21 – ALGUNAS ARTES MENORES EN EL ANTIGUO EGIPTO

 

por   NORMA PARODI

 

 

 

 

Egipto. Un país, una nación. Que ha mantenido su estructura física, sus características sociales y culturales, su personalidad, su independencia, su autonomía, por milenios; a través y pese a todos los avatares mundiales que lo han atravesado pero que no han menguado en nada sus características de nación.

 

Que ha adoptado diversas religiones y diversos sistemas políticos en el correr del tiempo pero que ha sido siempre un país, sin grandes riesgos de desmembrarse o de dividirse permanentemente, de sumirse en el caos, de desaparecer, de constituirse en un peligro o en una amenaza para los otros seres humanos.

 

¿Por qué nos inspira ese sentimiento de seguridad, de ausencia de temor, de permanencia en el tiempo?

 

¿Por qué nosotros tan lejanos en el espacio y tan distintos en algunos aspectos, estamos tan informados de su historia, su actualidad?

 

Tenemos más información de las pirámides, de los templos del antiguo Egipto que de los monumentos de la Grecia clásica; sabemos mas de la presa de Assuan que de las miles construidas en la ex-URSS y conocemos los nombres de sus gobernantes mas que de los de muchos países de Europa. ¿Por qué?

 

¿Qué ocurrió en sus orígenes que hizo posible todo esto?

 

Tal vez nunca tengamos la respuesta completa como tampoco podremos nunca develar completamente el misterio que se encuentra en cada hombre.

 

No voy a ocuparme de ello. Mi trabajo es mucho más modesto y sin pretender ser una monografía con referencias bibliográficas y demás, será un relato de lo que he aprendido en los últimos años sobre este tema. Sólo trataré de esbozar algún apunte acerca de las artes menores y tal vez algo de la pintura en el antiguo Egipto. Algo que nos ayude a imaginarnos algunos aspectos de la vida diaria de los hombres comunes que integraron y que fueron esta nación.

 

 

LA METALURGIA

 

La plata era muy rara, porque no había en el país. En cambio el oro era  abundante.

 

El bronce abunda también principalmente en estatuillas de divinidades, alguna que otra damasquinada. También hay vasos de bronce con ornamentación y leyendas jeroglíficas grabadas y también algunas armas como espadas y hachas.

 

El bronce fue su metal favorito. Variando los elementos y las proporciones de la aleación sabían obtenerlo de calidades muy diferentes. En general los objetos encontrados contienen las cantidades de cobre y estaño que hoy se emplean para fabricar el bronce. Algunos objetos tienen cantidades notables de oro y plata.

 

El bronce ordinario se usaba para las armas y amuletos comunes; las aleaciones análogas al latón para los utensilios domésticos, los bronces especiales para los espejos, las armas de valor y las estatuillas de lujo.

 

Los utensilios, armas, anillos, y vasos de pacotilla estaban en parte forjados y en parte vaciados en moldes de barro refractario o piedra. Se vaciaban en un solo o en varios pedazos que se ajustaban, soldaban y retocaban a buril.

 

El procedimiento mas común era el fundido en caja con núcleo de arena o de tierra mezclada con carbón machacado que se introducía en el molde repitiendo groseramente por fuera el modelo de dentro. Había vasos para agua lustral, espejos, imágenes de divinidades (de Osiris, de Isis, de Horus, de Ptah y otros).

La ejecución es fina y delicada y el metal está muy bien fundido.

 

El hierro se usó muy poco. Se hicieron instrumentos para trabajos rudos como cinceles de escultor y de picapedrero, hojas de hacha y de azuelas hojas de cuchillo y de sierra.

 

 

LA MADERA

 

Se importaba madera de buena calidad, la que se empleó en la escultura y en la confección de objetos menudos, a los que se dio gran precisión como las cucharas de madera cuyo mango finamente esculpido representa una figura de mujer de forma muy graciosa.

