52 - CRÍTICA DE LIBROS
DOMINIC MONSERRAT, "AKHENATEN, HISTORY,
FANTASY AND ANCIENT EGYPT", Londres, 2003
por JUAN JOSÉ CASTILLOS
Desde que los primeros viajeros de la Europa renacentista visitaron Egipto y reprodujeron imágenes de un extraño faraón y su esposa adorando al sol de una forma radicalmente diferente a la que veían en las ruinas de otros antiguos monumentos del país, comenzó la leyenda de Akhenatón.
Este rey hereje, que ha ejercido una poderosa fascinación sobre la imaginación de egiptólogos y aficionados durante más de un siglo, ha sido visto de múltiples maneras, de acuerdo a los prejuicios y la idiosincracia de cada autor.
Pueden contarse por centenares los libros publicados sobre este faraón y su convulsionada época, pero después de leer este reciente trabajo de D. Monserrat debimos concluir que se trata de un enfoque decididamente original del período de Amarna y su protagonista principal.
El autor, que es profesor de Estudios Clásicos en la Open University, de forma muy amena comienza por darnos una visión lo menos partidista posible de los hechos históricos relacionados con este todavía nebuloso período de la historia egipcia faraónica.
A continuación se refiere a los primeros trabajos arqueológicos llevados a cabo en Tell el Amarna, nombre actual del emplazamiento de la antigua ciudad capital construida por Akhenatón en el Egipto central, abandonada luego de una efímera ocupación, hasta los recientes trabajos de B. Kemp y la Egypt Exploration Society.
Luego, D. Monserrat procede a transmitirnos cómo vieron a este faraón y su entorno los pioneros de la egiptología y otros autores como Freud, el fundador del psicoanálisis, teósofos y otros ocultistas, nazis y fascistas, los afrocentristas, que pretenden ver a todos los antiguos egipcios como pertenecientes a la raza negra, y los activistas homosexuales, para muchos de quienes Akhenatón sería uno de los precursores de la práctica pública y desinhibida de sus preferencias sexuales, que consideran afines a las suyas.
Este libro está repleto de información no muy fácil de encontrar sobre los abusos de numerosos autores durante muchas décadas, quienes viendo en los personajes de Amarna lo que deseaban descubrir, nos han dado visiones conflictivas, cuando no grotescas, de este rey y su época.
Nos llamó la atención la omisión en este libro de cómo han visto y ven actualmente a Akhenatón los egipcios modernos musulmanes, con frecuencia víctimas también de sus propios prejuicios, un tema muy interesante aunque quizás un tanto delicado por muchos motivos, lo que posiblemente explique la reticencia del autor.
Cuando D. Monserrat se refiere al afrocentrismo, Ch. Anta Diop, uno de sus más prominentes defensores, es apenas mencionado brevemente en tanto que otros autores menos conocidos son tratados con mucha mayor extensión.
Aunque el autor no hace una clara toma de posición sobre los múltiples problemas históricos de este período, no coincidimos con sus críticas al enfoque procesualista que rige, según él, los actuales trabajos arqueológicos en Tell el Amarna, puesto que ha sido precisamente ese enfoque marcadamente científico y multidisciplinario el que ha revolucionado la arqueología desde la década de los 60 del siglo XX y que ha aportado una enorme riqueza de información nueva sobre los testimonios materiales de nuestro pasado.
Es comprensible que clasicistas acostumbrados a un tratamiento discursivo e intuitivo de la historia se sientan un poco fuera de foco ante la rigurosidad de los métodos de la arqueología moderna, objeciones que se suman a las críticas más válidas de algunos arqueólogos y que se presentan bajo un enfoque denominado "post-procesualista", que nosotros consideramos en el primer caso el resultado de criterios obsoletos y en el segundo, atendibles pero a veces exageradas y carentes de justificación real.
A la luz de los comentarios de D. Monserrat sobre los excesos cometidos por tantos autores sobre Akhenatón y su tiempo, nos sentimos más reafirmados aún en nuestra perspectiva de que si vemos a la historia de las antiguas civilizaciones como un gigantesco rompecabezas que los historiadores y los arqueólogos procuran reconstruir con gran dificultad, en el caso de Amarna las piezas faltantes por muchos motivos son tantas comparadas con nuestro escaso conocimiento de este período, que la posición más prudente es limitarnos a reflejar ese saber parcial absteniéndonos de generalizaciones o conclusiones que no están claramente justificadas por la evidencia disponible.
No debemos jamás ceder a la tentación de procurar ver a nuestros remotos antepasados tal como nos gustaría que hubieran sido, ya que ese camino inevitablemente nos conducirá a especulaciones estériles y de muy efímera validez.
Juzgar e interpretar al pasado y sus protagonistas en sus propios términos y de acuerdo a sus peculiares escalas de valores, a menudo muy distintas de las nuestras, parece ser la actitud más prudente y más provechosa para comprender la historia de la humanidad y ante la precariedad de nuestro conocimiento en cada caso, postergar la interpretación hasta que la información disponible la justifique, algo que en el caso de Amarna es especialmente recomendable pero que muy pocos autores, víctimas de su propia impaciencia, han podido cumplir.
Pensamos que la lectura de este libro puede promover tal recomendable actitud y por ello alentamos su lectura por todos aquellos interesados en el tema del antiguo Egipto.
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