56 - EGIPTO, EL ENIGMA DE LA CONTINUIDAD

 

por  ADELA BROUCHY

 

 

 

  Cuando nos acercamos al estudio de la civilización egipcia es casi imposible no asombrarse ante la maravilla de sus logros arquitectónicos y artísticos. Quizás recién con posterioridad nos hemos asombrado al conocer su historia llena de avatares políticos, con épocas de esplendor y crisis económicas, invasiones extranjeras, guerras, cambios religiosos. Pero llama de manera particular nuestro interés el largo período histórico en que se sucedieron los acontecimientos: en resumen 3.000 años aproximadamente en que una sociedad se desarrolló manteniendo sus rasgos más distintivos.

  Desde el primer faraón conocido hasta la época en que reinó Cleopatra, Egipto es reconocible por el experto y por el lego con sólo observar atentamente los productos - tan pocos en realidad - que han llegado hasta nuestro conocimiento. Según algunos estudiosos sólo el 20% de los templos y construcciones reales se han conservado hasta que se produjo el redescubrimiento de la antigua civilización egipcia.

  Si esto fuera así, más sorprendente es el hecho que una muestra exigua que recorre 3.000 años de historia presente una coherencia en su estilo, en su escritura, que no lo podemos atribuir a otros pueblos. Y una vez que los científicos e historiadores pudieron descifrar el contenido de su legado y tener acceso a las crónicas de estudiosos extranjeros que conocieron este pueblo, se despliega de tal manera la continuidad política y religiosa que nos preguntamos ¿cuáles son los factores que permitieron ese fenómeno?

  En nuestro mundo actual del progreso que se basa en el cambio continuo, cuando se oye hablar de la pérdida de los valores morales y culturales de nuestra sociedad, puede ser interesante tratar de encontrar alguna de las causas que pudieron permitir la continuidad cultural en el marco del necesario desarrollo de una sociedad.

  Por lo pronto nos parece un desafío y basándonos en algunas teorías contemporáneas nos lanzamos a esta aventura no por complicada menos apasionante.

  Lo que se suele llamar el imaginario social o en otros términos el conjunto de imágenes y pensamientos que tienen en común los integrantes de una determinada cultura influye en su comportamiento colectivo. Esas imágenes y pensamientos comunes tienen mecanismos por los cuales se reproducen en la sociedad, entre ellos la transmisión familiar, los "medios de comunicación", las religiones y los productos literarios o en su caso la comunicación oral de mitos y leyendas.

  A través de ellos se establecen modelos de comportamiento privilegiados. Podemos deducir con cierta seguridad que cuantos más modelos de comportamiento compartan los integrantes de una determinada sociedad, más coherente será esa cultura. Sus miembros pensarán y actuarán dentro de un marco común que será transmitido por los núcleos primarios. En la civilización egipcia proponemos a su sistema religioso como una de las bases principales para su continuidad durante miles de años.

  ¿Qué definimos como continuidad?. El hecho de que los rasgos generales de esta cultura son  reconocibles desde el Imperio Antiguo hasta el Imperio Nuevo a pesar de las vicisitudes históricas que incluyeron invasiones de otros pueblos. La forma de gobierno, la escritura, el estilo pictórico, evolucionan dentro de una matriz egipcia, que no puede ser confundida con las culturas cercanas que rodeaban a los egipcios.

  La idea central que intentaremos desarrollar se basa en que el sistema religioso se sustentaba en un conjunto de dioses cuyas características complejas y especiales resultaban funcionales como modelos de comportamiento y aceptables aún para las culturas invasoras.

  Según los principios del aprendizaje observacional o modelado, la exposición pública de imágenes, escritos o mensajes orales, produce en el observador - bajo circunstancias específicas - su memorización y más aún el aprendizaje efectivo de las acciones e ideas que se transmiten.

  Este proceso, llamado modelado y también aprendizaje vicario, es uno de los fundamentales en la difusión y permanencia de ideas y comportamientos en una persona, grupo o sociedad.

  Para entender este concepto nos remitiremos a sus definiciones y principios básicos ya que es parte de la Teoría del Aprendizaje Social postulada por Albert Bandura y sometida a experimentación en diversas oportunidades. Haremos sólo un breve resumen para que los conceptos utilizados sean comprensibles para las finalidades del presente trabajo. Mostremos entonces un proceso de aprendizaje por modelos en sus aspectos fundamentales:

  - El primer requisito es prestar atención al modelo, cualquier distractor disminuye el aprendizaje. Por lo cual un modelo colorido o que se representa de forma llamativa, dramática o si aparece como atractivo o prestigioso, se prestará más atención. Y más aún si el modelo tiene rasgos que lo hacen parecido o cercano al propio observador.