 

Entre los objetos del mobiliario son de citar las sillas y lechos cuyos pies simulan los de un cuadrúpedo, las arquetas, por lo regular pintadas y los ataúdes o sarcófagos antropoides, cubiertos de estuco y pintados con emblemas jeroglíficos de vivos colores. También se empleó el taraceo con marfil. Emplearon también el esparto para fabricar cortinas o esterillas que ponían a modo de toldos sobre las azoteas de las casas.

 

 

LAS ARMAS

 

De la época predinástica sólo quedan puntas de flecha y mazas y esqueletos con un número extraordinario de huesos rotos.

 

Posteriormente y según observamos en los bajorrelieves que representan las empresas guerreras de los Faraones, Egipto, que no fue un pueblo guerrero, estuvo poco adelantado en el manejo y fabricación de armas.

 

El casco sólo aparece por excepción resguardando la cabeza de los Faraones o de algún jefe militar, el cuerpo del ejército llevaba el tocado de tela de uso tan general en Egipto. Los arqueros visten un Kalasiris y las tropas ligeras llevan una lanza o un hacha y escudo pequeño con un agujero o vista para mirar al enemigo.

 

El cuerpo iba descubierto y desnudo; sólo los Faraones llevan una larga cota o camisote de escamas metálicas, o una coraza de piel de cocodrilo.

 

Las armas ofensivas consistían en una espada ancha de hoja corta y encorvada; una especie de cimitarra o sable curvo; el hacha cuya hoja está colocada en la misma dirección que el mango y lanza. Además usaron también hachas de la forma ordinaria montadas en mangos de madera y puñales.

 

Su única arma arrojadiza fue la flecha y había un ejército de arqueros que llevaban arcos y carcaj.

 

No hubo caballería en el ejército egipcio estando suplida por los carros de guerra. Los Faraones del Nuevo Imperio siempre combaten desde su carro junto al cual llevaban un león.

 

Las enseñas militares o banderas consisten en una especie de abanico semicircular en cuyo campo está representado el gavilán, símbolo de la victoria.

 

El ejército se componía de dos cuerpos: Calasirios, que eran los arqueros, y Hermotibios, que eran los que llevaban las hachas.

 

El carro de guerra está montado sobre dos ruedas de a seis rayos; no tiene asiento alguno; podían contener de 1 a 3 personas que forzosamente tenían que ir de pie, a menos que alguno de ellos, no siendo el conductor se sentara sobre un tapiz, con las piernas colgando por fuera de la caja del carro. La trasera del carro estaba descubierta pues por ella se montaba. La caja era de madera e iba adornada con pinturas o plaqueada de metales preciosos; la lanza iba sujeta con correas y terminaba en un yugo arqueado; iban siempre tirados por dos caballos.

 

Llevaban a los lados de la caja los carcajes con las flechas, a veces eran dos a cada lado, sirviendo uno para las flechas y otro para las jabalinas.

 

Cada carro contenía dos hombres: un conductor y un arquero. Sin embargo los faraones y algunos militares solían ir solos en el carro con las riendas ceñidas a la cintura, lo cual les daría mayor sujeción y seguridad en el carro y como llevaban libres las manos podrían ir arrojando flechas a sus enemigos.

 

En el ejército egipcio los carros de guerra formaban la avanzada, cubrían los flancos del ejército e iban además a retaguardia.

 

 

 

LA VESTIMENTA

 

Eran generalmente de color blanco y para los tocados y accesorios empleaban colores vivos como azul y rojo. También tuvieron mucha afición por las telas listadas y por los tules que dejaban visibles las formas del cuerpo.

 

Resguardaban la cabeza con peluca, que fueron de uso muy general y tocados de tela con ínfulas que caían sobre los hombros.

 

Los hombres llevaban un paño ceñido a las caderas que cubrían desde la cintura hasta el medio muslo, llamado el shenti que fue de uso general.

 

Los sacerdotes llevaban una especie de falda compuesta a veces de tres paños superpuestos en disminución, llamada kalasiri, que solía ser de hilo y que iba hueco al contrario que el shenti.

