Familia
Álvarez-Gallo (Esteban y María Josefa)
La Familia Álvarez ha tenido buenos historiadores de los cuales el principal es el padre Cipriano Rodríguez Santa María, con sus libros Los Patios y los Muertos. Gracias a la recopilación de la leyenda oral de la familia sabemos detalles que de otra manera se hubieran perdido. Reconozco la gran influencia del padre Cipriano para que yo me decidiera a recoger estas historias; es más, muchas historias de los Álvarez, los Gallos y los Santa Marías son tomadas de sus obras. También los Álvarez de El Salvador han tenido historiador, Mauricio Álvarez Geoffroy, quien recopiló la historia de esa importante migración.
Comenzamos la historia de los Álvarez con Esteban Álvarez Jaramillo, casado con Mariana López de Belmonte Zea, abuelos de Esteban Álvarez Lalinde y los Álvarez de El Salvador. De éste sabemos que era muy pobre, vivía en Aná (al lado de la quebrada Iguaná) y allí le tocó la inundación de esta quebrada que destruyó muchas casas del barrio en 1879 y que toda la vida trabajó para cancelar una deuda que tenía. Cuando por fin logró pagarla, los acreedores, en agradecimiento, le regalaron una casita.
Uno de los hijos de Esteban y Mariana fue Domingo, de quien dice un historiador que era de “origen relativamente humilde y urbano” y que se ganaba la vida como sastre. Figura como actor de teatro en crónicas del Medellín antiguo. Fue el padre de Manuel José Álvarez Carrasquilla, uno de los hombres de más empuje en el Medellín de principios de siglo. Éste fue un gran urbanizador, diseñando el barrio de Robledo después de la desastrosa inundación de la quebrada Iguaná sobre el barrio de Aná. También impulsó la traída de agua de Piedras Blancas, la construcción del Ferrocarril de Antioquia, del Bosque de la Independencia, de la feria de ganados (en cercanías de la calle Colombia y del río Medellín) , del teatro Bolívar, la estatua del cerro de El Salvador, el ferrocarril de Antioquia, etc. Fue importante accionista de la Compañía de Tejidos de Bello y de la Cervecería Antioqueña. Recibió la primera Medalla Cívica de Medellín otorgada por la Sociedad de Mejoras Públicas, de la cual fue socio fundador. Se casó con Julia Carrasquilla y fueron sus hijos Mercedes, Clementina, Pepa, Alberto y Margarita. Murió el 27 de septiembre de 1925. Otro hermano, Antonio J., también fue urbanizador importante, desarrollando varios barrios, entre ellos Manrique.
El padre de Esteban Álvarez Lalinde fue Juan Francisco, único hermano hombre de Domingo. Se casó el 31 de enero de 1846 con María de la Ascensión Matilde Lalinde Lema (bautizada el 22 de mayo de 1828), hija de José María Lalinde Vélez y María del Carmen Lema Álvarez. De José María se cuenta que alguna vez hizo en yeso una hermosa figura de Jesús Nazareno y se la llevó a Alejo Santa María Bermúdez de noche y al escondido. Esta figura, llamada el Jesús de los Santa Marías, era llevado en procesión durante la Semana Santa. Alejo decía : “si Alejo Santa María se muere Viernes Santo, Viernes Santo sale Jesús de La Alameda (casa de la calle Colombia)”
Juan Francisco y Matilde tuvieron once hijos que fueron:
Jesús María Emilio, nacido en octubre 5 de 1847. Su primera esposa fue su prima Isabel Pérez Lalinde, a la cual siguió a El Salvador. A la muerte de ella se casó con una italiana, ¿condesa? Isabelle de Costa, mujer aparentemente muy derrochadora.
Jaime de Jesús Luciano Ramón , bautizado el 6 de noviembre de 1850, murió joven (1876), soltero.
Estevan María, nacido el 25 de mayo de 1853, casado con Maria Josefa Gallo Restrepo.
Maria Lorenza, nacida el 15 de diciembre de 1855. Casada con Tomás Quevedo Restrepo (antepasados de los Moreno Quevedo, entre ellos Helena Moreno, casada con Ricardo Restrepo Mejía y de los Cock Quevedo como Carlos y Jorge EduardoCock Londoño)
Ana Rosa Tulia, nacida el 26 de febrero de 1858, casada con Julio Castro Rodríguez, quienes se fueron a vivir a Pereira; antepasados de Dickens Castro, importante arquitecto.