  - En segundo lugar, es necesario retener el modelo, memorizarlo, y esto resulta facilitado si junto a él se exponen palabras, símbolos o imágenes.

  - Un tercer requisito es la reproducción. O sea, poseer la posibilidad o habilidad para reproducir el comportamiento del modelo.

  - Y el cuarto requisito que resulta fundamental para que el observador se comporte efectivamente como el modelo es la motivación, o sea, que el observador haya sido recompensado anteriormente para imitar el modelo o tenga la promesa de serlo o simplemente, y esto es lo novedoso de esta teoría: que el propio modelo aparezca como siendo recompensado, ya sea en forma personal o por su entorno.

  Los dioses egipcios formaban una estructura con características singulares: era extremadamente compleja y a la vez muy flexible. Sus protagonistas no tenían que negarse unos a otros aunque el papel que jugaran fuera opuesto. Tomemos por ejemplo el caso del dios Set, hermano de Osiris, cuando su padre Geb divide el reino, Osiris recibe Egipto como patrimonio y Set el desierto o sea la sequedad en oposición a la tierra fértil y el agua. Set llega a asesinar a Osiris (que luego resucita) y se lo representa como dios guerrero, agresivo y batallador. Sin embargo, un faraón se hizo llamar Seti I (del dios Set) y a la vez en Abydos construyó partes del templo destinado a Osiris; su tercer hijo, Ramsés II también fue adorador del dios Set lo cual no representaba una herejía ya que la guerra era una actividad importante a la que se dedicaba el faraón para defender fronteras o extenderlas.

  Quizás sea más ilustrativo pensar en los reyes cristianos europeos e imaginar a uno de ellos adorando a Satanás sin tener problemas con el clero o la sociedad. En épocas más tempranas, durante la XVIII dinastía, Amenofis IV implantó el culto a Atón de manera exclusiva e hizo cerrar los templos dedicados a Amón. Pero a pesar de estas acciones tan radicales no se produjo ningún genocidio del que tengamos noticia, así como tampoco parece haberlo habido cuando a su muerte se restauró el culto a Amón y a los demás dioses.

  ¿Se debió esto solamente a la sabiduría política de los egipcios o también a que el sol era adorado en una multiplicidad tal de formas que permitió, aunque con dificultades, un breve período "monoteísta" en su culto? Más aún, a nivel popular y privado sin embargo se mantuvo el culto al panteón de los dioses junto a un culto más oficial dedicado a Atón. Es entonces posible asistir a una gran conmoción en las altas esferas religiosas sin una repercusión de igual nivel en el pueblo y sin resquebrajar las bases milenarias de la cultura egipcia.

  Si seguimos el concepto del modelado tenemos que es más probable memorizar e imitar un modelo que se parezca al observador.

  Por lo que nos ha llegado de los atributos de los dioses, éstos reunían en general la contradicción aparente dentro de sí y a la vez, la contradicción era unificada por algunas deidades que resumían principios más abstractos. Podríamos ilustrar este punto tomando algunos ejemplos; ya nos referimos a Set y Osiris unificados por su origen familiar común, perdiendo Set el reino de la tierra a manos de Horus, Osiris fue adorado como dios de los muertos y es difícil discernir cual de estos reinos era más importante para los egipcios.

  En el caso de otras divinidades como Bastet, ésta fue a la vez la que presidía los festivales orgiásticos en su nombre, señora de los placeres, patrona de las mujeres y los niños y considerada curiosamente una diosa virgen.

  Hathor, que se representaba por la vaca, era símbolo de la maternidad y la lactancia y como se la consideraba una diosa del Occidente (donde se ponía el sol) era también diosa de los muertos.

  Jonsu, un dios que se podía llamar menor, tenía un carácter lunar y representaba al igual que Sekhmet, según se presentara como dios joven o maduro, poseedor de la capacidad de provocar enfermedades o de rechazar a los genios malévolos responsables de las mismas. Sekhmet que poseía también esa doble cualidad era patrona de los sacerdotes y los médicos en el arte de curar, mientras los textos sagrados la mencionan a la vez como una manifestación guerrera del Sol.

  Podemos referirnos además a Neftis - esposa de Set - que como diosa de la Naturaleza representaba al Sol en su ocaso y también cuando asomaba por Oriente, por lo cual, cuando tenía el papel de "señora de Occidente" se transformaba en reina de la noche y de los muertos.

  Aún el culto a Osiris, Isis y Horus no eliminó la adoración de Set que fue revitalizada con un faraón tan prestigioso como Ramsés II.