 

Los sacerdotes llevaban la cabeza rapada y calzaban sandalias de papiro. Los hombres del período menfita llevaban el pelo recogido en menudas trenzas sin tocado alguno.

 

Los egipcios iban afeitados. Coincide esto con una pintura en un papiro acerca de la vida atareada que llevaban los barberos. Solamente las imágenes de los dioses, de los reyes (que tenían carácter sagrado) y de los difuntos llevan una perilla trenzada, cuya punta se encorva hacia delante que se designa con el nombre de barba osiriana.

 

El único ejemplo conocido de barba corta y escasa es el retrato del Príncipe Ka-em-uas, hijo de Ramses II, según la pintura tebana.

 

Las mujeres llevaban pelucas como los hombres o bien recogían su pelo en un tocado; también solían llevarlo en trenzas o hincaban dos peines a los lados de su cabeza, como adorno; y la flor de loto en la cabeza como signo de virginidad.

 

Las jóvenes usaban túnicas de tul. El traje más común en las mujeres consiste en una túnica o camisa blanca de muy poco vuelo que no llega al tobillo, yendo suspendida de los hombros  por unos tirantes encarnados y ceñida a la cintura con una cinta que formaba lazada. La antigua túnica menfita tiene mangas y escote triangular.

 

Generalmente las mujeres aparecen descalzas. Hombres y mujeres usaron esclavinas formadas por collares de amuletos y brazaletes. Ellas usaron además ajorcas y pendientes.

 

Los faraones vestían una túnica de tul listado abierta por adelante y con mangas anchas; debajo llevaban el shenti, y sobre éste y por delante el mandil real, que probablemente era una tira bordada cuyos extremos terminan en unas imágenes de la serpiente simbólica. Llevan además la esclavina mencionada, el tocado de tela cuando no el casco de guerra y las sandalias de punta encorvada.

 

Las reinas visten túnicas de tul como la de los faraones y su tocado consiste en una especie de casco metálico que representa al buitre, símbolo de la maternidad.

Las momias están fajadas con tiras de lienzo cargadas de amuletos o papiros escritos; llevan tocado de tela y el rostro cubierto generalmente con una careta.

 

Empleaban como materiales textiles el lino y la lana, si bien ésta estuvo considerada como impura por las prescripciones religiosas. De la perfección y la finura de las telas puede juzgarse por las telas que envuelven las momias y las pinturas que nos dan a conocer las telas labradas de tapicería. Conocieron el telar de altos lizos.

 

 

EL CALZADO

 

Las sandalias tenían un cordoncillo sujeto por sus extremos a los lados de la suela, que se ajustaba al empeine y de esta parte otro cordoncillo o brida que está sujeta a la suela y que pasaba entre el dedo grueso y el inmediato.

 

Eran hechas generalmente de hoja de palmera o papiro y algunas veces cubiertas por una tela pintada, el extremo de la suela suele prolongarse en punta que ha menudo viene a unirse con la brida que pasa entre los dedos o bien queda suelta o levantada.

 

En Egipto también se conocieron los zapatos, son de dos clases: unos escotados, de suela gruesa y punta levantada y otros sin suela, hechos de un pedazo de cuero cosido por la parte que habría de proteger los dedos del pie.

 

 

JOYAS Y AMULETOS

 

Los objetos de uso cotidiano, aunque no fueran de ricas materias eran elegantes y tenían pureza de forma.

 

La glíptica egipcia se manifiesta en los escarabajos y piezas grabadas en cornalina, ágata, cuarzo rojo, amatista, cristal de roca, etc. Los amuletos venían a ser armas preservadoras de los peligros que traían consigo los días nefastos, designados así por los horóscopos de los sacerdotes, adivinos y hechiceros iniciados en el arte sagrado de la magia.