Juan Francisco Rafael, nacido el 24 de junio de 1860, casado primero con Julia Ángel Macías, de Sonsón y en segundas nupcias con Pauline Kerns (norteamericana).
María Inés Dominga , nacida en mayo 12 de 1862, esposa de Benjamín Gallo Restrepo, hermano de Maria Josefa y quien también se fue para El Salvador. De ellos desciende Hortensia Echavarría, esposa de Miguel Múnera Palacio.
Juan Clímaco, nacido en enero 20 de 1864, murió niño.
Juan Francisco Miguel, nacido en mayo 8 de 1865, casado con Rosa Valle, quien murió en El Salvador al dar a luz al primer hijo; él murió poco después.
Carlos Paulo, nacido en agosto 17 de 1867; murió niño.
Enrique Roberto, nacido en febrero 4 de 1869; se casó en El Salvador con María Drews.
Juan Francisco, el tatarabuelo, por lo poco que se ha podido averiguar, era un bohemio, amigo de representar obras de teatro en los pueblos y aparentemente muy bebedor y mujeriego. No parece casualidad que la foto más conocida de él sea con una copa en la mano. Según cuenta Eladio Gónima en sus Apuntes para la historia del Teatro de Medellín publicada en La Miscelánea, tomo III, p. 19, ya en 1855 Juan Francisco participaba en el montaje de obras de teatro. A principios de 1856 organizó una compañía con su amigo Lucio de Villa y presentaron las obras Conjuración de Fiesco y los Bandidos de Schiller. En esta última les fallaron los cálculos de tiempo y a las tres de la mañana no habían logrado terminar la función y eso en un teatro en plena oscuridad. Después presentaron la segunda parte del Zapatero y el Rey de Zorrilla y allí Juan Francisco hizo de Rey Don Pedro, en un papel que no gustó. Dice Gónima “El Sr. Álvarez tenía una arrogante figura, voz estentórea, regulares maneras, y no le faltaba talento ; pero seguramente por falta de estudio o poca atención no le salían bien los papeles”. Pocos años después, en 1859 volvemos a saber de él pues figura como uno de los defensores del gobierno liberal ante la revolución de Borrero.
Abandonó a su mujer y sus hijos y le tocó a Matilde levantar a sus hijos en medio de muchas dificultades y pobrezas. Como dice el padre Cipriano: “Por eso su nombre no se pronunciaba ni sus retratos se lucían en las paredes.”
Matilde era hija de José María Lalinde Vélez y Carmen Lema Álvarez. Se dice que la belleza en la familia, cuando la ha habido, ha sido por herencia de los Lalindes.
Matilde y sus hijos vivían en la Quebrada Arriba (la quebrada Santa Elena se llamaba Quebrada Abajo de Junín hasta el río y Quebrada Arriba de Junín hacia el oriente). A ella le tocó trabajar mucho para sostener a sus hijos.
Los dos hijos mayores lograron adelantar estudios universitarios con muchas dificultades pues no tenían dinero para comprar libros. Emilio estudió medicina en Bogotá y Esteban ingeniería en Medellín. Cuando el profesor faltaba, Esteban dictaba la clase y así se volvió profesor de matemáticas. Años más tarde fue profesor en la Escuela de Minas, cómo lo serían varios de sus descendientes. Como no tenía plata para comprar libros y tenía una memoria maravillosa, les pedía los libros prestados a sus compañeros y con sólo leerlos una vez se aprendía los textos de memoria.
Parece que cuando muchos de los Álvarez Lalinde se fueron para El Salvador, lo hicieron porque no querían vivir más en el mismo país que su padre. Esteban no quiso que sus hijos se llamaran “Juan” y sólo al final de su vida aceptó que un nieto, hijo de Matilde, se llamara Juan.
Matilde murió el 4 de mayo de 1880 y algunos años después Juan Francisco se volvió a casar con Magdalena Arango de Gaviria siendo ya ambos viudos. Sin embargo, la muerte de Juan Francisco el 7 de enero de 1892 lo volvió a unir con Matilde pues fueron enterrados en la misma bóveda en el cementerio de San Pedro.
Parece que Juan Francisco tuvo varios hijos con Magdalena Arango, estando ella casada con el señor Gaviria y ellos llevaron el apellido de su padre putativo. Uno de ellos fue destacado periodista y era muy parecido físicamente a Esteban pero un poco más moreno. Esteban y él se cruzaban en la calle y se reconocían con un leve saludo (como se diría hoy, se “distinguían”) pero un día en una reunión del partido liberal, el señor Gaviria estiró la mano para saludar a Esteban y éste no le quiso aceptar el saludo; años después Gaviria dijo que Esteban tenía razón. Algunas de las hijas también se parecían a las Álvarez y así Leonor, que era muy curiosa, fue un día a la casa de los Gaviria y se sorprendió de lo parecida que era una de las Gavirias a su familia.