  Estos dioses estaban cercanos a los egipcios en general, ya que las características (contradictorias y complejas) de la personalidad humana: odio y amor, tristeza y alegría, calma y ansiedad, interés y aburrimiento residen en todos nosotros y se manifiestan en diferentes circunstancias, tal cual lo hacían en las divinidades.

  Pero estos dioses no sólo eran contradictorios, lo cual los hubiera hecho incompletos, ya que la necesidad de orden, las ideas comunes que expliquen el por qué de las cosas y la guía de principios superiores a los cuales tender, estaban presentes y representados por otras deidades como Maat cuyo nombre representa la verdad, la justicia, la ley y el orden cósmico, a la vez el orden político representado en el rey y el orden social que compete a cada persona.

  Esta diosa era más una regla moral a imitar y seguir que una figura a quien adorar o pedir. Tal es así que el símbolo que la representa es una pluma que se observa en las escenas del juicio del alma, todo individuo debe comportarse de acuerdo a los principios de Maat, sea cual sea su lugar en la escala social. Este concepto de diosa de la justicia y la verdad de por sí incluye la idea del equilibrio, del justo medio al que hay que tender. Esta antigua diosa se asociaba al dios Thot simbolizando ambos el equilibrio universal - Thot, dios de la sabiduría, transmisor del saber a través de la escritura de quien se lo consideraba inventor -.

  Podemos citar también al dios Amón cuyo nombre significa "el oculto" y tiene también como título "el que mora en todas las cosas" y que luego fue considerado como dios del Sol junto al antiguo Ra, dotado de un carácter personal benévolo, en cuyo honor se fundó el templo de Karnak.

  Maat es la personificación del orden político, cósmico y de la equidad individual y se la identifica a menudo con el ojo de Ra e hija de Atón.

  Paralelo a los dioses animales, a los dioses más abstractos corre la leyenda de Isis, Osiris y Horus, deificados en un proceso continuo que los colocó entre los dioses más cercanos del culto popular hasta exportarse a Grecia y a Roma, sobretodo las figuras de Isis y Osiris.

  Podemos entonces citar a Rudolf Anthes cuando dice "Las cambiantes modelaciones y las maneras liberales prevalecientes en la religión egipcia se equilibraban con su característica tendencia al conservadurismo. Esto se prueba por el hecho de que todo concepto mitológico una vez se probaba válido prácticamente, no se abandonaba nunca". Lo cual nos sumerge en un mundo polifacético que formaba parte primordial en el imaginario egipcio y en su vida cotidiana como expondremos más adelante.

  Los dioses y el faraón además de mantener una ligazón indisoluble, simultáneamente se relacionan con el resto de los habitantes de Egipto, ya que era una base fundamental de su religión el hecho de que el faraón era un dios. Según surge de los rituales conocidos, el faraón representaba a los dioses ante su pueblo de forma paralela a como representaba a su pueblo ante los dioses. Cuando los ritos eran oficiados por el sacerdote, ésto lo hacía como representante del faraón y sustituto suyo.

  Por lo que podríamos decir que el faraón, los dioses, los sacerdotes y el pueblo formaban un "ecosistema" que incluía también otras especies animales y los elementos abióticos como el agua, la tierra, el viento y las fuentes de la energía biológica cuya base es el sol. Si bien esta palabra tiene su marco de referencia en las ciencias naturales podemos traspolarla sólo en el sentido de que sus componentes dependen unos de otros y de su equilibrio general; y esto se reflejaba en la mente de los egipcios como un "sistema cognitivo".

  ¿Cómo podríamos entonces valorar a un conjunto de dioses entre los cuales la mayoría era representada con formas de animales o con cabezas de animales, situándolos con estos rasgos como modelos a seguir?

  Thot que era el prototipo de la sabiduría aparece a veces en forma de babuino y otras en la de ibis. En iguales circunstancias está el cánido Anubis, quien se ocupaba de los difuntos y de las tumbas. El halcón Horus protegiendo al faraón en sus diferentes representaciones; Nut, el cielo, se nos aparece en forma de mujer o de hipopótamo que devora a sus hijos - las estrellas - que nacen y desaparecen al atardecer.

  Bastet -la gata- y Sekhmet -la leona- conviven con Hathor -la vaca- en un conjunto de imágenes que el pueblo podía ver en las paredes externas y las columnas de los grandes templos y palacios.

  Quizás sea difícil imaginar con nuestra mentalidad moderna una religión cuyos símbolos estaban tan presentes en la vida cotidiana que llegaban a pertenecer a ella.  

