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LA TORRE DE SAN SADURNIÑO (CAMBADOS)
La conocida como "torre" de San Sadurniño se emplaza en una pequeña isla cercana a la costa y situada hacia el SO. de la villa de Cambados (Pontevedra). Esta isla, antiguamente llamada Da Figueira, está separada del barrio de Sto. Tomé do Mar unos 80 m., y actualmente se accede a ella a través de una pasarela construida a tal efecto. La isla es de forma triangular y mide unos 80 m. por 50 m. aproximadamente. Se eleva del mar unos 2-3 m., y es de constitución eminentemente rocosa, si bien tal como ahora la vemos, presentando el aspecto de un pequeño prado, probablemente no sea sino el resultado de las sucesivas aportaciones de capas de materiales  llevados allí con el objeto de acondicionar su superficie para asentar un recinto habitable. Sin embargo, creemos viable preguntarnos si esta isla siempre lo fue, y si no quizás, antaño estuviese unida a tierra por un itsmo. Hay varios datos que nos llevan a plantear este tema. El primero y más evidente lo constituyen los roquedos intermedios entre la costa y la isla, así como la escasa profundidad de las aguas por esta parte. En otro sentido, sería interesante averiguar la procedencia de las capas de materiales utilizados en el aterrazamiento de la isla, de las cuales hablaremos más adelante,  integradas fundamentalmente por conchas marinas, y que con seguridad fueron extraídos de la zona inmediata. Además es necesario dejar constancia de la intensa erosión marina del periferia rocosa de la isla, la cual afecta tanto a la "torre" , invadida ya por el mar, como a los bordes dejando al descubierto los perfiles estratigráficos del yacimiento. De ello deducimos que lo que ahora examinamos es una parte de lo que debió ser un más amplio recinto fortificado, del cual se conserva su núcleo interior.

Lo que se conoce con el nombre de "torre" de San Sadurniño es en realidad un pequeño sector conservado de un edificio mucho mayor, cuyo trazado puede adivinarse parcialmente  gracias a testimonios indirectos que examinaremos a continuación. La "torre"  se localiza en la punta O. de la isla, y consiste en un esquinal compuesto por dos muros en escuadro de 8 m. de longitud respectivamente. Poseen un espesor de 1,1 m.,  se asientan directamente sobre las rocas, y se edificaron a base de  sillares de labra regular. Actualmente la altura de este esquinal ronda los 10 m.. No obstante, como ya hemos adelantado, esta parte mantenida en pie era antaño de mayor entidad. Así, el muro O. se prolongaba 13 m. más en dirección S., y a continuación, tomaba dirección SE., en una longitud que no hemos podido constatar, hecho comprobable fácilmente si se observa el rebaje longitudinal trazado sobre las rocas inmediatas. El muro N., también probablemente continuaba en dirección E., sin embargo, no es posible descubrir sus dimensiones, pues por este lado, el mar ha penetrado profundamente en el interior del recinto fortificado destruyendo todo rastro. Sin embargo, se intuye que el edificio original debía avanzar en cierta medida en las tierras actualmente sumergidas.
En consecuencia, creemos especialmente atrevido catalogar como torre defensiva los restos conservados.
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En la parte superior interna de este esquinal se aprecia la existencia de la campana de una chimenea, y en el muro N. hay un vano, elevado a unos 6 m. del suelo, que debe entenderse como una puerta. Dado que este lienzo está sobre el mar, no nos ha sido posible estudiar si se trataba de una puerta de acceso a esta planta del edificio, o simplemente era una especie de mirador. De lo que sí no caben muchas dudas es de que ambos elementos (chimenea y puerta) señalan la presencia de una planta de habitación, probablemente de carácter residencial, y de que era una nivel intermedio. Por encima debería continuarse con una terraza y/o simplemente una techumbre. Más difícil es determinar el número de pisos existentes por abajo, si bien estimamos que a lo sumo serían dos más.