En El Salvador, cuando uno de los Álvarez está llevando una vida muy disipada dicen que “se le salió el Juan Pacho. Sólo nos queda esperar que a pesar de su vida disipada, en su aporte genético también hubiera genes positivos.
Ya un poco mayores, todos los hermanos se fueron para Ciudad Bolívar a abrir fincas cafeteras; cuentan que era frecuente encontrar serpientes venenosas en las alcobas. El mayor, Emilio, médico, decidió irse para El Salvador, según dicen, siguiendo a su novia. Allí no se conocía el cultivo del café y Emilio introdujo esa cultura. Poco después, entre 1885 y 1888, lo siguieron Esteban, Roberto y Francisco; más tarde Rafael y finalmente Inés con su esposo Benjamín Gallo, hermano de Maria Josefa.
Ya a ese momento Esteban estaba casado con Maria Josefa Gallo Restrepo; habían nacido los cinco hijos mayores en Colombia y en El Salvador nacieron Lorenza y Rosa.
La situación política de El Salvador era la de una dictadura a la cual se oponían activamente algunos de los hermanos Álvarez. Aunque Esteban no intervenía en política, en dos ocasiones lo cogieron preso para fusilarlo; en la primera tuvieron que pagar un alto rescate, mientras que en la segunda comenzaron a fusilar a los presos en orden alfabético inverso. Cuando ya habían fusilado a muchos, comenzó un terremoto que interrumpió el fusilamiento y así Esteban pudo escapar. Otra vez le tocó a Maria Josefa ver asesinar por la policía a un antiguo servidor que se tiró a sus pies para protegerse.
No se sabe bien que pasó, pero los hermanos Álvarez decidieron que uno de ellos tenía que venirse de El Salvador a Colombia a encargarse de los negocios de la familia, entre ellos la participación en las minas de El Zancudo y la finca ganadera de Ciudad Bolívar. Fue Esteban quien decidió regresar, parece que motivado por la salud mental de Maria Josefa, y así con sus hijos pequeños volvieron a Colombia.
Es curioso que el apellido Álvarez no se había cruzado con el Restrepo en el árbol genealógico de Esteban hasta su matrimonio con Maria Josefa Gallo Restrepo. También se casaron con Restrepos (segundo apellido) sus hermanas Maria Inés y Lorenza.
De los hijos de Esteban se casaron con Restrepos Bernardo y Lorenza (también segundo apellido) y de los ocho hijos de Bernardo, cuatro se casaron con Restrepos, Esteban y Nora (primer apellido) y Emilio y Maruja (segundo apellido), todos cuatro descendientes de Fernando Restrepo Soto.
Ya de regreso en Colombia Esteban y Maria Josefa tuvieron a Lucila, la última de los hijos.
Esteban sabía mucho de genealogías y parece que le ayudaba a Gabriel Arango Mejía con algunos parentescos. Sobre el origen de los Álvarez, Esteban consideraba que eran asturianos, a diferencia de Arango Mejía que los hace provenir de Talavera de la Reina en Castilla. Así, a su finca, por la carretera a Guarne, la puso Asturias.
En 1907 fundó una fundición de metales preciosos y ensayes con Francisco González y Juan de la Cruz Posada (Fundición Álvarez, González y Posada) pero al poco tiempo tuvo una fuerte discusión con Posada por el manejo de las minas de El Zancudo; Posada lo trató de ladrón y eso llevó a que se disolviera la sociedad y quedara Esteban de único dueño, llamándose Fundición Álvarez, la cual todavía existe. Las familias Álvarez y Posada se distanciaron totalmente pero años más tarde, como Capuletos y Montescos, Enrique, hijo de Juan de la Cruz, se ennovió con Elena, nieta de Esteban, a pesar de una férrea oposición por parte de Bernardo, padre de Elena. Finalmente se casaron al escondido.
La personalidad de Esteban era la de una persona muy recta, estricta moralmente, aunque no practicante de la religión. Parece que una de las motivaciones para regresar de El Salvador fue que allí había matrimonio civil y divorcio y él, con tantas hijas, no estaba de acuerdo.