  Tratando de revivir esta forma de relación con los dioses podríamos pensar en un egipcio de cualquier condición social, que es despertado todas las mañanas por su dios supremo y que es acompañado todo el día por la luz que emana de él.

  En las orillas del Nilo se paseaban los ibis, el gato doméstico encarnaba las características de Bastet y no sería tan extraño ver un halcón surcando el cielo para luego posarse en una rama tal cual era representado muchas veces detrás de la cabeza del faraón. A esa cercanía del reino de lo intangible, de lo supranormal y de los seres reales que poblaban la vida de todos los días se podría agregar quizás la idea de que estos dioses-animales en sus representaciones artísticas no reflejaban una raza humana en particular.

  Aquellos que invadieron Egipto o tomaron el poder manteniendo la estructura política de los faraones y los dioses para sí, no encontraron gran dificultad en identificarse con seres cuyos rostros no pertenecían a una etnia determinada. Faraones de origen sudanés (raza negra), hicsos (asiáticos), griegos (indoeuropeos) se sentaron en el trono de Narmer y fueron protegidos por el Halcón sin que su aspecto físico resultara contrario al de los dioses. Incluso el poder espiritual del faraón estaba en la serpiente Uraeo y no en un dios representado según unas características raciales fácilmente reconocibles.

  Podemos agregar a esto el relativo aislamiento geográfico del valle del Nilo que obligaba a quien tomara el poder desde el extranjero a afincarse allí necesariamente y por lo tanto a introducirse de lleno en la cultura sometida y a exponerse al rico acervo artístico público y al funcionamiento diario de una religión que suponía una práctica continua, perdiendo en parte los vínculos con su cultura de origen. Nada más curioso que los sarcófagos de la época Ptolemaica, por ejemplo. En ellos convive el culto egipcio de los muertos con retratos helenísticos de los difuntos. Aún cuando la historia del Egipto Ptolemaico concluyó con la muerte de Cleopatra, tras lo cual Octavio incorporó Egipto al Imperio Romano como una provincia más, la masa del pueblo sobre todo siguió viviendo bajo los romanos del mismo modo que en la época de los faraones y adorando a los mismos dioses.

  Tuvo que llegar una nueva fe legitimadora de un nuevo poder político con la eliminación de la clase sacerdotal y la decadencia económica para que la cultura egipcia antigua desapareciera.

  Por consiguiente, estos 3.000 años de continuidad como civilización podrían en parte atribuirse a una sociedad que pudo compartir un imaginario social cuya característica inclusiva y conservadora de los valores ético-religiosos y sociales permitió que esta estructura le diera un lugar a cada integrante de la misma y los proyectase a un plano superior a la realidad material integrando sus  vidas cotidianas a un todo que funcionaba junto a los dioses y no por debajo de ellos. Tanto el hipopótamo del Nilo como el faraón tenían un paralelismo en el universo cognitivo de cada egipcio que poseía un valor trascendente y una relación funcional que no podía ni debía ser separada.

  En el exterior de los grandes templos el pueblo admiraba durante las fiestas las magníficas representaciones del poder temporal y espiritual en acción, junto a los símbolos (jeroglíficos) que los sintetizaban y como surge principalmente de las tumbas tebanas, los grandes dignatarios en su viaje al otro mundo se acompañaban de los pescadores, campesinos, artesanos y de los animales y vegetales que sustentaron su vida terrenal y ahora lo harían en el mundo de los difuntos.

  Tal conciencia de la necesidad de unos y otros para la supervivencia del todo parece un rasgo notable de la cultura egipcia y su sistema de creencias generó probablemente los modelos de comportamiento que según los principios del aprendizaje social mantuvieron las conductas durante milenios a pesar de los avatares históricos comunes a todos los procesos sociales.

  Ésta es quizás, una contribución para explicar el enigma de por qué la sociedad egipcia mantuvo su continuidad cultural por un período tan largo de la historia mientras otras culturas la perdieron en un lapso mucho menor ante la influencia de pueblos invasores o crisis internas.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

 

- Samuel Noah Kramer (y otros) - Mitologías del Mundo Antiguo. - Plaza y Janés SA.

- M. Rostovtzeff - Roma. De los orígenes a la última crisis. - EUDEBA.

- Albert Bandura - Social Learning Theory. - General Learning Press.

- Enciclopedia El Ateneo. El hombre, su historia y sus creencias. Tomo II. - El Ateneo editorial.

- La aventura de la Historia - Revistas Nos. 3, 13, 23 y 28. -Arlanza Ediciones SA.>

- Más Allá, Monográfico Nª 22. - JC Ediciones SA.

 

 

 

 

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