De todos modos, se puede afirmar con total seguridad que el recinto habitado de la isla era mucho más extenso, y no se reducía exclusivamente a la "torre" ahora descrita. En efecto, a unos 30 m. al E. de la "torre", en la misma ribera N. hemos encontrado dos tramos inconexos de muros semienterrados, de los cuales no podemos decir si eran parte de una supuesta cerca defensiva, o si bien, sencillamente son muros de contención de un aterrazamiento. Sin embargo el dato de mayor importancia para comprender la importancia de este enclave queda de manifiesto al examinar los cortes producidos por la erosión marina en todo el perímetro costero del islote. En efecto, la embestida de las mareas ha dejado al descubierto una estratigrafía muy compleja que nos remite a los intensos esfuerzos emprendidos para acondicionar el terreno con el objeto de hacer habitable el lugar. En un punto intermedio de la línea costera meridonal, de unos 2 m. de potencia, hemos observado como el subsuelo se estructura en 6 niveles arqueológicos montados sobre la misma roca base. Comenzando de abajo hacia arriba apreciamos un primer estrato compuesto por un relleno de tierra, continuado por un segundo integrado por una nutrida compactación de conchas marinas; el tercer nivel se compone de tierra con piedras menudas; el cuarto nivel es de tierra con conchas mezcladas; el quinto estrato es el fértil en materiales arqueológicos: mezcladas con tierra aparecen abundantes fragmentos de ímbrices y de cerámicas; y por último, el sexto nivel es la capa edáfica moderna. No obstante, esta estratigrafía no es absoluta, pues en la misma costa meridional, pero hacia el extremo E., la potencia del terreno sobre la roca base es mucho menor, no sobrepasando los 1,5 m. y está constituido por tan sólo dos niveles: uno inferior de 1,3 m. de tierra con abundantes trozos de conchas mezclados, en el cual superiormente se localizan los hallazgos de imbrices y cerámicas, continuado por una delgada capa húmica. Esta misma disposición estratigráfica, con análoga presencia en las capas superiores de restos cerámicos se puede ver en cualquier punto del perímetro de la isla, de donde se sigue que estamos ante un verdadero poblado que se extendía a toda la superficie isleña. Como este sitio debía de ser en origen sustancialmente pedregoso (aún hoy afloran pequeños peñascos en el interior de la isla), ello obligó a la adaptación del entorno con el acarreo de tierras para la explanación del lugar. Como problablemente este roquedo se concibió con fines defensivos, es aceptable pensar que contaría con una muralla perimetral, circunstancia que suponemos actualmente perdida en su mayor parte a causa de la acción de las mareas. Este ingente acarreo de materiales, como acabamos de exponer era de procedencia costera, tal vez, y esto es una hipótesis especulativa,  proviniese del lugar intermedio entre el barrio de Sto. Tomé y la isla, concretamente del espacio por donde recientemente fue construida la pasarela de acceso. Quizás esta extracción masiva tuvo una particular incidencia en la desaparición de un supuesto itsmo, y este, sea el motivo de que el lugar Das Figueiras se convirtiese enuna isla. Además, sería incomprensible el planeamiento de una fortificación tan próxima a la costa sin tomar medidas disuaorias como podía ser la excavación de un foso.

Otra cuestión es la relacionada con la cronología de este yacimiento. Evidentemente, hasta que no se realice una excavación arqueológica nos tendremos que contentar con los
restos cerámicos dejados al descubierto por la erosión marina. Después de un somero análisis podemos afirmar sin muchos problemas que su adscripción  no se puede retrotraer a épocas muy alejadas históricamente. En general se trata de especímenes de factura esmerada, con el empleo de cuidadas pastas con desgrasantes muy finos, y con la aplicación del torno en su confección. Es interesante mencionar que no hemos visualizado ejemplos de cerámicas de elaboración grosera. La gama de colores oscila entre el beige y el rojizo, y algunas presentan tonalidades negruzcas, debidas tal vez a la exposición al fuego. En otro sentido, la fractura es limpia y abrupta, lo que denota no mucha antigüedad.   Abundan los fragmentos de panzas de grandes recipientes que parecen remitir a formas al menos parcialmente globulares, pero también hemos encontrado algunos bordes. De entre éstos cabe destacar dos clases: un primer tipo lo definen labios  ligeramente engrosados y apuntados; y el otro lo caracterizan bordes vueltos horizontalmente y ligeramente prolongados en puntos concretos a modo de "orejas"  como elementos de sujección. Además de este peculiar sistema hemos localizado un caso de asa de sección elíptica. De momento no estamos en condiciones de conjeturar una cronología mínimamente válida para estas cerámicas, pero muy probablemente, no pueden ser llevadas más allá de épocas medievales, quizás de la Baja Edad Media.