“Papá Álvarez” es recordado con mucho cariño por sus nietos. Peter Santa María, como nieto mayor, fue muy cercano a él y recuerda que le regaló un libro sobre electricidad que lo marcó para toda la vida, pues esa fue su especialidad dentro de la ingeniería; Esteban decía que en el futuro la electricidad iba a ser muy importante. Cuando Peter era estudiante en la Escuela de Minas se compró un carro “Roster” y Papá Álvarez lo regaño pues era demasiado lujoso para un estudiante. En algún momento fue Superintendente del Ferrocarril de Antioquia y tenía una tarjeta que lo autorizaba a montar siempre gratis en el tren. Tenía una memoria prodigiosa y recitaba versos muy largos, así como el catecismo Astete al derecho y al revés. Molestaba a los nietos Santa María por judíos y a los Quevedo por indios. Jugaba ajedrez con Tomás Quevedo, hijo de Rosa. Era diabético y antes de almuerzo se tomaba un vino especial, llamado Pesqui.
Pero Maria Josefa a este momento ya no hablaba, según recuerdan todos sus nietos; tenía tics nerviosos. El problema pudo haber sido de una enfermedad mental por todos los sufrimientos o tal vez una trombosis. Elena Álvarez recuerda a sus dos abuelos fumando unos tabaquitos pequeños que parecían cigarrillos. María Josefa iba a misa, atendía a sus nietos, pero siempre estaba callada. Esteban la contemplaba mucho. María Josefa murió el 7 de agosto de 1925 y Esteban el 5 de junio de 1929, tal vez de neumonía.
Fueron sus hijos:
Leonor, casada con Gabriel Yepes, conductor del tranvía de Guarne; Este matrimonio la distanció de sus padres.
Matilde, nacida en 1883, casada con Peter Santa María Herrán, padres de Peter, Tomás, Gabriel, Juan, Leonor, Elve, Matilde, Celina. Nietos de éstos son el padre Cipriano Rodríguez y Nicanor Restrepo (ex-gobernador de Antioquia)
Maria Josefa (Pepa), nacida en 1884, casada con Manuel Moreno. Abuelos de Nora Moreno y de Pablo Restrepo, campeón de natación.
Emilio, nacido en julio 11 de 1886 y muerto en Nueva York en octubre 31 de1918 a consecuencia de la epidemia mundial de gripe. (Es curioso que los tres Emilio Álvarez de la familia han muerto en el extranjero; también es cierto que los dos hijos hombres de Esteban, Emilio y Bernardo murieron en Estados Unidos)
Bernardo, nacido el 25 de marzo de 1888, casado con María Jesús Santa María Restrepo (Tutú), padres de Esteban, Flavio, Elena, Nora, Emilio, Bernardo, Diego, Ana y Maruja.
Lorenza, casada con Alejo Santa María Restrepo, hermano de Tutú, padres de Alejo, Roberto, Luz, Blanca, y Rosa Elena. Entre los nietos figuran el pintor Alejo Santa María Uribe (con el mismo nombre y apellidos del bisabuelo), Ana Elvira Santa María y J. Paul Restrepo.
Rosa, casada en primeras nupcias con su primo Octavio Quevedo Álvarez y en segundas con Luis Avelino Pérez.
Lucila, casada con Mario Saldarriaga.
Pablo, murió niño.
De los anteriores hay algunas historias de Rosa que valen la pena contarse. Lo primero es que dicen que nunca quiso a la abuela Tutú pues soñaba con que su hermano Bernardo se casara con su prima Lorenza Quevedo Álvarez. Rosa enviudó de su primer esposo Octavio Quevedo Álvarez e iba al cementerio a visitar su tumba. Allí se encontraba con su concuñado Luis Avelino Pérez cuya esposa Quevedo también había muerto hacía poco. Finalmente terminaron casándose. Los hijos de Rosa fueron trágicos. Uno del primer matrimonio fue muy inteligente; se suicidó. Del segundo matrimonio tuvo a Rosita, con síndrome de Down pero no muy pronunciado. Otro hijo también se suicidó con un veneno. Rosa y sus hermana Lucila acompañaron al final de la vida a Esteban.
De las características físicas de los Álvarez, se distinguen sus labios muy delgados (descrito como boca de machetazo) y sus grandes orejas (los Álvarez “orejones” los llamaban algunos). También fue común en algunas el cabello ligeramente rojizo y pequeñas pecas en la piel de la cara. La diabetes ha sido la enfermedad hereditaria más importante. Además de Esteban, han sido diabéticos su hija Lorenza y sus nietos Tomás Santa María, Leonor Santa María y Esteban Álvarez Santa María, quién murió de coma diabético.