 

Cada amuleto tenía una virtud especial que se comunicaba a los muertos, recitando una plegaria en el momento de fajarlos y protegían unos la cabeza, otros el tronco, etc, formando así una armadura mágica. Los más frecuentes son los Escarabajos. Los tat, que significaban estabilidad estaban identificados con la espina dorsal. Colgaban diversas clases de amuletos del cuello de la momia para que pudiera franquear las puertas del cielo: los tá, las columnitas, el ojo simbólico, el menat, la corona roja, la cartela, égidas, la almohada, los dedos, la cruz con asa, signo de vida, el jeroglífico, signo del amor, las cabezas de Uraeus, las representaciones de diversos animales sagrados, el tocado de Hathor, compuesto del disco solar y de dos plumas de avestruz, el muslo de buey, la tiorba, el horizonte solar, Higit, divinidad cósmica que iba unidad al dogma de la resurrección.

 

Se hacían de amatista, en jaspe, en lapislazuli, en pasta vítrea y en feldespato. También hay que agregar los rectángulos de barro esmaltados conteniendo plegarias o representaciones divinas.

 

Están también los papiros conteniendo fórmulas talismánicas, depositados en estuches de metal, a veces de oro.

 

El uso de los collares es frecuente, tanto en mujeres como en hombres. Hay collares formados por cuentas y canutillos de una pasta esmaltada azul, de la que se hicieron tantos objetos. También hay de cuentas de jaspe, de cornalina, de lapislázuli, etc., de amuletos de pasta y de amuletos de cuentas. Los collares de pasta esmaltada eran los más usuales, pero también se conservan collares compuestos de amuletos y cuentas de oro y plata.

 

Daban generalmente dos o tres vueltas al cuello. Estaban también los llamados osk a modo de esclavina que caía sobre el pecho y se sujetaba sobre los hombros, con unos broches consistentes en una cabeza de gavilán o bien en un contrapeso que llamaban menat; la parte que adornaba el pecho estaba compuesta de varios hilos de cuentas de diversas formas, amuletos y símbolos, entre éstos las flores de loto que a manera de campanillitas, servían de perillas en la parte inferior. Hay un osk, compuesto de hilos de flores de cuatro pétalos, que reproduce antílopes perseguidos por tigres, chacales sentados, gavilanes, buitres, uraeus alados, todo en oro repujado y todas estas figuras unidas por anillos, los broches son cabezas de gavilán.

 

La principal condecoración con que los faraones recompensaban servicios extraordinarios de sus súbditos era el collar de oro del que pendían leones o moscas. Según se observa en los bajorrelieves y pinturas de Egipto se ve que casi todas las imágenes llevan collares, pectorales y brazaletes que simulan estar hechos en materias ricas, cuyo conjunto ofrece variedad de colores.

 

Hay numeroso dijes todos los cuales tienen una anillita u orificio para suspenderlos, se engarzaban en hilos para formar collares o esclavinas y estaban hechos en pasta cerámica con esmalte azul y algunas veces de plata, lapislázuli, cornalina y alguna otra piedra. Predominan en ellos los emblemas religiosos como los pescados sagrados, las víboras, el ojo de Orus, las flores de loto y las cabezas de gavilán.

 

Según las prescripciones rituales los collares funerarios llevaban dijes representando flores de cuatro pétalos, dispuestas en cruz, leones, antílopes corriendo, chacales sentados, buitres, serpientes aladas, el escarabajo alado signo de la resurrección, el pájaro con cabeza humana, emblema del alma. También había amuletos de pasta vítrea negra compuestos de dos dedos de la mano juntos.

 

Hay una cadena de broches formados por dos cabezas de oca, de la cual pende un escarabajo; las patas de éste están soldadas al cuerpo que es de oro macizo y el caparazón y los elitros son de pasta vítrea azul, rayada por líneas de oro. También hay dijes de aves, especialmente de buitres, generalmente con las alas abiertas en línea horizontal, estando formadas las plumas por alvéolos llenos de esmalte azul, verde, blanco y rojo.

 

Los pendientes que usaban las damas egipcias afectaban diversas formas e iban adornados con la égida de la Diosa Bast, serpientes simbólicas, etc. Los brazaletes los hacían de marfil, bronce, loza esmaltada, plata y oro.