En lo referente a la "torre"  diferentes autores han señalado un origen alto medieval en su construcción, relacionado con las incursiones de los vikingos, postulando incluso el siglo X y al célebre  obispo Cresconio como su primer promotor, y vinculando su erección con otras fortalezas costeras como las de a Lanzada (Sanxenxo) o las Torres del Oeste (Catoira) destinadas a la protección del litoral. Desgraciadamente estos investigadores no aportan la documentación que les sirvió de fuente para esta argumentación, por lo que de momento la dejaremos citada aquí como una alusión a tener en cuenta, pero aún no comprobada suficientemente. Como expondremos a continuación, estratégicamente el emplazamiento defensivo Da Figueira parece cumplir otros propósitos. Lo que resta en pie de la "torre" remite a varias reconstrucciones, cuyo origen de todos modos da la impresión de ser medieval, aunque no creemos, por el tipo de sillares empleados, que pueda fijarse antes de la Plena Edad Media. Y en efecto, la bibliografía alusiva a este monumento describe repetidas enmiendas por parte de diversos nobles gallegos, si bien de nuevo debemos decir que ignoramos en que se basan estas atribuciones.

Un aspecto interesante es tratar de elucidar el papel estratégico desempeñado por este recinto defensivo. Creemos que este caracter defensivo no puede ser relacionado con los ataques de los vikingos, necesariamente marítimos, pues el emplazamiento no posee las mínimas características de seguridad frente a esta expectativa: contra estas incursiones mejor sería buscar una ubicación más idónea hacia el interior, que por otra parte, no sería muy difícil de encontrar en las cercanías. En consecuencia, preferimos suponer la elección del lugar siguiendo criterios defensivos frente a ofensivas procedentes del interior, de las cuales, hay innumerables ejemplos en la turbulenta historia medieval de Galicia.

También se ha hecho alusión a la posibilidad de que en la isla Da Figueira se estableciese un poblamiento antiguo que más tarde sería abandonado y continuado en el barrio inmediato de Sto. Tomé. Para aclarar esta posibilidad se necesitaría una amplia excavación arqueológica en el yacimiento. De culaquier modo, la observación de la estratigrafía puesta al descubierto por las mareas remite a un único nivel de ocupación, situado en el estrato superior, donde es fácil observar como bajo una capa compuesta de ímbrices, que delatan la existencia de edificaciones con tejados, aparece cerámica en tal abundancia que difícilmente puede entenderse como un poblamiento pasajero u ocasional. Sin embargo, los niveles subyacentes a este estrato superior indican previos acondicionamientos del terreno, aparentemente con el fin habilitar el lugar para convertirlo en habitable. Sea como fuere, la presencia de la cerámica de uso cotidiano es factible su interpretación como proveniente de una instalación de origen militar, o bien como el resultado del refugio de la población civil en coyuntauras bélicas centradas en una época concreta. En el contexto de las luchas de fines del siglo XV se menciona una torre de Sto. Tomé en Cambados, perteneciente a los Soutomaior, (según parece transformada en el siglo XVIIII en un
pazo),  por lo que ignoramos como trenzar en un discurso coherente este castillo, los orígenes del barrio de Sto. Tomé, y la ocupación y "torre" de la isla Da Figueira.

Asimismo, también se comenta la existencia de una actualmente desaparecida ermita con la advocación de San Sadurniño, de la cual recibiría su nombre la "torre". Esta circunstancia no es extraña, si tenemos en cuenta que muchos santuarios se emplazan en el lugar donde antaño hubo un castillo, como una continuación del culto que durante la época de la fortaleza se dispensaba en  dicha edificación, pues en efecto, los recintos defensivos solían contar con una capilla.
Vigo, a 1 de Enero del 2001
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