una deformación de la palabra egipcia "Hekakhasut" o sea "pueblos extranjeros". Estos invadieron las fértiles planicies del Delta y fortalecieron Avaris, que hicieron su capital. La victoria de los Hiksos sobre los egipcios debió de ser muy fácil, no sólo porque encontraron un gobierno ya vacilante, sino porque disponían de una potencia militar muy superior a la de Egipto: empleaban en efecto, armas de hierro y carros de guerra tirados por caballos, cosa que a los egipcios les era completamente desconocida. Los Hiksos ocuparon Egipto por cerca de un siglo. Por fin, algunos príncipes tebanos, aliados con otras dinastías del Alto Egipto, lograron derrocar al ejército de los invasores. La guerra de reconquista y liberación fue terminada hacia l.622 a. de J.C. por Ahmés, el fundador de la XVIII dinastía, quien acosó a los enemigos hasta el sur de Palestina y luego reunió todo Egipto bajo su cetro.

 

 

EL IMPERIO NUEVO

 

El Imperio Nuevo comienza hacia l.580 a. de J.C. y marca el triunfo del reino egipcio sobre todo el mundo hasta entonces conocido: es un período de poderío militar, no más fundado en una política de defensa sino en la conquista, y de máximo esplendor artístico y cultural. Capital todavía es Tebas y los sacerdotes del dios Amón tienen siempre mayor influencia. Los sucesores inmediatos de Ahmés, es decir Tutmosis I y Tutmosis II, se dedican ante todo a conquistas y expediciones militares.

Distinta es la actitud de la reina Hatshepsut, quien se proclama regente después de alejar a su sobrino Tutmosis III y reina sola por veintidós años, llevando barba y vistiéndose con trajes de hombre. Tranquilo en el campo militar, el reinado de Hatshepsut es fervoroso en el campo artístico: fue ella, por ejemplo, quien mandó edificar esa obra maestra de arquitectura que es el conjunto funerario de Deir-el-Bahari. A su muerte Tutmosis III recupera el trono después de haber hecho borrar de todos los monumentos el nombre de la usurpadora y reina por treinta y cuatro años. Bajo su autoridad Egipto vive una de sus épocas de mayor esplendor. Con diecisiete expediciones militares en Asia, derrota definitivamente a los Mitanios. Han quedado célebres en la historia sus victorias: Kadesh, Meggido, Karkhemish. Ahora la influencia del imperio egipcio llega a también a las islas de Creta, Chipre y el grupo de las Cícladas. Al fin de su reinado Tutmosis III llega hasta la cuarta catarata, extendiendo así los confines desde Napata, en Nubia (actualmente Yebel Berkal) hasta el río Éufrates.

Sus sucesores inmediatos se limitan a mantener esta situación: en l.372 a. de J.C. sube al trono egipcio Amenofis IV, quien ha pasado a la historia no sólo como el rey poeta, sino también como el rey herético o cismático. Amedrentado por el clero de Amón, que había creado casi un estado dentro del mismo estado, el faraón reemplaza la religión de Amón con la de Atón, el disco solar, para cuya adoración ya no hace falta un sacerdocio tan elaborado. Cierra por lo tanto los templos y dispersa a los sacerdotes, abandonando Tebas y fundando una nueva capital: Akhetatón ("el horizonte de Atón"), la actual Tell-el-Amarna. Como último acto, cambia su propio nombre: no se llama más Amenofis, que significa "Amón está contento", sino Akhenatón, o sea, "esto le agrada a Atón". Sin embargo, el cisma no le sobrevivió: la corona pasó al muy joven Tutankhatón, quien bajo la influencia de la hermosísima Nefertiti ("la hermosa que aquí viene") esposa de Akhenatón, volvió poco después de Tebas, restableció el culto de Amón y cambió su nombre por el de Tutankhamón.

Este rey, muerto misteriosamente a los dieciocho años de edad, ha pasado a la historia por el memorable hallazgo que de su tumba hizo Howard Carter en l.922.

Sin embargo, en tanto que Egipto va hundiéndose siempre más en la anarquía, el poder pasa ahora a manos de los militares, de Horemheb a Ramsés I (un militar de profesión), luego a Seti I, quien reanuda la política de conquistas en el Oriente, y a continuación a Ramsés II, apellidado el Grande, quien se dedica con todo empeño a guerrear contra los Hititas.

Los detuvo en Kadesh, en una épica batalla cuyo éxito fue incierto, no dando lugar ni a vencedores ni a vencidos. En los sesenta y siete años de su reinado el faraón quiso expresar toda su potencia en monumentos colosales (Abú Simbel, Karnak, Luxor).

A su muerte le sucedió su hijo Merneptah y con él tiene comienzo la lenta pero inexorable decadencia del imperio egipcio: la anarquía interior y la llegada de los pueblos del mar a fines del segundo milenio a Libia, Asia y toda el área del Mediterráneo, pondrán fin al ya precario equilibrio interno.

El tercer período intermedio empieza en l.085 a. J.C. con el advenimiento de la XXI dinastía y el traslado de la capital a Tanis. Enseguida el poder pasa a las dinastías líbicas y más tarde etiópicas, siendo la capital nuevamente trasladada a Napata, en el Sudán. Llega después la época de la dinastía saíta y de las dominaciones persas. Es en 524 a. de J.C., durante la XXVII dinastía, que los Persas de Cambises conquistan Egipto por primera vez. En 332 a. de J.C. los Egipcios reclaman la ayuda de Alejandro Magno, quien será acogido como un libertador y a quien el oráculo de Luxor llama "hijo de Ra". Alejandro funda la ciudad de Alejandría (donde se le sepultará en 323 a. de J.C.) ciudad que llegará rápidamente a ser el centro cultural de todo el mundo antiguo. A su muerte, Egipto es gobernado por la dinastía ptolemaica (o de los Lágidas) con la que empieza el proceso de helenización del país.

Los dos siglos anteriores a la venida de Jesucristo encuentran la debilitación progresiva del país frente al astro naciente de Roma, bajo cuyo dominio colonizador cae luego Egipto, siendo declarado provincia romana luego de la muerte de la famosa reina Cleopatra. Por fin, en 395 de nuestra era, a la muerte de Teodosio, Egipto se transforma en una provincia del Imperio de Oriente.

 

 

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