LA "LEYENDA NEGRA" SOBRE
QUÉOPE Y LA GRAN PIRÁMIDE:
UN COMENTARIO
por JORGE R. OGDON
En un muy reciente artículo (1), el Prof. Juan J. Castillos llamó la atención sobre el hecho de que, pese a la "leyenda negra" generada por los dichos de Heródoto de Halicarnaso (2) sobre la fama de "tiranos" que rodeaba a Quéope y Quefrén en sus tiempos, y que, por muchos caminos, llegó hasta nuestros días (3), ninguno de ambos monarcas lo fue. Es más, los dos gozaron de extendida fama y sus cultos funerarios se mantuvieron hasta los últimos días de la civilización egipcia.
En esta ocasión, deseamos reafirmar lo sostenido por el Prof. Castillos, repitiendo nuestros argumentos presentados ya hace unos años, en tanto y en cuanto él no comenta nuestra opinión en su nota, la que, sin embargo, sustenta su punto de vista.
En aquella oportunidad (4) rendimos un informe preliminar sobre nuestra indagación, realizada en 1986-87 con el Sr. Claudio Neumann, acerca del diseño y construcción de la Gran Pirámide de Guiza, en la que demostramos la metodología que emplearon los antiguos constructores para llevar a cabo tan magno proyecto de arquitectura funeraria, que llegó a contarse entre las Siete Maravillas del Mundo Antiguo y ser la única que se ha conservado hasta la actualidad.
Aparte de este logro del intelecto, el esfuerzo y la determinación de los antiguos, así como de los modernos investigadores, que no cejaron en resolver lógica y razonablemente cuanto problema se les presentó en el transcurso de su estudio, y dejando a un lado las cifras y los cálculos, cuantiosos y crípticos en ocasiones que demandó la labor, queremos reiterarnos en nuestras indagaciones corroborativas de tal hecho, efectuadas en las expresiones de la mentalidad faraónica y sus postulados fundamentales.
La construcción del monumento de marras marcó un hito en los procesos de diseño y edificación de las grandes construcciones megalíticas, al punto de que fue la primera y única – que sepamos hasta ahora – que introdujo, abierta y abruptamente, la proporción 14:11 en su concepción. En efecto, tanto antes como después de Quéope todas las demás edificaciones funerarias regias emplearon el "triángulo egipcio", y este hecho está hablando por sí mismo de lo inusual que fue la decisión de Quéope, y, tal vez, del por qué nunca más se volvió a erigir otro monumento similar en toda la historia del antiguo Egipto.
Para comprender mejor esta circunstancia debemos volver nuestra atención a las creencias egipcias sobre la Cosmogénesis, i.e., la manera en que el dios demiúrgico creó el Mundo. Todos están más o menos familiarizados con la escuela teológica de Heliópolis y su ristra de dioses solares demiúrgicos. De acuerdo a la leyenda solar, Atum, "Aquel quien Es y quien No Es", dio nacimiento a una pareja de dioses, Shu (el Aire) y Tefnut (el Fuego), la que, a su vez, engendró a otra, Gueb (la Tierra) y Nut (el Cielo = el Agua celeste), la cual, a su turno, dio a luz a otras dos parejas más: Osiris-Isis (la Fertilidad) y Set-Neftys (la Esterilidad). Este árbol genealógico divino se expresó de diversas e infinitas formas y símbolos, e incluso en lenguaje matemático: en efecto, en el atúd (CGCairo 1060) del sacerdote tebano Pediamón, de Época Tardía, encontramos el siguiente texto (5): "Soy Yo (= Atum) el Uno que devino Dos, el Dos que devinieron Cuatro, el Cuatro que devinieron Ocho, y, luego, Soy Yo quien es el Uno".