 

Hay uno de oro de cinco centímetros de ancho, con un león y un grifo sentados entre dos flores de loto. Hay otros formados por granos de lapislazuli, que alternan con granos de oro o de cuarzo rojo montados en hilillos de oro. Presentan además una especie de mosaico o esmalte alveolado hecho de pedacitos de pasta vítrea coloreada. Otros también montados en hilillos de oro incrustados de piedras duras y uno de ellos con la figura de un gavilán con las alas extendidas. Los brazaletes se cierran por medio de dos laminitas de oro en que engarza una agujita.

 

Se los ponían las mujeres y también los hombres; no solo en las muñecas sino también en el brazo por encima del codo y en los tobillos.

 

 

LA PINTURA

 

La pintura fue más que nada decorativa, dada la afición de los egipcios a emplear la policromía en sus monumentos. Se desconoce el método que empleaban para la enseñanza del dibujo; no tenían lápiz ni punzón y usaban pinceles hechos con juncos, cuyo extremo estaba dividido en fibras tenues. Usaban paleta de madera oblonga o rectangular que tenía en su parte interior una ranura para meter el cálamo y en la parte superior las cavidades para las pastillas. Un mortero y un pilón para desleír los colores y un frasco de agua para humedecer y lavar los pinceles. Para dibujar empleaban trozos de caliza.

 

Son de citar como dibujos los ejemplares del Libro de los Muertos posteriores a la vigésima dinastía. Cada capítulo lleva al frente una viñeta que representa una escena de adoración a la divinidad.

 

El dibujo de las figuras se reduce siempre a un trazo firme y seguro pero fino y delicado, ya rehundido o grabado en la piedra, ya simplemente señalado con el color. Pero todos los personajes que el pintor representa, ya sean divinidades, hombres y mujeres, en las varias escenas de la vida política, religiosa o agrícola, en procesiones o desfiles de cautivos, funerales o festines, en combates o en ocupaciones del campo como la labranza, la siega, la vendimia, etc, todos los personajes están figurados de perfil y en todos se observa el tipo invariable consagrado por la tradición para cada clase; de manera que en este arte enteramente hierático, el dios, el rey, el sacerdote, el soldado, el esclavo, el prisionero, aparecen siempre en una actitud invariable en trajes cuyo corte y disposición se hallan predeterminados.

 

El trazo es firme y seguido; la ejecución es rápida, sin excluir la elegancia de las formas ni la gracia de las actitudes ni lo justo de los movimientos. En cuanto a la composición, los personajes están colocados en un mismo plano y aislados lo bastante para evitar que las siluetas de unos cubran las de los otros, sino están superpuestas. Se preocupaban de presentar todos los detalles de las figuras.

La perspectiva no estaba sujeta a escala determinada y para cada objeto tenían una diferente.

 

Los colores empleados fueron amarillo, azul, rojo, verde, pardo, blanco y negro. Eran en su mayor parte minerales y algunos vegetales. Se ignora el aglutinante con que elaboraban sus pinturas, pero es opinión generalizada que su pintura era pintura al temple.

 

Las carnes de las mujeres están pintadas en color amarillo claro y las de los hombres en rojo; las diferencias de raza están indicadas no solo por el dibujo, sino también por el color, pues los etíopes están pintados de negro y los asiáticos de amarillo.

 

Las túnicas transparentes eran imitadas dibujando el desnudo. No conocían el claroscuro, pero sabían combinar los colores con habilidad y procuraban armonizarlos y poner en contraposición colores enteros y vivos junto a otros claros y pálidos.

 

Iluminaban los bajorrelieves y decoraban los edificios. Los techos se pintaban de azul con estrellas doradas; en los dinteles de las puertas se ponía el disco solar o el buitre alado. Los jeroglíficos dispuestos en fajas eran un elemento decorativo para los frisos. Los asuntos están recuadrados. Se solía imitar en los muros un tapiz de prolija labor y de vivos colores. Como elemento geométrico se empleó la greca o meandro y la voluta; pero el elemento más característico de la ornamentación es la flora del país; el loto y el papiro, cuyos tallos, hojas y flores llenaban los frisos de las habitaciones. En la ornamentación los colores que dominan son el azul y el verde.