En el mismo encontramos la expresión matemática más clara un continuum de progresión geométrica similar a la propuesta en la fórmula de la Serie de Fibonacci (6), lo que apunta a que los antiguos arquitectos conocían el uso de la misma – aún cuando su postulación teórica fuera hecha bajo términos muy diferentes a los modernos. En una palabra, este pasaje, aunque de tiempos tardíos, encierra la esencia misma de lo que el mito heliopolitano transmite bajo imágenes "mitológicas", i.e., la manera en que la Divinidad Suprema ha construido y ordenado armónicamente el Mundo Manifiesto. Dejando de lado la ya extraordinaria "coincidencia" de que en la actualidad sabemos que todo el Universo material está "hecho" en base a la relación armónica de
Φ (Fi; el llamado "número de oro" o "sección áurea", equivalente al número 1,618 en notación moderna), lo que puede encontrarse en cualquier manual sobre Simetría y Proporción, el hecho de que Quéope haya usado la "metodología" del Creador en su pirámide es un mojón en la historia de la Revelación – y no del Ocultismo – del camino a la deificación individual, pues de ese modo afirmaba, sin tapujos, la divinidad de su propia persona: "…y, luego, Soy Yo quien es el Uno", al decir del sarcófago de Pediamón – razón por la cual, también, figura como el medio par excellence de resurrección del muerto.No nos cabe la menor duda de que la famosa y enigmática "cantidad de cámaras secretas del Templo de Thot" que Quéope busca conocer a través del mago Dyedi, en el Cuento de Quéope y los Magos (papiro Museo de Berlín 3033) (7), en realidad refiere a la medida divina que le volvería un auténtico dios: el conocimiento y uso de
Ф, para aplicarlo a la construcción de su "horizonte", tal como dice el viejo papiro. El sabio Dyedi respondió negativamente a la pregunta de si conocía la "cantidad", pero sí sabía en donde estaba guardada. La palabra traducida comúnmente como "cantidad", en este caso en particular – pues su significado corriente es "almacenar" (en egipcio: septy) -, fue malinterpretada por Sir Alan Gardiner (y, antes, por Adolf Erman), y el sentido dado por ellos a la misma quedó encapillado en la literatura egiptológica, privándonos de un verdadero entendimiento de lo que el cuento transmite. Sin embargo, y pese a lo opinado por ambos especialistas, la voz está escrita con el determinativo del logograma del "rollo de papiro" (Gardiner Sign-List Y 1), precedido por la terminación dual –y que, en el Reino Antiguo, era lo mismo que –w al momento de formar un adjetivo nisbado, en este caso de ipet, "cuenta, contabilidad, contar (numéricamente)", de donde resultaría "aquel que cuenta" o "contabiliza". Como el término, a su vez, posee un prefijo causativo s-, la lectura literal resultaría ser "aquel que causa la enumeración" = "aquel que contabiliza", y, para el autor de esta nota en particular, esta voz significa que la susodicha "cantidad" era, en realidad, el "número de oro", el valor proporcional y armónico que había dado nacimiento, con su propia expansión geométrica y contínua, a toda la Existencia universal: era esto lo que Quéope buscaba.En pocas palabras, Quéope "materializó" en su monumento la forma en que el Gran Dios creó el Mundo tangible: como lo hace la Serie de Fibonacci, pasando de la Unidad a la Dualidad – determinando el Triángulo primordial – y, de allí en más, de manera proporcional y armónica en una extensión progresiva.
Tal como dijéramos oportunamente: "Tal hecho debe haber caido como un balde de agua fría a los celosos guardianes del Conocimiento, la "literocracia", como la llamó J. Assmann (1985) [8], si es que debemos basarnos en la ‘leyenda negra’ que pesó sobre este monarca y Quefrén, en tiempos de Heródoto y Diodoro Sículo, quienes los pintaban como reyes crueles, explotadores y vanidosos. Sin embargo, los propios egipcios veneraron por muchos siglos la memoria de ambos, así que, probablemente, no fueran muchos los que conocieran el verdadero mensaje encerrado en la imponente mole de piedra del ‘Horizonte de Jufui’ en Guiza. Un mensaje que, ahora, gracias a esta investigación, estamos comenzando a leer de nuevo aunque la piedra no esté escrita" (9).
Así, volvemos a reiterarnos que Quéope, para los egipcios antiguos, lejos de ser visto como un "tirano", como nos lo pinta la tradición clásica griega, en realidad, fue considerado un gobernante digno de quedar registrado en la Historia por su genialidad al usar, para construir su monumento mortuorio, la "cantidad" que, indudablemente, lo transformaría en uno con la deidad suprema.
Prof. JORGE R. OGDON
Centro de Estudios del Antiguo Egipto
Buenos Aires – República Argentina
NOTAS
© 2006, Jorge R. Ogdon. Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723 de Registro de la Propiedad Intelectual de la República Argentina. Derechos Reservados. Es Propiedad. Especial para Revista de la Sociedad Uruguaya de Egiptología, Montevideo (R. O. del Uruguay).
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