 

 

LA CERÁMICA

 

La materia cerámica de mayor antigüedad es el barro cocido; la historia del barro cocido pertenece principalmente a la edad antigua. Se ha empleado fundamentalmente para tres fines: fabricación de vasos, modelado de figuras o relieves y fabricación de materiales para construir objetos diversos.

 

Los objetos mas antiguos fueron cocidos al sol, los siguientes fueron cocidos en medio de una hoguera al aire libre y los últimos fueron cocidos al horno.

 

El Nilo produce abundante arcilla fina y dúctil, pero los egipcios solo lo emplearon para confeccionar vasos y objetos que únicamente figuraban en el mobiliario corriente y vulgar.

 

Tomaban el barro tal como lo hallaban y lavándolo mal y trabajándolo poco lo manipulaban sobre una rueda de madera que movían a mano; la cocción era desigual. No obstante ello, la alfarería egipcia fue anterior históricamente a otras en el empleo del torno para dar a la pieza redondez exacta y del horno para endurecer barro evaporando la humedad y dándole consistencia, sonoridad, incombustibilidad y ligereza de peso.

 

Los vasos del Imperio Menfita son de barro amarillo o rojo mezclado con paja o hierbas, de cuerpo ovoideo y cuello corto y la superficie, que por excepción está barnizada o pulimentada, va cubierta por lo común con una capa de pintura blanca que no estuvo expuesta al fuego y se descascara fácilmente. Algunas rayas negras suelen decorar el cuello y ornatos en hueco, en relieve o alguna inscripción, la panza.

 

Los vasos de las primeras dinastías tebanas son más finos y perfectos. Hay unos ovoides, forma predominante en la alfarería egipcia; negros por abajo, rojos en la parte superior, cuyas dos zonas se manipulan separadamente para luego unirlas y soldarlas. El barro rojo estuvo muy de moda en Egipto. Hay algunos vasos gemelos, o sea unidos de dos en dos, pero que no se comunican, cuya ornamentación consistente en líneas en zigzag u onduladas destacan sobre el fondo rojo o blanco. Puede haber figuras de hombres o animales dibujadas sobre la panza.

 

Los vasos del Nuevo Imperio son solo imitaciones de los de alabastro, granito, basalto, bronce u oro y los adornos están trazados con color rojo o negro. Hay también vasitos muy finos esmaltados de color azul verdoso. Consisten en general en esfinges funerarias y en amuletos o adornos indumentarios. Esmaltadas como están tienen el aspecto de figuras de piedra o mármol pulimentado.

 

En la pirámide escalonada de Sakkara hay una puerta revestida en azulejos esmaltados en azul.

 

Los egipcios eran regulares alfareros pero excelentes vidrieros debido en parte a la muy buena sosa que producía el país. Por eso mismo la industria del vidrio duró mucho y sus productos por mediación de los fenicios fueron importados en Roma. Sus productos eran principalmente vasitos de tocador y también hicieron incrustaciones de pasta vítrea en muebles y objetos.

 

La aplicación de la cerámica a la exornación arquitectónica les viene de tiempos remotos y también la costumbre de vidriar las piezas o ladrillos para hacerlas más duraderas. Vemos azulejos amarillos, verdes, rojos y blancos sobre los cuales se leen los nombres de algunos Faraones. Los azulejos eran rectangulares, la superficie exterior es convexa y por detrás tienen un saliente agujereado a fin de poderlos fijar pasando una vara de madera por los agujeros enfilados horizontalmente de una serie de azulejos.

 

En una cámara de la pirámide escalonada de Sakkara estos azulejos cubrían las tres cuartas partes de los muros y llevaban escritos con colores azul, rojo o verde, los títulos del Faraón.

 

 

 

 

 

 

 

 

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